Translate

sábado, 14 de julio de 2012

Chupita Stamponi

Héctor Stamponi fue un notable pianista del tango, oscurecido por los grandes de ese instrumento que brillaron más que él.

Su propia manera de ser, tranquilo, sin estridencias y sin los oropeles de haber tenido una orquesta de larga permanencia en la cartelera, al mando de su piano clásico, le quitaron algo de la trascendencia que realmente tuvo. Pero cuando se lo escucha en un solo de piano a su cargo, esa manera de "decir" la frase musical y su peculiar fraseo lo distinguen entre lo mejor que ha dado el tango.                                                                                             

Nacido en Campana, provincia de Buenos Aires, en 1916, se recibiría de maestro a los 18 años, a la vez que estudiaba el piano desde los 16. Llegó a la Capital en 1936, con Juan Ehlert y aquella troupe juvenil que hacía las Matinées de Juan Manuel. Con él habían venido: Pontier, Francini, Cristóbal Herreros, Homero Expósito y toda la barra provinciana.

Tocó en las orquestas de Federico Scorticati, en las de Miguel Caló y Antonio Rodio, antes de irse a México con Amanda Ledesma, donde estuvo un largo tiempo.Al regreso estudió armonía y composición con los maestros Alberto Ginastera y Julián Bautista.

Lo veía seguido en Caño 14, donde tocaba con su amigo-hermano Enrique Mario Francini en dúo, o dirigía la orquesta. Era hincha de Vélez Sarsfield y yo lo pinchaba, cuando nos encontrábamos allí y Vélez había perdido.
Acá estamos con Chupita en Madrid en 1996

Arregló para varias orquestas -entre ellas la de Pichuco-y sobre todo fue un exquisito e inspirado compositor. La mayoría de sus temas tuvieron un impacto sostenido en el frondoso vademécum tanguero.

Le pertenecen la música de temas como: Junto a tu corazón, Quedémonos aquí, Qué me van a hablar de amor, El trompo azul, Aquí nomás, Es mejor olvidar, Pueblito de provincia, Alguien, En la huella del adiós, El último café, Inquietud (su primer tema que grabó Fresedo con Ricardo Ruiz en 1939), Ventanal, Triste comedia, Pedacito de cielo, Bajo un cielo de estrellas, Flor de lino, Llamarada pasional, Perdóname, el hermoso vals Un momento, cuya letras y música son de él (Adiós.../Qué raro fue tu adiós!/de espina y de jazmín,/como una cruz y una caricia./Tal vez... no presentí,/ni comprendí,/que las estrellas tienen que morir /con los rayos del sol.../Yo fui... un pájaro cantor,/y tú la mariposa /que buscó quemar sus alas./Después... la soledad,/la realidad,/la noche cruel que pronto me envolvió.../fatal..."),Perdóname, Caricias perdidas y otros temas que llevan su exquisitez de compositor como sello de fábrica.
Troilo, Argentino Galván, Chupita, Grela y  Enrique Francini


Con Francini colaboraron en varios de estos temas, sobre todo en algunos valsecitos. En Madrid me recordaba el trabajo que le dió Homero Expósito con Flor de lino. "Siempre le faltaba algo o le sobraba algo. Cuando después de mucho tiempo tuvo lista la letra y yo la música, una mañana me llama y me pregunta: ¿Ché Chupita, el lino tiene flor?" Y se reía recordándolo.

En 1959 se formó el conjunto "Los violines de oro del tango" que dirigían Francini y Stamponi. Además de ellos dos, contaron con el contrabajo de Kicho Díaz  y los violinistas José Nieso, Adolfo Gendelman, Simón Bajour, Hugo Baralis, Carlos Gaivironsky, Vicente Tagliacozzo, Abraham Selenson, Bernardo Stalman, Roberto Gluck, Luis Gutiérrez del Barrio, Sam Reznik , Alejandro Scholz, Jorge Urbansky y Juan Ghirlanda.                                                                                          
Acompañó a Rivero con su conjunto, a Raúl Lavié, hizo música de películas,de teatro, dirigió orquestas, y siempre fue muy querido en el ambiente por su humildad y su gran capacidad de músico, además de su forma de ser. Falleció en diciembre de 1997.

