Éste es Elías Antúnez, uno de los más destacados jockeys de los principales hipódromos argentinos en una época de oro para el turf, por las multitudes que acudían a los recintos de Palermo, San Isidro y La Plata.
Se trata de El yacaré overo o yacaré ñato (Caiman latirostris) que es una especie de cocodrilo de la familia Alligatoridae.. Es endémico de las regiones subtropicales y tropicales de Sudamérica, que puede superar los tres metros de longitud. Y en Argentina es muy común adosarle a las personas un mote por su procedencia o especialidad.
Antúnez había ganado tres estadísticas anuales. Dos veces ganó el Premio Internacional José Pedro Ramírez. En 1951 triunfó con el crack Penny Post. Desde 1933 triunfó en cuatro Pollas de Potrancas, dos Pollas de Potrillos, fue tres veces vencedor del Jockey Club, ganó otras tres el Gran Premio Nacional, en dos ocasiones se adjudicó el Carlos Pellegrini y nueve veces se quedó al tope del marcador en el Gran Premio de Honor.
Fue galardonado en 1980 con el Diploma al mérito por la Fundación Konex, en deportes. Una calle de la localidad de Batán, cerca de Mar del Plata, lleva su nombre. Falleció a los 50 años de edad. El locutor-presentador-poeta Mario Soto escribió los versos de un tango que musicalizó el bandoneonista Alfredo Attadía, dedicado precisamente a este inolvidable maestro de las pistas, que consagraría Ángel Vargas con D'Agostino.
Es domingo, Palermo resplandece de sol,
cada pingo en la arena llevará una ilusión.
En las cintas los puros alineados están
y a la voz de “¡Largaron!” da salida un afán.
En el medio del lote, conteniendo su acción,
hay un jockey que aguarda con serena atención,
ya se apresta a la carga... griterío infernal.
Emoción que desborda en un bravo final.
¡Arriba viejo Yacaré!
Explota el grito atronador.
Todos castigan con rigor,
pero no hay nada que hacer,
en el disco ya está Antúnez.
Sabés sacar un perdedor,
ganar un Premio Nacional...
Muñeca brava y al final
el tope del marcador
siempre es tu meta triunfal.
El tango tiene una primera bis que Ángel D'Agostino descartó, como sucedió en tantas páginas. Pero logró una gran aceptación y sigue sonando en las milongas de tantas partes del mundo. Porque realmente tiene gancho y la interpretación de orquesta y cantor realzan el mérito de los autores. Lo grabaron el 12 de diciembre de 1941.
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