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sábado, 8 de octubre de 2016

Los divorcios del tango

El título de la nota sería fuerte, de no suceder eso tan común en los tiempos que vivimos, la separación de las parejas. Sean matrimonios o parejas de hecho. Ha sucedido y sucederá. El tango, con su fuerte carga sensual y la música que nos emociona al bailar, fomenta la creación de parejas. Muchas de ellas, luego, deciden profesionalizarse y hoy día viajan por todo el mundo, viven nuevas y grandes experiencias.

Por otro lado el roce diario, el trabajo y ensayos en común, muchas veces producen fricciones y surgen nuevas  atracciones, que van minando a la pareja. Algunas consiguen sobrellevar la situación  y se mantienen unidas en la pista-escenario y en la vida, pero no es fácil al compartir las 24 horas, con sus viajes, atenciones, egos, recelos y toda esa parafernalia que los va envolviendo.

                                     
Juan Carlos Copes-María Nieves


Un caso mítico en el tango fue el de la dupla que integraban Juan Carlos Copes y María Nieves a quienes hemos admirado tanto sobre los escenarios y que triunfaron en toda regla en Europa y Estados Unidos cuando el tango no tenía arraigo alguno en esos momentos y estaba casi fuera de circulación. Gracias a ellos y a los otros bailarines de Tango Argentino, se abrieron las compuertas del deseo por bailar el tango. La separación definitiva de esa pareja  fue un golpe en toda regla para los tangueros.

Desde entonces se han multiplicado las parejas profesionales de bailarines y los profesores de tango como los peces y panes bíblicos, en casi todo el mundo. Muchos lo han tomado como fuente de trabajo e ingresos. Otros lo llevan adherido a los sentimientos. Pero lo que representaron Copes y María Nieves fue tan importante que, hay libros, escenas en televisión y hasta un filme sobre la pareja mítica del tango.

                                           
Javier y Geraldine


Lo malo de estas separaciones es que los protagonistas de las mismas parecen caer en un pozo de olvido, cuando ocurre el desencuentro. No sólo sucedió con los bailarines citados. Algo parecido ocurrió con Javier Rodríguez y Geraldine Rojas. Se conocieron  bailando cuando ella tenía apenas 15 años y acompañaba a su madre -María del Carmen La Turca- a la milonga Sin Rumbo, donde conocería a Javier, hijo de milonguero y profesor, y muy jovencito, con el que se fugaría para vivir juntos.

Sortearon todos los obstáculos y llegaron a ser los mejores, sin duda alguna, en Buenos Aires, Europa o Japón. Un espectáculo de elegancia, musicalidad y cómo caminar la pista. Más la técnica adquirida en casa de cada uno de ellos y en las milongas. Permanecen en el recuerdo de todos quienes los vieron en exhibiciones, clases y milongas. Se separaron y cada uno se fue por su lado, pero no volvieron a ser lo que eran, aquella maravilla de compenetración, sentimiento y transmisión al público.

                                           
Murat y Michelle


El amor influye positiva y negativamente en estas parejas. Cuando están bien, su enamoramiento se trasluce e irradian el mismo. Cuando están peleados, también se nota la situación desagradable. Sucedió con otra pareja que enamoró a todos aquellos que los disfrutaron en Estados Unidos, Europa o en Oriente. El turco Murat Erdemsel y la hawaiana Michelle Lamb. Emocionaba verlos bailar  por su sentido de las sensaciones musicales. La velocidad, la pausa, el quietismo. Todo adornado con suma elegancia, compenetración y los gestos amorosos que se prodigaban, especialmente por parte de ella.

Fueron aplaudidos y admirados  por donde pasaron. Pero, la vida tiene esas cosas y también ellos terminarían su relación después de unos cuantos años y se abrieron. Murat consiguió salvar la situación bailando últimamente con la francesa Sigrid Van Tilbeurgh, otra de esas bailarinas que convierten la danza en un placer artístico y visual. Michelle, en cambio, con todo su potencial, ha desaparecido de los primeros planos y no conozco su presente dentro del tango.