Lo recordamos con su frate Francini y Los violines de oro del tango en el tango de Donato: El huracán y el vals de Canaro: Corazón de oro. Y por Miguel Caló con ese gran cantor y mejor amigo, Roberto Mancini, Quedémonos aquí, grabado en 1956.


El huracán



Corazón de oro

Quedémonos aquí

viernes, 13 de julio de 2012

Solamente ella

Homero Manzi fue uno de los más grandes poetas que tuvimos la suerte de contarlo en las filas tangueras, más allá de su producción intelectual en cine, radio, periodismo, y política.

Fue un hombre fundamental en la jerarquización literaria del Tango. Las pequeñas leyendas barriales, la ternura de lo doméstico, su romanticismo nostálgico, fluyen en toda su producción tanguística. Y trazó una trayectoria pareja en cuanto a la belleza de su poesía.

Se dió la rara circunstancia de que tres chicas de Guaminí, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires que llegaron a a la Capital para una presentación de las hermanas Omar, terminaran siendo parejas sentimentales de tres grandes poetas tangueros.

Nelly Omar con Homero, Gori Omar con Julián Centeya y Grisel con José María Contursi.

Manzi era casado y aunque todo el ambiente conocía la situación, su relación con Nelly Omar quedó grabada a fuego en temas maravillosos.

Nelly, después de tantos años de la partida definitiva del poeta,  sigue afirmando que muchos de los temas que hablan de amor, escritos por Homero, incluído Malena, se los dedicaba a ella.

Es muy posible que esto sea cierto.

El santafecino Tito Gutiérrez  (Ramón Domingo Gutiérrez) estaba cantando en el restaurante de Juan D'Arienzo, en Carlos Pellegrini entre Rivadavia y Cangallo. Recomendado por su hermano, Hernani D'Arienzo, Juan lo hizo probar esa noche en dicho lugar con Fulvio Salamanca y Héctor Varela para incorporarlo a su orquesta.                                                            

Justo lo escuchó Agustín Irusta esa misma noche,  y le pasó el dato a Lucio Demare que buscaba un cantor. Éste lo mandó llamar y le dijo que iba a hacerle una prueba para la película que estaba por filmar su hermano Lucas. Era un pretexto. pasó la prueba con nota, lo rebautizó artísticamente como Horacio Quintana y por sus dotes canoras y su pinta,  pasó a integrar la orquesta de Demare.

Un día de 1944  llegan a Radio El Mundo y en la conserjería había una carta para Lucio. Venía de Cuba, la abrió y tenía un poema y el papel firmado con este final: "Ahí te lo mando. Homero Manzi".

Lucio le puso música esa misma noche y al día siguiente se lo pasó a Quintana. Con este hermoso tango: Solamente ella,  debutó el cantor de Santa Isabel, en la orquesta de Lucio Demare y lo grabarían de inmediato.


                                    

Seguramente Manzi, en la lejanía, pensaba hermosamente en Nelly.



 Solamente ella

Ella vino una tarde y era triste
fantasma de silencio y de canción,
llegaba desde un mundo que no existe.
Vacío de esperanza el corazón.
Era nube, sin rumbo ni destino,
tenía la ternura del adiós.
Mi paso la siguió por cien caminos
y un día mi fatiga la alcanzó.

Ella,
piel de sombra, voz ausente.
Ella, en mis brazos se durmió.
Juntos, sin saberlo, torpemente,
aprendimos duramente
las verdades del amor.
Ella, floreció bajo la luna.
Ella, renació para mi afán.
Juntos, sin angustias, sin reproche,
sin pasado, noche a noche,
aprendimos a soñar.

Sus palabras que estaban ateridas.
Entonces se encendieron de emoción.
Con fuego de mi amor volvió a la vida,
la que era sólo el eco de un adiós.
Ella vino a mi mano en el invierno,
vacío de esperanza el corazón.
Hoy vive entre mis sueños y es eterno
su sueño de mujer y de canción.


