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jueves, 24 de octubre de 2013

Una pareja exótica

A veces, en los Festivales que recorremos por Europa, encontramos a algunos bailarines que nos llaman la atención por sus dotes milongueras o artísticas, relacionadas, claro está, con la danza del tango. Y hoy los invito a disfrutar unos momentos de esta pareja que conforman Murat y Michelle Erdemsel. Ella es nacida en Hawai y él en Turquía. El destino los unió en Nueva York donde él completaba su maestría en Bellas Artes y ella en distintos tipos de danzas.

En su  curriculum se presentan así:

                                    
-Murat y Michelle son de extremos opuestos de la tierra. El que nació en Estambul y la que nació en Hawai. Se conocieron en el centro, en la ciudad de Nueva York y el tango argentino fue el imán que los ha unido. Ahora pasan exactamente la mitad de cada año en distintos países del  globo, para realizar, enseñar y difundir su entusiasmo por la forma social del tango.

-Murat está dotado de un  profundo conocimiento y análisis de la danza. Su experiencia con la enseñanza y la realización de los números de tango arranca con sus 14 años. Ampliamente conocido por su fuerte liderazgo y la musicalidad, el fondo de Murat en las bellas artes y la música le ofrece la combinación perfecta de los sentidos para el movimiento de los cuerpos a través del tiempo y el espacio. Michelle ha tenido una carrera ecléctica en la danza desde hace casi 20 años, que abarca muchas disciplinas con un fuerte énfasis en las alineaciones saludables y la técnica adecuada. Su baile, es único y elegante a la vez, lúdico y siempre musical.

                                             
-En su filosofía de enseñanza Murat y Michelle se esfuerzan por ofrecer a los estudiantes valiosas herramientas con el fin de que puedan tomar el control de su propio crecimiento personal. Murat y Michelle son cálidos, atentos, divertidos y accesible a los estudiantes. El estilo de su enseñanza es un enfoque holístico y claro en el método. Combinan con éxito ejercicios técnicos y sensoriales con los conceptos fundamentales que conducen a todas las posibilidades desafiantes de la improvisación y la expresión. Como se demuestra en su propia danza, se centran en que el origen del movimiento viene de un acuerdo en el abrazo y han creado una marca única que les es propia caracterizada por la musicalidad, la alegría, una sociedad equilibrada y la conciencia de la etiqueta social.

Murat explica su mezcla de tango y pintura
Esta asociación de renombre mundial ha sido reconocida en los eventos de tango más prestigiosos de los EE.UU. y Europa, incluyendo los Festivales de Tango de Portland en Estados Unidos, Tango Magia en Holanda, Festival de Tango de Bruselas en Bélgica y muchos más. Murat y Michelle han ganado una enorme popularidad en todo el mundo, ya que es muy raro ver a un par de maestros con tanta sencillez y claridad, así como inspirar a los estudiantes con su estilo único de la danza de improvisación.
Murat y Michelle visitan regularmente Holanda, Francia, Alemania e Italia. Su viaje favorito es pasar tiempo en Hawai, donde nació Michelle.
                        

-Murat Erdemsel ha influido en un gran número de bailarines con su perspectiva única de la danza y la instrucción. Él mantiene su puesto de profesor de Danza Manhattan en Nueva York. Nacido en Estambul, Murat siguió su camino con los padres a la escuela de arte. Se estableció como un artista antes de llegar a los EE.UU. para completar su Maestría en Pintura. Sus obras de arte fueron vendidos a colecciones en Europa y en Estados Unidos. A pesar de que se ha movido desde la pintura a la danza, es muy evidente que la educación y el conocimiento del arte y la historia del tango enriquecen su capacidad de enseñar en general.


