Con las alas del alma
desplegadas al viento,
desentraño la esencia de mi propia existencia
sin desfallecimiento,
y me digo que puedo
como en una constante
y me muero de miedo, pero sigo adelante.
Eladia Blázquez era entonces una niña que cantaba canciones españolas y la acompañaba su madre. En aquellas épocas se daba mucho entre las chicas, estudiar piano o danzas españolas. La sangre familiar ( padres salmantino y granadina, respectivamente) influyó en su precoz vida artística, aunque posteriormente, luego de algunos zafarranchos de bautismo en el folklore y el pop, el tango la atraparía y nos dejaría páginas que siguen hermoseando el cancionero popular, para mayor gloria de muchos intérpretes de ambos bandos.
Con las alas del alma desplegadas al viento,
porque aprecio la vida en su justa medida
al amor lo reinvento,
y al vivir cada instante
y al gozar cada intento,
sé que alcanzo lo grande,
con las alas del alma desplegadas al viento.
El padre se había establecido en un barrio tanguero, Parque Patricios, era hincha de Huracán y aunque le tiraba la música de su tierra, el tango orillaba sus andanzas. Cuando mudaron a Avellaneda, la hija le salió hincha de Racing. Allí en la fabril ciudad, a orillas del Riachuelo escribiría un día la canción que tuvo éxito y sería luego transportada a tiempo de tango: Sueño de barrilete. Una belleza.
Y en 1975, realiza el poema y compone la música de El corazón al sur, que le permite jugar en primera divisón, y que grabó ella ese mismo año, acompañada por la orquesta de Raúl Garello. De golpe se instaló en el parnaso porteño y Julián Centeya, Cáctulo Castillo y Homero Expósito fueron su padrinos de bautismo, los que la aplaudieron al mango, porque el tango estaba esperando nuevas letras, nuevos temas y Eladia los introdujo de prepo, con el aliciente de que fuese una mujer, la que traía los nuevos vientos.
Con las alas del alma desplegadas al viento,
más allá del asombro me levanto entre escombros
sin perder el aliento
y me voy de las sombras con algún filamento
y me subo a la alfombra con la magia de un cuento.
De repente, su balada Honrar la vida, interpretada por Mercedes Sosa, sacude el firmamento musical y enseguida, la misma inolvidable Negra le graba: A un semejante, y esas canciones se desparraman cual Rosa de los vientos por toda América y luego Europa. Le reclaman temas y llega a componer más de 500. Todos elaborados con sumo cuidado, con amor, con talento. También músicos de gran relieve, como Piazzolla, Garello, Amicarelli, Emilio Balcarce, Héctor Negro, Stampone, se asocian con Eladia para crear nuevos temas que invaden el cemento de la ciudad y lo impregnan de ternura: Sin piel, El corazón de tu violín, Quiero amarte aquí, Adiós Nonino, Viejo Tortoni, El miedo de vivir, Tu piel de hormigón, Fiesta y milonga, Ese muchacho Tony, son el muestrario que habla por sí sólo.
Con las alas del alma desplegadas al viento,
atesoro lo humano cuando tiendo las manos
a favor del encuentro por la cosa más pura,
con la cual me alimento por mi pan de ternura,
con las alas del alma desplegadas al viento.
En 1968 Ya había ganado el Segundo Festival de la canción de Buenos Aires con otra balada: No es un juego el amor. Si lo sabría ella, que en ese terreno había sufrido profundas desazones. Cantores de ambos sexos y orquestas incorporaron la temática de Eladia a sus repertorios. Y durante treinta años no dejaron de escucharse sus temas en radios, televisión y discos. Aún hoy siguen en el candelero por la indudable jerarquía de los mismos, y son en suma un testimonio de su tiempo.
Con las
alas del alma desplegadas al viento,ante cada noticia de estupor, de injusticia,
me desangro por dentro
y me duele la gente, su dolor, sus heridas,
porque así solamente interpreto la vida.
Eladia le abrió de par en par las puertas del tango a autoras, intérpretes y músicas que hoy invaden el territorio orquestal tanguero con todo derecho y autoridad. Ella se ganó el derecho a la gloria y pervivencia en repertorios y recuerdos. Y yo la recuerdo con este tango cuya poesía nos legó, y musicalizó Daniel García: Con las alas del alma.
Eladia con Piazzolla en 1988 |
Con las alas del alma desplegadas al
viento,
más allá de la historia, de las vidas sin gloria,
sin honor ni sustento
guardaré del que escribe su mejor pensamiento
quiero amar a quien vive con las alas del alma
desplegadas al viento, al viento, al viento...
También la realzan estas dos interpretaciones. Adrián Guida con la orquesta de Osvaldo Pugliese: Contame una historia. Y Roberto Goyeneche en: Mi ciudad y mi gente, acompañado por la orquesta de Raúl Garello.
más allá de la historia, de las vidas sin gloria,
sin honor ni sustento
guardaré del que escribe su mejor pensamiento
quiero amar a quien vive con las alas del alma
desplegadas al viento, al viento, al viento...
También la realzan estas dos interpretaciones. Adrián Guida con la orquesta de Osvaldo Pugliese: Contame una historia. Y Roberto Goyeneche en: Mi ciudad y mi gente, acompañado por la orquesta de Raúl Garello.
calificar de "zafarranchos de bautismo en el folklore" la actividad artística de Eladia dentro del Folklore Argentino es algo muy ofensivo, evidentemente producto de ignorantes. Canciones como "Ser", el bailecito "Cuando vos quieras" o la hermosa cueca "Ya me voy yendo" son joyitas de la pluma de Eladia. No por menospreciar algo, va a ser mejor lo otro. Que grupo (llámese Los Fronterizos, Los Chalchaleros, etc... qué cantante? llámese Chango Nieto, Julio Molina Cabral, etc...) no tenían en los '60 en su repertorio algún tema de Eladia? ... zafarranchos!!?? por favor!
ResponderEliminarLo decía ella... Y, ateniéndonos al significado de esa palabra, quería decir que iba borroneando temas y ajustándolos o limpiándolos para que lucieran. Como cualquier poeta o escritor. No veo la ofensa por ninguna parte.
ResponderEliminarZafarrancho (definición):zafarrancho es la secuencia ordenada de actividades dirigidas a dejar dispuesta y preparada una embarcación, instalación o estancia, al objeto de desempeñar una tarea concreta
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