Cada tema de Homero Manzi nos sumerge en realidades vividas por él y trasladadas a historias musicadas en tango que traspasan su época. Las que nos siguen atrapando por el fuego interior que consumen en ese espacio mítico de tres minutos. Han pasado muchos años y su poesía está viva, almacenada en versos musicalizados que no alcanzan la pompa literaria de los Borges y compañía, pero nos llega hondo.
La huella de su pluma en tangos, milongas y valses es honda y maravillosa. El sentimiento, la pasión, los recuerdos y el fuego interior que lo consumen, vierten su valor seminal en esas páginas que siempre están presentes y no se despintan con el transcurrir del tiempo. Nos dejó joven aún, con sus 44 años, en los que hizo libretos para el cine, periodismo, creó piezas inolvidables, militó en política, viajó por muchos países...
Siempre volveré a este poeta inolvidable porque cada uno de sus temas tangueros me sume en su recuerdo. Y hoy lo traigo con el tema que compuso con Francisco Pracánico y que nos lleva a a revivir este juego de naipes que practicábamos en el Café de la esquina, que simbolizaba al de tantos boliches de aquel tiempo.
El poeta mezcla aquellas 40 barajas, las emociones palpitantes en el juego del Monte, con sus apuestas y realidades, y la pasión amorosa. Uno y otro tienen circunstancias favorables y también rebotes pesarosos. La imaginación poética de Homero nos muestra al hombre que supo tallar en la mesa del naipe y del amor, con resultados dispares. Así lo expresa en el verso.
Cuarenta cartones pintados
con palos de ensueño, de engaño y amor.
La vida es un mazo marcado,
baraja los naipes la mano de Dios.
Las malas que embosca la dicha
se dieron en juego tras cada ilusión,
y así fue robándome fichas
la carta negada de tu corazón.
Con su "¡Hagan juego!", está trazando la arborescente pluralidad de experiencias vividas, trasladando el barajar ilusionante del naipe con la realidad del resultado final en uno y otro corpus. Todo está cimentado en los afanes, venturas y deseos. El tema fue compuesto, como expliqué en otra nota, para la película del mismo nombre, dirigida en 1935 por Arturo S. Mom. Y Manzi sigue barajando...
¡Hagan juego!
Monte criollo que en su emboque
tu ternura palpité.
¡Hagan juego!
Me mandé mi resto en cope
y después de los tres toques
con tu olvido me topé.
Perdí los primeros convites
parando en carpetas de suerte y verdad.
Y luego buscando desquite,
cien contras seguidas me dió tu maldad.
Me ofrece la espada su filo.
Rencores del basto te quieren vengar...
Hoy juego mi trampa tranquilo
y entre oros y copas te habré de olvidar.
Sebastián Piana había compuesto la música para este tango pero a Mom no le gustó y le encargó a Francisco Pracánico que le adosara otra nueva, que sería la definitiva. Azucena Maizani lo canta en la película estrenada el 22 de mayo de 1935 y luego lo grabaría. Francisco Lomuto con su cantor Jorge Omar, lo llevó al disco con mucho acierto, el 9 de mayo de 1935, y es el disco que traigo acá.
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