                                        
-Michelle Erdemsel dio sus primeros pasos en la danza a la edad de 6 años en la mundialmente conocida Escuela de Ballet de San Francisco y continuó con grandes maestros como David Howard en Nueva York. Su experiencia en el baile sólo puede ser descripta como ecléctica, desde moderno, jazz, flamenco, danza hula y teatro. Michelle pasó muchos años de gira con famosos artistas musicales como Liza Minelli en prestigiosas salas como Prince Albert Real Pasillo in London, Off teatros de Broadway en Nueva York, Estadios y Arenas in Europe, América del Sur y los EE.UU. Su interés por la pareja de baile la llevó a bailes de salón competitivos y el estilo más acrobático de baile teatral en la que obtuvo numerosos premios, entre ellos el Campeonato de América del Norte. Michelle también se ha revisado por el New York Times como un coreógrafo para producciones off-Broadway y ha ayudado con la coreografía para el Live shows televisados ​​Miss Universo, Miss EE.UU. y Miss Teen EE.UU.  Michelle ha aparecido en las principales cadenas de televisión, así como películas, comerciales, márgenes de moda de revistas, programas de clubes nocturnos y producciones teatrales a nivel nacional e internacional. Michelle descubrió el tango y viajó a aprender y bailar en todos los Estados Unidos y en Argentina. Ahora Michelle ha dedicado su vida a enseñar y bailar tango con su marido y socio: Murat.

                                             
No son argentinos, pero bailan nuestro tango y lo sienten, que es lo más importante. Porque detentan un deje milonguero que los hace compinches de los bailarines. A la vez, tienen un sentido rítmico y artístico que los emparienta con el show. Creo que vale la pena que les echen un vistazo.

                                            

Y acá va otra muestra. La verdad, tienen ese qué sé yo, ¿viste?

                                                    










miércoles, 23 de octubre de 2013

Rosamel

Después de bailar anoche dos hermosas tandas del maestro Carlos Di Sarli, en la milonga que organizo los días martes en la Discoteca Verdi (Noches porteñas), me queda esa hermosa sensación que transmite el pianista de Bahía Blanca con su maravillosa orquesta, y que se refleja en la actitud de los bailarines.

Y entonces sigo buceando en mi discoteca con sus grabaciones y extraigo este valsecito que hizo época y que grabó en dos oportunidades. La primera la registró con su Sexteto el 17 de marzo de 1930 con el cantor  Santiago Devin (Devincenzi). Los versos del mismo,  bastante cursilones por cierto, le pertenecen a A.T. Oro, de quien no sabemos más datos, y a quien no se le conoce ninguna otra obra. Incluso puede tratarse de un seudónimo.
   
                                                   
                                               
Devin fue un cantor que tuvo su cuarto de hora acompañado por el éxito, y Alfredo Gobbi me aseguró en una oportunidad, que en algún momento le ganó en concurrencia a sus actuaciones en teatro, una noche que actuaban a la misma hora, al mismo Carlos Gardel. Me costaba creerlo pero Gobbi no acostumbrada a decir pavadas y es muy posible que haya ocurrido eso.

La primera orquesta de Di Sarli con el cantor Ignacio Murillo
La música de este valsecito es romántica y merecía unos versos de más calado que los originales. Por eso  el maestro le encomendó a su socio de tantas bellas páginas, Héctor Marcó (Marcolongo), que escribiera una nueva letra para Rosamel. Así lo hizo este inspirado y fecundo ex cantor, y el vals reverdecido ahora y engalanado por la voz de Roberto Rufino, se grabó el 11 de diciembre de 1940. A este maravilloso cantor del barrio del Abasto, al que le faltaba menos de un mes para cumplir los 19 años, lo seguía entonces una barra enfervorizada y bien que se había ganado su temprana fama.

                                               

Yo les dejo las dos versiones para que se entretengan cotejándolas, y aunque sabemos que no hay color entre una y otra, también como atenuante vale la pena recordar que entre el Sexteto y esa consagrada orquesta hay una diferencia notable, aunque ya se entrevea en el primero al gran director que viene trabajando duramente para llegar al éxito.

                                       


Entre el 17 de Octubre de 1930 de la primera grabación y el 11 de diciembre de 1940 de la segunda, hay diez años de diferencia. Y el Maestro venía caminando hacia la gloria.

014- Rosamel- Sexteto Di Sarli-S. Devin

Rosamel - C.Di Sarli-R.Rufino

martes, 22 de octubre de 2013

Milonga del centenario

Esta milonga de Carlos Di Sarli y Carlos Moreno, que el maestro bahiense grabó con su orquesta, en aquellos discos de 78 rpm, el 17 de abril de 1940, teniendo en la otra faz el tango de Francisco Canaro: El opio, guarda con ella una pequeña historia.

