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lunes, 11 de abril de 2016

El tango en el cine

Es sabido que los productores cinematográficos y los directores argentinos, no supieron explotar la veta popular que significó el tango a lo largo de su historia. Sólo algunos pantallazos mínimos aparecieron en películas argentinas y así fueron pasando las grandes orquestas y cantores, los bailes multitudinarios, los cafés céntricos, confiterías, clubes donde el tango había sentado sus bases firmes.

En los últimos años que este género popular que ha extendido sus redes vertiginosamente por casi todo el mundo, las pantallas le han abierto sus puertas y han sido el caso de directores europeos y norteamericanos quienes le han dado la alternativa, antes que los propios argentinos. Una pena. Por eso, se me ocurre volver a ver algunos cortos muy interesantes que explotan el arte de la danza milonguera, su naturaleza, los códigos, la magia del abrazo y el encuentro.

                                   

   
Y pongo como ejemplo a este corto francés: Je ne suis pas là pour être aimé (Yo no estoy para ser amado) de Stéphane Brizé, con Patrick Chesmais y Anne Consigny como protagonistas. Es de 2005 y muestra la vida de un cincuentón maduro que encuentra la luz de su vida en el baile del tango. Vemos en el mismo a Javier Rodríguez y Geraldine Rojas, bailando el tango Bahía Blanca, por Carlos Di Sarli y su orquesta. Es hermoso ver las miradas de ambos protagonistas, mientras bailan Geraldine y Javier.

                                         



Tras ello, la necesidad del encuentro, una vez aprendida la lección del baile. Los ojos de ambos "hablan" y uno cree estar recreando tantas escenas reales vividas en la milonga. Hermoso.

                                          

Y para no cambiar de tema me voy a otro cortometraje de parecido estilo: Se llama Milonga y lo dirigió Marco Calvise en 2011. Hay cosas que nos llegan a fondo a los milongueros porque forman parte de nuestra vida. En este caso se trata de los encuentros y desencuentros de una pareja y el drama de un hombre que fuma, fuma y fuma (como el de El último organito) observando toda la escena en la milonga.. ¿Quien de nosotros no habrá visto estas escenas de la pareja?. El final es precioso.

                                        


Y termino con un gracioso D'Arienzazo,,, Se llama Ode au Tango  y es encantador. La chica se llama Aude Fauconnier, es actriz y bailarina y lo hace genial, muy divertido, bailando sola por las calles de Dijon -Francia-.  El tango es Bar Exposición, de Luis Teisseire.

                                                                                    

sábado, 9 de abril de 2016

Tango, melancólico testigo

Hoy es noche de fandango, como decía Homero Manzi en su gotán: Ché Bandoneón, y puedo confesarte la verdad... ¡Y que querés que te diga!.. Cuando pienso en la milonga, en todos los bailarines y bailarinas que he visto en mis rondines por aquellos fabulosas recintos porteños, en los clubes y confiterías, en los bailes con las grandes orquestas, siento como una morriña inquieta, ¿viste? y me dan ganas de calzarme los charoles, poner la marcha atrás y... qué sé yo...

De todas maneras el tango ha vuelto a vivir esa etapa de renovación, que sucede en el tiempo, y que muestra una salud de fierro, ahora extendida a todos los rincones del globo terráqueo. Vos dejá que silben las bombas y rujan los cañones, que se hundan las bolsas, que los paraísos fiscales sean el refugio de la mitad de la guita mal habida del planeta; que siempre nos quedará de consuelo la milonga con su rante berretín.

                                           


Y, sí, me suele pasar los sábados porque era cuando nos poníamos la pilcha buena, hacíamos brillar los tarros y salíamos encorbatados a comermos la noche. O casi. Porque no era moco'e pavo bailar en vivo con D'Arienzo, Troilo, Pugliese, Di Sarli o D'Agostino, por citar algunas de aquellas grandes orquestas que nos siguen iluminando el camino. Pero la vida sigue y hay que continuar fatigando baldosas o encerados, porque la vida es corta como cantaba Castillo, ¿te acordás?

La vida es corta y hay que vivirla,
en el mañana no hay que confiar.
Si hoy la mentira se llama sueño
tal vez mañana sea la verdad.

