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domingo, 28 de marzo de 2021

Los anunciantes del tango

    Hace unos días hablaba de lo que significó la radio para la difusión, popularidad y el día a día del tango en aquellos años de los cuarenta, cincuenta y más adelante incluso. Para ello también fue muy necesario el respaldo de los anunciantes. Por ello, hoy, y en forma de sanata, los recuerdo en este espacio. 

                                           

   En el barrio había muchas familias inmigrantes. Estaban los tanoira, los gallegos, de Rusia, de Malta y de tantos países. Había conventillos a paladas y esas casas chorizo donde vivía tanta gente. La memoria me lleva a aquellos sábados en que se armaban algunas milonguitas en esas casas lungas con higuera al fondo y parra adelante. Con la barra nos animábamos. Venía algún fueye y un par de guitarras, clericó para todos y lucecitas de colores, algo realmente geniol

    Las pibas se ponían de prima, el piso baldeado, bien relusol, y recuerdo aquella noche cuando entraron a tallar los músicos. Yo le eché un ojo a Sadima, una turquita que estaba de diez y la saqué a bailar. Su hermano Cirio, carnisa y boxeador me campaneaba.... Fuyí con saccol y corbata, nada de atorrantería, a la modart.. Otros de sportlandia, pero toddy bieckert, ningún gillete en ese sentido. 

                                               

 

   Nos bailamos un valsecito: Desde el atma, y el ambiente estaba tan grosso que hasta el el tomba de la esquina se arrimó pa'echar un ojo. Cuando tocaron La cumparsita, se armó la mondiale. El flaco Martini sacó a bailar a la hija de los Brancato, que siempre animaban cualquier fiesta. El cofla, flor de águila, le pidió permiso al padre -era toscano y su mujer de Torino-, y éste le respondió con su: ¡Sempre avanti! 

    El loco Vega tenía siempre la  iniciativa para estas cosas. Le arrimó la jeta a los músicos y les pidió que tocaran una milonga. Hablaron entre ellos y arrancaron con Sacachispas.  Los Starosta eran 8 hermanos, y Carlitos el más piola y pintón, además de elegante bailarín, un camba, sacó a la mariposa, como le llamábamos  a Anita. Eran la pareja ideal. El Toro Juan enganchó a Olavina, como le batíamos a Olivia y la abrazaba como un pulpo. Y ella nada de safac, se prendía como una pantera

                                



   A Sabino le llamábamos Manón, porque jugaba de arquero y con sus manazas nos salvó de tantos goles. Además, cuando se armaba alguna branca en los partidos, metía mano que daba calambre. Esa noche cazó del brasso a la Victoria y se mandaron un rock, porque los músicos descansaban y entró a tallar la victrola. La perramus de ella, que se llamaba Bidú,  se puso a ladrar como loca... 

    Había un tipo raro, usaba boina blanca, no saludaba a nadie. Andaba con un bastón. Un rumor batía que había estado en la Legión extranjera. Parecía ruso o polaco pero alguien dijo que era de Laponia, otros de Siam.... Tipo flaco, canoso, vivía en una piecita en el fondo. Esa noche lo vimos servirse varias veces el clericó con un cucharón. Estaba trajeado y cortésmente invitó a bailar a la encargada de la Casa, América. Ésta, sorprendida, cuando vio que la cosa era real, salió, medio asustada. ¡Colgate!,le dijo él a la sorprendida mujer y ésta con Nobleza gaucha se prendió. 

   ¡Para qué! Arrancaron, el tipo iba fuera de la música y le ordenaba: "Aquí...fuerza... avanta..."-.. Algo que se me grafa en la memoria y lo canale en seguida. Quería llevar un ritmo como si estuviera en la hoja de ruta militar. Él iba en una Vespa y ella de bonafide quería seguirlo pero no le iban los pasos imperiales, como si fuera el perro del trineo,  y se plantó. Al principio yo me rinso del fato pero sabía que el tipo no era ningún saint y sin embargo cazó el bastón, fue hacia la olla de clericó , se llenó otro vaso, dijo: Salus, y se lo empinó de un trago. Acto seguido se piró al cuarto. Estaba medio kolynos...