Como consta en los primeros ejemplares de la partitura, los autores del tema se lo dedicaron al que en ese momento era el Presidente de la Nación, Don Roberto Marcelino Ortiz, hijo de padres vasco y navarra, respectivamente, y que sería uno de los que apoyó a los golpistas que derribaron al gobierno de Hipólito Yrigoyen, pese a ser del mismo partido, aunque luego encabezaría una secesión del mismo y se uniría con otras fuerzas políticas.

                                         
Enfermo de diabetes, ese mismo año de 1940, quedaría ciego y renunciaría al cargo dos años más tarde, quedando la presidencia a cargo de su vicepresidente Ramón S. Castillo. Fue el mismo Presidente Ortiz que consagró como Reina del Carnaval  a Mirtha Legrand en el corso de la avenida de Mayo y le entregó los adornos correspondientes.

El representante de Di Sarli, que era Ángel Vázquez, consiguió una cita con el Presidente Ortiz para que el músico le entregase el manuscrito dedicado. La anécdota histórica revela que esa mañana el músico se quedó dormido, faltó a la reunión y hubo que concertar otra cita en la que Di Sarli no falló. Los medios de prensa publicaron las fotos del momento aquel en que una milonga era festejada por el Presidente de la Nación, algo insólito por entonces.

Roberto Marcelino Ortiz
También es conveniente aclarar que dicho encuentro se celebró dos años después del bautismo público del tema. Se realizó en febrero de 1942, el propio Ortiz, aprobó la presencia de periodistas y fotógrafos y como recordaba Antonio Cantó, dijo. "Será la primera vez que me ven con bigotes", porque le había brotado un molesto herpes labial.

El tema lo cantó el por entonces vocalista de la orquesta: Antonio Rodríguez Lesende , al que siempre se le llamó "el gallego" en el ambiente, porque había nacido en Vigo, España, aunque llegó con su familia a la Argentina con dos años de edad y se crió en el porteño barrio de Balvanera.

El gallego Rodríguez Lesende
 Destacó tempranamente por su voz y a los 15 años era primer tenor en el Orfeón español. Estudió canto, se formó en diversos coros de la Iglesia y en el del Teatro Colón, dado que estudió canto lírico. Como intérprete del tango dejó la semilla de su buen decir y el buen gusto que siempre lo distinguió en las diversas formaciones que supo lucir su estilo. Fue para muchos cantores un modelo. Es muy sabido que Aníbal Troilo lo quiso llevar como vocalista en su primera formación, pero éste tenía contratos importantes y desechó la oferta. Militó en orquestas como las de Lomuto, Julio De Caro, en el Trío que formó con su colega Héctor Morel y el fueye Joaquín Mora, y en diversos conjuntos: Cobián, Cirico Ortiz, Nicolás Vaccaro, Di Sarli, Antonio Rodio, José Tinelli, Stampone-Federico, para abandonar definitivamente los escenarios tangueros y dedicarse a actividades comerciales.


04- Milonga del Centenario - Di Sarli-Rodríguez Lesende


domingo, 20 de octubre de 2013

Medianoche

Este tango, cuya letra la pertenece al popular poeta Héctor Gagliardi, fue el primero que realizó Aníbal Troilo y por eso cobra una relevancia muy especial. El mismo Gagliardi, cuyos libritos de versos recitábamos en los años de la escuela secundaria pasándonos los mismos entre los compañeros, le contó la historia del tema al comentarista Leonel Godoy en Radio El Mundo.

- Pichuco trabajaba con Vardaro en el Germinal, donde cantaba Fiorentino. Él no había hecho ningún tango y yo tampoco; recién tenía escrito mi primer verso. Todavía no me conocía nadie, era el año 1933. Le comenté al Gordo: "Tengo una letra". Y se la leí; él dijo: "¡Qué lindo!, vamos a hacerle música". Y nos fuimos a un bar allá en Sáenz Peña y Avenida de Mayo. Yo le di la letra y la miramos, luego comenzó a tararear la melodía.