Y como estoy con el motor en marcha al compás de algunos gotanes y milongas que me alumbran el cuore, los invito a disfrutar con esos milongueros argentos que arrancan aplausos allí donde pisen y se manden algunos pasos sin copyright. Porque los milongueros, como aquellos músicos que nos legaron la grandeza de su obra,  siempre fueron generosos y transmitieron sus figuras y su estampa a los que venían de atrás para que no se cortase la cadena trófica.

 Arranco con Roberto Herrera y Silvana Capra, que en un Festival de Génova, se bailaron el valsecito clásico: Desde el alma, por Osvaldo Pugliese y su orquesta. Y de paso, le hicieron un merecido y sentido homenaje al lamentablemente desaparecido, Osvaldo Zotto, como se ve en la pantalla.

                                        

Paso página, y como siempre se vuelve a Buenos Aires,  allí los vemos a la enorme Alejandra Mantiñán y Gonzalo Angeles. En este caso se mandan  con una milonga: Ella es así, por el Sexteto Milonguero.

                                        

Y para cerrar con los puntos altos del corpus milonguero, el troesma de troesmas, Miguel Ángel Zotto y Daiana Gúspero, nos deleitan en Udine -Italia-, con una brillante exhibición, al compás de la Orquesta de Osvaldo Pugliese y este tangazo.

                                                                                


                                        


viernes, 8 de abril de 2016

Nostalgias

Este maravilloso tema que ha dado la vuelta al mundo y ha integrado el repertorio de cantantes de todo pelaje y lenguas, fue creado en 1936 y vale la pena recrear la historia de nacimiento del mismo, contada por el propio autor de la letra: Enrique Cadícamo.

   -El  empresario del Teatro Smart, don Alberto Ballerini, me había encargado una comedia con intercalaciones de tango, las que, dos semanas después terminé con el título "El cantor de Buenos Aires".  

Cobián había llegado muy oportuno para colaborar en la misma. Miramos juntos el libreto para sacar los cantables y solos de música que iba y que había que escribir. Dos días después los escuchábamos con el empresario, quien aprobó todos, observando solamente uno  de los tangos por hallarle cierta impopularidad en una novedosa e inspirada cadencia que llevaba el refrán; efectivamente, a Cobián se le había ido la mano en éste, al que yo había titulado Nostalgias.

                       
           


Le pedí entonces que suprimiera la cadencia que a mí me parecía muy original pero difícil para Roberto Páez, que era el cantor de la obra.
Cobián, con modestia -el género de orgullo que menos desagrada-, me respondió sonriendo:
-Le haré otro...ése queda así como está..

La orientación de este maestro siempre chocaba a los espíritus vulgares pero anticipaba la renovación del tango. De un día para otro compuso un nuevo tema al que le adapté la letra, titulándolo con el mismo nombre de la obra: "El cantor de Buenos Aires". En cuanto al otro, titulado Nostalgias, quedó para mejor oportunidad...


NOSTALGIAS. Música de Juan Carlos Cobián. "Un tango que Buenos Aires no olvidará jamás" (Ediciones Internacionales Fermata)

   A los pocos meses (estamos en 1936) Cobián es solicitado por nuestro amigo Emilio Rossi, hombre vastamente conocido y apreciado en los quehaceres de la radiotelefonía, para inaugurar  una lujosa boite en la calle Florida, casi esquina Charcas, donde anteriormente había funcionado la prestigiosa sala de recitales y música de cámara "La Wagneriana". La ostentosa boite se llamó: Charleston.  (...)

En Charleston estrenó (Cobián), en la voz de Rdríguez Lesende, aquel tango rechazado en mi obra del Teatro Smart, al que yo ya le había adaptado letra titulándolo Nostalgias, y que los habitués le hacían repetir hasta el cansancio.

                                           
Antonio Rodríguez Lesende

 Charlo, nuestro amigo y en aquel entonces el máximo cantor de moda, se llevó un manuscrito y lo estrenó en Radio Belgrano con un éxito tan sorprendente que no tardó en volcarse en la calle como un encendido reguero de pólvora, desplazando a algunos otros tangos que ya habían comenzado a popularizarse. Entre ello, unos muy inspirados de Francisco Canaro, que había estrenado hacía muy poco tiempo en su obra teatral titulada: La patria del tango. No quedó una sola canción capaz de detener la exitosa furia de Nostalgias, que aún permanecía sin editar.

Una noche apareció por Charleston el joven Lebendiguer, a preguntarnos si estábamos locos para no editar ese extraordinario éxito. Realmente, este descuido nuestro nos había hecho perder miles de pesos. Nuestro editor se llevó esa misma noche el manuscrito y 48 horas más tarde los ejemplares empapelaban todas las casas de venta de música y las orquestas se disputaban el estreno. (...)

