Para demostrar los avatares que debió sportar el tango para desparramarse por todo mundo y pasar de las clases populares a las clases altas, Francisco García Jiménez, autor de tantos tangos deliciosos, escribió una especie de comedieta documental en dos brevísimos actos, sobre un hecho verídico en el cual sólo se han disfrazado los nombres de los protagonistas.
"DONNERWETTEN..." *
Acto primero, en Londres
(Noviembre de 1918, Baile de gala en un palacio. Se feteja el fin de la primera gfran guerra. El joven diplomático argentino "Poroto" Quiroga baila un one step con la insinuante lady Agatha Epson)
POROTO.- ¡Hermosa fiesta milady!
LADY AGATHA.- Sí... (Con un mohín) Pero no tocan tango... ¡Y yo que estoy tan adelantada en el aprendizaje! ¿Quiere probarme, señor Quiroga? me hace falta su visto bueno.
POROTO,- (Sonriendo) Pero milady... ¿Al compás de un one step?
LADY AGATHA.- Oh, ¿y acaso usted no me ha dicho que sabiendo bailar el tango puede bailarse cualquier baile del mundo? A ver, "maestro"... Una pruebita...
("Poroto" Quiroga animado por el tono insinuante de Lady Agatha, esboza sutilmente las variantes insólitas de un ocho, una media luna y una corrida entre el automatizado one step. Y cuando instantes después lady Agatha aún saborea la contravención, Quiroga es discretamente llamado aparte por un funcionario británico del Ceremonial)
EL FUNCIONARIO.- (Tajante.) Le apreciamos que no vuelva a bailar, míster Quiroga. Si tiene alguna objeción que hacer, estamos dispuestos a escucharla mañana... de labios del señor embajador.
("Poroto" Quiroga queda tragando saliva.)
Acto segundo, en Berlín
(Noviembre de 1925. "Poroto" es ahora el doctor Justo José Quiroga, embajador argentino ante el gobierno alemán. También aquí un determinado acontecimiento se festeja con un baile en la Cancillería. Y mientras la orquesta toca "El choclo" con marcialidad prusiana, el doctor Quiroga, arrellanado en un diván de un saloncillo contiguo, fuma abstraído, meciendo en humo y eco melódico su nostalgia de Buenos Aires. Aparece en el saloncillo Herr Otto Müller, alto miembro de la Cancillería, y se dirige sorprendido a nuestro compatriota:)
HERR MÜLLER.- ¿Usted no baila tango, doktor Quiroga?
QUIROGA.- (Con sonrisa melancólica.) Lo bailaba... Pero un diplomático debe abstenerse de cosas que puedan perjudicar su carrera.
HERR MÜLLER.- Donnerwetter! ¿Qué está diciendo usted señor Embajador? Lea esto. (Toma de una mesita un ejemplar de "The Times", de Londres, y se lo alcanza señalándole una noticia.)
QUIROGA.- (Leyendo y traduciendo en voz alta.) "Desde el regreso reciente del príncipe de Gales de su visita a la Argentina, el tango es el baile de moda en la alta sociedad londinense". (La melancólica sonrisa de Quiroga se acentúa recordando aquella noche de 1918, aquella lady insinuante, aquella llamada al orden del Ceremonial británico..., y oyendo a su colega europeo que exclama con patente envidia:)
HERR MÜLLER,- Donnerwetter! Si yo supiera bailar el tango como debe saber bailarlo usted, ¡que salto koolosaal daría en mi carrera política internacional!
(TELÓN)
* Traducción del alemán: "Caramba!" (N. del A.)
Y para ayudarles a visualizar mejor aquel momento que narra García Jiménez, les invito a escuchar el tango de Ángel Villoldo, El Choclo, por la orquesta del berlinés Werner Müller.
06- El choclo - Werner Müller
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