Y qué mejor que escucharlo por el Polaco  con Armando Pontier y su orquesta
                                                                                                  

Solamente ella. Roberto Goyeneche
















jueves, 12 de julio de 2012

Pichuco, Cátulo y el Polaco

No puedo despegarme de la imagen de Aníbal Troilo y me vienen a la cabeza infinidad de recuerdos.

Entre las grandes sociedades que fecundaron páginas maravillosas: la de Aníbal Troilo y Cátulo Castillo está situada en un lugar preponderante.

Temas como Patio de la morocha, María, Y a mi qué, Desencuentro, La última curda, Una canción, Patio mío, El último farol, La cantina, son algunas de esas enormes conjunciones de música y poesía.
Pichuco y Cátulo
                                                                   Cátulo me dijo un día en una mesa que compartíamos con Antonio Carrizo, almorzando frente a Radio El Mundo:"Troilo fue uno de los melodistas más grandes que tuvo el tango.  Cuando yo le daba una letra que le gustaba, le veía los ojos y ya sabía lo que iba a salir de ahí... Él ponía el alma en todo lo que hacía. Hasta en sus macanas. Pero el fueye y el tango fueron su gran amor, aparte de Zita. Eso es, amaba al tango".

Y Pichuco confesaría: Sí, son emociones que se van juntando y juntando, y tengo tantas! Por ejemplo aquel 19 de febrero, cuando cumplí 40 años de vida artística y me hicieron aquella fiesta en el Luna Park, algo inolvidable... Todos mis amigos, todos estaban allí: Cátulo Castillo, Mercedes Simone, Tania, Roberto Ruffino... A veces pienso que habría sido de mí sin el cariño de mis amigos. A alguna gente le llama la atención que sea tan afectuosos con ellos, que nos abracemos y por ahí hasta nos demos un beso, pero ¡eso es cariño de hombre a hombre! hay que comprender que soy un hombre simple pero muy afectivo...".
El Cabaret Marabú donde debutó Pichuco

 Y sobre Cátulo: "Es poesía, es música, es hombría de bien. Cuando me dió "La última curda" la leía, la releía y me puse a llorar..."

El Polaco Goyeneche cantó y grabó muchas de estas joyas de la tanguería. Por eso lo subo al tinglado en esta mañana calurosa de Madrid, en que me atoran los recuerdos de tantas noches gloriosas.
El Polaco y Pichuco
 

Y con temas de la gran yunta: Aníbal Troilo-Cátulo Castillo.

Una canción

El último farol


Vals del carnaval


miércoles, 11 de julio de 2012

Pichuco 98

Son los años que cumpliría Aníbal Troilo si aún estuviera físicamente con nosotros.

Espiritualmente está más vivo que nunca. Basta ir a cualquier milonga del mundo para bailar su música.
Y escucharla saboreando un mate con algún amigo, no tiene precio.

Pichuco es como de la familia de todos nosotros, los porteños tangueros. De oreja o milongueros. O ambas cosas a la vez.

Es como Gardel, cada día canta mejor, con su fueye.

Y para aquellos que lo conocimos, que compartimos una mesa, un chamuyo, una noche con él, el recuerdo es más groso.

Por eso en su noventa y ocho cumpleaños me puse a escribirle un poema lunfa, que era el idioma que hablaba él. Salvo que estuviera una mujer presente porque era todo un caballero en esas instancias.

Y me salió así.


  
DOGOR
(Una pintura de Pichuco)
                                                                   No ves que está de olvido el corazón
                                                                                                            Homero Manzi

Se amasija de luna la piojosa
Pa’embroyarse en un raje batemusa.

Desenfunda la jaula calzándola a babucha
Franeleándola con mimo y en chancleta
La mano zurda jotrabando de barreta,
el espiro relojeándose en su trucha,
un blondo escabio que empuja y que lo scrucha
aunque el hombre sobrado de carpeta
las dibuja de prima a las aletas
del  fueye roncador que desestucha.

