Mi Corrientes calle brava,
¡corazón de Buenos Aires!
en un tremendo desaire
tu cambio me dio la biaba.
Te digo -porque tal vez
vos ni lo sabrás, coqueta-
que sangré con la piqueta
que volteó los "36"...
De una vereda a la otra
de asombro en asombro vivo
cuerpeando los colectivos
como perro en cancha'e bochas.
Y campaneándome estoy
en la puerta del "Marzotto",
amurado, triste y roto
por tus ensanches de hoy...
Piba que todo me has dao,
que me alegraste las noches
y me paseaste en tus coches
desde Alem hasta Callao...
Y que desde el "Germinal"
tirabas al pasar, tangos,
como florcitas de fango
para adornarme el ojal...
Que al muchacho calavera
le dabas calor de nido,
y eras chamuyo al oído
y eras sonrisa diquera...
Que lo dejaste al final
por lujos y firuletes
como los de los sainetes
de tu Teatro "Nacional"
Milonga. Letra: Francisco García Jiménez. Música: Aníbal Troilo
Ernesto Sábato:
El túnel, "Entré en el café Marzotto. Supongo que ustedes saben que la gente va allí a oír tangos, pero a oírlos como un creyente en Dios oye La pasión según San Mateo"
El café Marzotto estaba ubicado en la acera sur de Corrientes, entre Cerrito y Libertad, antes de ser convertido en restaurante, en la década del cincuenta. Fue un palco especial para figuras del tango. Allí se presentó como cantor solista Alberto Marino acompañado por la orquesta de Emilio Balcarce en 1946, con el tránsito cortado por la gran afluencia de seguidores que tenía el Tano Marino.
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