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viernes, 23 de septiembre de 2016

Lenguas de fuego

Hace unos días escribía en el blog sobre los valores de la obra de Carlos Waiss, que en general no le han sido reconocidos por los críticos, pese a  la cantidad de éxitos que logró con sus temas. Es cierto que el hecho de que fuera la orquesta de Juan D'Arienzo -tan poco agradecida incluso por los historiadores- la que le sirviera de pantalla, influyó también en la apreciación de éstos, y creo que injustamente.

Carlos Waiss

Waiss ha escrito temas comerciales, es cierto, pero ello no implica que conlleve cierto menosprecio. El olfato popular los consagró, los cantó y los bailó. Y sigue haciéndolo. Y hoy traigo como ejemplo este tango, al  que D'Arienzo y Héctor Varela le pusieron música y lo interpretó con mucho acierto Armando Laborde. En el mismo, muestra el amor que se expresa en forma abierta y las cartas que agregan cosas poco frecuentadas en el diálogo habitual, pero por ello más sentidas dado que se escriben pensando en el ser amado. Son como la confirmación notarial del amor.Y a ellas recurre el afectado cuando el romance se ha roto definitivamente.

Soy como una mueca de dolor                                     
trunca en la maquieta de tu amor,              
páramo sin flores y sin nido,
sueños que se han roto, que se han ido.
Saña terca y ruda de saber
cosas que ya nunca han de volver,
fraguas de pasiones encendidas
que tu boca prometía
y tu mano me escribió.

El vaivén de los tiempos verbales, contiene en forma aluvial todo lo que arrastra la pasión, el dolor y el olvido. Las cartas, en este caso abren en flor las cicatrices que ha dejado la ruptura y el tango entra en el detalle de las misivas amorosas que ulceran los recuerdos.

Hoy tus cartas quemé
y con ellas quemaba mi vida,             
y al crujir del papel                                             
entre lenguas de fuego, reías.
Y tu risa mordaz,
humo y llanto de amores mentidos...
Sólo fue feliz aquel: "¡Te quiero!",
que entre lenguas de fuego
se moría de frío.
Sólo fue feliz el juramento
que en la cruz de los vientos
tus palabras llevó.
Hoy tus cartas quemé
y con ellas quemé el corazón.

Tremenda confesión del loser por el amor frustrado, ante el riguroso azar del mundo. Regresan las antiguas emociones y explosionan los sentimientos. Y Waiss consigue atrapar con un lirismo descriptivo de percepciones, el espacio de una ausencia, la catarsis. Y al final la tristeza envolviéndolo todo, como si el mundo se acabara con esas cartas hechas fuego.

Soy como un viajero que al azar
busca algún rincón para olvidar,
voy dejando atrás lo que he perdido,
sólo voy sin brújula y sin nido.
Vida que me diste la ilusión,
migas que me dio tu compasión,
yo que hasta la sangre de mis venas
te ofrendaba en la condena
que tu boca me juró.

Así el autor de los versos  consigue una fuerte descarga estética, sensible. La efusión emocional confirmando aquello de que no hay amor sin dolor. Todo ello apoyado en el factor quirúrgico de la escritura y fundamentalmente abrochado por la música que envuelve con mucho acierto el tango. Brillará en la interpretación de la orquesta de Juan D'Arienzo, con la voz de Armando Laborde. Lo llevaron al disco el 17 de diciembre de 1947, con un resultado muy aplaudido, muy escuchado y muy bailado.

Lenguas de fuego- Juan D'Arienzo-Armando Laborde



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