                          

 

   El lungo Cucharita invitó a la Chissotti, la tanita, hija de la casera de al lado,  que era un volcán y se prendieron en un bolero... Mucho mu mu... iniciando un flit que al poco tiempo terminaría en casorio. La cosa se puso increíble, cuando de repente el tano Brancato sacó a bailar un pasodoble a su mujer y ella que estaba charlando con otra vecina le dijo que eno con la cabeza. Entonces él, en alpargatas, se prendió con la Martona, una gorda,  chuenga, de 90 quilmes, y en chancletas. No sabés lo que fue.... No daban pie con bola, cada uno por su lado... Los dejaron solos y el Tigre Arizu, que era un loco lindo, apagó la lux, se armó un quilombo bárbaro y  bajó el telón.. Fue como un valda de agua...

   La verdad es que aquellos encuentros sabatinos que se hacían cada tanto me dejaron un rastrojero que fermentaría en las milongas. Los muchachos más grandes nos enseñaron, nos dieron el empujón y con la barra vivimos noches mágicas, bailando al ritmo de las grandes orquestas. Cada uno con sus yeites particulares, y la hesperidina que vas sumando en cada  noche. La llave que te abre puertas: Elegancia y compás. Usar el marolio para no enamorarte a la primera de cambio y mejoral siempre. 

                                     


     Cuando estaba un poco alikal, también me encantaba juntarme con algunos de los muchachos en el milkibar del barrio y de allí irnos a alguna cantina a morfar. El vasco Arizu, que nos llevaba unos años hacía de jefe, aunque por cosas particulares no se llevaba bien con Sabino. A mí me daba un poco de rabbione, que dos buenos tipos no anduvieran bonafide el uno con el otro. Si éramos de la barra... Aunque cada uno es liberti para hacer lo que la parece.

   Pero cuando me pica el Bagley me olvido de todo y pienso en el cocinero de turno. Aunque ande escasany de tela y algo moscato por una situación, me gusta darle gatichávez el diente, acompañado de un clarete o semillón. No soy ningún águila para sondear el menú pero lo que llega a la mesa, meta palo y a la bols. Te soy singer, me gusta el morfi y las bandejas echando humo pareciera que me las manda Papá Noel. Soy como un colibrí, picoteo al vuelo .

                                                  


    Una noche de aquellas, éramos como 38. Al menos eso dijo el Coco Ibarra. Porque teníamos dos equipos de fútbool, más delegados y amigos y sí, debía ser. Ocupábamos tres lungas mesas. No ganaríamos el Oscaria pero la pasábamos bomba.. Y claro, siempre estaba Tito  que le gustaba mandarse alguna canción y que lo siguiéramos. Y arrancó: "Alla en el rancho grande, allá donde vivía, había una rancherita que alegre me decía... que alegre me decíaaaaaaaaa". El Negro Lavandina, wing izquierdo, mendocino de Tunuyán, le daba bien a la pelota y a la armónica. Siempre llevaba una en el bolsillo de la campera. Cuando íbamos a jugar, en el camión la pelaba y nosotros cantábamos... Acá, Tito le dijo que la sacara y arrancaron juntos. En el batuque la gente se entusiasmaba, acompañaba con palmas y pedían el bilz.....

   Y caía la carne a la parrilla, papitas con brylcreem, la maizena, el harrods con langostinos, y tuti quanti, hasta que llegaba la hora del palmolive. Caía del del faber con la boleta y en el recibril había unos números que al principio te encogían, pero luego dividías  y los números del papel lungo con un sello verde abajo, salían baratelli. Juntábamos la tela, garpábamos y chau pineral

    

   ¡Qué noches y qué madrugadas! Al llegar a casa, ¿te imaginás? me arrancaba la la ropa, abría la colcha y ¡cuerpo a terrabusi! ¡Chán chan tulipán!

sábado, 20 de marzo de 2021

Días de radio

    A lo largo de la historia, las emisoras radiales influyeron radicalmente en la proyección del tango, incorporando en sus espacios centrales a orquestas, cantantes de ambos géneros y conjuntos pequeños que se instalaron en la oreja y el corazón de la porteñidad. Desde las radios más potentes (El Mundo, Belgrano, Splendid) a las más pequeñas en potencia e influencia, sus directores supieron la importancia y llegada de la música popular y fueron decisivas en la difusión de la misma. 

