Con este valsecito de Francisco Canaro e Ivo Pelay, seguimos llenándonos el cuore en la pista de baile, pero también al escucharlo, en esas versiones maravillosas de Pirincho con su orquesta y sus cantores. También Alfredo De Angelis, especialista en la interpretación de valsecitos como éste, logró un versión formidable con las voces de Carlos Dante y Julio Martel, grabándolo el 29 de agosto de 1944.
Canaro y Pelay, dos creadores inagotables, estrenaron en 1943 una comedia musical en el teatro Presidente Alvear, con la empresa de Pascual Carcavallo. Una sala inaugurada un año antes por García Velloso. La obra se llamaba "Buenos Aires de ayer y de hoy". Canaro recordaba que se habían encontrado una tarde de 1942, con Pelay y le propuso realizar una obra para el año próximo.
La misma debería abarcar dos épocas: la primera parte podría desarrollarse entre 1840 y 1852, durante la tiranía de Rosas, y la segunda parte en la época actual, con los mismos personajes, demostrando ideas, trajes y hábitos sociales de ambas eras. Y contaba Canaro: "A Pelay le gustó mi sugestión, y así fue que algunos meses después, escribíamos "Buenos Aires de ayer y de hoy".
Tita Merello era la primera actriz de la compañía y fue muy aplaudida en cada presentación. Para esa comedia compuso Pirincho: "Refalosa federal" bailada por los mazorqueros. "Candombe", música de ritmo africano, que fue bailado por un cuerpo coreográfico de negros candomberos. "Desesperanza" (vidalita), cantada en escena por Mariano Mores; Moño rojo, minué; Soñar y nada más, vals-serenata cantado a dúo por Carlos Roldán y Eduardo Adrián, y un "Intermezzo" musical que resumía la obra.
Lo cierto es que el valsecito de marras fue el gran éxito de Canaro-Pelay en dicha obra, y sigue vigente en todas las milongas del mundo por su pomada musical--poética. En sus versos, Pelay le hablan a una jovencita, aconsejándola que si sueña con el amor de su vida no despierte y siga soñando... Una moraleja simplona pero que, acompañada por la música, cobra vida y echa vuelo.
No despiertes si sueñas amores,
niña hermosa, que amar es soñar…
Despertar es quebrar ilusiones
y hallar, entre sombras, la amarga verdad.
No despiertes si vives soñando
y en tu mente hay torrentes de sol;
si en tus sueños se encienden suspiros
que te cercan y acallan tu voz.
Y sigue dictándole el camino a seguir en un mundo de sueños. Volcado en una melodía pegadiza y la temperatura emocional que instalará a este valsecito en el gusto popular, con ese aroma de malvón y viejos patios. La nervadura tierna de la sinfonía realza la simplicidad de los versos, provocando un cúmulo de sensaciones musicales-poéticas.
Soñar y nada más, con mundos de ilusión…
Soñar y nada más, con un querer arrobador…
¡Soñar que tuyo es él y vive para ti!…
Soñar, siempre soñar que dicen que,
en amor, es triste despertar.
Soñar y nada más, con noches de quietud,
que, misteriosas, van, cantando amor y beatitud.
Volar a las estrellas de divinos resplandores
y, en esa eternidad, vivir un ideal…
¡Soñar y nada más!…
Canaro con su orquesta y las voces de Carlos Roldán y Eduardo Adrián lo grabó el 22 de enero de 1944 y continúa llegándonos con toda su ternura y musicalidad.
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