A los 12, después de estudiar con un afamado profesor que dió cátedra a muchos fueyes rosarinos, se incorporó a la orquesta de Raúl Bianchi, en la que cantaba Alfredo Belussi. Con esa edad tocaba en el cabaret y el padre lo llevaba y lo iba a buscar. El salto a Buenos Aires estaba cantado y en su carrera en la ciudad porteña tocaría en las orquestas de Miguel Caló, Ángel Domínguez, Horacio Salgán, Atilio Stampone, Carlos García, Enrique Mario Francini, Mariano Mores, Leopoldo Federico Armando Lacava, Enrique Alessio y acompañó a los cantores Alberto Marino y Siro San Román.
Pero su afición lo llevaría a ser bandoneón solista y en los últimos años conformó un gran dúo con el guitarrista Aníbal Arias, fallecido hace dos años. Incluso hicieron varias giras donde fueron muy aplaudidos. A Montes todo el mundo lo conocía como Marinero, apodo que le quedó desde que hizo el servicio militar en la marina, e iba a tocar a radio El Mundo con su uniforme de soldado.
De aquella época le quedó un lindo recuerdo. Cuando dieron la vuelta al mundo en la Fragata Sarmiento, en el legendario viaje de instrucción, el barco atracó en el puerto de Marsella, Francia, y los cadetes de la Armada, sus compañeros, le compraron allí un bandoneón y se lo regalaron. Era en reconocimiento a los momentos en que tocando en el barco les traía recuerdos de la lejana patria, arráncandole páginas tan nuestras a su fueye.
Con una orquesta de 36 músicos que dirigía su gran amigo, el pianista Carlos García viajaron a Japón y Montes le hizo grabar varios temas a la misma que recibieron el cálido reconocimiento del entendido público nipón, como De puro guapo, El flete o Ensueños.
Con Aníbal Arias dejaron un par de LPs grabados: Juntos por el tango y Bien tanguero.
Como se dice en el mundo del tango, para recordar a Osvaldo Marinero Montes, que ayer partió de gira..., podemos apreciar su calidad de artista del fueye y su sincronización con Arias en un par de temas que tocaron en el barrio parisino de Chaillot durante varias actuaciones en Europa.
En primer término, nos iluminan la mañana con la famosa milonga de Pedro Laurenz: Milonga de mis amores, donde muestran toda su categoría artística.
Y a continuación acompaño mis matecitos matinales con esa otra muestra del gran talento de estos maestros, nada mejor que un valsecito bien porteño que ilumina como este sol que entra por la ventana de mi escritorio, Un placer, de Vicente Romeo. ¡Gracias muchachos! ¡Chau Marinero!
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ResponderEliminarMe encanta el bandoneón... Un beso grande.
ResponderEliminaren tu teclado está, como escondida
ResponderEliminarhermano bandoneón toda mi vida.
(Fueye).
Otro beso
jm
Hermosa nota. Gracias por los recuerdos. Y como decía mi viejo: "UN PLACER" y "DESDE EL ALMA"
ResponderEliminarPaula Montes
Gracias a vos, Paula. Para mí también es un placer recordar a estos grandes y lo hago desde el alma. Besos.
EliminarHermosa nota José María, recién lo veo gracias por el recuerdo.
ResponderEliminarMarina, hija del Marinero