                                   


Y como hoy no tenemos el refugio de BIEN MILONGA en Madrid porque el salón está ocupado por la gente de Casa de Aragón, debido a las fiestas del Pilar, y no podemos milonguear hasta el próximo martes 11, me dedico a hurgar en las idas y venidas de estas parejas rotas que tantos halagos se ganaron con justicia en los festivales de todas partes.

Para ello recuerdo a aquellos Javier y Geraldine, con cariño y nostalgia, en esta muestra. Por ejemplo, bailando la milonga La espuela, por la orquesta de Juan D'Arienzo. ¡Qué pareja, por favor!

                                    


A Murat y Michelle los admiramos bailando el tango Dejame ser así, por Enrique Rodríguez, cantando El Chato Roberto Flores.

                                       
Y...así es la vida... pero me gusta verlos siempre aunque ya no estén juntos, especialmente a Javier y Geraldine, y no me canso de admirarlos.

viernes, 7 de octubre de 2016

Llorarás... llorarás

Me emociono muchas veces cuando escucho aquellos valsecitos que tengo metido en el fondo del cuore, por las diversas circunstancias en que los conocí o fui escuchando en la radio, en las milongas, en el fueyero o el cantor del barrio...  En esos violeros que caían por las noches al café, tocaban cuatro o cinco temas, pasaban el platito y se iban con el "¡Buenas noches1", de rigor. O en los casamientos, al grito de ¡Que bailen los novios!

Y pienso que es una de las cosas más lindas que inventaron aquellos músicos de la guardia vieja, a la vez que los incorporaban a las partituras de los cuartetos, quintetos, orquestas y cantantes que  se lucían en las serenatas, en los palcos, y en los modestos clubes de barrio donde se formaron tantas parejas al compás de un valsecito porteño.

                                   
Homero Manzi

                                   
Hoy estoy con el balero metido en éste de Homero Manzi y el violinista y cantor Hugo Gutiérrez y pienso que es realmente una maravilla. De lo mejor que se ha hecho en este rubro. Los versos de Homero encierran toda esa tristeza de la separación amorosa y la dulzura del recuerdo. La dedicatoria tiene un tono distinto al del resentimiento y la envuelve en momentos íntimos, dulces, hermosos.  Poblada de destellos, de fervorosas frases, la página nos lleva por las heridas de la nostalgia ante lo perdido. Romanticismo puro.

Al escuchar este vals
bien lo sé que en mi amor pensarás
y en el vaivén del compás,
sin querer llorarás...
Me verás otra vez junto a tí
y recién te dirás
que hice bien al partir.
Y al renovar su emoción
sentirás el dolor de mi adiós.

No hay deseos de venganza, no es un tango, es un valsecito que los unió y que él le recuerda con profunda emoción, a la vez. No contienen ni odio ni amor. El valsecito capta como pocos, hasta la médula. el espíritu de una época. Está impregnado de estoicismo, de arañazos decriptivos y emotivos. Y Homero descarga con su mundo sonoro, una andanada emocional tremenda, que contiene la lluvia de recuerdos imborrables para ambos.

Lo escucharás en los pianos                          
y violines más lejanos.
Te lo dirán con sus sones
los nocturnos bandoneones.
Se trepará por tu reja
con sus penas, con sus quejas.
Y no podrás ignorar
que compuse este vals
recordando tu amor,
y aunque tratés de olvidar
al oír su emoción
llorarás...llorarás...

Éstá llorando por dentro, cuando escribe estos versos. De otro modo no le pueden salir así, tan íntimamente pintados. La fascinación por los oscuros pasados dejan un poso de recuerdos imposibles de olvidar. Estos dones de describir de este modo, no pueden  ser sino frutos de una pasión. La motivación artística tiene unos latidos muy fuertes en su interior y crea con todo ello armonía y belleza de una obra de arte.

Al desplegar su vaivén                                 
este vals te hablará del ayer,
y al repicar su compás
te ha de hacer sollozar...
Este vals te dirá la verdad:
que te amé sin traición,
sin rencor, sin maldad.
Y al renovar su emoción
sentirás el dolor de mi adiós.

