Los hombres jamás bailaron entre sí el tango, como se empeñan en repetir como loros, los pseudo historiadores que surgen como hongos y no conocen la historia.
Los que sí la hemos estudiado e investigado con la gente muy mayor cuando éramos jóvenes, sabemos que todo surge de una foto cualquiera de dos hombres abrazados. Eso se hacía en las habituales prácticas, cuando a las chicas no se les permitía salir de noche para esos menesteres.
Entonces para aprender a bailar el tango, los más novatos debíamos hacer el papel de la mujer y es así cómo se aprendía entonces a bailar el tango. Cuando ya dominábamos los secretos: la postura, el eje, el compás, la circulación, pasábamos a ejercer el rol del hombre que conduce. Y los que venían de atrás tenían que pasar por el mismo sendero. Y es así cómo mejor se dominan los secretos del baile de tango.
Y por esas casualidades, que a veces se dan y derivan en algo bueno, Claudio y Vito se encontraron. Claudio es argentino, de Bariloche y aprendió a bailarlo en su hermosa ciudad con una pareja mayor. Tiene condiciones naturales para el tango. Es elegante, tiene muy buena figura y su baile rezuma naturalidad.
Vito -izq-acaba de cumplir 30 años. Claudio -der.- tiene 25 |
Antes de la milonga daban clases y uno de los dos, tenía que asumir el rol femenino. Se alternaban en ello y era tan vistosa la armonía de movimientos de la pareja -pese a la masculinidad de ambos-que una persona que asistió a la clase les preguntó si podían dar una clase en Málaga. Y fueron.
Claudio Cardona y Vito Muñoz tienen un brillante futuro por delante |
Hoy los llaman de festivales de toda Europa y han conseguido una perfección de movimientos, unido a una elegancia notable y muy buena interpretación de la música que están bailando. Sus coreografías llaman realmente la atención por la personalidad de la pareja, la prolijidad, las sutilezas de sus figuras y una gran sincronización en el intercambio permanente de roles.
Pueden comprobarlo viéndolos en accíón. Primero en un tango. Mi dolor, por Juan D'Arienzo.
Y en una Milonga de mis tiempos, por Francisco Canaro.
Y por último una audacia, pero que sirve como divertimento y demostración de dominio del ritmo. Un rock-tango
No hay comentarios:
Publicar un comentario