Fue una cálida tarde-noche de reencuentro con el mítico autor de Sur o Responso y símbolo de la porteñidad por todo lo que nos hizo vivir., por su sentido de la amistad, por su querencia noctámbula, rodeado por tanta gente que él quería. Tuve la suerte de poder conducir el espectáculo y por la fortuna de conocerlo y chamuyar varias veces con él, la invitación me produjo esa satisfacción interna de volver a revivirlo una vez más.
Pero fueron los músicos quienes los trajeron con sus composiciones para deleitar al público que colmó las instalaciones -quedó gente sin poder entrar-, quienes lo devolvieron con la magia de esos compases tangueros escritos por Pichuco. Responso, por ejemplo, fue espléndidamente ejecutado por Marcelo Raigal en el piano, la dirección y los arreglos; Fernando Fiszbein en bandoneón, Nicolás Quintela en contrabajo y Viginia González en el violín. Realmente muy buenos músicos, que merecieron de largo el reconocimiento espontáneo de los espectadores y de todos nosotros.
Bailaron dos parejas que fueron muy aplaudidas por sus interpretaciones. Juanma y Natalia, en la imagen de arriba y Jorge y Andrea que están en la de abajo.
En un homenaje a Troilo, no podía faltar la guitarra. Pichuco siempre la consideró como una parte importante del Tango, ya que en los tríos primitivos fundadores del género, siempre había una guitarra junto al violín y a la flauta, antes que llegasen el piano y más tarde el bandoneón. Y acompañaron a los grandes cantores de la historia. Pichuco tocó en dúos, tríos o cuartetos con Roberto Grela, Edmundo Zaldívar (h), Ubaldo De Lío y al final con Aníbal Arias. Y acá estuvo Il faut Tango dúo, recién llegados de Argentina, integrado por Marcos Martignano y Flavio Romanelli que interpretaron dos temas de Pichuco. El valsecito Romance de barrio y el tango A la Guardia nueva.
Las voces fueron, en primer término las del cantor rosarino Juan Delgado, que interpretó Lo que vos te merecés, La última y la milonga El conventillo.
Aparte de presentar a los diversos artistas que actuaron en la fiesta-homenaje, pude rendir mi tributo a Pichuco, recitando el poema que le dediqué en su día: Dogor (Una semblanza de Pichuco), que está compuesto en lunfardo, que era la sublengua que usaba Troilo en la parla diaria. Incluso le gustaba mucho hablar al revés, sellar apodos o acortar las palabras.
Graciela Giordano le puso su contrastada voz de cantante a los temas Toda mi vida, Sur y La última curda. Incluso al final fue un placer escucharla en el bello poema de Humberto Constantini: Pichuco, al que Marcelo Raigal le adaptó música de tango. Resultó todo un golazo. Además Graciela fue la autora del guión y de la organización general.
Se pasó un video-reportaje de Antonio Carrizo a Aníbal Troilo y se cerró la función con la ejecución por parte de la orquesta, del tango de Mariano Mores y José María Contursi: La calesita, que cantaron a dúo Graciela y Juan, yo recité los versitos, el inicial y el final (hechos por Ángel Cárdenas) y bailaron las dos parejas. Muy bueno.
Y finalmente fui presentando uno por uno a todos los participantes en el Homenaje, que fueron muy aplaudidos, incluso Nestor Cprinter, autor del audiovisual que le dio realce a la fiesta y Mariano Natucci que manejó las luces y el sonido
Acá están los artistas saludando al público en la despedida.
De izq. Juan, Marcelo, Juanma, Virginia, Graciela, Fernando, Andrea, Jorge, Jose Ma., Flavio, Nicolás, Natalia y Marcos. |
felicitaciones jose maria el gordo es inolvidable
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