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miércoles, 11 de febrero de 2015

Manuel Romero

Lo llamaban el gallego, por ser hijo de inmigrantes andaluces, pero era más porteño que el Obelisco, o el pomo en los carnavales. Sus hermanos y primos se destacarían como hábiles artesanos gráficos, pero él enfiló otros horizontes que lo llevarían al periodismo, la crítica teatral, el tango, el arte de Talía y el cine. Hombre múltiple al que parecía que nunca le alcanzaba el tiempo, filmó y estrenó películas en tiempo record, y su comienzo fue al irse interiorizando de lo que sucedía en escenarios teatrales y entre bambalinas, donde destacaría primero como un prolífico autor y productor.

Personaje único, porteñazo al mango, le dió incluso tiempo para dedicarse a la milonga cuando terminaba su trabajo en el teatro, y siempre tuvo lugar para meter en sus sainetes y películas algún tango que entendió como vital para las apetencias populares. Comenzó escribiendo en periódicos y en la revista Martín Fierro, donde firmaban los mejores literatos de la época. Y pasaría por el diario Crítica, La montaña y Última hora. Había estudiado en la Escuela de Fogoneros de la Armada y trabajó allí un tiempo mientras aportaba monedas de tiempo a su verdadera pasión.

                                       


Precisamente en la película que dirigió: La muchachada de a bordo, con Luis Sandrini, arrastra reminiscencias de su tiempo en la Armada.Tenía 28 años cuando se lanza a realizar sainetes en aquel racimo de teatros que orlaban el centro porteño. Su primer trabajo, Teatro breve, lo realizó con Ivo Pelay y ya no paró más. La llegada de la Revista de Mme. Rasimi con su elenco de bataclanas, dejó huella en Buenos Aires y muchas compañías intentaron seguir esa huella, entre ellos Romero.

El gallego llegó a pergeñar y estrenar 178 obras teatrales, y no dejó nunca de ir mechando tangos en  las mismas. Así estrenaría su tango Polvorín con música del pianista José Martínez en la obra turfística: Gran Premio Nacional, siguiendo todas las pasiones de los porteños. Lo cantaría el barítono uruguayo José Muñiz. Ignacio Corsini le estrenaría Patotero sentimental con un eco impresionante en el público, durante la obra: El bailarín de cabaret. El pianista catalán Manuel Jovés, que aunque llegó de España con la intención de triunfar con el cuplé, dirigía orquestas desde el foso de los teatros y realizaría con el mismo Romero, ese tango y otros  de largo recorrido como Buenos Aires, Nubes de humos o Pobre milonga.

                                               


La vida lo llevaría a éste último a España con una compañía de revistas que co-dirigía junto al bilbaíno Luis Bayón Herrera, quien realizaría toda su vasta obra en Argentina. En aquella compañía del Teatro Sarmiento, militaban artistas de la talla de Gloria Guzmán, Sofía Bozán o Pedro Quartucci entre otros. Viajan a París, donde Romero se reencuentra con Gardel que estaba por filmar con la Paramount y a pedido de éste escriben Romero y Bayón Herrera, el guión para la primera película sonora del gran cantor: Luces de Buenos Aires. El empresario del Sarmiento y del Broadway, Augusto Álvarez, insta a Romero para que peleara por la inclusión de Gardel en el filme, dado que el director del Mismo, el chileno Adelqui Millar, prefería un cantante español. Y además Romero logró meter en la película a todos los integrantes de la revista, incluídas las 16 bailarinas del elenco.

Gearardo Matos Rodríguez, que estaba en París, le puso música al filme y Gardel canta tres temas. Dos de ellos de Romero y Matos. El primero, la canción El rosal, donde lo acompañan sus guitarristas y Tomo y obligo, tema en el que lo secundan Julio De Caro, Pedro Laurenz y Francisco De Caro, que justo estaban también en la capital francesa con la orquesta de Julio. El 23 de septiembre de 1931, se estrenaría esta película en el Cine Capitol, de Buenos Aires.