   Deberíamos tener en cuenta que la televisión recién llegó a la Argentina a fines de 1951. Al año siguiente algunas familias pudieron comprar un aparato, pero hasta ese momento -y todavia- la radio era el acompañante de los dueños de casa e inquilinos, a toda hora. Programas que se hacían famosos, actores, cómicos, cantores, informativos, orquestas de tango, grabaciones, eran el condimento en los momentos caseros, e incluso a la hora de las comidas. 

                              

Radio Belgrano en 1933. Magaldi, Noda, Gardel, Famá, Canaro y la locutora.

    Jaime Yankelevich, todo un pionero, compró radio Nacional en 1927 y fomentó especialmente la actuación de comjuntos de tango en su emisora. Gardel-Razzano dieron un salto importante a través de sus presentaciones en radio Splendid. Como solista, Gardel actuaba permanentemente en radio. Aquellos famosos concursos de Max Glückssmann que tanto éxito tuvieron, se emitían en directo por distintas emisoras. Y las orquestas de la época y las de los cuarenta y cincuenta también estrenaban sus futuros éxitos en los micrófonos radiales.

   La venta de aparatos de radio subió en forma impresionante. Los grandes ídolos de la canción como Gardel, Corsini Magaldi, o las Azucena Maizani, Mercedes Simone, Libertad Lamarque y otras grandes artistas también fueron presencia viva a través de aquellos aparatos que servían de lenitivo a las familias inmigrantes, las de bajos recursos, los trabajadores que no tenían grandes salarios. La radio les aportaba cultura, entretenimiento y compañía.

   

    Llegaron a haber programas como el Glostora Tango Club, que estuvo nada menos que durante 22 años en la programación de radio El Mundo. La primera audición fue el 1 de abril de 1946, y en ella se presentaba la orquesta de Alfredo de Angelis con sus cantores Carlos Dante y Julio Martel. Duraba 15 minutos, de las 20 horas a las 20.15 y tuvo un éxito impresionante.

                              
    Con el tiempo se irían sucediendo en el mismo distintas orquestas, pero siempre retornaba la de Alfredo De Angelis para estrenar infinidad de temas que rápidamente ganaban la calle y se convertirían en sucesos fulminantes, reiterados en cantos de muchachas de barrio y silbos de porteños. También en las calesitas de los barrios. Pero la cosa no terminaba allí. En la misma emisora podían estar más tarde orquestas como las de Tanturi y luego Troilo o Di Sarli, porque era lo que conseguía oyentes (y público en la sala), mezclado con programas cómicos, radionovelas, informativos y de otra índole.

                 

1944- Pedro Laurenz, su orquesta, cantores Bermúdez y Linares en Radio Belgrano


   Todas las radios tenían programas de tango. Julio Jorge Nelson estuvo durante años en radio Mitre y Rivadavia con El éxito de cada orquesta. Alberto Palazón y Alcira Musa en Radio del Pueblo: Tangos y qué tangos. El cofre de los recuerdos.  Antonio Cantó con Mundo de Tango. Jorge Serrano (Serranito) con El Tango y sus estrellas. Juan Zucchelli: El Tango y sus ases. Alejandro Romay: Lluvia de estrellas. Tito Sobral: Estampas de antaño. Osvaldo Martín: Una cita con el tango. Roberto Cassinelli-Raúl Outeda: Gente de tango. La hora del tango. Jorge Bocacci: A tango limpio. Lionel Godoy: La noche con amigos. Roberto Giménez: Mano a mano con el tango

     Y una larga lista de programas que mi hermano escuchaba con fervor y de paso yo me iba impregnando de tantos temas que radicarían en mi memoria.  Toda esa escucha más las lecturas sobre el tema en diversas revistas, me servirían para presentarme en el concurso "Odol pregunta", que tanta repercusión tenía en la televisión de los años sesenta. Pese a ser un jovencito, supe sacar partido de ello, pasé por varios de los programas que acá he citado y por todo ello puedo dar fe de lo que significó la radio para el tango.

