Hoy traigo al Blog a una mujer de airosa figura y buen decir, que
ocupó la cartelera durante tres décadas. Amanda
Ledesma.
Se
llamaba en realidad Josefina Rubianes Alzuri, había nacido el último día de 1911
y su carrera de cancionista arranca en 1929. Era la época de las grandes del
tango y no resultaba fácil entrar a competir con las Libertad Lamarque, Rosita
Quiroga y compañía, que arrasaban.
Como
la rubia de la Tienda
La Parisien, esta chica de La Paternal,
atraía
miradas, se las rebuscaba con su presencia, y de vendedora de tienda, en lugar
de decir incrédula los versos de Rubén, pasó a cantar en la radio, después de
destacar en el susodicho concurso de turno, esta vez en el Cine Gaumont. Era lo
que se llevaba, aunque la
Bozán, la
Maizani, la
Falcón, Simone y demás damas eran un listón alto para la época.
Pero el que la llevó después de escucharla en una fiesta sabía que tenía destino
de estrellato y el mercado pedía a gritos cantores y cantatriches. Las chicas de
los barrios repetían las letras con fervor.
El arte la proyectó a través de una obra de teatro, y especialmente del cine.
Por su atractiva figura, su buen decir y un aire de ingenua que no se condecía
con su real personalidad. Discepolín le dio el pasaporte definitivo entregándole
el tango Condena (Música de
Pracánico) y el vals Primavera
para su estreno y grabación en 1937 en el sello
Odeón.
Filmó
varias películas, ya era una cuasi-estrella, pero un día de 1943 decidió volar y
recorrer América, acompañada al piano por Héctor Stamponi y los músicos que
rejuntaran por ahí. Al saber le llaman suerte; anduvieron “a palo errao” hasta
que recalaron en México y allí la ahora rubia se convirtió en ídola del pueblo
mexicano, ya fuere en el cine con galanes de la talla de Jorge Negrete o
cantando tangos.
Le
llamaron “La diosa rubia del tango", y fue la pionera que abrió las
puertas de aquel país a todos los tangueros/as que fueron arribando en cascada.
El viento me cuenta cosas y también Chupita
Stamponi que me relató la síntesis de aquellos años: “Fue la mejor época de mi vida en lo que se refiere a
ganar dinero. Ella era una artista de verdad, segura de sí misma, exigente,
madura y le gustaba practicar mucho cada tema antes de lanzarlo. Era súper
estrella en México, los ramos de flores llenaban el foyer de los teatros, le
ofrecían grandes contratos. Fueron diez años maravillosos en ese
sentido”.
Filmó
8 películas en esos 10 años.
Después,
el regreso triunfal y actuaciones en Teatro, radio y televisión y…el retiro en
1955. Ya era de nuevo la muchacha original de pelo castaño y decidió jubilarse y
apartarse del mundo artístico. Con su marido (un militar retirado) montaron un
restaurante en la
Costanera y… la jubilación. Encerrada a partir de allí, en su
casa de la calle José María Moreno, se negó a dar entrevistas o a despachar
recuerdos de sus grandes momentos de diva. Sólo su fiel amiga Sabina Olmos,
solía romper el ostracismo decidido.
En
México supe de su gran época por numerosos comentarios de gente que la
recordaba. En Argentina era mucho más difícil y sus discos se esfumaron
lentamente, como su recuerdo.
La
paz final le llegó a los 88 años.
Al
menos en este espacio la recordamos reviviendo aquellos buenos tiempos. El tango que marcó su destino: Condena, con su Trío que dirigía Chupita Stamponi. Y con la Típica Víctor: Cariño, de Luis Rubistein.
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