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domingo, 30 de junio de 2013

Los Lipesker

Hijos de un matrimonio judío de Odessa, Rusia, que se estableció en Rosario, fueron seis los hermanos que vinieron al mundo en suelo argentino. De ellos, cuatro se dedicarían profesionalmente a la música luego de haber estudiado seriamente en la capital santafecina: Félix, León, Santos y Freddy.

El primero era bandoneonista, se había formado en la Academia de Abel Bedrune, y cuando tenía 20 años dió el gran salto al enrolarse en la consagrada orquesta de Julio De Caro, nada menos, Para cubrir con el Chula Clausi, la deserción de Pedro Laurenz y el cieguito Armando Blasco, y formar un cuarteto de fueyes junto a Carlos y Romualdo Marcucci, en 1934.
                       
                                                                              
Julio De Caro recordaba cuando fue a actuar a Rosario, en el Teatro San Martín en el año 1926. En el hotel se le presentó un niño de 13 años con el bandoneón y le pidió que lo escuchase y lo llevase con él a Buenos Aires para incorporarlo a su orquesta: "Sos demasiado jovencito, tocás muy bien además, pero no te puedo llevar por la edad. De todas maneras, te prometo que te llamaré un día". Y ese día finalmente llegó y Julio De Caro cumplió su promesa. Era Félix Lipesker.

Además de su manejo del bandoneón, entre Carlos Marcucci y Félix Lipesker pusieron un Conservatorio, reflotaron unos esbozos de Arturo Berstein y editaron un libro con el método sistemático para aprender el bandoneón que hasta entonces no existía. Lo vendían incluso por correspondencia, y tuvo mucho éxito en provincias. Félix realizó versiones sobre variaciones para orquestaciones de varias orquestas populares y terminó siendo gerente de la editorial Julio Korn.

                         
Orquesta de Julio De Caro. Félix Lipesker es el cuarto fueye, junto a Julio De Caro

Compuso hermosas páginas como el vals Romántica con versos de Homero Manzi, Este viejo corazón con Emilio Barbato y José María Contursi o Adiós adiós corazón con Lito Bayardo y Barbato, y con éste y Cátulo Castillo: Naná.
                         
Su hermano León, tres años menor que Félix, firmando como Leo Lipesker  y Riel en algunos composiciones, fue un violinista de alto nivel, Sería primer violín, precisamente,  de las orquestas de Pedro Maffia, Miguel Caló y Roberto Caló.

Incluso en 1961, cuando el tango atravesaba un tremendo bache, formó el Primer Cuarteto de Cámara del Tango, un conjunto excepcional integrado por Leo como primer violín, Hugo Baralis de segundo, José Bragato en cello, Mario Lalli a la viola y arreglos de Pascual Mamone.

Dos años antes, bajo el rubro "Los notables del tango", había integrado un cuarteto con Leopoldo Federico en el bandoneón, Leo Lipesker en violín,Omar Murtagh en contrabajo, y Osvaldo Berlinghieri al piano.

Entre sus composiciones figura El último guapo realizado con versos de Abel Aznar que llevó al disco con gran éxito José Basso y la voz de Alfredo Belusi.

Santos Lipesker
Santos -originalmente Salomón-,fué el más prolífico y popular de todos los hermanos. Una verdadera máquina. Aunque no tenía estudios serios, su facilidad para tocar diferentes instrumentos que despuntó desde niño, le permitió ingresar como bandoneonista de Pedro Maffia, junto a su hermano Leo, cuando contaba 19 años, por recomendación de Homero Manzi.

Al poco tiempo incursionaría en las filas del jazz tocando el clarinete y el saxo tenor, con el cual desfilaría por infinidad de orquestas de la época: Los Cotton Pickers, Rudy Ayala, la Jazz Casino, Luis Rolero y muchas otras. Su oído privilegiado le sirvió para reemplazos de última hora, gracias a su facilidad de adaptación a los distintos arreglos.

Fue director de la Orquesta estable de Radio El Mundo mucho tiempo y posteriormente ancló en Canal 9, realizando la misma función, y fue donde lo conocí. Cuando nos encontrábamos en la sala de maquillaje, siempre estaba hacíendole bromas a todo el mundo. Y me discutía mis comentarios futbolísticos, haciéndose el enojado.

                                     

Fue director artístico de un sello grabador y creó alrededor de treinta conjuntos musicales de todos los géneros para actuar y sobre todo llevarlos al disco. Un personaje increíble, amante de las buenas comidas, además. Entre sus centenares de composiciones de todo género, también hizo algunos tangos y los más destacados fueron: Bolero y La barra de la esquina, ambos con versos de Reinaldo Yiso.
                                                               


Freddy Lipesker, el menor de la dinastía, se dedicó al jazz. Se llamaba Jaime y anglificó su nombre con ese objetivo. Tocó el contrabajo en numerosas formaciones del género.

Vamos a recordar en esta jornada dominical a Félix en este glorioso valsecito que hizo con Manzi y que acá escuchamos por Francisco Canaro cantado Roberto Maida: Romántica, grabado el 22 de agosto de 1938. A Leo lo traemos en la versión de El último guapo que grabó José Basso con Alfredo Belusi el 7 de octubre de 1958. Y a Santos, cuando dirigía el cuarteto Los Porteñitos (solo para grabaciones), en el valsecito de Aníbal Troilo y Homero Manzi: Romance de barrio. El Cuarteto lo integraban Santos Lipesker (bandoneón) Ubaldo De Lío (guitarra) Roberto Guisado (violín) y Héctor Davis (segunda guitarra).