Manzi deschava su metejón y la angustia por el triste final. Pero, ¡cómo lo hace! ¡Cómo lo dice! Y Hugo Gutiérrez lo envuelve con una música contagiante, entrañable, y además bailable, que es el destino final del vals. El que permanecerá. Aníbal Troilo con la impagable voz de Floreal Ruiz lo registró el 10 de agosto de 1945, resultando todo un impacto. Entre otros, también lo grabaría Libertad Lamarque, el 23 de julio de 1945, acompañada por la orquesta de su esposo, Alfredo Malerba.

Son las dos versiones que acompañan a estos textos. Pero quiero agregar la de Vanesa Quiroz, porque es una maravilla por la entonación de su voz. La acompaña con su guitarra Hugo Rivas.

Llorarás llorarás - Libertad Lamarque

Llorarás llorarás - Aníbal Troilo-Floreal Ruiz

Llorarás llorarás- Vanesa Quiroz






miércoles, 5 de octubre de 2016

Riobamba

Este tango hace el último de los 998 temas grabados por la orquesta de Juan D'Arienzo en su intensa y prolongada existencia que sigue sonando fuerte en todas partes, con su contagiante ritmo milonguero. Lo registraron  el 30 de enero de 1975, aunque en realidad, la orquesta ya no estaba al mando del Rey del compás. La muerte de su esposa le quitó los ánimos y en 1973, le legó la orquesta a sus músicos que siguieron grabando bajo el nombre de su entrañable director.

Además de constituir una fecha histórica de por sí, vale la pena recordar que fue uno de los primeros tangos que compuso Francisco Lomuto y que registraría la orquesta de Ferrer-Filipotto, para después perderse con la llegada de nuevos y exitosos tangos, hasta que lo rescata la orquesta de D'Arienzo. Y hoy tengo ganas de reconstruir un poco la historia de Sudamérica, con este tango que evoca un combate famoso en Ecuador y que es conocido como la batalla de Tapi o Riobamba.

                                             


La protagonizó una formación de los granaderos a caballo, que enviara José de San Martín desde el Perú, a las órdenes de Juan Lavallle, constituído por 96 granaderos. La actuación en dicho combate de los hombres de Lavalle fue heroica y decisiva en la independencia de este país. El mariscal Sucre le había enviado un refuerzo (Los Dragones de Colombia) que ayudó a la estrategia de Lavalle contra las fuerzas realistas, superiores en número, y la bravura de sus hombres contribuyó a la gesta que quedaría en los anales de la historia.

A tal punto, que un mes más tarde, en la batalla de Pichincha las fuerzas revolucionarias y patrióticas de Sucre, con el apoyo de Lavalle y sus granaderos vencieron al ejército invasor y allí mismo, el 24 de mayo de 1822 quedó decidida la suerte de la independencia de Ecuador. Por su actuación en aquellos dos históricos combates Sucre condecoró a Juan Lavalle y sus soldados con el título de "Granaderos de Riobamba".  Y el propio Lavalle sería recordado como El león de Riobamba, esa hermosa ciudad, capital de la provincia de Chimborazo y conocida desde entonces como "Cuna de la nacionalidad ecuatoriana".

                                                     


Al hilo de estas reflexiones y enseñanzas de la historia, no puedo menos que recordar esas calles porteñas que he caminado durante gran parte de mi vida y que recuerdan a batallas que signaron el destino de Sudamérica, gracias a los próceres y héroes que las protagonizaron. Pichincha (los 7 años de mi primaria los hice en una escuela ubicada en esta calle), Suipacha, Piedras, Pasco, Callao, Gavilán, Chacabuco, Riobamba, Florida, Cochabamba, Charcas, Talcahuano, Membrillar, Florida, Junín, Maipú, Tacuarí, Guardia vieja, Cucha Cucha, Nazca, Curapaligüe, Ituzaingó, Cerrito y muchas otras.

Riobamba nace en la calle Rivadavia, detrás del Congreso Nacional, es paralela a la Avenida Callao y continuación de Combate de los Pozos, otro nombre que recuerda una gesta histórica, ocurrida entre el 14 al 18 de marzo de 1814. La protagonizada por la armada argentina, a cuyo frente colocaron al almirante irlandés Guillermo Brown y que venciera en una lucha desigual (11 barcos precarios) frente a la poderosa escuadra del reino de Brasil (31 unidades), ganándose para siempre la admiración del pueblo argentino. El gobierno designó a Brown Comandante General de la Marina y residiría en el barrio de Barracas hasta su muerte.