                                             
-Charlo estrenó ese tango en el Fénix de flores; lo hizo con las guitarras. Me acuerdo que después tocaba en el café y a veces íbamos a ver la reacción que causaba, pero nos quedábamos en la calle porque teníamos una vergüenza bárbara los dos.

-Un día fuimos a cobrar los veinte guitas que nos correspondían a cada uno y que nos dio Julio Korn. La Editorial quedaba enfrente del Germinal. En esa época era mucha plata, así que te imaginás que nos fuimos a festejar. Esa noche caímos en el Chantecler con los primeros veinte pesos que recibíamos como derechos de autor. Más tarde hicimos juntos Claro de Luna, otro tango.

                                               
 
-Los versos de Medianoche los hice en la cocina de mi casa. Una noche venía por la calle y pasaba por el Hospital Ramos Mejía. Daban justamente las doce en un reloj que tenía la publicidad de los cigarrillos Caravana y desde algún lado se oía un vals. era un valsecito de ayer, de ésos de casamiento. Las casas era bajitas alarededor del Ramos, entonces se oía clarito porque además era verano. Yo era conscripto en esa época y no tenía un centavo en el bolsillo, "la mala", ¿viste?. Venía con bronca por eso. Me fui a mi casa y escuché la música y pensé que todos los que estaban internados, estaban peor que yo. Se me pasó por la cabeza que si hubiera estado en una de esas camas, como era la víspera del domingo, habría pensado que los muchachos estarían en algún casamiento o jugando al billar, porque era así, te estoy hablando de los años 30, hace cuarenta años.

                                               

-Nació entonces lo de "Un reloj da las doce, las doce de la noche..." La desperté a mi mamá y le dije: "Mirá vieja lo que hice". Para mí Pichuco fue toda una vida, el espaldarazo. Cómo seríamos de amigos que la primera salida que hicimos con mi señora, después que nació nuestra hija Silvia (ese primer día en que la madre sale con la nena y le pone tanta ropa que parece un matambre), nos fuimos derecho a ver a Pichuco.

-Una vez venía en el colectivo y atrás había unos pibes que cantaban Medianoche. ¿Sabés lo que es eso?  Tenía ganas de levantarme y decirles: "Es mío, lo hice yo".

-Cuando estábamos en Mar del Plata, en el Re-fa-si, escribí un verso para el Gordo. Lo dije una sola vez porque se lo recité de sorpresa y se puso a llorar. Casi no pudo tocar, entonces no lo hice más.

                           
En Re-fa-si, Troilo con Gagliardi, su esposa  Dorita y los 3 nietos, de la pareja.

Y a la vez que Gagliardi recordaba todo esta historia, por mi mente pasaron muchas otras. Cuando lo vi una noche recitando en El Pollo dorado de Santiago de Chile y después escuché ahí mismo a Alberto Podestá. O cuando en un verano  del setenta iba a deleitarme con Troilo en ese boliche marplatense Re-fa-asi, y algunas veces Pichuco llegaba temprano y se sentaba conmigo en la terracita del boliche, en la vereda.

O alguna de las tantas veladas que se lo escuchaba cantar al flaco Morán con la orquesta de Pugliese. Era algo impresionante. Todo el mundo dejaba de bailar y se arracimaba alrededor del palco, en silencio para escucharlo, verlo estremecerse con los ojos cerrados mientras lo cantaba casi a capella, para después de finalizar estallar en ovaciones la milonga.. Luego lo seguí con el acompañamiento de Armando Cupo en la Confitería Montecarlo, adonde fui tantas veces a bailar.

Troilo llegó por fin a grabarlo con Aldo Calderón en 1950 pero el disco nunca salió a la venta. Además está lleno de ruidos y por eso no lo pongo. En cambio grabó en 1951, el tango del mismo título perteneciente a Tavarozzi y Méndez, con la hermosa voz de Raúl Berón. Pero, grabaron éste de Troilo y Gagliardi, Ricardo Malerba con la voz de Antonio Maida, y Juan Polito cantando José Torres.