Romántica - Roberto Maida-Francisco Canaro

080- El último guapo- José Basso-A.Belusi

06- Romance de barrio- Los porteñitos




sábado, 29 de junio de 2013

Tabernero

Este tango fue una de las grandes creaciones de Fiorentino con la orquesta de Aníbal Troilo. Años antes lo había grabado Carlos Gardel y me gusta recordar cómo se hizo esta página porque contiene unos ingredientes y anécdota muy interesantes.

A mí me la contó ambas Pepe Barcia, compañero y amigo en una revista que hacíamos en la Editorial Abril y en la cual yo era Jefe de Redacción y Barcia se ocupaba del turf. Era un buenazo, me regaló tres libros suyos y entre ellos, ése donde también relata la creación de Tabernero y que acá lo traigo.

En uno de aquellos inovidables almacenes con despacho de bebidas, la mayoría regentados por inmigrantes gallegos, situado en la inersección de las calles Rivadavia y Dolores, barrio de Flores, se reunían cotidianamente una barra de amigos. Esto sucedía en toda la Capital porteña, pero en este caso se trataba de un grupo de amigos, vinculados la mayoría, con el ambiente musical de la época.

Una noche llegó a la rueda, como lo hacía habitualmente, Raúl Costa Olivieri, que como tantos muchachos de la época querían emular a Gardel y Magaldi. Al tiempo de sentarse, anunció a sus amigos: "Traigo algo". Fausto Frontera, un violinista que anduvo tocando por Francia e Italia y compuso páginas como Cortando camino o Callejera entre otras, y Miguel Cafre, lo miraron perplejos y expectantes y Costa Olivieri comenzó a recitar unos versos que, luego con un lápiz, escribiría en el mármol de la mesa.
                                                             


Cafre - que se apellidaba en realidad Cáfaro e integraba un dúo muy conocido con una muchacha apellidada Mendoza-, y Frontera no se demoraron en improvisar, midiendo al tanteo el tiempo de los compases, la melodía que encajaba en la letra, pero sin anotarla.

Al día siguiente, a hora temprana, se presentó Costa Olivieri en la casa de Frontera. Mostraba preocupación porque se le habían borrado de la memoria las estrofas creadas la noche anterrior de repente, al modo de los payadores.
-Vamos al almacén -sugirió Frontera- quizás todavía no hayan limpiado la mesa.

Efectivamente, éso sucedió y así se rescataron los perdurables octosílabos del tango Tabernero, estrenado el 19 de octubre de 1919 en el Teatro América de la calle Boedo, en una función a beneficio de los canillitas (vendedores de periódicos), por Cafre-Mendoza, y que grabaría en disco, antes que nadie, Ignacio Corsini.
                                                     
Carlos Gardel ensayando con sus guitarristas Ricardo y Barbieri

Cuando se lo llevaron a Gardel, su franqueza no anduvo con rodeos. No sólo no le gustaba sino que dijo: Además Miguel (Cafre) lo canta muy bien y yo no podría hacerlo como él. Curiosamente, en 1927, estando en España,  mientras iba en un taxi por Barcelona se lo oyó cantar al conductor del coche y Gardel le preguntó si ese tango que cantaba era un tango español.
-No, hombre, es un tango argentino y se llama Tabernero - respondió el chófer.

Gardel se entusiasmó entonces y lo grabaría con sus guitarristas José Ricardo y Guillermo Barbieri a los pocos días de aquel hecho, y porque las "escobas" del gran cantor lo conocían muy bien al tango, al que registraron con el título de "El tabernero".

                              
Aníbal Troilo hizo toda una creación de este tema con la voz de Fiorentino -que luego lo repetiría con Basso-. Pichuco lo puso nuevamente en órbita con gran repercusión, grabándolo el 28 de mayo de 1941. Enrique Rodríguez con Armando Moreno, hizo una buena versión y hasta Juan Legido, el popular cantante español, lo registró con orquesta en Lima, Perú.

Vamos a escuchar dos versiones de este tema que hoy recordamos con su historia incluida.

Cristóbal Repetto con ese estilo que trae reminiscencias de aquellos Magaldis y Corsinis, lo interpreta acompañado de sus guitarristas. Y la versión de Pichuco, con un ritmo que te galopa en el cuore y que es un juguete para bailar con la donna é mobile de turno.

003- Tabernero - Cristóbal Repetto

05- Tabernero - Aníbal Troilo-Fiorentino


viernes, 28 de junio de 2013

Quinteto Pirincho

Fue otra de las grandes ideas de Francisco Canaro. Paralelamente a su orquesta, a las revistas musicales, a sus actuaciones, creó un Quinteto al que apodó con el mote que portaba desde su nacimiento, por una crestita de pelo que le asomaba y que le dió origen a la madrina para expresar que parecía un pirincho.

Se trata éste, de un pájaro pequeño de mucho plumaje, copete desordenado, pico largo, curvo y ojos vivos e inquietos. Algo le pegaría dicho alias porque el pirincho, que no le teme al hombre y vive cerca de sus viviendas, muestra en su canto una sucesión de trinos vivos, continuos y agradables al oído.
                                 