El programa Ronda de Ases por Radio El Mundo
                            

   Los fines de semana las orquestas se presentaban en distintos clubes de la ciudad y el Gran Buenos Aires. Y recuerdo en radio Belgrano por ejemplo, ir con un amigo al que el padre le conseguía entradas y escuchar y ver en vivo a la orquesta de Enrique Rodríguez, por ejemplo. Los conjuntos con sus cantores actuaban en aquellos "Sábados bailables" y de allí partían runbo a los clubes donde debían actuar. También he visto a Charlo con orquesta, José Basso, y a muchos otros. Al mediodía se podían escuchar en estas emisoras a orquestas como las de Sánchez Gorio, Arcieri, Demaría, Orlando, Do Reyes, Mancione, Lauro y otras que además no sonaban nada mal.

   El programa Ronda de ases que debido a su enorme repercusión debió trasladar radio El Mundo, de sus estudios al Teatro Casino, fue otra destacada muestra de la influencia que tuvieron las emisoras radiales en el ímpetu y pasión con que el tango se clavó en el corazón de los porteños, especialmente. Concurrían hinchas de todos los barrios a alentar a su orquesta preferida en camiones y otros vehículos y en cada jornada triunfaba una de ellas y las calles céntricas se convertían en un jolgorio y festejo de campanillas. Porque las orquestas y cantores tenían hinchadas como si se tratase de equipos de fútbol. La radio fue el medio ideal para canalizar toda aquella pasión y vale la pena recordarlo.


Podemos escuchar a Mercedes Simone acompañada por la orquesta de Carlos Di Sarli, en el programa "Ronda Musical de las Américas", emitida por radio El Mundo en 1945. Se emitía los días domingo y era presentado por el locutor Iván Casadó. Es un tema inédito.

 

                                

 

viernes, 19 de marzo de 2021

La carta de Pichuco al Catunga Contursi

Fue cuando José María Contursi ya vivía en Capilla del Monte (Córdoba), casado con Susana Gricel Viganó (Gricel), después del fallecimiento de su esposa Alina, madre de los 4 hijos que tuvieron en común)

 


 
Acá se ve a Contursi con su esposa Alina y sus hijas Alicia y Amalia.

jueves, 18 de marzo de 2021

Julián Plaza habla de Troilo

     Yo admiraba desde chico a Pichuco. Y un día -todos nos conocíamos entonces- me escuchó tocar en Radio El Mundo. Recuerdo que con él estaban Piazzolla (que después recordaría este contacto), el cantor Fiorentino, el pianista Goñi. Bueno ahí recibí el primer aliento del Gordo. Pero me faltaba recorrer camino.Yo tenía apenas 17 años y me enrolé en la orquesta de Miguel Caló.

    Troilo me llamó para hacer algunos arreglos en su orquesta en 1958. Recuerdo que fue  para Aguantate Casimiro, cantado por Goyeneche. Después me pidió que escribiera Danzarín. Yo era hincha de Troilo y estaba muy nervioso porque no sabía cómo íbamos a encarar el arreglo. A Pichuco le gustaba trabajar en su casa. Él iba enhebrando los arreglos con su bandoneón. 

                                    


   Bueno, la cuestión es que cuando nos juntamos, todo salió distinto a cómo lo había planeado. En lugar de comenzar por el principio, que es el tango, Troilo empezó por lo más importante, que es la parte melódica.
No me costó mucho acomodarme. Yo desde chico lo imitaba porque llevaba el estilo Troilo en mi corazón. Troilo era un hombre que daba pocas indicaciones.

   Siempre tuvo gente al lado que era troileana. Antes de trabajar conmigo le habían hecho arreglos Astor Piazzolla, Argentino Galván, Héctor Artola: gente de la misma línea. Pichuco tenía mucha influencia sobre los músicos. En mis primeras épocas observé la claridad de los arreglos que presentaban Héctor Stamponi y Astor Piazzolla. En fin... después de ciertas indicaciones, hice el arreglo, le gustó y lo estrenó en radio El Mundo.  

   Y toqué el cielo con las manos cuando en el 58 le entregué a Pichuco mi tango Danzarín. Recuerdo que él empezó por la segunda parte; esto me cambiaba el esquema y me desconcertaba. Troilo estaba acostumbrado a tomar con total libertad los arreglos, incluso les que le escribió Piazzolla. Pero siempre tenía razón; sabía lo que quería cuando adaptaba partituras a su estilo. 