                                         


Yo lo traigo desde el recuerdo a Alberto Morán haciendo el tema que recordamos hoy, con su orquesta que dirigía Armando Cupo 

Alberto Morán - Medianoche

viernes, 18 de octubre de 2013

Carlos García

Hace siete años publiqué en el Diario El País, de España, su obituario. Tenía 92 años y había dejado un reguero de talento esparcido en el piano de orquestas de diversos géneros, siempre aplaudido y respetado por sus colegas. Detrás de su largo periplo quedaban ochenta años de actuación, dado que a los 12 años de edad, en la época del cine mudo, ya tocaba en un cine de Mataderos.

Su padre, nacido en un pueblo de la sierra de Albacete, como me lo refirió el mismo Carlos, y su madre de apellido Etcheverry, proveniente del Euzkadi, residían en Capilla del Señor, una localidad de la provincia de Buenos Aires, donde nacería el futuro músico. Cuando su padre descubrió que el niño hacía música golpeando sus dedos, tamborileando en la mesa, lo mandaron a estudiar piano en una Academia.

                 

Ya instalados en Buenos Aires, se zambulló en armonía, composición e instrumentación con el afamado maestro Pedro Rubbione. Y así alcanzo la banqueta de la orquesta más popular del tango, la de Roberto Firpo cuando apenas cumplía los 18 años, manteniéndose en la misma seis años, hasta 1938, en que comenzó su periplo como acompañante del destacado dúo folklórico Martínez-Ledesma o  incursionando en el jazz y música tropical con los Hawaian Serenaders, con los que estuvo incluso en Brasil durante 5 meses.

Acompañó a figuras de leyenda como Antonio Tormo o Mercedes Simone. Pero también a Oscar Alonso, Alberto Marino, Rubén Juárez, Alfredo Zitarrosa, Claudio Bergé, Ramona Galarza, Héctor Pacheco y varios otros. Fue un destacado arreglador y orquestador, al que consultaban muchos directores de prestigio como Troilo, Di Sarli o D'Arienzo. Y contaba que cuando uno se concertaba con algunos de esos músicos, "había que entregarles el alma. Porque había gran competencia entre ellos, pero muy sana". 
                                     
Cuando militaba en la orquesta de Roberto Firpo
Con su gran amigo Horacio Salgán hablaban muchas veces y no dejaban de asombrarse de los talentos tan extraordinarrios que afloraron en  los albores del tango: Arolas, Bardi, Delfino, Martínez, Aieta, Cobián. Y por eso machacaba García en que "hay tangos que tienen 80 años y mantienen un valor increíble. Entonces, ¿porqué los voy a modificar? Es cierto que cuando uno es joven lo hace, pero cuando asentamos la cabeza y comprendemos lo que representan esas piezas,  no podemos desvirtuarlas en un arreglo que desnaturaliza el pensamiento del autor".

Cuando recordaba a las orquestas más populares de sus comienzos, siempre saltaban las de Firpo y Canaro. "Firpo tenía una fineza natural, era un auténtico creador y eso se revela en la gran obra que escribió. Canaro, en cambio, era más denso y rítmico, más complaciente, en general, con el bailarín".Y en la conversación sobre sus colegas pianistas, elogiaba a muchos de ellos como Ricardi, Salgán, Francisco De Caro, Fulvio Salamanca y finalmente analizaba: "Para mí, Di Sarli fue el más tanguero de todos. A mi juicio, el número uno indiscutible. Tenía potencia y delicadeza al mismo tiempo y eso es muy difícil de conseguir".
                                           
De Caro, García, Rossi (Odeón), Varela y De Angelis
Carlitos García, como se le conocía en el ambiente, donde fue muy querido, hizo tres viajes a Japón con su orquesta Tango All Stars y los nipones que son muy respetuosos y entendidos, lo tenían como a un ídolo. Fue uno de los fundadores del mítico El viejo almacén con Edmundo Rivero, donde dirigía un afiatado Sexteto desde el piano, con Alfredo Ahumada en fueye, Hugo Baralis, Emilio González y Carlos Arnáiz en violines y Kicho Díaz al contrabajo.  Y también el primer Director y fundador de la Orquesta del Tango de Buenos Aires, patrocinada por la Municipalidad.