                                             
En una oportunidad que Cobián desde el piano terminaba de hacerle escuchar Nostalgias a nuestro amigo, el cantor Agustín Magaldi, éste, desde su muy singular punto de vista, nos preguntó con asombrada incredulidad: ¿Y eso es un tango?... Era de esperar que esta melodía que ya era un insólito éxito, chocara cruelmente contra el gusto artístico del creador de El penado 14.



El número tuvo la virtud de producir algunos comentarios: "Nostalgias dejó triste a todo Buenos Aires...". Comenzaron a correr algunas curiosas versiones sobre el autor. Unos afirmaban que en aquella canción dislacerante, yo había querido reflejar mi desventura plagiando mi propio drama de amor frustrado, por una cruel tormenta emocional. Otros sostenían que había llegado a conocer en carne y hueso a la inspiradora. A nadie se le ocurrió pensar que sólo fuera una de aquellas lejanas reminiscencias sentimentales que a veces suelen aparecer  de prono en nuestro espíritu como fantasmas.

Para terminar con toda clases de sospechas, Nostalgias fue dedicado a nuestro amigo, el dueño de Charleston, don Emilio Rossi. El flamante y joven editor no se daba descanso. En muy corto tiempo, editores de prestigio en Europa y Estados Unidos habían contratado las sub-ediciones Salavert en París, Peter Maurice en Londres, Chapell en Nueva York. Sólo una música es capaz de hacer conocer a un pueblo.

Su éxito había dado como resultado la piedra fundamental de la Editorial Fermata en Buenos. Aquel tango nos transformó en los autores de moda".

                                   Enrique Cadícamo (El desconocido Juan Carlos Cobián, Editorial Rueda)

Nada mejor que acompañar esta célebre página y su historia con la hermosa creación que hiciera de Nostalgias, Charlo, con su interpretación. Lo acompaña su propia orquesta.

01- Nostalgias - Charlo

miércoles, 6 de abril de 2016

Miradas sobre el tango

Tengo ganas de exponer opiniones de voces importantes sobre nuestro querido y trascendente tango, que muestran visiones que alimentan su importancia en el desarrollo del mismo y su implante en el corazón del pueblo. Fueron vertidas en su momento, hace tiempo de ello,  y escojo a tres personajes fundamentales dentro de la historia y el desarrollo, que con sus análisis nos permiten sumergirnos en el pasado y presente de esta trilogía que conforman el tango: Música, poesía y danza. Comenzamos con el más importante musicólogo que ha tenido esta expresión musical: Luis Adolfo Sierra.

                                                       


                                  
                                                   CAMPO POLÉMICO

   Somos confesados partidarios del tango evolucionado, preferentemente instrumental. Pero observamos profundo respeto y reconocimiento, y hasta sentimos sincera admiración por algunas auténticas expresiones de la guardia vieja que conceptuamos tan importantes como las más valiosas modalidades renovadoras de la actualidad.

   En el arte, por consiguiente en la música, y -por extensión- en el tango, existen dos maneras perfectamente diferenciadas de sentir, consecuentes con dos tipos de conformación temperamental diametralmente opuestos. Un sector los constituyen aquellas personas en cuyas preferencias artísticas prevalecen siempre los elementos de orden "emocional", y el otro, quienes están decididamente influenciados por los elementos de orden "estético". En consencuencia, corresponden al primer grupo, que es, naturalmente el más numeroso, aquellos que encuentran en las formas simplistas del tango primitivo un encanto inconciliable con las "complicaciones" del tango moderno; y por contraste, se agrupan en la tendencia opuesta los que no toleran la "pobreza" estructural y formal del tango viejo.
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   El tango es, entre las expresiones musicales populares, una de las más ricas en variedad de modalidades. En su no muy dilatada trayectoria evolutiva, sucesivas generaciones de cultores han aportado la inquietud de su realización creadora, confiriéndole al tango distintas fisonomías de forma y contenido, y dando, así, origen a variadas tendencias, estilos y escuelas, dentro del género. Todas las épocas tuvieron sus rasgos característicos y diferenciales, a través de promisorias promociones de autores e intérpretes que sintieron y expresaron el tango a su manera, (...)  ¿Por qué, entonces, en lugar de consagrarse a escuchar o bailar, y aplaudir lo que más satisface el gusto de cada uno, se prefiere criticar enconadamente aquello que no se comparte, como si a alguien le astiera el privilegio absurdo de la verdad absoluta, llegándose a extremos inadmisibles de negar todo valor artístico o autenticidad a las modalidades que le son desafectas? (...) El tango es muy generoso en ejemplos terminantes y definitivos, acerca de modalidades resistidas por impropias en el momento de su aparición, y consagrados luego entre los exponentes más representativos del mismo. ¿Puede negárseles autenticidad tanguera actualmente a De Caro, a Maffia, a Laurenz? Sin embargo, en su hora, fueron combatidos como sacrílegos desvirtuadores de nuestra música popular.