El Quinteto Pirincho lo fundó Canaro en 1940 simplemente para vender discos, aunque jamás actuaron en público. El director elegía el repertorio y manejaba una simbólica batuta pero el pilar de la formación era Minotto Di Cicco (Minotti), que además del bandoneón habitual se había hecho fabricar en Alemania uno de 120 notas que lo combinaba con corriente eléctrica y sonaba como un órgano.

Minotto estuvo varias veces en la orquesta, combinando con etapas en que tenía su propio conjunto pero a partir de 1932 y hasta su jubilación se mantuvo junto a Canaro.
                           


El Quinteto Pirincho arrancó con grabaciones de diciembre de 1940 y estuvo en actividad hasta el año 1964, incluso trabajando en radio. Durante todos esos años alternaron varios músicos en el mismo.

Luego de la muerte del Director,  antiguos integrantes del Quinteto decidieron continuar con ese nombre y grabaron bajo la dirección de Antonio D'Alesandro, Federico Scorticati, Oscar Bassil, respectivamente, y últimamente Jorge Dragone, en sociedad con Rafaela Canaro, hija de Pirincho.

Oscar Bassil y el fueye de Minotto
Oscar Bassil realizó varias grabaciones al frente del Quinteto. Bandoneonista, actualmente radicado en Mar del Plata, se le conoció siempre en el ambiente como "El turquito",  y ya en 1939 actuaba en la orquesta de Roberto Severino. También estuvo con Raúl Kaplún,  Maderna, Héctor Varela, Fulvio Salamanca y Atilio Stampone.

Pero con Canaro permaneció durante unos 15 años, a la vez que era Director de la Banda de la Armada, y recorrería el mundo con la misma, y viajando a Japón con la orquesta de Pirincho. Cuando se hizo cargo del Quinteto Pirincho grabó varios CD, uno de ellos en Osaka, Japón en vivo. Y aclara que el sonido que extrae de su bandoneón, se debe a que era el mismo que utilizaba Minotto y que actualmente está en su poder.
                                 

Vamos a escuchar dos temas del Quinteto Pirincho dirigido por el turquito Bassil, del CD Esquinas de antaño. Se trata del tango de Eduardo Arolas: Catamarca y de la milonga de Pedro Laurenz: Milonga de mis amores, en la que compadrea y se luce con el antiguo fueye del gran Minotto.

045- Catamarca - Quinteto Pirincho

044- Milonga de mis amores - Quinteto Pirincho



jueves, 27 de junio de 2013

Aída Denis

Fue una cancionistra de gran calidad interpretativa y voz cultivada. Además su presencia física siempre imponía, así como la profundidad de su gola.

Porteña del barrio de Boedo, debió competir en su época con muy buenas cancionistas de tnago, como Alba Solís, María de la Fuente o Carmen Duval, y siempre destacó, especialmente en programas de radio que eran muy escuchados, secundada por el conjunto de guitarras que comandaba Jaime Vila.
                                                       

Surgió en un programa radial de la marca de limpiador de vajillas Puloil, y en el mismo compitió con cantantes de mucho calibre, como la misma Carmen Duval. La perjudicaría luego su casamiento, en la carrera artística que había arrancado con tanta fuerza y estuvo debido a ello,  casi diez años fuera del ambiente, alejada de los micrófonos y las grabadoras.

El regreso tan esperado le permitió recuperar posiciones, aunque también habían ingresado nuevas voces que buscaban su lugar en el universo tanguero y las preferencias del público. Pero Aída Rodríguez (su verdadero nombre) tenía resto como para resurgir y así lo hizo.

Aída entre D´Arienzo y Pugliese
Su vuelta fue bendecida por directivos de Radio Belgrano, la emisora donde más tiempo actuó. Más tarde, de la mano de periodistas radiales como Roberto Giménez y Julio Jorge Nelson (que me la presentó), comenzó a pisar fuerte nuevamente y pudo grabar varios temas con la orquesta conducida por Roberto Caló y actuar en salas de espectáculos, y en televisión. Incluso trabajaría en radioteatros.

La vi en Caño 14, en unas breves actuaciones que tuvo allí y siempre impresionaba por la fuerza musical con que transmitía sus interpretaciones. Pero también ellla debió sufrir el bajonazo que tuvo el tango a partir de los años sesenta, lo que hizo que muchos de artistas se vieran opacados en su carrera artística.
                                                               


Hoy la traigo para que podamos apreciarla mejor, en dos temas.

Primero en Los mareados, el tango de Cobián y Cadícamo. La acompaña la orquesta conducida por el pianista Oscar Sabino. Y luego con la orquesta de Alberto Di Paulo, el tango de Armando Pontier y Leopoldo Marechal: La mariposa y la muerte, realizado para aquel encuentro de poetas y músicos que concretó Ben Molar, en Los catorce para el tango

                               

 


                   


miércoles, 26 de junio de 2013

Los hermanos del Tango

Un caso muy común en la historia del tango, fue que los hermanos caminasen unidos o separados por la senda de esta música. Ello ocurrió desde muy temprano, como lo demuestra el caso de los hermanos Canaro, los De Caro o los Caló.

Los Canaro fueron cinco y Francisco, el mayor (1888) y mentor de todos ellos. Le siguieron: Rafael, contrabajista y guitarrista (1890), Juan, bandoneonista (1892), Humberto, pianista (1896) y Mario, bandoneonista (1903).
                                                   

La historia recuerda que fueron hijos de un matrimonio italiano humildísimo, que vivieron todos en una habitación, que los tres mayores debieron salir a vender periódicos al amanecer y que Francisco comenzó a tocar una guzla que se autofabricó. Y que luego tocaría el violín en forma autodidacta para dedicarse seguidamente a dirigir y a emprender todo tipo de aventuras musicales que le permitieron ganar dinero y comprarle un instrumento a cada hermano.

