Arrancar el año milongueando, es una fórmula magistral para sentirse siempre joven, pleno, inspirado, sano, con el cuerpo lleno de música y ritmo. Nunca hay que perder la costumbre porque es una maravillosa forma de vida, más allá de los avatares diarios.
Y yo sigo en la brecha con esta Milonga en la Casa de Aragón de Madrid. El tango ha invadido todos los rincones de la misma y la pista es una delicia para caminarla sintiendo muy adentro la música que sale del reproductor.
Si andás por aquí, chiflá y no te la pierdas. Desde la calle sentirás a D'Arienzo, Di Sarli, Pichuco, Don Osvaldo, Tanturi y todas las orquestas grosas y milongueras del cuarenta al mango, y entrarás como tejo, tarareando. Te parecerá sentirte en una milonga porteña.
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