Porque nació con destino de fueyero
y al lado un ángel ñericompa y porteñero
custodio de sus manos gardelianas.                                               

El insomnio lo inunda de quimeras
La nostalgia entre grillos se entrevera
Y un espiche p’adentro, de sotana
la conversa con el cuore batilana.
Ensiya el alma, en puro sentimiento
como si fuera deschavando un testamento,
refalando en  el teclado sus macanas:
De los orsay que acusa el manyamiento,
de falopas y faso, de timbas pecoranas…
Su fueye bate el justo a ese lamento
blanqueando al alba confesora su nirvana.

Y entonces Pichuco le refila melodías
a la ferramenta que lofió de guacho
Por Fiore, por Floreal, por los muchachos
Por las Milonguitas que cantó en María,
dando changüís,  gatiyando entre güiscachos,   
Y cincela, ensoñado, gloriosas troilerías.
La piedad está tayada en ese escracho
que enfarola la fetén tangomanía..

                          JMO

Y el gomía de Mataderos, Ángel Yonadi le pone su sabia gola al poema, como es costumbre en él. Imperdible su chamuyo.Acá abajo le pueden prestar la oreja a este recitado de zurda.






martes, 10 de julio de 2012

Raúl Kaplún

Fue uno de los representantes más importantes que la escuela virtuosista judía del violín injertó en el tango.

Su nombre descuella junto a  los: Jaime Tursky,  Jacobo y Samuel Dojman, José Nieso, Szymsia Bajour, Elías Slon, Bernardo Stalman, Simón Reznik, Mauricio Mise, Bernardo Lerner, José Stilman, Pedro Sapochnik, Natalio Finkelstein, Alberto Besprosvan, Leo Lipesker, Samuel Duga y varios otros.

Quizás porque el violín, creado en Italia, es el instrumento cantable que más se asemeja a la voz humana. Representa como pocos la voz de los que no tienen voz, todas las clases de seres marginados y humillados. Y el tango durante muchos años fué la voz de los que también carecían de voz.

Hay una coincidencia en señalar a la maravillosa década del 40, como la del resurgimiento y evolución del tango en todas sus facetas: musical, poéticamente y en la faz bailable.

¿Cuando empezó a producirse ese milagro? Para muchos viene con De Caro, otros apuntan a Fresedo o Cobián  y nadie le niega a D'Arienzo la revolución que protagonizó  allá por el 35 con su fabuloso swing. Para nosotros el término "década", en este caso encierra un espacio temporal con contenido espiritual afín. Y en este caso puede encerrar un período de 15 años o más. 

Podemos ubicarlo en Pugliese, en Vardaro y su Sexteto, en el debut de Troilo en 1937, en las geniales manos de Di Sarli y esas campanitas que llamaban a la pista.        

Y José Gobello dice: "Y, porqué no en 1937, cuando Raúl Kaplún, (primer violín en la orquesta de Miguel Caló) ejecutó el primer arpegio lucubrado por Argentino Galván".

Se llamaba Israel Kaflún (1910/1990) y era hijo de un matrimonio, muy humilde, judío de Besarabia (Hoy repartido entre Moldavia y Ucrania), que habitaban un inquilinato en el barrio del Once. Estudió la primaria en un colegio judío y prontamente lo mandaron a clases de violín con el maestro Marcos Sadosky. Completó sus estudios con José Fraga y el prestigioso alemán Edmund Weigand.

Como tantos otros músicos de esa época, comenzó tocando en el cine acompañando a las películas mudas. A los 16 años Julio Rosemberg lo integró en su orquesta de jazz y allí lo descubrió Miguel Caló que lo incorporó a su conjunto. Tanto éste como su arreglador, el Indio Argentino Galván -violinista-, sostenían que era necesario compensar los fuertes rezongos del bandoneón con el lirismo del violín. Y Kaplún les vino como anillo al dedo. Porque Galván  explotó las excelentes  aptitudes técnicas de Kaplún, «escribiéndole los pasajes solistas con dificultades tales que exigían al máximo su gran destreza interpretativa.», como explicaba el musicólogo Luis Sierra.

Después estaría con Armando Baliotti, volvería con Caló y en 1942 se integra en la orquesta de Lucio Demare. Y éste grabaría hermosas melodías de Kaplún, con muy buenos letristas: Canción de rango, Una emoción, Que solo estoy, Nos encontramos al pasar y el vals: Nunca supe por qué.