                                   
Fue asesor del Sello Odeón y de Radio Municipal. Precisamente en Odeón realizó un LP con destino al mercado europeo, con una orquesta que dirigió y en la cual se alinearon: Leopoldo Federico en bandoneón, Elvino Vardaro en violín, Panchito Cao en clarinete, Horacio Malvicino guitarra eléctrica, Aldo Nicolini en bajo y Domingo Rulio en flauta, con magníficos tintes melódicos.

                                        
Hoy recuerdo al gran maestro Carlitos García con su orquesta,  en dos temas: la milonga-candombe Azabache, en forma instrumental, de Francini y Stamponi, y La yumba, el himno de Pugliese, con su orquesta en vivo en Japón, del 26 de octubre de 1980 y un especial arreglo suyo, también. Dos bellezas Dos.

12- Azabache - Carlos García

05- Carlos García - La yumba




jueves, 17 de octubre de 2013

El Sexteto de Francini

Para muchos fue el mejor violinista de la historia del tango. Incluso en un asado que organizó el pianista y director Juan Antonio Morteo en su casa de Villa Pueyrredón con gente del tango, y adonde me agasajaron por llegar de visita desde Madrid, discutimos precisamente, a propuesta de otro grande del instrumento como Fabián Bertero, ¿quien había sido el mejor? ¿Vardaro o Francini?

Opinaron cantores como Roberto Mancini y Aníbal Marconi, el propio Morteo, Ángel Yonadi, el comentarista tanguero Jorge Bocacci, el coleccionista Luis Pazo, Bertero - que se jugó por Francini- y el resultado ortorgó un empate técnico entre Emilio Vardaro y Enrique Mario Francini con un voto para Fernando Suárez Paz.

                                 

Yo, bien clásico, me incliné por Vardarito, cuyo violín reconozco perfectamente en cualquiera de los muchos conjuntos que militó, pòrque es inconfundible, por esos matices brillantes, redondos, siempre justos que arranca a su instrumento y que sirven en todos los casos para realzar la melodía de la pieza que está interpretando la orquesta de turno.

Al gordo Francini lo admiré de primera mano en Caño 14, del cual fui habitué  a finales de los sesenta y durante los primeros años de los setenta. Allí, el violinista de Campana imponía su dominio del violín y se "oía" el silencio de la sala, en sus increíbles solos, hasta que irrumpían en aplausos.

                                       
Ya he contado en alguna oportunidad que la imagen que quedó retenida en mis recuerdos, fue la del día en que Perón debía regresar al país después de tantos años de exilio y se montó un gran escenario cerca del aeropuerto, trabajo que organizó Leonardo Favio, con los los obreros. Como periodista estuve arriba del palco junto a algunos colegas y, durante la espera y para entretener a la enorme multitud congregada en los alrededores del mismo, hubo varios números y uno de ellos fue el de una orquesta con músicos del teatro Colón, entre los que se encontraba el Gordo Francini con su violín.

De repente estalló una balacera tremenda entre los dos bandos enfrentados por el control del escenario y sus alrededores, que nos dejó a todos con el corazón en la boca, ya que podíamos ver las balas dibujadas en el aire, muy cerquita nuestro, como en una película de terror.

Yo, apretado con la pared del palco, sin poder creer en lo que estaba ocurriendo, revivo aquella imagen de los músicos del Colón que estaban actuando delante mío en ese momento, zambullidos en el piso, literalmente, del escenario al aire libre. Y entre ellos el gordo Francini con su violín y todos con los rostros desencajados por lo prolongado de la dramática situación. Estaba a unos tres metros de él y es la imagen nítida que conservo de aquellos momentos trágicos.

Pero, mejor vuelvo a la parte feliz de la historia, y es cuando creó su mítico Sexteto, que tenía un nivel musical impresionante, con arreglos suyos y de Nestor Marconi. Reitero que los vi en el Caño 14, precisamente  Lo integraban músicos del nivel de Néstor Marconi y Alfredo Ahumada en bandoneones, Francini con el violín y la dirección, Omar Murtagh en el bajo, Fernando Romano en contrabajo y Juan José Paz al piano. Excelentes intérpretes, sólido afiatamiento, hermosos arreglos y orquestaciones y un resultado que mereció mayor premio del que tuvo, porque duró poco debido a los compromisos laborales de Francini, un viaje a Japón con Pontier,  y la disolución del mismo.