                              

Julián Plaza, Manuel Sucher, Alberto Gómez, Cátulo y Troilo

    Troilo me grabó nueve obras. Coincidentemente, a Astor Piazzolla también. Trabajar con Troilo me abrió la puerta a otros músicos. Tuve la suerte de que incorporara prácticamente en todas sus presentaciones: Danzarín y Nocturna. Esto me dio a mí, como compositor, la posibilidad de que esas piezas pasaran a ser obligadas en muchas orquestas. 

   Al trabajar como arreeglador yo pensaba una cosa: este compás va así, la nota esta va asá... pero Troilo si veía algo que no le parecía bien, lo cambiaba. Y nunca se equivocaba, tenía una gran visión del balance total, del equilibrio de la orquesta. Y él era así con todos, así fuera Plaza, Piazzolla, Galván o quien fuese. Todos pasamos por la borratina y siempre lo hacía con una razón justificada. El resultado final demostró siempre que tenía razón. Y nos benefició a los compositores.

-Las palabras de Julián Plaza no pueden ser más explícitas. Poddmos escuchar la versión que realizó Troilo con su orquesta de Nocturna. La grabó el 18 de agosto de 1961.

                              




sábado, 13 de marzo de 2021

Abel Aznar

   Es de justicia volver a aquellos años cincuenta, cuando el tango iba atravesando todavía un período de gran prosperidad. Con mucha repercusión en los bailes de los clubes, las confiterías céntricas, en la radio y en los discos que se vendían a puñados. Las orquestas estaban en su apogeo y había compositores y poetas uniéndose en su destino de crear obras para el presente y la posteridad.

   En esa feliz conjunción de fondo-forma, el arte de cincelar versos que logren expandirse con la música adecuada, el talento de los compositores y la interpretación de orquestas y voces tangueras, apareció allá  por fines del cuarenta este hombre nacido y criado en una localidad de Merlo, en el gran Buenos Aires. Un hijo de aragonés e irlandesa que enganchó de voleo un tema y prendió en la oreja de los tangueros con la ristra de todos los que vendrían detrás..

Abel Mariano Aznar
                                       

   Era un tema musical del bandoneonista, director y compositor Luciano Leocata, y Aznar , por intermedio de Reynaldo Yiso -que se lo acercó-,  le agregó los versos. Lo titularon: Y volvemos a querernos. Lo estrenaría Florindo Sassone con la voz de Jorge Casal en la Confitería La Armonía y fue todo un impacto. El 25 de enero de 1949 lo grabaron y ante el éxito del tema, también lo llevaría al disco, cuatro meses más tarde Pugliese con la voz de Morán redondeando el suceso del tango.

   Fue quizás el ingreso tardío de un poeta desconocido en el ambiente, aunque ya en 1936, Nelly Omar le había estrenado su primer tango por radio: Igual te quiero, que también llevaba música propia, ya que había estudiado violín durante cinco años, de niño. El padre, que trabajaba en el ferrocarril, acababa de fallecer y no llegó a captar esas virtudes poéticas del hijo, desdeñándolas y reclamándole un destino universitario, a la par que estaba en el ferrocarril con él. Lo cierto es que aprendió muy bien el idioma inglés de la madre. Tanto que daría clases del mismo.

    

    Tal vez no lo pensaron entre Leocata y Aznar, pero las cosas se dieron de tal manera que el éxito los encarriló en esa deriva tanguera que arrancaba con la y griega de un destino imparable. Y así fueron viniendo uno tras otro: Y mientes todavía, Y no te voy a llorar, Y todavía te quiero. Eran algo muy esperado, que iba entrando en el repertorio de artistas y orquestas consagradas.  Este último fue una pegada por Pugliese-Maciel, Varela-Lesica y Rotundo-Floreal.

Cada vez que te tengo en mis brazos
que miro tus ojos, que escucho tu voz,
y que pienso en mi vida en pedazos
en pago de todo lo que hago por vos.
Me pregunto: ¿por qué no termino
con tanta amargura, con tanto dolor?
si a tu lado no tengo destino
¿por qué no me arranco del pecho este amor?
 
   Recuerdo que una noche, en el café que estaba frente a radio El Mundo, se arrimó a la mesa donde yo estaba sentado con Julio Camilloni. Este lo invitó a sentarse, me lo presentó y lo descubrí como un tipo muy flaco, vivaz. Se tomó rapidito dos cafés y se fue a la radio para ver a a Alfredo Gobbi, que le había ya grabado un vals: Aunque sea mujer y un tango: Y algún día. El primero compuesto con Arturo Galluci y el segundo con el bandoneonista Héctor Lettera. 

