Siempre la selva encierra este tipo de leyendas rurales que se magnifican con el paso de las generaciones. Lo cierto es que se trata de un pequeño pájaro de rapiña de ojos penetrantes, semejantes a una lechucita, y garras muy potentes como si pertenecieran a un ejemplar más grande.
Sus plumas guardan una especie de tesoro mágico y son muy codiciados por el supuesto efecto benéfico que le produce a quien tiene ese payé, con su pluma colgado del cuello. Y claro, mejor que el caburé no caiga en manos de quienes buscan sus plumas mágicas, porque quedarían desnudos, ya que incluso ese amuleto se vende a muchos creyentes, especialmente a los que buscan el imán que los favorezca en el aspecto amoroso. Su nombre viene del guaraní cabure'í: rey de los pajaritos.
Leyendas aparte, también se le colocaba el nombre del pajarito (que mide unos 15 centímetros) al hombre galanteador, dado a la conquista de mujeres. Como reza una copla anónima: "Quién te ha visto y quien te ve / con el cuellito parado, / botín tan alto y lustrado / y pinta de caburé"
El tango que se titula con el nombre de este pájaro, le pertenece al pianista Arturo De Bassi, que para Horacio Salgán fue uno de los grandes pilares en la evolución del tango. Incluso Di Sarli lo puso siempre entre sus modelos. Compuso temas como El incendio, La catrera, El romántico, Canchero (letra del Negro Cele), Don Pacífico, Munyinga y ha sido uno de los que más han contribuido al esteticismo del tango en su momento.
El incendio lo escribió con apenas 16 años de edad, fue estrenado en el Pabellón de las Rosas de la avenida Alvear, que todavía era restaurante y salón de baile y enseguida en el Teatro Apolo durante un intervalo. El tema se iniciaba con la típica clarinada de atención, que alarmaba las tranquilas bocacalles de la ciudad, y esos carros de bomberos tirados por pingos vertiginosos. Fue debut y consagración. Aunque en realidad De Bassi tenía una sólida formación ya que su padre era director de orquestas y bandas y les dio las primeras lecciones a sus dos hijos: Antonio y Arturo. Luego las complementaría éste último con los profesores Stilleghi y Sanmartino.
Arturo De Bassi (izq.) con Pascual Carcavallo. Agosto 1933. |
Comenzó como clarinetista, como su padre, se dedicó a la guitarra y luego al piano. A los 15 años ocupaba la plaza de pianista en la orquesta del foso del teatro Apolo, de Corrientes y Uruguay, a las órdenes de la batuta del maestro Reynoso en una de las temporadas de la compañía de los Podestá.
El caburé fue , en su inicio, una pieza teatral que armaron con el periodista, poeta y hombre de teatro Roberto Lino Cayol, para presentarla en el Concurso de Obras del Teatro Nacional. El sainete con música, se llamaba precisamente El caburé y quedó en segundo término detrás de La serenata, de José González Castillo con música de José Carrilero, lo que provocó una protesta generalizada del público, inclinado por El caburé, por entender que era la mejor.
En 1911 De Bassi compone precisamente su tango El caburé, que estrena en los carnavales de dicho año, y lo dedica a su compañero de aquella aventura Roberto Lino Cayol, autor de varias letras de tango afortunadas en el reconocimiento popular. Y el tema sigue galopando firme entre las piernas de los bailarines, ejecutado por diferentes orquestas. De Bassi, a petición de Gloria Guzmán se haría cargo de la orquesta que la secundaba en el Teatro Maipo y posteriormente seguiría su carrera entre los bastidores de los teatros, tras sufrir una enfermedad que lo alejó un largo tiempo de los escenarios, donde también supo brillar al frente de su orquesta típica y en la Radio.
Hoy lo recuerdo precisamente con este tango que tuvo una letra del propio Cayol y a la que le fueron injertando otras, como la de Carlos Waiss para lucimiento de Hugo del Carril.
Y lo aplaudimos a De Bassi por este tangazo instrumental en la versión de Carlos Di Sarli del 1 de agosto de 1946. Y la de Juan D'Arienzo del 22 de septiembre de 1937.
El caburé - Carlos Di Sarli
097 - El Caburé - Juan D'Arienzo
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