Los De Caro, hijos de otro matrimonio italiano, con un progenitor que tenía Conservatorio de música, y que se dedicaron al tango fueron cuatro: Francisco, pianista (1898), Julio, violinista (1899), Emilio, violinista (1902), y José (1904), también violinista. Los dos primeros fueron vitales en el progreso musical del tango que a partir de las iniciativas musicales con su orquesta, implantaron las bases del futuro.

Los Caló quizás suman el aporte mayor de una familia a la causa tanguera. Miguel, bandoneonista (1907), Salvador, pianista (1908), Juan, bandoneonista (1910), Antonio, contrabajista (1918), Roberto, pianista, cantor, director (1913) y Armando, contrabajista (1922). Es cierto que varios de ellos fueron muy aventureros y anduvieron recorriendo el mundo. Antonio y Armando se pasarían luego al jazz y música tropical, formando la orquesta bajo el rubro: Tony-Armand.

Osvaldo (1897) y Emilio Fresedo (1893), bandoneón y violín respectivamente, fueron dos hermanos que compartieron todo. Desde integrarse ambos en la célebre orquesta del primero, hasta firmar a dúo páginas imborrables, siendo Emilio el autor de las letras y Osvaldo de la música. Algunos de estos temas fueron: Sollozos, Aromas, El once, Canto de amor, Vida mía, Porqué, Tango mío, Siempre es carnaval o Rosarina linda.

Los hermanos De Bassi, Antonio y Arturo dejaron una huella importante. Alfredo y Virginio Gobbi, descendientes de dos próceres de aquel tango inicial, tomarían distintos caminos y mientras Alfredo sembró el pentagrama de páginas maravillosas, bien tangueras, Virginio se inclinaría por la música tropical, luego de haber cantado tangos en un par de orquestas.

                                 

Y están los Pugliese, descendientes de un flautista de la guardia vieja. Vicente y Alberto (violinistas) y Osvaldo pianista. Con la orquesta del segundo bailé varias veces en  el salón La Argentina. Vicente se retiró del ambiente y se radicó en el sur. Osvaldo es una de las máximas glorias del tango.

Por supuesto la lista es larga pero quise sintetizar en estos ejemplos de familias dedicadas a la música ciudadana de Buenos Aires.

Y como colofón, nada mejor que un par de temas: Flores negras(1942), una exquisitez de Francisco De Caro, grabada por Julio De Caro y su conjunto. Y por Francisco Canaro con la voz de Ernesto Rondó, el tango de Mario Canaro y José María Contursi: Quiero verte una vez más, grabado el 2 de octubre de 1961. Porque, como decía Martín Fierro: "Los hermanos sean unidos  / ésa es la ley primera...."

07- Flores negras - Julio De Caro

657- Quiero verte una vez más - Fco. Canaro

martes, 25 de junio de 2013

El Chino Hidalgo

Hoy lo traigo al Blog a mi amigo, Alberto Hidalgo. Le dicen El Chino desde siempre, pero es más gallego que yo. Si se llama en realidad Juan José Morandeira y nació en el Bajo Flores. Cantaba desde la cuna, y se lucía en cumpleaños y fiestitas infantiles a los diez.

Luego vendría el estudio serio con el maestro Dubrot que le dió el pase a los escenarios, y su voz grave, de metal, llegó en el momento justo en que los registros de bajo habían por fin abierto las puertas del tango, gracias al beneplácito arrancado por Edmundo Rivero y Julio Sosa.

                                              
En 1958, Antonio Cantó, aquien llamaban cariñosamente: "el ladrillero" en el ambiente, tenía programas tangueros en la radio y fue presentador de Carlos Di Sarli, organizó uno de aquellos habituales concursos de cantores de barrio, tan comunes por entonces, en su barrio y lo ganó. Fue en el Club Tucumán de Carabobo y Avenida del Trabajo (Hoy Avenida Eva Perón).

Saltaria rápidamente al Tango Bar, de Flores compartiendo cartel nada menos que con Julio Sosa y Ángel Vargas, pero el hombre venía lanzado y creía en su polenta tanguera. Por lo cual no extrañó que el pianista Miguel Nijensohn lo incorporara a su conjunto en reemplazo de Carlos Budini. Y llegarían las presentaciones de la orquesta en Radio Belgrano y en el club nocturno milonguero Las mil y una noches de la avenida Cabildo, donde, además de dedicarme a bailar, lo vi manejando el micrófono con gran desenvoltura y llamando la atención por esa voz recia que vomitaba tangos de gran resonancia.
                                                       
Con su amigo, El Polaco

 Aquel paréntesis grande que tuvo el tango en los sesenta , motivó que muchas orquestas se deshicieran, otras se redujeran para sobrevivir y el Chino volvió a trabajar de colectivero, como Goyeneche, entre varias faenas.

El recordado Juan Zucchelli, otro tanguero animador de programas radiales que alguna vez me convocó a sus micrófonos, lo recomendó a Alfredito Gobbi, quien lo probó y lo contrató de inmediato. Después pasaría por los conjuntos de Fulvio Salamanca y Osvaldo Piro y como destino de una aventura, aterrizaría en Caracas cantando y merengueando.
                                   