                                

   Abel Aznar nació en 1913, su padre, tocaba la guitarra y algo de bandoneón y eso fue lo que le prendió de niño. No pasó de la escuela primaria y el tango le atrajo tempranamente. Recordaba una frase de Pugliese cuando le llevó unos versos a Roberto Chanel: "Con esto no vas a ningún lado", que lo hundió. Pero supo sacar partido de esas palabras y preparar mejor la poesía. Y la prueba está en el tema que grabaría el flaco Morán con Pugliese, su gran logro con Leocata: Y volvemos a querernos. 

La cruz de esta esquina nos pone otra vez
el alma en los ojos, el ansia en la voz,
con miedo nos miramos pensando que tal vez
aún está el rencor en uno de los dos.
No es cierto, mi vida, no es cierto, mi amor
que tanto martirio por fin terminó,
que ahora al encontrarnos de regreso
entre lágrimas y besos, volvemos del adiós.

   Parece mentira que se puedan tratar con todo su espesor sedimentario estas situaciones del amor: la ruptura, el reencuentro, por parte de quien no las vivió en persona. Pero lo cierto es que está muy bien enfocado, descripto y fue todo un impacto. Durante esos años, los tangos de Abel Mariano Aznar estaban en el podio de las emisoras radiales tangueras y se escuchaban a toda hora. Troilo grabó este tema con la voz de Aldo Calderón. También lo hicieron Biagi con Carlos Heredia y Sassone con Casal.

   Junto al cantor uruguayo Carlos Olmedo, que lo acompañó en la bohemia de la madrugada, metieron tres temas de gran pegada: Lo que vos te merecés, Y no le erré y De Puro curda. Tres tangos con los cuales Alfredo Belussi se aquerenció y rubricó con ellos su modelo de recia interpretación, cuando estaba en la orquesta de José Basso. Tres grandes interpretaciones, por cierto.

    La obra autoral de Aznar amerita el reconocimiento por la polenta que tienen sus temas, con distintos compositores. Con Héctor Varela y Tití Rossi, por ejemplo, lograron un impacto en esta milonga: Azúcar, pimienta y sal. Con Carlos Di Sarli, otra pegada: De que podemos hablar. Con Juan Carlos Howard: Y te parece todavía. Con Manolo sucher: Y no lo vas a saber, Te doy un beso y me voy, Nuestra última partida. Con Leo Lipesker: El último guapo, Sueño malevo, Que tenés que hablar de mi. Con Reynaldo Yiso: En el corsito del barrio. Con Cholo Hernández. Sonatina. Con Mario Canaro, el vals Anoche te soñe. Con Alfredo Calabró: Vos hacé lo que querés. 

 
   Son sólo una muestra del talento creador de este autor. Que sabía escarbar en el mundo de las cosas diarias, y porque no, en el de las ideas, los esguinces del pensamiento. Un contador de historias con labrado descaro. Esas situaciones existenciales por las que atraviesa el individuo. Aznar supo exprimirlas y sacarles todo el jugo para convertirlas en poesía tanguera que resulta indemne al paso del tiempo. Incluso, en algunos casos, hasta se animó a jugar con ellas.  
 
   Podemos comprobarlo recordando por ejemplo a Alfredo Belussi con su interpretación de Y no le erré. Lo grabó con la orquesta de José Basso, el 21 de julio de 1959.

 


                                   


    También por Osvaldo Pugliese, su orquesta y la voz de Alberto Morán: Y volvemos a querernos. Lo grabaron el 31 de mayo de 1949.

                                         

                    

sábado, 6 de marzo de 2021

Confesión

    Uno de los grandes tangos de Discépolo que estrenó Tania el 16 de octubre de 1930 en el teatro Maipo. Luis César Amadori, director de cine, cronista, libretista, autor de algunos tangos de éxito, figura como co-autor de los versos, aunque el alma discepoleana está presente en todo el tema y es la ascesis referencial del mismo. Un tango nada fácil de interpretar y que ha integrado el repertorio de cantantes de primera línea.