Los invito a escuchar dos temas del CD que grabó en Columbia con este conjunto. Taconeando, de Pedro Maffia, realizado el 17 de junio de 1970, e Inspiración el famoso tema de Peregrino Paulos, que dejaron en el surco, el 27 de agosto de 1970.  Dos joyitas.

04- Taconeando - Sexteto Enrique Mario Francini

Inspiración- Sexteto Enrique Mario Francini




martes, 15 de octubre de 2013

Orquesta Melódica Internacional De Caro

La fundó en el año 1936, el gran maestro renovador del tango, Julio De Caro. La integró con numerosos instrumentos de viento y percusión y dos pianos. Se aseguró varias grabaciones como artista exclusivo del Sello Odeón, además de las numerosas actuaciones para las que fue contratada la gran Orquesta, e incluso intervino con ella en el filme nacional: Murió el sargento Laprida.

Esta película estrenada, el 23 de diciembre de 1937, fue dirigida por Tito Davison sobre un guión teatral de Alberto Vacarezza. El papel del Sargento Laprida lo interpretó Mario Danesi y el de La Tigra, Celia Gámez, la futura gran estrella de las revistas españolas.

                                                       

 Unos años antes, en 1932, superado el ciclo del famoso Sexteto, Julio De Caro había ampliado la orquesta que pasó a integrarse con Calixto Sallago, Aníbal Troilo, Pedro Laurenz y los hermanos Armando y Alejandro Blasco, en bandoneones. Violines: Sam Reznik, Vicente Tagliacozzo, José Niesow y Julio De Caro; Pianos: José María Rizzutti y Francisco De Caro; Contrabajos: José y Vicente Sciarreta; Cantor: Rodríguez Lesende.
                                         
Con Celia Gámez en una escena del filme

Luego de sus triunfales giras por varios países sudamericanos, especialmente Chile donde era todo un ídolo, igual que su cantor de entonces Pedro Lauga, Julio De Caro se atreve a dirigir tres orquestas en Radio El Mundo. Una Melódica, con 16 músicos, otra  Rítmica de 10 integrantes y una Sinfónica de 56 instrumentos. Y ahí ofrece el espectáculo novedoso para la época: "La evolución del tango de 1870 a 1936".

La gran orquesta de 1932. A cada lado de la formación, los zapateadores Giménez y Rodríguez

Un gran desfile, con las intervenciones vocales de Héctor Palacios, Hugo Del Carril, Hermanas Desmond, Pedro Lauga y Mary Capdevila. También intevienen parejas de baile: Arenas y Luisa,  Casimiro Aín y Beba, el trío Almeida.  Tocan música de época con  acordeones, falutas y candombe, temas de Eduardo Arolas, Gabino Ezeiza y Enrique  Saborido. Las instrumentaciones corren a cargo del belga Julio Perceval, Julio Rosemberg, Alejandro Gutiérrez del Barrio y los hermanos Julio y Francisco De Caro.

Ofrecería conciertos a teatro lleno en los cine-teatro Broadway y Ópera y volverá a viajar a Chile, donde lleva a esta gran orquesta, da varios conciertos en Viña del Mar y recorrerá casi todo el país hermano, reverdeciendo tangos de la guardia vieja que "estaban un tanto apolillados", como me decía en una larga entrevista radial que le hice allá por el año setenta y tres.

                                              
Vamos a recordar a aquella gran Orquesta Melódica Internacional en dos temas: Viña del Mar, tango de Julio De Caro y Mario César Gomila, grabado el 13 de diciembre de 1936. Lo canta Pedro Lauga. Y Derecho viejo, el tangazo inmortal de Eduardo Arolas, que grabó esta formación el 13 de agosto de 1936.

Attenti al piatto.

Viña del mar - Julio De Caro-Pedro Lauga

Derecho viejo - Julio De Caro y su Orq. Mel. Internacional