                                     
                                     
La batalla de Riobamba y Juan Lavalle recordados en este mural de 1986


 Cómo cambian las cosas los años, escribía el Catunga Contursi en Como dos extraños.Y ya que estoy embalado en los recuerdos y enseñanzas de la historia, y asombrado por lo que hacían estos soldados con caballos reventados que recorrían el continente para guerrear y liberar a sus pueblos, la sigo. La política separaría (mal argentino) a dos héroes como Lavalle y Dorrego. Ëste último era federal y gobernador de Buenos Aires. Lavalle, unitario y retornado al país, decidió derrocarlo de acuerdo con su gente, y no sólo eso, ordenó fusilarlo y no le dejó siquiera pronunciar sus últimas palabras.

Sería también su final triste. Porque la revancha no tardaría en llegar y, acorralado, decide con sus fieles soldados irse a Bolivia. Llegaron a Jujuy, perseguidos por Fortunato Blanco y 30 soldados. Finalmente, un balazo certero termina con su vida. Estuve en la puerta de esa humilde casita colonial de Tilcara, donde lo mataron,  en una oportunidad en que fui a cubrir unos entrenamientos en altura de la Selección Nacional. Una placa de bronce lo recordaba al laureado general Juan Galo Lavalle.

                         
La casita donde mataron a Lavalle y la placa que lo recuerda en la entrada
                 
La historia de ese patético final y las vicisitudes finales de ese hombre que entró al ejército con apenas 15 años, poniéndose a las órdenes de San Martín, las describe maravillosamente Ernesto Sábato en "Sobre Héroes y tumbas" consagrada como la mejor novela argentina del siglo XX y editada en 1961. En sus páginas indagó las "verdades últimas (y muchas veces atroces) que hay en el subsuelo del hombre"; tradujo sus obsesiones más autobiobráficas a las reflexiones sobre la historia nacional y profundizó la investigación de la relación entre la conciencia y el mundo exterior al sujeto.

¡Mamma mía! Empecé hablando del último tango de la orquesta de Juan D´Arienzo (que fallecería un año más tarde), y me metí en las encrucijadas de la historia argentina y sudamericana, que siempre regresa en filias y fobias, odios, peleas, intereses y desencuentros permanentes. Mejor, vuelvo al tango y escuchamos Riobamba (o Río Bamba) por la orquesta del Rey del compás, bajo la dirección de Carlos Lázzari.

Riobamba - Juan D'Arienzo


sábado, 1 de octubre de 2016

A bailar

                                                                                 Sacerdotisa del tango
                                                                                 que en los salones de rango
                                                                                 bailas en brazos de un hombre
                                                                                 que luce el renombre
                                                                                 de gran bailarín.
                                                                                                Horacio Sanguinetti.

Y con las estrofas de este hermoso tango que musicalizó Oscar De la Fuente, estoy homenajeando a esas milongueras que nos permiten ilusionarnos cuando acudimos a bailar en cualquier país, en cualquier milonga  donde el tango ha sentado sus reales. Además aprovecho para invitarlas a todas -y con ellas a todos- al ¡Feliz cumpleaños! que celebramos el próximo martes 4 de este mes de octubre en BIEN MILONGA. Porque cumplimos 3 años de milonga continuada, sábados y martes en la CASA de ARAGÓN de Madrid.

                                       

Y, a propósito, también quiero agregar que el sábado siguiente, o sea, el  8 de octubre, no tendremos milonga porque la Casa de Aragón celebra la tradicional FIESTA del PILAR, en estos salones de la Plaza República argentina, nº 6. Nosotros, este martes 4 de octubre comeremos torta, beberemos cava, calentaremos los remos y bailaremos a tutiplén con una música reservata para la ocasión.

