Por la capacidad de sus directores y la sabia elección de los músicos que la componían. Actuaron por Radio Belgrano con el apoyo de críticos y público. Además aportaban algo que no era habitual en las orquestas típicas: tocaban dos pianistas en la misma: Demare como co-director y músico y Carlos María Parodi. Lo que viene a demostrar la polenta que le echaron para que el conjunto fuese un referente estético y conectase con la emotividad del que escucha... y el que baila.
Ambos tenían ese temperamento creador. Demare era el que le daba la forma musical, su riqueza melódica siempre lo destacó, por ese fraseo tan característico y la modalidad intimista. La riqueza expresiva de Vardaro, el sonido tan exquisito, su vibrato tan original y su exhuberante creatividad, le dieron la fama y el reconocimiento de críticos y colegas sin distinción, además del público, por supuesto.
La sentimentalidad del tango no podía tener mejores mensajeros y todo indicaba que esta formación dejaría huella profunda en el género. Sin embargo, duró poco tiempo, hicieron giras por el interior de la provincia, presentándose en teatros, radios y clubes de localidades como Arrecifes, Chivilcoy, Dolores y otras. Y uno puede imaginarse el tono musical de semejante formación.
Porque la orquesta la conformaban los siguientes músicos: En bandoneones estaban Alfredo Calabró, Máximo "Bocha Mori", Nicolás Pepe y Oscar Capurro. Los violines eran: Elvino Vardaro, Juan Andrés Ghirlanda, Renato Lencione, Antonio Allegro y José Fernández. Contrabajo: Oscar Roma. Pianos: Lucio Demare y Carlos María Parodi. El cantor: Juan Carlos Miranda. En la foto, Parodi está junto a Demare. A la izquierda de éste, Vardaro y Miranda.
Y como sucediera en otras formaciones de Elvino Vardaro, en su asociación con Osvaldo Pugliese, su Sexteto típico, pese a la categoría musical de estas formaciones, tampoco quedaron registros discográficos que nos permitiera disfrutar de sus creaciones. El destino pareció condenarlo a un segundo plano como director, aunque nadie duda en reconocerle su genialidad máxima como instrumentista del violín y gran creador.
Demare, al fin pudo consolidarse como director al frente de su orquesta. Con un estilo muy personal y dentro de esa escuela romántica en la que descollaron figuras como Juan Carlos Cobián o Enrique Delfino. La prueba está en los milongueros bailando sus grabaciones tan especiales y con cantores de la talla de Raúl Berón, el citado Miranda y Horacio Quintana. Como Compositor fue también exquisito y ahí están sus: Malena, Mañana zarpa un barco, Telón, Tal vez será su voz, Mañanitas de Montmartre, Luna, Sorbos amargos, Negra María, Solamente ella, Dandy, La calle sin sueño...
Pero el recuerdo me lleva hoy en un pequeño ritual hacia esa orquesta que sólo podemos intuir, ya que no hay rastros, huellas de su calidad y creatividad interpretativa. La que sí intentamos otear, adivinar, conociendo las capacidades de sus directores y los componentes de la misma.
Vardaro y Demare cuando co-dirigían su orquesta típica. |
Ambos tenían ese temperamento creador. Demare era el que le daba la forma musical, su riqueza melódica siempre lo destacó, por ese fraseo tan característico y la modalidad intimista. La riqueza expresiva de Vardaro, el sonido tan exquisito, su vibrato tan original y su exhuberante creatividad, le dieron la fama y el reconocimiento de críticos y colegas sin distinción, además del público, por supuesto.
La sentimentalidad del tango no podía tener mejores mensajeros y todo indicaba que esta formación dejaría huella profunda en el género. Sin embargo, duró poco tiempo, hicieron giras por el interior de la provincia, presentándose en teatros, radios y clubes de localidades como Arrecifes, Chivilcoy, Dolores y otras. Y uno puede imaginarse el tono musical de semejante formación.
Porque la orquesta la conformaban los siguientes músicos: En bandoneones estaban Alfredo Calabró, Máximo "Bocha Mori", Nicolás Pepe y Oscar Capurro. Los violines eran: Elvino Vardaro, Juan Andrés Ghirlanda, Renato Lencione, Antonio Allegro y José Fernández. Contrabajo: Oscar Roma. Pianos: Lucio Demare y Carlos María Parodi. El cantor: Juan Carlos Miranda. En la foto, Parodi está junto a Demare. A la izquierda de éste, Vardaro y Miranda.
Y como sucediera en otras formaciones de Elvino Vardaro, en su asociación con Osvaldo Pugliese, su Sexteto típico, pese a la categoría musical de estas formaciones, tampoco quedaron registros discográficos que nos permitiera disfrutar de sus creaciones. El destino pareció condenarlo a un segundo plano como director, aunque nadie duda en reconocerle su genialidad máxima como instrumentista del violín y gran creador.
Demare, al fin pudo consolidarse como director al frente de su orquesta. Con un estilo muy personal y dentro de esa escuela romántica en la que descollaron figuras como Juan Carlos Cobián o Enrique Delfino. La prueba está en los milongueros bailando sus grabaciones tan especiales y con cantores de la talla de Raúl Berón, el citado Miranda y Horacio Quintana. Como Compositor fue también exquisito y ahí están sus: Malena, Mañana zarpa un barco, Telón, Tal vez será su voz, Mañanitas de Montmartre, Luna, Sorbos amargos, Negra María, Solamente ella, Dandy, La calle sin sueño...
Pero el recuerdo me lleva hoy en un pequeño ritual hacia esa orquesta que sólo podemos intuir, ya que no hay rastros, huellas de su calidad y creatividad interpretativa. La que sí intentamos otear, adivinar, conociendo las capacidades de sus directores y los componentes de la misma.
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