                                                                                                                     L.A.S.

Acá conviente insistir en que estas expresiones personales que vuelco en el blog, fueron vertidas hace cerca de cincuenta años, pero conservan toda su vigencia, por eso las incorporo. Y por tratarse de semejantes personalidades. Como la de Horacio Salgán que expongo a continuación.

                                               


                                          AUTENTICIDAD PARA EL EXTERIOR 

   Hablemos del tango en el exterior. Con la mejor intención, sin duda, se han hecho tentativas para adaptar el tango en su instrumentación, para complacer al público extranjero, agregándole saxofones, acordeón, trombones, etc. Sin perjuicio de que apoyemos todo intento de renovación con bases serias para dar variedad al tango, creo que hay que aspirar a que se toque y se conozca en el exterior de la manera a que estamos acostumbrados, es decir, con la inclusión del bandoneón y conservando en todo lo posible un "sabor" porteño. Que yo sepa, jamás nos han enviado fox-trots  instrumentados para bandoneón y han hecho bien. Los que quisieron ejecutar jazz tuvieron que aprender saxofón y tan cierto es, que este instrumento era muy poco conocido hasta que comenzó el auge del género jazzístico. Por consiguiente, todo aquel que tenga interés en tocar el tango, como es, que aprenda bandoneón. No significa esto que una ejecución en la que no haya bandoneones no pueda ser un tango, pero en principio y para hacerlo conocer bien, es de desear su inclusión. En etapas sucesivas se podrán hacer todas las modificaciones posibles. Y que no andamos desencaminados en esta idea del bandoneón, es que en Japón y en Francia, por ejemplo, existen ya muchos amantes del tango que han aprendido este expresivo instrumento.

   Tratemos pues, de hacer llegar al resto del mundo expresiones genuinas de nuestra música popular y tengamos fe en el tango que tiene méritos de sobra.
               
                                                                                                                       H.S.

Y para cerrar estas serie de expresiones de hombre fundamentales en la historia del tango, tiene un sitial de privilegio el violinista, compositor y director Enrque Mario Francini.

                                               



                                        ¡EL TANGO ES HASTA BAILABLE!...

   Uno de los conceptos equivocados y, de los que más perturban, es el que nos hace aparecer al tango exclusivamente como música bailable, tal como si hubiera que "escucharlo con los pies". Hay hasta directores que fomentan esta concepción, que yo juzgo errónea. ¿Acaso uno de los mejores momentos del tango no fue el de la época de Carlos Gardel? ¿Gardel era una expresión bailable o melódica del tango? ¿Quieren que sintetice mi opinión? La mía es ésta: el tango es "hasta" bailable. Se pueden hacer con él cosas realmente fantásticas tanto con la música como con la letra, aunque de éstas yo no quiero hablar porque yo soy músico y aquél es otro tema. Lo que pretendo dejar bien esclarecido es lo siguiente: el tango es una expresión del pueblo, pero eso no significa que haya que explotar la sensibilidad del pueblo con sus lacras. El pueblo no tiene la culpa de la mala interpretación que se le dé a su sensibilidad y sabe discernir lo bueno de lo malo...

                                                                                                                     E.M.F.  


                                 
Y no se me ocurre mejor cosa que acompañar estas expresiones con un par de temas del Quinteto Real, en el cual militaban como fundadores, tanto Salgán como Francini, con la bendición de Luis Sierra. Y nos dejan dos bellezas. Primero, el tango de Luis Brighenti: Ensueños. A continuación, ese valsecito clásico de toda la vida, tan bailado en casamientos y fiestas populares: La loca de amor, de Enrique Caviglia.       