                                             


Y como el día lo amerita, y para templar ánimos les presento este Homenaje que le hicieron a la gran Alejandra Mantiñán por sus 30 años como profesional del tango. La mejor manera de aprender a valorar todo lo que nos ofrece el tango como alternativa de disfrute pleno, es seguir su apasionada trayectoria. Para los que sentimos profundamente esta música, estos versos, estos genios que han desfilando y siguen desfilando por el tango, la fiestita del martes próximo en BIEN MILONGA nos sentará de maravilla.

Y atenti con el Homenaje súper merecido a Alejandra.


                                                

                                                     
                                        

jueves, 29 de septiembre de 2016

Entre dos fuegos

Este tango, grabado por Juan D'Arienzo con mucho acierto, tiene detrás una historia interesante porque se remonta a los años en que nuestra música rioplatense, saltaba el océano, con los músicos, sus instrumentos, sus partituras, para conquistar París, como epicentro de Europa. En aquella vanguardia de los Gobbi, Villoldo, y después Saborido y Vicente Geroni Flores, había quedado abierta una huella fecunda que era importante ensanchar.

Y así partirían, en 1913, músicos reconocidos como el pianista Celestino Ferrer, Vicente Loduca, bandoneonista, el violinista Eduardo Monelos y el bailarín Casimiro Aín (conocido como el Vasco Aín), con su esposa y compañera, Marta. Este último ya se había embarcado diez años atrás en un vapor de carga al viejo continente, pero no fue precisamente a bailar, sino a jugarse una aventura.

                                 


El grupo, que viajaba con muchas ilusiones para tratar de implantar definitivamente el tango en Europa, embarcó en el vapor Sierra ventana y los gastos del viaje fueron costeados por un músico de alta alcurnia social y gran bohemio, llamado Alberto López Buchardo. Su hermano Carlos, un año mayor, también músico, viajaría a Francia para perfeccionarse, al regreso fundaría y dirigiría  el Conservatorio nacional de música y arte escénico, que hoy lleva su nombre. De paso compuso un par de tangos que estrenaría la orquesta de Julio De Caro: Antifaz y Coquito.

Alberto era músico clásico, e incluso  pintaba,  pero le gustaba el tango. No sólo tocarlo, sino, además,  bailarlo. Y en aquellos años parisinos de milonga en la casa de Madame Rezké, tallaría fuerte junto a otros dos cajetillas elegantes como Vicente Madero y Ricardo Güiraldes. En esas recordadas soirées dansants, que pegaron fuerte en la capital francesa y llegarían con gran eco a Buenos Aires, López Buchardo correría inmediatamente al piano para ejecutar tangos de su cosecha y otros clásicos, que permitían el lucimiento de aquellos play boys porteños que deslumbraban a los franceses y permitía soñar a los compatriotas que ansiaban viajar a Europa..



 En dicha época en que París era como el Sancta santórum de la peregrinación de la clase alta argentina por vivir un tiempo en París y tirar manteca al techo en sus cabarets, el éxito ininterrumpido del tango que promovió llegadas de músicos y cantantes, necesitaba proveerse de material para los atriles de éstos. Incluso los propios franceses crearon tangos que fueron llevados al disco.


Ramón Alberto López Buchardo fue componiendo unos cuantos que trascendieron, especialmente Germaine, que, como Poupée, otra muchacha francesa, tiene dedicatoria femenina. O A mi Pochocha. Lamentablemente, Alberto no llegó a escuchar la feliz interpretación que realizaría Carlos Di Sarli con su orquesta en 1941 de su hermoso tango Germaine y que luego repetiría, veinte años más tarde, porque murió  muy joven en 1918, con apenas 36 años de edad. También D'Arienzo, en su estilo lograría muy buen resultado.

En pocos años, pudo escribir una obra interesante como El tapial (Firpo lo grabó con su cuarteto el 8 de enero de 1941), Ave negra, Baisers perdus (Besos perdidos), París, Clínicas, Mala firma, más las citadas  y el del título: Entre dos fuegos. En la partitura del mismo se ve a una mujer tejiendo en el banco de un parque y dos gendarmes con fusil al hombro, uno a cada lado, la acosan desde atrás con piropos.

Juan D'Arienzo lo registró con su orquesta el 12 de abril de 1940, primera versión,  y podemos recordarlo a continuación. Antes escuchamos Clínicas, de López Buchardo, por la orquesta de Miguel Villasboas, grabado en Japón.