El Chino con Alberto Morán

Al final, su viejo, un gallego de Lugo,  siempre fue un milonguero de rompe y raja hasta el final, sin descuidar jamás el trabajo y al Chino también le dió por probar fortuna en otros lares. Incluso luciría su gola de faso negro y su estampa tanguera, en Bogotá y Medellín. En el año 2008,  la Municipalidad de Buenos Aires, lo declaró Personalidad destacada de la cultura.

Hace un par de años estuve con él en Madrid en la boda de unos amigos comunes. Incluso compartimos unos ratos lindos en Buenos Aires cuando fuimos a presentar un libro de González Tuñón que editó una amiga madrileña y en el cual colaboré.

Vamos a verlo y disfrutar escuchándolo en dos temas: La abandoné y no sabía, de José Canet.



Y también en el tango de Homero Expósito y Armando Pontier: Trenzas

                                          































                               

domingo, 23 de junio de 2013

Gardel

Hoy se cumplen 78 años de la trágica desaparición del ese hombre que inventó el canto del tango y lo paseó por las fronteras del mundo. Sigue viviendo en el corazón de mucha gente y sigue siendo el espejo en que se miran aquellos que se dedican a cantar los versos tangueros, tanto hombres como mujeres.

Un cantor que perdure de este modo en la memoria colectiva, demuestra que encarna el arquetipo del artista que instala un marco de precisión, donde afina el sonido y el sentido de las palabras.

 
Los que lo escuchamos con frecuencia, seguimos asombrados ante su arte sublime, más allá de que la desgracia de aquel accidente haya tronchado su carrera milagrosa y lo haya convertido en mito para toda América latina, muy especialmente.

                                                         

Vuelvo a recordarlo con el poema que le dediqué en su día.





GARDEL
                                                              “Si podemos decirle al fin de cada disco:
                                                                           -Te pasaste Carlitos….”
                                                                                                    Héctor Negro

Antaña devoción tangoesquinera
que el suburbio trasvasa
a parroquiana adoración hornacinera.
Es la musa sangrante
que fatigó el trovador itinerante.
¡Un llanto de ciudad, esa argamasa
entregada a su brújula albaceante!

Al yirar de la gente
que ataracea los huecos de su ausencia,
en la querencia,
el eco de su voz llega doliente;
fértil presencia,
que la metrópoli encelará como tesoro,
la oración fundamental de nuestro canto,
la sonrisa de goma tragacanto,
la voz invicta, el carretel sonoro.

Por la herida vitrola,
desangra el mensaje una ventana
y ante los versos que exuda la consola,
la misa gardeleana,
revive en el  milagro feraz de aquella gola.

¡Al aire zorzalea
una bandada volátil que gorjea, 
reconociendo el mensaje tangosanto
y chairándole al timbre llamador un contracanto;
en la lunita rayada  picanea
el temblor de una viola y nos arrea
levitando, esa voz inmortal, desde el espanto!

                                                            jmo



No puede faltar el gran artista del Abasto en esta recordación, con el poema del Negro Cele (Celedonio Esteban Flores), que musicalizaron Gardel y Razzano. Filmado en el año 1930.

                                                  

                           
                             

sábado, 22 de junio de 2013

Los bi-tangos

Alguna vez hemos hablado de esos choques emocionales que sentíamos hace ya años, cuando estábamos familiarizados con una letra y una música de tango y de repente nos encontrábamos con que esa letra o esa música se travestían en otro tango, aunque conservasen la estructura del anterior.

Un ejemplo claro de ello son los tangos: Desvelo y De flor en flor. Este tango lleva música de Eduardo Bonessi, el conocido maestro de cantores, entre ellos, Carlos Gardel. En 1923, se embarcaron en el vapor "Antonio Delfino", Gardel, Razzano, los guitarristas Guillermo Barbieri y José Ricardo Soria, el manager Luis Gaspar Pierotti y el maestro Bonessi.
                                             
El maestro Eduardo Bonessi con Alberto Gómez

En la escala de Montevideo, embarcó la compañía encabezada por Enrique De Rosas y Matilde Rivera que llevaban a Gardel y Razzano para amenizar los fines de fiesta de sus espectáculos. Bonessi, que portaba su armonio, les hizo escuchar a los viajeros un tango que había compuesto, y el periodista uruguayo Domingo Gallicchio, que actuaba en función de secretario de la compañía, se ofreció para ponerle letra y así nació durante el viaje a España, el tango De flor en flor.

Gardel lo registró al año siguiente con las guitarras de Ricardo y Barbieri y seis años más tarde (22 de mayo de 1930) con el acompañamiento de Barbieri, Aguilar y Riverol.

En 1938, Bonessi le pidió una nueva letra, para esa música,  a Enrique Cadícamo, destinada a la película "Una prueba de cariño" que dirigió Ernesto Vilches, y actuando en ella Mario Pugliese Cariño, su troupe de excéntricos, Aída Luz y el cantor Roberto Páez. El nuevo tango se llamó Desvelo y fue todo un suceso en la grabación que hizo Aníbal Troilo con la enorme voz de Floreal Ruiz, el 28 de febrero de 1948.