Cuando Demare se va a Cuba, Kaplún arma su propia orquesta, venciendo esa timidez que lo limitaba  y debuta en 1946 en el Café Nacional. Horacio Quintana era el cantor. Y algo histórico, probó a Roberto Goyeneche en la Montecarlo, cuando éste tenía 16 años. Lo hizo con el tango: Corrientes y Esmeralda
Raúl Kaplún con su orquesta. Él está en el centro sobre el piano.
Lo firmó de inmediato. Y contaría: "Cuando Roberto hacía la segunda parte de Mi tango triste, yo estaba tocando el violín y me corría un frío tremendo por la espalda, de la emoción". Lo hacía dormir en un sofá hasta que actuaban y después lo acompañaba al tranvía para que volviera a su casa.

Se retiró en 1952, dejó pocas grabaciones, pero sus composiciones siguen pegando fuerte. Yo soy fana de Que sólo estoy que hizo con el atildado locutor de Radio El Mundo, Roberto Miró. Berón lo bordó con Demare. También de Una emoción (letra de José María Suñé), por Demare-Berón o Tanturi-Campos. Bellezas.

Vamos a escuchar a Kaplún en dos temas con su orquesta: Tierra querida (Julio De Caro) y Estaño (Ziella-Ceitlin). Y por Lucio Demare con Raúl Berón: Una emoción.



lunes, 9 de julio de 2012

9 de julio


Hoy es el aniversario de la Independencia argentina, declarada un 9 de julio de en San Miguel de Tucumán, capital de la provincia de Tucumán.

El 9 de julio de 1816, el Congreso de Tucumán resolvió tratar la Declaración de la Independencia. Presidía la sesión el diputado por San Juan, Juan Francisco Narciso de Laprida.

El secretario Juan José Paso leyó la propuesta: preguntó a los congresales "si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli". Los diputados aprobaron por aclamación y luego, uno a uno expresaron su voto afirmativo. Acto seguido, firmaron el Acta de la Independencia.

Y sería un original músico tucumano: José Luis Padula el que compondría la música de este tango clásico: 9 de julio que tiene tres letras distintas, aunque la más conocida es la que escribiera Lito Bayardo (Manuel Juan García Ferrari). Lo compuso antes pero la estrenó en 1916, al cumplirse el centenario de la Declaración de la Independencia.

La primera grabación correspondió a la orquesta de Roberto Firpo, quién incluyó en la misma los gritos de alegría por la independencia lograda.
José Luis Padula nació en 1893 y tocaba la guitarra, la armónica, el piano y hasta el bandoneón; estos dos últimos a pura oreja. Le adosaba la armónica a la guitarra –como Villoldo- y le daba a ambos instrumentos conjuntamente. Anduvo un tiempo por Rosario y fue sembrando los caminos con su música.
                                                                                         
 Lunes, Tucumán, 25 de mayo, Picante, Brindemos compañero, Bardi, Gemido, Noche de estrellas, Mi vida, Me duele el alma, son algunos de los temas que nos fue dejando, con letra de poetas como García Jiménez, Cadícamo o Bayardo.

Radicado en Buenos Aires, formó orquesta, grabó en Odeón y su cantor en 1935 fue nada menos que Angelito Vargas a quien le recomendó: “Sos demasiado cantor para mí, tenés que volar más alto…”. Y vaya si acertó...
                                                                             
 En el Día de la Independencia argentina escucharemos su famoso tango en 3 versiones distintas.

Por los guitarristas de Gardel: José Ricardo, Guillermo Barbieri y José María Aguilar, grabado en París en 1928.

Por Juan D’Arienzo, en su primera versión del último día del año 1935, casi con la sidra, el pan dulce,  los cohetes y las cañitas voladoras…

Y por último Agustín Magaldi que lo grabó con la orquesta de Ricardo Luis Brignolo en 1931. También están sus guitarras y un serrucho.