Clínicas - Miguel Villasboas

Entre dos fuegos - Juan D'Arienzo





martes, 27 de septiembre de 2016

D'Arienzo suma y sigue

Cuando el tango comenzó su re expansión en los años noventa del siglo pasado, varios organizadores de milongas en Madrid, generalmente provenientes de otros géneros, antes de dar su salto al tango, no entendían que me gustase bailar los temas de D'Arienzo. Digamos que los nuevos paladares tangueros  que habían conocido la renovación de Piazzolla, la sencillez comunicativa de Di Sarli, el sonido entrañable del fueye de Pichuco, y el sonido decareano de Pugliese orientado a la bailabilidad, desdeñaban la fogosidad sin tregua del Rey del compás.

Seguramente no habían escuchado lo que decía el legendario bailarín Tarila, inventor de los giros en el tango, sobre los secretos de esta danza: "El tango es elegancia y compás". Y precisamente la resurrección bailable del tango, ocurre con la formación de Juan D'Arienzo en 1935, cuando  Rodolfo Biagi estaba a cargo del piano. "Imprimiendo mayor acentuación aún a sus frecuentes adornos y contracantos pianísticos en los registros agudos del teclado", como decía Luis Adolfo Sierra.

                                 


Los que tenemos unos cuantos años remando en la pista, notamos rápidamente la agitación que se produce entre las filas y mesas de los bailarines/as, cuando comienza a sonar D'Arienzo. Y si el tango nació bailable, cómo podemos rechazar a esta maravilla que inventó el hombre de los gestos enérgicos y las muecas empujando a sus músicos. Qué importa en esos momentos que haya interrumpido la tendencia evolucionista del tango, cuando ochenta años más tarde vuelve  a provocar la misma sensación de ansiedad entre los concurrentes a la milonga.

Siempre se preocupó por el músico que se sentara en el sillete del piano. "Es quien marca el compás y arrastra al resto del la orquesta" -decía D'Arienzo-. Y lo cierto es que los que tuvo como titulares fueron excepcionales en su cometido: Rodolfo Biagi, Juan Polito y Fulvio Salamanca solventaron con gran pericia su cometido y con sus manos cadeneras, adornos y contracantos,  llevaron el ritmo y el compás. "Cuando me falta el titular del teclado me entro a preocupar -recordaba el director- y entonces recurro a Juancito Díaz, a Jorge Dragone..., porque necesito esa garra en las teclas de piano".

                                      
La orquesta de D'Arienzo en 1945 con los cantores Laborde y Echagüe

Claro que no podemos dejar de lado al violín sabio de Cayetano Puglisi con su sonido característico, o el arrastre impresionante de los fueyes que se mandaban los stacattos y esos  finales que nos siguen volviendo locos. Para eso tuvo a instrumentistas geniales como Héctor Varela, Ernesto Franco, Enrique Alessio, Carlos Lázzari y los que fueron desfilando en su conjunto a lo largo de tantos años. Como los cantores que escogió, entre los cuales Héctor Mauré, Alberto Echagüe, Armando Laborde o Jorge Valdez, descollaron con sus distintos estilos, adaptados al modus orquestal.    


El conjunto de D'Arienzo arrastró multitudes, vendió discos como ninguno, llenó clubes en aquellas inolvidables veladas bailables, desbordó el cabaret, actuaban en programas centrales de radio El Mundo, viajaban seguido a Montevideo, y había orquestas que lo imitaban en todo el país, incluyendo Buenos Aires. De hecho yo bailaba con las de Tito Martín en la Montecarlo o la de Víctor Di Capua en el Centro Lucense de Olivos. Haber podido vivir todo aquello deja huella y comprobando cómo hoy día hay orquestas rusas, alemanas o japonesas que siguen sonando a lo D'Arienzo, impresiona aún más.