Ya se sabe que El Choclo y La cumparsita, los dos tangos más célebres tienen distintas letras y la lista es bastante larga al respecto. Luis Rubistein hizo de las suyas con ese tango que fue sucesivamente: Rodolfo Valentino, ¡Callejas sólo!, ambos con dedicatoria al actor ítalo yanqui por un lado y al jockey apodado "El tigre" por otro, que fue la primera grabación de Juan D'Arienzo, con la voz de Carlos Dante en 1928, en el sello Electra. Incluso figura Dante en el disco como solista y la orquesta de acompañante.
                                                          
Diez años más tarde, en otra vuelta de tuerca, Rubistein y D'Arienzo se aliaron para darle otro tono a dicho tango y la tercera fue la vencida. Se llamó Nada más y con la voz de Alberto Echagüe, el Rey del compás lo registró el 8 de julio de 1938, convirtiéndose en un hit desde la salida al mercado.

                                               
Luis Rubistein fue un fenómeno en ese sentido y algo parecido realizó con su tango Cuatro Palabras, cuya música y letra le pertenecen. Lo grabó Charlo con la orquesta de Adolfo Carabelli el 27 de mayo de 1933 y no tiene relación con el vals del mismo nombre.

Pero once años más tarde utiliza el mismo fondo musical con unas variantes al principio y le pone nuevos versos, transformándolo en Rosa de tango, que se convierte en una hermosa creación de Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo. Lo grabaron el 1 de agosto de 1944. También lo hizo Carlos Roldán con la orquesta de Francisco Canaro.

La lista es larga y me espera la piscina, porque hace mucho calor en este verano madrileño. Por eso la corto acá y los dejo con estos dos últimos temas para que afinen la oreja y chequeen las invenciones de Luisito Rubistein.

11- Cuatro palabras - Carabelli-Charlo

048- Rosa de tango - Troilo-Marino






viernes, 21 de junio de 2013

Roberto Firpo

Cada tanto hay que volver a escuchar a la orquesta de Don Roberto Firpo, para comprobar su musicalidad, su sentido del tango siempre melódico y su temperamento romántico. El que lo llevó a componer una impresionante lista de temas -127- en los que el buen gusto y la tanguidad sabiamente expresada denotan su jerarquía musical.

             

Firpo fue pionero en el uso del piano dentro del género o en la cosificación del valsecito porteño al que le dió la forma definitiva que perdura hasta hoy.

Por su orquesta pasaron jóvenes que alumbrarían el futuro del tango, como Pedro Maffia, Carlos García, Osvaldo Pugliese, Horacio Salgán,  Elvino Vardaro, Cayetano Puglisi, Armando Federico, José Tinelli, Miguel Nijenshon, Juan Cambareri y otros.

                                         

 Grabó más de cinco mil composiciones y por su exclusividad con el sello Odeón cobraría cifras impensables para la época. Ganadas a pulso, ciertamente, porque sus discos se vendían como rosquillas y eran un reclàme de primera para la grabadora.

Dejó más de cinco mil composiciones grabadas, muchas de ellas por su cuarteto que apuntaba más al estilo superado de la guardia vieja, aunque le diera muchas satisfacciones.

Yo prefiero escuchar los temas de su orquesta que nunca pasarán de moda porque entran de lleno en el gusto personal y también en el milonguero.
                                             


Prueba de ello son dos temas que traigo a la palestra. Argañaraz (También llamado Aquellas farras), su tango, con letra de Enrique Cadícamo y que grabó el 21 de abril de 1944, con la voz de Ignacio Murillo. Y Cosas olvidadas, el tango de Antonio Rodio y José María Contursi, que llevó al disco el 28 de setiembre de 1940, cantando Alberto Diale.

 Argañaraz - Ignacio Murillo-Roberto Firpo-

 15- Cosas olvidadas - Roberto Firpo



 


jueves, 20 de junio de 2013

Un crimen

Este tango tiene una letra bastante escabrosa, pero los milongueros solemos sacarle buen provecho porque hay dos versiones muy buenas que incitan precisamente al baile y no al crimen. Aunque no faltará el reo que diga que algunas milonguitas están p'al crimen...

Es uno de los innumerables temas que escribió y compuso este prolífico autor de tangos y hombre múltiple, que apenas vivió 48 años pero aprovechados al máximo.

Me contaba su hija que para escribir este tango se basó en una truculenta noticia que leyó una noche en el Diario Crítica, y que venía incluso con las viñetas en las que el dibujante trazaba las coordenadas del crimen pasional.
                                                
        
 Rubistein tenía una gran imaginación y escribió este tema en el año en que se produjo el terrible caso: 1942,  casi en forma inmediata. Aunque no sabía música, también se las ingeniaba para tararear los temas y hacérselos transcribir por músicos amigos, su hermano Elías, el violinista Oscar De la Fuente y otros.

Luis había arrancado como cantor y ello le permitía disfrazar su tartamudez congénita. Pero después de muchas peripecias e iniciativas logró tener una Academia de artistas, cantores y músicos, y paralelamente a ello, siguió escribiendo tangos que alcanzaron gran popularidad, en su mayoría.

La letra de Un crimen, es fácilmente olvidable, porque no contiene, precisamente, elementos ponderables. Pero las grabaciones de Miguel Caló con el aporte vocal de Raúl Berón y la de Ricardo Tanturi con Alberto Castillo, sí que tienen ingredientes motivadores para los bailarines. Por eso lo traigo hoy a la palestra, porque los milongueros también forman parte de la gran familia tanguera.