1- Ensueños - Quinteto Real

Quinteto real - La loca de amor


                                      


lunes, 4 de abril de 2016

Chafalonía

Hoy es un día gris, brumoso, típicamente primaveral de Madrid. Y además, descargando agua desde el cielo, a partir de las primeras horas del día, sin interrupciones. Días que invitan a la desgana, la pereza, al dolce far niente. Pero la cabeza sigue funcando a media máquina y los recuerdos bullen en mi cabeza mientras escucho tangos viejos y románticos.

Y precisamente me vienen a la zabiola recuerdos lontanos, de cuando vivíamos con prisas juveniles y el tiempo nunca nos alcanzaba, entre el trabajo, los estudios y la jarana con la barra de la esquina. Mi hermano le daba duro a la radio y a la vitrola cada vez que tenía unos minutos libres y los tangos, milongas y valsecitos, con sus autores e intérpretes, se me iban quedando en el disco duro del cerebro.

                             


No imaginaba entonces, que todo ello me serviría en el futuro para participar en un programa mítico de televisión: "Odol pregunta", cuando apenas había pasado los veinte años. Y allí me seleccionaron para responder sobre La historia del tango. Una aventura increíble, porque con el paso de los programas me entraron a seguir coleccionistas de discos y recuerdos y me fueron invitando a sus casas para ayudarme en mis conocimientos, que -la verdad- no eran, ni por asomo,  tantos como yo creía.

Me llevaron a varios programas radiales de tango, que los había en cantidad, y lo cierto es que lo pasé muy bien y me hice famoso en todo el barrio porque Canal 7 era el único que existía por entonces en el espacio que con los años se iría agrandando, y en varios de las cuales (2, 7, 9 y 11) terminaría trabajando como periodista deportivo, mi gran logro que me llevaría además, a viajar por medio mundo.

                                         


Pero hoy pongo la marcha atrás porque al escuchar este tango los recuerdos se agolparon en mi cabeza y se me aparece otra de las tantas anécdotas vividas a lo largo de mi hermosa existencia. Resulta que yo trabajaba por las tardes en una oficina, cerca de casa, y frente a la sede del Club Atlético Huracán, donde acumulé tantas horas milongueras maravillosas y bailé con las grandes orquestas: D'Arienzo, Pugliese, Troilo, Gobbi, Di Sarli, en sábados inolvidables y en las siete-grandes noches-siete de unos carnavales multitudinarios. Como también en las veladas domingueras con grabaciones.

Resulta que en la planta baja de la oficina trabajaba un muchacho bastante mayor que yo, que era un gran aficionado al tango. Y él escuchaba todos las tardes a las 14 horas en punto, un programa radial donde una vez a la semana hacían el concurso para acertar  el tema que iban a pasar. Entonces el día anterior me lo anunció y me pidió si podía estar a esa hora allí, para escucharlo con él y ayudarlo a embocar el título. No explicaban que orquesta era, ni la fecha de grabación.

                                 
                    
Fuí, nervioso, con el temor del fracaso y a la desilusión lógica del compañero que había confiado en mí. A la hora indicada, los dos atentos y él con el teléfono en la mano, listo para ganarle de mano a otros concursantes, sonó la melodía. Al principio no la reconocí. De repente me ilumino,  porque lo había escuchado no hacía mucho en la peluquería, mientras me cortaba el cabello y me zambullí:

-¡Chafalonía!... - le grité, nervioso.

Él marcó a toda prisa y yo le apunté el nombre en el papel. Me olvidé de decirle que era Fresedo, aunque tampoco estaba seguro que era él porque en aquella época de la grabación no se distinguían demasiado las orquestas.

Lo atendieron en seguida, gritó: ¡Chafalonía!... y la respuesta sonó en la radio de su oficinita:

CORRECTOOOO.... ...Ha ganado usted!... El oyente...

                                               


Mi compañero pasó sus datos, eufórico, y quedaron en mandarle el regalo a su casa, que no recuerdo de qué se trataba. Cuando colgó, me abrazó, me felicitó y gritaba:

¡Ganamos...!- Luego le contaría al resto de compañeros y por un rato pasé a ser el héroe sabio del despacho.

Hoy lo escucho después de tantos años de aquella anécdota y vuelvo a revivirla en la grabación de este tango del pianista rosarino Guido Vanzina Pacheco, registrada el 10 de agosto de 1923. Recuerdos cachuzos que vuelven en dicha versión de Osvaldo Fresedo y su orquesta.

