Villoldo pulsaba la guitarra y se acompañaba con la armónica, adosada a la viola por dos varillas,. Una noche que venía de tocar en una especie de tabladillo, se encuentra en el lujoso Restaurante Americano, de la cortada Carabelas con su amigo, el músico José Luis Roncallo que dirigía ahí una orquesta. Villoldo lo lleva a la trastienda para hacerle escuchar "un tango que acabo de componer".
Ángel Gregoio Villoldo |
Roncallo se entuisiasma con el mismo y le pide que lo traslade al papel de inmediato. Y ya escrito el tema, comienzan las dudas. Tocar un tango y en semejante sitio... Entonces a Villoldo se le ocurre otra idea:
-¿Y si la presentamos como danza criolla?
A Roncallo le pareció muy inteligente la idea, y esa noche de noviembre de 1903, sonó por primera vez El choclo en la Cortada Carabelas, sin imaginar sus protagonistas todo lo que representaría en la historia futura del tango. Dos años más tarde sería editado y consagrado para siempre. Lo han tocado y grabado orquestas de todo tipo en el mundo, incluso cambiándole el ritmo y hasta Louis Amstrong lo cantó y registró con su conjunto y una letra distinta.
Villoldo nació en el barrio de Barracas , el 16 de febrero de 1861, en el seno de una humilde familia. Para ayudar a los suyos y luego como subsistencia propia, hizo de todo. Fue cuarteador, ese oficio tan de su época, que consistía en ayudar a los tramways tirados por caballos a subir cuestas de mucha dificultad. El cuarteador iba montado en su caballo, ataba con una soga a la que llamaban la cuarta, a uno de los caballos o al hierro que sostenía sus anclajes y atizaba dos talerazos a su monta para que tirara. Así lo hacía generalmente en la Calle Larga (Hoy Montes de Oca).
También fue tipógrafo en el diario La Nación y en la Editorial Peuser, resero en mataderos, clown de circo y a la vez estudió guitarra, armónica, una vez dejado el colegio, y más tarde también bucearía en violín y piano. Fue muy festejado y aplaudido en las Carpas de la Recoleta, que festejaban a la Virgen del Pilar, donde solían asistir obreros, empleados y todo tipo de rufianes y hampones. Allí estrenaba sus tangos y en 1903 comenzó a conocer el éxito cuando la cantante Dorita Miramar estrenó su tango El porteñito, en el varieté Parisiana de la calle Esmeralda.
Su figura, su estro, la capacidad para cantar coplas propias, versos pícaros acompañado por su viola payadora, le granjeó muchas simpatías y lo seguían muchos noctámbulos. Incluso publicaba versos en revistas y periódicos. Especie de showman, como se lo calificaría hoy, va enhebrando obras como Chiflale que va a venir, donde se acompaña con el silbido. En El negro alegre, imita el habla de los morenos y su voz se escucha con agrado en los discos.
En una madrugada de 1905, Enrique Saborido le hace escuchar los compases de un tango que acaba de componer: La morocha. Sobre la gastada mesa del boliche donde estaban, Villoldo va borroneando unos versos que terminarán acoplándose a la música del pianista y bailarín uruguayo.
Yo soy la morocha
la más agraciada,
la más renombrada
de esta población...
Este tango lo graba Flora Rodríguez, compañera de Gobbi (p), que tiene tremendo éxito. Y la suerte del mismo crece inesperadamente porque la Fragata Sarmiento en su habitual vuelta al mundo de bautismo, se lleva cinco mil partituras de La morocha, esparciéndolas por los distintos puertos que fue tocando en su largo viaje. Se convierte así en el primer tango famoso a nivel mundial.
Las tonadilleras de moda convencen al poeta-compositor, cantor, músico de crear páginas para ellas y Alfredo Gobbi (p), de que viaje a París con él y su esposa con el fin de grabar discos para la casa Gath y Chaves, tienda de moda en el centro porteño. En la capital francesa, el cuarteador de Barracas, sigue creando temas y grabando y de paso se afilia a la Sociedad de Autores y Compositores franceses. Allí nacerá Alfredito Gobbi y Villoldo será el padrino suyo.
El esquinazo, El torito, Bolada de aficionado (buena grabación de D'Arienzo), El Trece (le puso letra a la música de Spátola), La rosarina, Cuerpo de alambre, Yunta brava, Cuidado con los cincuenta (espléndida versión de Di Sarli), Petit salón, Una fija (Di Sarli y Miguel Caló lo grabaron con éxito), La taba, Ricotona, Soy tremendo, El pechador, La budinera y otros temas suyos dieron mucho juego en su momento. Sobre todo los dedicados a los bailarines, que fueron unos cuantos.
Este personaje arquetípico del tango, murió de cáncer en octubre de 1919, en la más completa miseria, aunque debería haber vivido espléndidamente de sus derechos autorales. A la semana de su fallecimiento llegó a su casa un cheque de la sociedad de autores de Francia ¡de 10.000 francos! Final injusto para un hombre que dejó su profunda huella en los senderos del tango.
Cómo no recordarlo con su tema más célebre: El choclo. En este caso lo escuchamos por la orquesta dre Carlos Di sarli en su segunda versión grabada, del 30 de junio de 1954. Con la excepcionalidad de que es el único tema en el que luce una variación de bandoneones. En este caso a cargo del gran fueye Federico Scorticati.
El choclo - Carlos Di Sarli
Grande musicista indimenticabile
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