   Es toda una profunda Confesión, partiendo del hálito poético y agregándole el arte sonoro, especialmente en la segunda parte, donde el tono va subiendo gradualmente, exigiendo el esfuerzo vocal del intérprete, porque también allí define el autor su fracaso en el amor. Su carencia de dotes para poder llegar a culminar el romance que tanto ansiaba.

                                   


    Tania lo cantó en la revista teatral "Los millonarios"y aunque interpretó otros dos temas, el más aplaudido fue precisamente el que acababa de estrenar. La misma intérprete,  lo llevó al disco secundada por la orquesta de Lucio Demare. Pedro Maffia con la voz de Fiorentino lo registró también en 1930. Gardel, con la orquesta de Francisco Canaro lo grabaría el 31 de septiembre de 1931 y le dió el plácet definitivo con su gran interpretación y ese caudal de voz que exigía a partir de "Sol de mi vida... fui un fracasao..."

   La filosofía discepoleana, nutrida en tantos dolores tempranos por la pérdida de sus padres, el grotesco criollo que implantó su hermano Armando, la lectura de los escritores rusos, su profunda visión de la vida, los avatares de tantos inmigrantes, influyeron decisivamente en su obra. Y se convertirá en el poeta-filósofo que trasladará al papel, convertido en versos de tango, todo su avatar.   

   A fines de octubre de 1940, se estrena la película Confesión, basado precisamente en el tango de Discepolín. Lo dirigió Luis Moglia Barth  y lleva guión de Homero Manzi y Hugo Mc Dougall. La parte musical del filme estuvo a cargo del pianista, compositor, director y arreglador Mario Maurano. En el mismo aparece la orquesta de Ricardo Malerba. El actor principal, Hugo del Carril canta el tango que da vida al argumento, aparte de ser el principal actor, junto a Alberto Vila, Ana María Lynch y otros. 

                                     
    Es cierto que musicalmente, con este tango, Discépolo daba un paso importante en su méttier, sobre todo como compositor. Porque aún no sabiendo música, se las ingeniaba con su gran inspiración para crear melodías que envolvían con gran impronta rítmica los versos propios. Eso no lo perdería nunca y fue uno de los grandes aciertos que marcaron su obra, especialmente en este tango donde arranca confesando toda su impotencia y renuncia amorosa.

Fue a conciencia pura, que perdí tu amor...
¡nada más que por salvarte!
Hoy me odiás... y yo feliz...
¡me arrincono pa'llorarte!
El recuerdo que tendrás de mí
será horroroso...
Me verás siempre golpeándote
como un malvao...
Y si supieras bien,
qué generoso
fue que pagase así
tu buen amor...
 
                                                 
    Sacado a la intemperie de sí mismo, el autor descubre el inmenso espacio que puede abrirse de pronto entre la vida  más intensa y la nada. Y se revela como un negado para las hipocresías, huye de los artificios, se desnuda ante la niebla del destino y sabe que ya nunca podrá volver al paraíso perdido, al amor de la mujer que lo seguirá desvelando. Herido y melancólico, reconociendo su falta de virtudes para pretenderla, envuelto en los agujeros del pesar, imagina decirle....
 
                                                                                                 
¡Sol de mi vida!...
fui un fracasao,
y en mi caída
busqué dejarte a un lao,
porque te quise 
tanto...¡tanto!
que al rodar
para salvarte
solo supe
hacerme odiar.

Hoy, después de un año atroz te vi pasar,
¡Me mordí pa' no llamarte!...
Ibas linda como un sol
se paraban pa'mirarte. 
Yo no sé si el que tiene así 
se lo merece.
Sólo sé que la miseria cruel 
que te ofrecí,
me justifica 
al verte hecha una reina
que vivirás mejor
lejos de mí...

   Entre los muchos registros discográficos de este tema discepoleano al mango, podría citar las versiones ya citadas y también las de Canaro con Mario Alonso, Julio Sosa con Leopoldo Federico, Ignacio Corsini, Rufino con Gabriel Clausi, Di Sarli con Mercedes Carné, Troilo-Floreal Ruiz, Pontier-Julio Sosa, Edmundo Rivero con Héctor Stamponi, Roberto Goyeneche con Raúl Garello, Ada Falcón, Susy Leiva y otras voces importantes. Me gusta mucho la versión de Rivero, pero creo que vale la pena recordar a Hugo del Carril cantándolo en la película Confesión.