160- Chafalonía - Osvaldo Fresedo


sábado, 2 de abril de 2016

Tango mío

Hoy estoy pensando en las realidades que pinta este lindo tango de los hermanos Osvaldo y Emilio Fresedo. Porque refleja lo que sentimos los que nos fuimos a vivir a otra parte, ese sentimiento que nos embarga, sobre todo cuando dejamos un tendal de amigos y recuerdos, y extrañamos esas pistas de baile donde se formó nuestro cuore milonguero. Que sigue vivito y coleando, aunque pasen los almanaques. Y aunque volvamos permanentemente para llenarnos de paisajes, milongas, asaditos y charletas.

Ahora, que la danza de este ritmo maravilloso y penetrante ha ido sacando patente en diversos lugares del mundo, y sigue creciendo a un ritmo alto, es muy grato volver a aquellos orígenes humildes, cuando aprendíamos a bailarlo en prácticas que se realizaban entre los muchachos del barrio. Las chicas lo hacían con sus hermanas mayores, amigas, o tías milongueras, mientras nosotros teníamos que aprender primero el rol de la mujer, para poder entender cómo se lleva a la pareja en la pista.

¡Tango!                                                               
tango mío que llegás al corazón,
¡Tango!
es pedazo de mi tierra tu canción.
¡Tango!
lejos, cuando se oye tu cantar,
a tu lado está otra vez
el amigo que dejás,
y estar lejos es un sueño.
¡Tango!
tango mío cuántas vidas ves pasar,
¡Tango!
alegrías y tristezas al vibrar.
¡Tango!
fuiste reo por tu cuna, sí,
por tu lengua, tu caló,
pero te sabés vestir,
todo el mundo te entendió.

Estos versos plasmados por Emilio Fresedo, que dejó el violín para dedicarse a fraguar poemas de tango inolvidables, se hace realidad cuando vemos los avances que se han hecho en distintos lugares del mundo, tan lejanos del país en que se inventó el tango y donde crecimos con él. Y los pensamientos me llevan a esa Estambul de leyenda, donde hoy el tango ha sabido conquistar un sitial de privilegio. Algunos de sus bailarines que sacaron chapa de milongueros, nos deleitan como si fueran aquellos que eran nuestro espejo en las milongas iniciáticas donde nos fuimos formando y ahormando.


                                         


Y voy con esta pareja turca de campanillas que lo bailan realmente muy bien, con estilo, elegancia y dominio de la pista. Una pareja que vale la pena apreciarla en acción porque lo hacen de maravilla. Son Esref Tekinalp y Vanessa Gauch Arabacioglu. Parecen salidos de mi barrio de Parque Patricios. Los podemos ver bailando el tango El puntazo, por la orquesta de Juan D'Arienzo. Agrandá la imagen y...¡Atenti!

                          

También podemos apreciarlos, bailando "a lo Pugliese" con la Orquesta Color Tango, y este tema genial: A Evaristo Carriego.

                                         

Y para terminar de solazarnos, vamos con una milonga: La espuela, por la orquesta Los Reyes del tango. Me encanta la pareja pero debo reconocer que me provoca admiración la sencillez y calidad con que Vanessa camina la pista o el escenario, dibujando estrellitas a su paso. No necesita de poses exageradas ni elementos llamativos en su andar. Es clase y buen gusto. ¡Una crack!

               


                                        

miércoles, 30 de marzo de 2016

Buenos Aires 1900

La mirada sobre estos años fundacionales y mitológicos del tango, es más amplia y valiosa si está realizada por un gran escritor, historiador, profesor y periodista, como lo fuera Bernardo González Arrilli (1892/1987). Integrante de Academias de distintos países de América, laureado por sus trabajos, autor de libros de género variados: Novela, Historia, Cuento, Cine y Biografías, fue, entre otras cosas, colaborador permanente del suplemento literario del Diario la Prensa.

En este interesante ensayo sobre aquella época naciente de la milonga y el tango. González Arrilli lo cuenta así:

                                             
Bernardo González Arrilli


-La milonga se "enchufaba" en la vida como un doble receptor de emociones nativas. !¡Milonga, la de mis tiempos!", decían los canosos y era igualita a la que cantaban sus nietos. Requebrada y rezongona, saltaba con notas alegres, afirmaciones optimistas, piropos de tres por cinco, en cuanto mencionaran los ojos de una muchacha. Batalladora y arisca, cantaba fervores cívicos, sacrificios sin interés y esperanzas redentoras. Dura y polémica, criticaba desaciertos y censuraba equivocaciones con un gran gesto porteño de reconciliaciones cordiales. Amplia y fraterna, igualmente cantaba la profundidad embrujadora de una sonrisa de mujer que la promesa de días mejores, con dignidad y honradez.

