Ha suscitado mucha atención por parte de los amigos de este Blog, la nota de hace dos días sobre Salgán. Se trata de una conversa antigua de Horacio Ferrer con el maestro y vale la pena estirarla un poquito, a tenor de lo visto. De paso, les digo que le echen un vistazo al estreno del tango Recuerdo, por la orquesta del gran maestro Horacio Salgán, con la presencia de Osvaldo Pugliese y todos sus músicos.
Se trata de una nota muy emotiva narrada por una persona que estaba presente aquella histórica noche, y que yo publiqué en marzo de 2012 en estas mismas páginas tangueras. Basta con poner: Tangos al Bardo: Recuerdo, y encontrarán la nota, aquellos que aún no hayan podido leerla. Y voy con aquel encuentro entre los dos Horacios, que así narraba Ferrer.
PARA ENCAUZAR MI FANTASÍA
Mientras Salgán evoca las circunstancias anteriores a la constitución de su orquesta, se me asoma a la memoria, también, algo que me dijo Carlitos García, que estuvo con Firpo y con Martínez Ledesma más o menos en las mismas épocas que Horacio, su amigo de toda la vida:
-"En aquel tiempo -recuerda Carlitos- nos fascinaba la música brasileña y nos pasábamos tocando y jugando con choros y sambas".
-Ahora, Salgán: ¿Cuál fue el motivo hondo que lo empujó a formar su conjunto en el 44?
-Una necesidad imperiosa de manifestar lo que sentía. Vea: en ese entonces actuaban muchas orquestas típicas. Pero ninguna expresaba el Tango como a mí me gustaba. Es posible que parte de esa diferenciación de sensibilidades tenga este origen: dos o tres generaciones familiares atrás, probablemente mis bisabuelos, fueron negros. Acaso de ahí procede mi manera de sentir y de tocar las síncopas, por ejemplo.
-Entendido. ¿Pero cuáles fueron los incentivos de su estilo?
-Ahora verá. El principal, creo, radicó en una obsesión, hacer Tango; quiero decir que lo que yo tocara fuera Tango, que tuviera los valores esenciales de temperamento y de forma que definen al Tango.
-Por qué?
-Por una razón muy simple. Resulta que le escribía los acompañamientos a Carmen Duval, que en ese tiempo era mi primera esposa. ¿Y qué pasaba? Que me decían: Eso no es Tango.
-¿Tenían razón?
-Tenían. Yo me expresaba en un Tango sin ritmo. Fíjese qué cosa. Me dominaba una profunda tendencia a fantasear. Era un fantaseador de la música.
-Cuando concibió su orquesta; digo, en el momento en que empezó a plasmarla, en el corazón, en la imaginación, en la cabeza, ¿qué hizo de esa fantasía?
-Lo que tenía que hacer: luchar obstinadamente contra ella. O mejor, disciplinarla en una obstinada búsqueda de las fuentes esenciales del Tango. Quería, necesitaba encontrar un norte, un polo magnético para dar con una forma rítmica por la cual canalizar mi fantasía.
-¿Cómo lo consiguió?
-Aunque parezca mentira, por la indeclinable voluntad de querer tocar ¡al modo tradicional! Por eso le he dicho que mi mayor incentivo fue una obsesión. La fantasía me alejaba del tango y mi obsesión era ¡meterme dentro del Tango! Con fidelidad fanática. Y observe qué curioso: mi estilo nace y cobra forma por un proceso exactamente inverso al de Piazzolla. Él plasma el suyo por la necesidad de salirse del Tango. Y yo, el mío, por la fijación excluyente de quererme meter dentro del Tango.
-¿Cuáles fueron los primeros arreglos que escribió para su orquesta?
- Fueron Ojos negros de Greco; El Marne de Arolas, Susheta de Cobián.
-¿Los mismos que fueron novedad absoluta y revolucionaria siete años después, cuando empezó a grabar en Victor?
-Los mismos. Ni una nota más ni una nota menos.
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Y para ilustrar el diálogo con música, les propongo escuchar la versión magistral que realizó la orquesta de Horacio Salgán, de este tangazo de Vicente Greco: Ojos negros. Lo grabó el 7 de diciembre de 1951.
Ojos negros - Horacio Salgán
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