Julio Luque y Veronique Guide
Ricardo Tanturi lo grabó el 22 de setiembre de 1942 y dieciseis días más tarde, el 9 de Octubre, lo registró Miguel Caló. Las voces de Castillo y Berón son impecables y el tango se sigue pasando en las milongas de medio mundo, lo que habla de sus valores como motivante para los ocupantes de la pista.

Acá van ambas versiones.

17- Un crimen - Ricardo Tanturi-Alberto Castillo

Miguel Caló-Raúl Berón: Un crimen

miércoles, 19 de junio de 2013

Andrés Linetzky

Algunos pilares del tango iniciático andaban a caballo, como el enorme Ángel Villoldo, que entre muchos oficios, era también cuarteador y sacaba los tranvías de la estacada con su pingo y su pericia. Hoy los nuevos valores tangueros viven arriba de los aviones, siguiendo aquella estela y demostrando sus grandes cualidades y lo mucho que tiene por mostrar el tango.

Andrés Linetzky, pianista nacido en Avellaneda hace casi 39 años, es uno de ellos. Y se lo ha ganado a pulso. Es uno de los pocos alumnos que ha tenido el maestro Horacio Salgán, estudió también con Rodolfo Mederos, aunque sean oficiantes de instrumentos distintos pero las raíces se comparten y así se van moldeando los tangueros del futuro.


Ya ha dado la vuelta al mundo varias veces y hace justo un mes compartí gratos momentos con él, con la Selección Nacional de Tango que dirige desde el piano y la figura en el canto, de Ariel Ardit. Valió la pena. Cada tanto hay que darse un baño de tango en vivo y en directo para rejuvenecer el cuore y las arterias. Y realmente la orquesta sonaba de prima.

El currículo de este músico recibido con nota en el Instituto Municipal de música (música clásica) y la Escuela de música popular de Avellaneda (Jazz y tango), es apabullante. Ha hecho musicales, cine, ha realizado arreglos como el que llevó a cabo en "Tangos de la Cruz del Sur" en la Compañía  Tango X 2, de Miguel Ángel Zotto, donde dirigió incluso la orquesta y la exhibieron en Italia y Hong Kong. Con la misma compañía, presentaron el espectáculo"Tango X 2, su historia", con la cual anduvieron por distintas ciudades de Italia, Israel, Nueva York y Holanda.
                                              
Ardit y Linetzky pasean el tango por el mundo
Desde 2000, año en que realiza la música para el espectáculo musical Danza maligna, que se presentó en Buenos Aires y Francia, además de grabar un disco, no ha parado de dirigir y arreglar Musicales. Incluso realizó los arreglos de "Tita", dirigido e interpretado por Nacha Guevara. Compuso el musical "Tangosónico: La rosa", y la suite Tango fútbol encargada por los bailarines alemanes Judita y Enrique.

Casado, con una hija que lo desvive, Andrés Linetzky puede dividir su producción entre el tango tradicional, tango electrónico, música Klezmer en un CD grabado por la familia (The Linetzky Family), música para películas o haciendo una gira por Japón con la violinista Yuki Kamakura en dúo con su piano.En 1998 ingresó a la Orquesta del Tango de la Ciudad de Buenos Aires, tras ganar un dificil concurso al que se presentaron casi todos los pianistas del género. Estuvo 5 años en la misma junto a Raúl Garello, Carlos García, Julián Plaza, Osvaldo Piro, José Libertella, José Colángelo, Pascual Mamone o Leopoldo Federico entre muchos otros.

En agosto de 2008, por ejemplo, dirige la Orquesta Tributo a Aníbal Troilo. En ella participaron músicos como Fernando Suárez Paz, Pablo Agri, Federico Pereiro, Marcelo Nisinman y más gente del medio. La orquesta reprodujo a la primera formación de Pichuco y las transcripciones fueron realizadas por este hombre, con quien estuvimos charlando en Madrid.


En sus andanzas por el mundo, hasta acompañó a Diego Maradona en Dubai, cantando "El sueño del Pibe". Y vale la pena señalar que en el año 2005 gana el primer premio del concurso "Osvaldo Pugliese" que organizó el Fondo Nacional de las Artes. Consistía en la realización de un arreglo sobre un tema de Pugliese con motivo de los 100 años de su nacimiento y el jurado lo integraron Garello, Mederos y Marcelli. Se presentaron más de 60 trabajos a dicho concurso.

Actualmente dirige su propia orquesta Vale Tango, con la cual grabó este año el CD Las huellas en el mar, que hace el noveno con su formación. Dice que con esta obra llega la madurez y pensó: "Voy a hacer una canción que le guste a cualquiera. Hay cosas en el disco que no son tango, pero están también dentro de mí. Aunque el tango lo llevo puesto después de haber tocado con los buenos de verdad. Pero para mí, los más grandes artistas fueron los Beatles".

                       
Andrés Linetzky su orquesta Vale Tango
Lo dice un tanguero de los bravos, pionero del tango electrónico -que no me motiva- pero cuando lo veo tocando tango de verdad, me saco el sombrero que no uso y no me queda otra que felicitarlo porque realmente la carrera que ha hecho a su edad es impresionante. Y sabe diferenciar, y el sonido que le extrae a su piano y los arreglos que ha hecho y la dirección de la orquesta y el acompañamiento a Ardit, son geniales en su totalidad. Además es hincha  e Independiente y le dedicó su tango Rey de copas. ¡Que le va cha ché Andrés!, lloremos juntos por los diablos rojos.