                                 


Fue debut de Manolo en el cine y a partir de ahí no paró más. Le agarró el fierrito del arte cinematográfico y ya de vuelta en Buenos Aires filmaría 12 películas, en las que la parte musical la dirigirían Enrique Delfino, Alberto Soifer y Francisco Lomuto. Las realizaría con todos los elementos cotidianos que atañían a la vida de sus conciudadanos, igual que en el teatro; filmes con argumentos sencillos pero llegadores a la sensibilidad popular. Y también en ellos fue incluyendo tangos que interpretarían Merecedes Simone, Alberto Vila o un novel Hugo del Carril que encontraría su camino.



Marcos Caplán, un conocido actor de vis cómica, decía: "Trabajé tango con Bayón Herrera como con Manuel Romero, dos monstruos en los mejores años de la revista. Se complementaban y corrieron juntos hasta que Romero se aburrió del colaborador, o se aburrieron mutuamente. En la revista, Bayón era mejor versificador y Romero mejor director. Sin embargo, me parece, escribiendo tangos Romero fue lejos mejor letrista que Bayón. En cuando persona, Romero, a pesar de sus broncas, era más gaucho, cálido, se lo sentía amigo aun bajo el peso de su autoridad. Y otra cosa: era un fenómeno de velocidad para escribir.Necesitaba producir; siempre estaba en baja de dinero porque jugaba demasiado, a los caballos y a lo que venga. Una noche, en esa urgencia, escribió de un tirón el salinete La muchachada de a bordo. No era un premio Nobel....pero resultó un éxito de boletería".

                                 



Manuel Romero no fue un profesional del tango como poeta (era un tipo culto), pero escribió tangos para sus obras teatrales y sus filmes y dejó un  tendal de temas que calaron hondo en el pueblo. Gardel grabó 17 de esos temas que aún siguen sonando en los reproductores. Títulos como los ya nombrados y otros como Aquel tapado de armiño, Corazón de arrabal, El rey del cabaret, El taita del arrabal, Estampilla, Haragán, La canción de Buenos Aires, La muchacha del circo, La provinciana, Tango porteño. Y otros de su extensa producción fueron, por ejemplo: Tiempos viejos, Naufragio, Tres recuerdos, Parece que fue ayer, Tango amigo, Cuando un viejo se enamora, Noches de Buenos Aires, Sin rumbo, Recuerdos de bohemia, Necesito olvidar, El vino triste, Milonga criolla, Dos caminos, Pobre soñador, Guapo y varón,  Mi provinciana, Rosa poneme una ventosa, Largá las penas, Mi piba linda  Mentira, Abandonada, Carnaval de antaño... y sigue la lista.



Firmaron también con él  estos temas y otros: Francisco Canaro, Matos Rodríguez, Alberto Soifer, Edgardo Donato, Rodolfo Scianmarella,  Francisco Lomuto, Enrique Delfino, Juan D'Arienzo, Charlo, Azucena Maizani, Orestes Cúfaro, Carlos Gardel, Sebastián Piana, Antonio Scatasso, Francisco Pracánico, José Padilla, Héctor Quesada, Raúl de los Hoyos y más ilustres.

Y yo cierro estos recuerdos con dos de sus temas. Primero, El vino triste (Romero-D'Arienzo), por Osvaldo Pugliese cantando Alfredo Belusi, registrado en mayo de 1962. Y a continuación El taita del arrabal, que Romero escribiera con Bayón Herrera y el músico español, autor de La violetera: José Padilla. Lo grabó con su orquesta y el cantor Raúl Figueroa, el pianista Juan Polito, el 26 de diciembre de 1952.

06- El vino triste - Osvaldo Pugliese- Alfredo Belusi

952- El taita del arrabal- Juan Polito-Raúl Figueroa

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