9 de julio.Guitarras de Gardel

9 de julio. Juan D'Arienzo

9 de julio. Agustín Magaldi




Jorge Fontán Reyes


 Estábamos en la redacción del Diario “La Razón” en 1965. Yo escribía una nota cuando se acerca un compañero de la sección Policiales y me dice:
-¿Viste el cantor de tango que está metido en el robo de San Fernando?
Me incorporo, veo el cable y ahí, efectivamente, estaba su nombre: Jorge Fontán Reyes.

Me quedé helado. Tenía linda pinta, había estado con Héctor Varela y logrado un impacto con el tango del pianista de Varela, Juan Carlos Howard y José María Contursi: Esta noche de copas. Duró poco con la orquesta y yo ignoraba el motivo, pero en esa época el ex fueye de D’Arienzo estaba cambiando de cantores constantemente.

La historia de este terrible hecho policial fue recogido magistralmente por el escritor Ricardo Piglia en su libro “Plata quemada” que sería laureado con el Premio Planeta y luego trasladado al cine por el director Marcelo Piñeyro.

En la ciudad de San Fernando, provincia de Buenos Aires, un delincuente llamado Malito recibió planos y todos los datos necesarios para poder asaltar el camión blindado que transportaba el dinero destinado a pagar todos los sueldos de los trabajadores municipales y los gastos de las obras de desagüe del municipio. Estos datos fueron suministrados por políticos y policías a cambio de una parte del botín de 7 millones.
Una vez obtenida la información, Malito comenzó a formar la banda para realizar el delito contratando a cuatro profesionales: el Gaucho Dorda y el Nene Brignone, alias los mellizos, y el Cuervo Mereles y Chueco Bazán.
A continuación se detallarán las características particulares de cada personaje, su relación con el resto, y la importancia dentro de la obra.

Dorda: Su nombre verdadero era Marcos Dorda, alias Gaucho Rubio, era pesado, tranquilo, con cara rubicunda y sonrisa fácil. Era muy supersticioso, estaba siempre viendo signos negativos y tenía múltiples cábalas. Vivió un tiempo en Brasil y luego fue a la Argentina.. Odiaba profundamente a la policía, su interés principal eran las drogas, lo único que le importaba. Según el doctor Bunge: era un sexópata, perverso, polimorfo, líbido desmedida. Peligroso psicótico, capaz de dar su vida por el Nene Brignone.

Nene Brignone: Su nombre verdadero era Franco Brignone, alias el Nene, cara de Ángel, hijo primogénito de un acaudalado empresario de la construcción, renegado de su familia y de su clase, la oveja negra, el tiro al aire, vivía en el barrio de Belgrano. Era flaco, ágil, liviano, tenía pelo negro y la piel muy pálida. Debutó en su vida criminal en 1961 a los 17 años cuando era estudiante de la secundaria en el colegio Saint Georges. Cayó preso como cómplice de una tentativa de robo que terminó en homicidio. Era un pesado de la nueva ola con libertad condicional.

Malito: Su nombre completo era Enrique Mario Malito. Tenía cara de ratón ojitos pegados a la nariz, nada de mentón, pelo colorado, muy sereno con manos de mujer. No le caían bien los homosexuales. Era simpático, entrador, muy taimado. Era muy inteligente, sabía de motores, de caños y podía armar una bomba en dos minutos. Siempre lograba que los demás hagan lo que él quería, como si fuera idea de ellos.El padre era médico y le gustaba la sensación fresca y seca del alcohol puro; por ello se lavaba las manos en él. Era el jefe de la banda: había hecho los planes y armado los contactos con los políticos y los policías que les habían pasado los datos. No podía ver mucha gente junta ni la luz del sol.  Venía de Rosario, había estudiado hasta 4to año de ingeniería y a veces se hacía llamar ingeniero.

La Nena: Su nombre era Blanca Galeano y era la concubina de Mereles. Una jovencita de clase media, criada en un hogar sano, que estaba estudiando para rendir  2 materias y poder así terminar el secundario. Era morocha, espigada, bonita y se vestía bien. Hasta los 15 años su conducta fue normal, bailes juveniles y reuniones en casas de amigos. A los 16 años quedó presa en la Brigada de Investigaciones de Martínez.