                                   
Y nos sigue haciendo reflexionar. Mi hermano, los fines de mes, cuando cobraba su sueldo, compraba los nuevos éxitos de D'Arienzo. A veces se juntaban con otros muchachos mayores en la plaza vecina, traían una vitrola a manivela y se la pasaban esuchando esos temas nuevos que había grabado la orquesta. Y mi hermano, y otros del grupo no bailaban... Y es que lla electricidad que nos transmitían esos discos, el sonido brillante, las viejas páginas que volvían a descubrirse en estas grabaciones, nos sacudían a todos. El impacto emocional era muy grande. Y cuando me incorporé a la masa milonguera, adolescente aún, lo sentí mucho más. Me incitaba, me ponía nervioso buscando a alguna compañera para bailarlo. Era como un resplandor interior. ¡Qué sensación!


Y me sigue pasando, que vachaché, si cuando estoy seleccionando temas de D'arienzo para la milonga que llevo en Madrid, por debajo de la mesa los pies me repiquetean nerviosos en el piso. Y si no lo podés creer, te hago escuchar un par de temas grabados hace más de setenta años y después me la contás. Acá van.,

El primero es Por qué razón, del tano Salvador Grupillo, grabado el 22 de diciembre de 1939. Y a continuación No me lo digas, de Luis Visca y Luis Rubistein., llevado al disco el 18 de abril de 1939.

 Por qué razón - Juan D'Arienzo

No me lo digas - Juan D'Arienzo

Y menos mal que hoy tengo milonga...



sábado, 24 de septiembre de 2016

A bailar, a bailar...

                                                                   "Se empilchaba despacio, casi lerdo
                                                                    y enfilaba silbando, para afuera,
                                                                    la milonga se abría en su recuerdo
                                                                    y la pista era el lugar de su pasión tanguera.."
                                                                                         (Le tiran las milongas-Tango

Y nos ha pasado tantas veces los sábados a la noche... Las milongas en Buenos Aires eran un festín íntimo que valorábamos con el alma. Y cada velada sabatina nos dejaba huellas en el cuore, sobre todo si habíamos bailado muy bien. No buscábamos el levante, sino milonguear a tope. Y lo conseguíamos porque estábamos todos, nosotros y ellas, en el mismo plan: milonguear a muerte.

El gran Petróleo (Carlos Alberto Estévez), maestro de milongueros, decía: "Yo quiero un tango danza que hable de recuerdos, que diga de tiempos, que me emborrache de emociones, que dramatice el sentir y al volcarlo en vivencias puras, que transmita estados anímicos superiores, que dicte normas elevando el mensaje a la suprema forma de expresarlo".

                       
              
             

Y es así como lo sentimos cuando arrancamos con BIEN MILONGA, que ilustra las noches tangueras en la Casa de Aragón -Pza. República Argentina nº 6 -Madrid-. Ese sentimiento lo llevamos metido dentro de hace taytantos años y lo mantenemos in eternum. Sábados y martes desde las 21 horas y...a bailar, a bailar, que la orquesta se va...

Y seguimos yirando por el ancho mundo viendo cómo han proliferado las milongas y milongueros, afortunadamente en tantas ciudades de este castigado planeta Tierra. Como muestra de mi aserto me voy hasta Rusia y, en este caso es la pareja integrada por Yerpun Castro y Galina Shorikova, que se exhiben bailando el tango Torrente, por la orquesta de Pichuco cantando Alberto Marino.

                                   

Y sigo por esos lares  donde el tango ha sentado sus reales y los rusos lo bailan estupendamente. Por ejemplo, la pareja Dmitry Dudytsev y Vlada Zakharova que en esta milonguita de Moscú, se mandan con la milonga Reliquias porteñas, por la orquesta de Francisco Canaro.



Para cerrar el viaje, nada mejor que ver a estos dos bailarines de gotán. Vito Muñoz y Claudio Cardona, un peruano y un argentino, que intercambian roles con gran acierto y elegancia. Si los otros días les mostraba a las maestras de tango en Buenos Aires, en el Festival Mujercitas, haciendo este papel, creo que hoy corresponde ver a dos maestros en este juego lúdico. En este caso se dan dique bailando el tango de Eduardo Arolas, Maipo, por la orquesta de Juan D'Arienzo en el festival de Oporto, Portugal..

                                                                              

¡Y que siga la milonga, hasta que ardan las velas...!