Canto de hombre que servía para aliviar largas jornadas de fajina, se quedaba como un canario flauta en su jaula de alambres plateados. Silbaba en las plataformas de los tranvías y se clarineaba en las cornetas de cuero de los mayorales con un clavel en la oreja. La tarareaba el tendero y reaparecía en el pitido de alerta del vigilante de facción. ¡Milonga del novecientos! Distinta a la décima, más dulzona que una vidala, más ligera que una cuarteta de payada, era porteña por donde la agarraran, pifiadora hasta donde quisieran, simpaticona hasta hacerse amar.

                                          

-Cuando la desvirtuaron, aún le sobró dulzura para regalar y prestó su título para que se lucieran chiquilinas capaces de ganarle al baile mistongo categoría de danza nativa. Así surgió Milonguita, nacida en la puerta de calle de una casa con zaguán, que se enamoró de un milonguero que le supo emocionar contándole al oído el más vulgar "te quiero porque te quiero". Enseñó a llevar el compás al bailarín más inhábil en  los domingos sudados  y no le quiso hasta que no supo bailar. Tarareando se aprendía. Con organito de tambor y platillos, se ensayaba. Después se bailaba lindo con las orquestas de Pacho.

-Si salió al campo la milonga fue hasta ahí nomás, y se volvió a la ciudad. Es porteña; no quiso ser bonaerense. Sabe que la campaña tiene otro ritmo, otro son; que canta de otra manera y tiene vocablos propios. La milonga lleva y trae aires de suburbios para pasearlos por calles con adoquines, arranca flecos de noche en los espinillos de los huecos y se espesa en la sinasina que teje el propio hilo de los cercos en las chacritas verduleras.


                                 

-Anida, manda en el alma del verseador popular y se agranda en las guitarras, sale de paseo con aire de milongón, no más que por darse corte. El milonguero la siente, la guarda, la quiere, le salta a los labios y le pincha, sentimental, en los ojos. La milonga es tonada. La cantaban los criollos, esto es, los blancos, en rivalidad verseada con la mulatería... que se fue a otros tonos y nacionalizó lo importado.

-El tango, cantado de manera distinta al muy movido español y zarzuelero llegó después. El mismo milonguero lo cantó a pesar de saber que el muchacho era un intruso, simpático, pero con motas, y patente de malevo. Su éxito fue obra de extranjis. Se mixturó y salió de ella el tango-milonga, con letras inútilmente sucias. Fue un plato en el que muchos manotearon; unos para ganar dinero y otros para malgastar zoncera.

                                                 


-Los que no la entendieron, en intento despectivo, llamaron milonguero al bailarín y milonga a cualquier bailongo. La verdad sigue siendo ésta: milonguero era el cantor que gustaba de los versos y los anudaba de a cinco; uno y dos, dos y uno. La guitarra -y no el bandoneón-, la guitarra solita, hacía el compás medio lerdón, como en agachada de pifia; después reía en la prima, como proponiendo un acertijo; al fin se quebraba con elegancia barata. Sonaba bien en los patios, calavereaba en los despachos de bebidas, alguna vez se escurría, como haciendo un ensayo entrador hasta la casa de sala con piano, y entonces, cuando la voz del cantor se afeminaba, era la niña la que modulaba la milonga querendona.

-El porteño la sentía vibrar, completa, en el alma, y demoraba sus pasos por la vereda de ladrillo, hasta que el último acorde moría en el barro seco de las calles, no sin echarle un piropo a los malvones del patio y a la glicina del fondo.
-Milonga, la de mis tiempos!... exclamaban los canosos.
¡Mansa como el milonguero; feliz como un sueño barato; pobre como la milonguita de la puerta de calle con zaguán que espera al príncipe de los romances inolvidables, saco negro y funyi gris!


Y para iluminar esta hermosa pintura de aquellos años, yo la acompaño con la Milonga de los fortines, de Sebastián Piana y Homero Manzi. La grabó la orquesta Típica Victor, con la voz de Mariano Balcarce, el 28 de septiembre de 1937.

Milonga de los fortines- Típica Victor