Nando Heguilein: Se llamaba Hernando Heguilein. Era un ex integrante de la Alianza Libertadora Nacionalista. Estuvo preso en Sierra Chica, donde conoció a Malito. Era un hombre de acción, un patriota según algunos. Cruzó a la banda al Uruguay.

Comisario Silva: Su nombre completo era Cayetano Silva, jefe de policía de la zona norte del Gran Buenos Aires que estuvo a cargo del operativo. Frío como un tipo profesional, inteligente, bien preparado, pero muy fanático. Era paranoico, no dormía nunca, tenía una serie de ideas extravagantes sobre el futuro político y el avance de los comunistas y de los grasas. Era un hombre gordo, de cara achinada y voz turbia de criollo, con una cicatriz blanca que le cruzaba la mejilla. Vivía solo en un departamento alto en Boedo, su mujer lo había dejado años atrás y cuando la veía no la reconocía, tenía hijos y los veía de vez en cuando y con indiferencia, como si fueran extraños.       

Fontán Reyes: Su verdadero nombre era Atir Omar Nocito y su nombre artístico era Fontán Reyes. Era el entregador, un tipo elegante, con unos kilos de más y la cara alucinada de los drogadictos; un cantor de tangos de 39 años que actuó en radio y televisión, y grabó un cd con 2 tangos. Él fue quien recibió el dato del Banco, de parte de Nino Nocito. Su ilusión es dar el golpe de su vida, cobrar y levantar el vuelo, empezar de nuevo (Pag. 23)

Chueco Bazán: Era un informante de la policía, lo tenían enganchado como buchón a cambio de dejarlo circular por el bajo con droga y mujeres. Un flaco nervioso que se inyectaba a cada rato; parecía un actor, mirada extraviada, ojos de buitre y una sonrisa de superioridad. Lo calentaban las embarazadas.

Cuervo Mereles: Su verdadero nombre era Carlos Alberto Mereles, de sangre fría y siempre con la mente en blanco, por eso fue asignado chofer de la banda. Un flaco de ojos saltones, elegante, adicto al Florinol, se tomaba casi un frasco por día. Hablaba de un modo extraño, y había tardado bastante en entender como se formaban las palabras. Estaba en pareja con "la nena". Era un muñeco sanguinario, siempre había matado porque sí, y tenía varias denuncias por golpear a las chicas que vivían con él.

Crónica de un hecho real
La intención del autor al realizar esta obra es la de contar un hecho ocurrido entre el 27 de septiembre y el 6 de noviembre de 1965 en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, respetando siempre la continuidad de la acción, el lenguaje de los protagonistas y los testigos de la historia.

El cantor

No podía sustraerme a presentar a los protagonistas de esta terrible historia, con muchas muertes.

Y termino con el cantor. Fontán Reyes nació en San Fernando (Pcia. Buenos Aires) en 1925. Tenía una voz muy agradable y afinada, propia para los temas sentimentales. Siempre se le dio bien el canto y debutó con el cuarteto del bandoneonista Alfredo Ponce. Por entonces utilizaba el nombre artístico de Alberto Moreno. En 1950 se incorpora a la orquesta de Juan Canaro. Sigue actuando como solista. En 1957 registra su nuevo nombre artístico en un concurso que la firma Dinamix presenta en Radio Splendid.

Resulta vencedor y de inmediato se incorpora a la orquesta de Edgardo Donato. Las drogas son su principal enemigo y dura poco en todos lados. Canta en el conjunto de Emilio Orlando. Estará 4 meses con Héctor Varela y luego pasa por los conjuntos de Osvaldo Manzi –donde deja un buen registro del tango de Cobián y Cadícamo: Dolor milonguero-, y finalmente canta con la agrupación del fueye Celso Amato.
Después de cumplir la condena decide radicarse en Lima, Perú, en 1975 y recién en 1990 regresa a Buenos Aires.

Pero el tango ya lo había olvidado desde 1965. Como pasó con el dinero que los ladrones terminaron quemando y tirándolo como antorchas por la ventana, en Montevideo.

Yo lo recuerdo en dos grabaciones suyas, una con Osvaldo Manzi y la otra con Héctor Varela..


Dolor milonguero

Esta noche de copas