Y vamos a escuchar a su orquesta Valetango en dos temas: El vals de la rosa y Rey de copas. ambos temas de Andrés.

ValeTango- Rey de copas

ValeTango - Vals de la rosa

martes, 18 de junio de 2013

Salgán 97

Son los años que cumple la última gran figura del tango de los cuarenta que tenemos entre nosostros. Este pianista. músico, director, admirado y respetado por todos sus colegas, lleva sangre negra en sus venas como él mismo lo ha dicho.
                                 
Nacido el 15 de junio de 1916 en la calle Gallo, en los límites del barrio porteño de Almagro, se hizo amigo del piano cuando tenía 3 años de edad y veía a su padre aporreando las teclas del instrumento familiar. En la academia del maestro Luppo, enclavada en Caballito, hizo sus primeros estudios musicales, a los 13 estaba enrolado en el Conservatorio Municipal y ya interpretaba a los grandes clásicos: Beethoven, Bach, Debussy y demás, con notable solvencia.

                                         


Horacio provenía de un hogar humilde y por eso, de chico se buscó la vida tocando en casamientos, pequeñas orquestas barriales, en la Iglesia y en un cine de Villa del Parque como solista. El tango lo atraía porque era la música de Buenos Aires y flotaba en los aires, saliendo a través de las ventanas y de las incipientes emisoras radiales.

Enrolado tempranamente en las orquestas de Elvino Vardaro y la de Juan Caló inicia allí su itinerario feliz dentro de las filas tangueras, aunque también el folklore lo sentiría como propio y secundaría a la dupla Martínez-Ledesma, sucediendo nada menos que al Mono Villegas y a Carlos García en esta función.

                                     
Salgán, Rivero y Baffa, primer bandoneón de la orquesta.

Roberto Firpo deja el piano apra conducir a su orquesta y sienta a Salgán en el dientudo. Tiene chapa de tanguero, pero con  un bagaje técnico incomparable para la época, porque ya había frecuentado en sus estudios, la fuga, la armonía y el contrapunto. Este sello de distinción también obró en su contra muchas veces, porque, como a Piazzolla más tarde, directores de radios y de sellos discográficos, lo encontrarían raro para el ambiente. Quizás porque sabía demasiado y su orquesta no era comercial, según un extraño sambenito que le adjudicaron.

Pero ahí estaba Salgán tocando el órgano en radio El Mundo, secundando a diversos artistas, familiarizándose con el saxofón y el contrabajo e invirtiendo sus ingresos en perfeccionarse en el piano con Scaramuzza, Spivak y Amelia Weiband. Su primer arreglo data de 1936, para la orquesta de Miguel Caló y se trata del tango Los indios. En aquella época, salvo excepciones,  no se arreglaba; se estilaba que los segundos violines y bandoneones pusieran unas voces paralelas a los primeros.

En 1944  tendrá su primera orquesta, que se ofrece al público desde el estrecho palco de la Confitería  Diamante, en Rivadavia y Castelli, del Once. Y lo que no logra con los directivos lo consigue con sus pares, pues casi todos lo consideran un gran maestro.
                                   
Al frente de su orquesta. Detrás suyo Leopoldo Federico y el Paya Díaz.

Por eso iban a verlo y escucharlo en esos arreglos maravillosos que hacía de Ojos negros, Shusheta y demás páginas conocidas. Y los cantores que van pasando por su formación le agregan un margen de calidad: Insúa, Serpa, Durán, Rivero,  Bermúdez. Pero los sordos de las grabadoras y las emisoras logran que triunfe su incultura musical y Horacio decide disolver su orquesta y dedicarse a estudiar y enseñar.

Volverá en los cincuenta y por fin recibé todos los plácemes que se le debían y reconocen su enorme valía y su gran aporte al status tangueros. La RCA Víctor le abre sus puertas y esas grabaciones quedan en el recuerdo. Además están sus cantores que le dan más jerarquía aún. Horacio Deval, El Paya Díaz, el Polaco Goyeneche, dan un paso al frente gracias a la oreja del maestro. Es cierto que su música nunca fue muy milonguera y no enamoró a los bailarines, pero todos respetaron su jerarquía.

A partir de 1957 dejará la orquesta, tocará en dúo con Ciriaco Ortiz y funda el Quinteto Real junto a Laurenz, Francini, De Lío y Ferro, con arreglos suyos. Pasearía su talento por Estados Unidos y Japón y dejaría su nombre envuelto en leyenda. Ahora, en la paz de sus 97 flamantes años, este músico ejemplar sigue exprimiendo el piano y recordando con afecto y amor a los grandes músicos que dió el tango: Posadas, De Bassi, Julio y Francisco De Caro, Firpo, Troilo, Fresedo o Di Sarli.

En el reconocimiento posterior le han otorgado numerosos premios y nosotros le damos el de nuestro aplauso por su obra, su trayectoria y su conducta. Los invito a festejar el cumple, escuchando dos hermosas versiones de su orquesta: Gallo ciego, de Agustín Bardi, grabado el 29 de diciembre de 1950 y El Marne de Edduardo Arolas, que dejó en la placa con su orquesta, el 2 de setiembre de 1953.

05 - Gallo ciego - Horacio Salgán

21- EL Marne - Horacio Salgán

Y acá lo vemos junto a su hijo César, continuador de la obra, tocando en el día de su 97 aniversario.