Su
nombre descuella junto a
los: Jaime Tursky, Jacobo y
Samuel Dojman, José Nieso, Szymsia Bajour, Elías Slon, Bernardo Stalman,
Simón
Reznik, Mauricio Mise, Bernardo Lerner, José Stilman, Pedro Sapochnik,
Natalio Finkelstein, Alberto Besprosvan, Leo Lipesker, Samuel Duga y
varios otros.
Quizás porque el violín, creado en Italia, es el instrumento cantable
que más se asemeja a la voz humana. Representa como pocos la voz de los
que no tienen voz, todas las clases de seres marginados y humillados. Y
el tango durante muchos años fué la voz de los que también carecían de
voz.
Hay
una coincidencia en señalar a la maravillosa década del 40, como la del
resurgimiento y evolución del tango en todas sus facetas: musical,
poéticamente y en la faz bailable.
¿Cuando
empezó a producirse ese milagro? Para muchos viene con De Caro, otros
apuntan a Fresedo o Cobián y nadie le niega a D'Arienzo la revolución
que protagonizó allá por el 35 con su fabuloso swing. Para nosotros el
término "década", en este caso encierra un espacio temporal con
contenido espiritual afín. Y en este caso puede encerrar un período de
15 años o más.
Podemos
ubicarlo en Pugliese, en Vardaro y su Sexteto, en el debut de Troilo en
1937, en las geniales manos de Di Sarli y esas campanitas que llamaban a
la pista.
Y José Gobello dice: "Y, porqué no en 1937, cuando Raúl Kaplún, (primer violín en la orquesta de Miguel Caló) ejecutó el primer arpegio lucubrado por Argentino Galván".
Se
llamaba Israel Kaflún (1910/1990) y era hijo de un matrimonio, muy
humilde, judío de Besarabia (Hoy repartido entre Moldavia y Ucrania),
que habitaban un inquilinato en el barrio del Once. Estudió la primaria
en un colegio judío y prontamente lo mandaron a clases de violín con el
maestro Marcos Sadosky. Completó sus estudios con José Fraga y el
prestigioso alemán Edmund Weigand.
Como
tantos otros músicos de esa época, comenzó tocando en el cine
acompañando a las películas mudas. A los 16 años Julio Rosemberg lo
integró en su orquesta de jazz y allí lo descubrió Miguel Caló que lo
incorporó a su conjunto. Tanto éste como su arreglador, el Indio
Argentino Galván -violinista-, sostenían que era necesario compensar los
fuertes rezongos del bandoneón con el lirismo del violín. Y Kaplún les
vino como anillo al dedo. Porque Galván explotó las excelentes
aptitudes técnicas de Kaplún, «escribiéndole
los pasajes solistas con dificultades tales que exigían al
máximo su gran destreza interpretativa.», como explicaba el musicólogo Luis Sierra.
Después
estaría con Armando Baliotti, volvería con Caló y en 1942 se integra en
la orquesta de Lucio Demare. Y éste grabaría hermosas melodías de
Kaplún, con muy buenos letristas: Canción de rango, Una emoción, Que solo estoy, Nos encontramos al pasar y el vals: Nunca supe por qué.
Cuando
Demare se va a Cuba, Kaplún arma su propia orquesta, venciendo esa
timidez que lo limitaba y debuta en 1946 en el Café Nacional. Horacio
Quintana era el cantor. Y algo histórico, probó a Roberto Goyeneche en
la Montecarlo, cuando éste tenía 16 años. Lo hizo con el tango: Corrientes y Esmeralda.
Raúl Kaplún con su orquesta. Él está en el centro sobre el piano. |
Lo firmó de inmediato. Y contaría: "Cuando Roberto hacía la segunda parte de Mi tango triste, yo estaba tocando el violín y me corría un frío tremendo por la espalda, de la emoción". Lo hacía dormir en un sofá hasta que actuaban y después lo acompañaba al tranvía para que volviera a su casa.
Se retiró en 1952, dejó pocas grabaciones, pero sus composiciones siguen pegando fuerte. Yo soy fana de Que sólo estoy que hizo con el atildado locutor de Radio El Mundo, Roberto Miró. Berón lo bordó con Demare. También de Una emoción (letra de José María Suñé), por Demare-Berón o Tanturi-Campos. Bellezas.
Vamos a escuchar a Kaplún en dos temas con su orquesta: Tierra querida (Julio De Caro) y Estaño (Ziella-Ceitlin). Y por Lucio Demare con Raúl Berón: Una emoción.
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