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sábado, 7 de julio de 2012

Drama tanguero

A veces las letras de los tangos son crudas autobiografías. Homero Manzi decía que sólo podía hacer poesía con cosas que a él le habían sucedido, o le estaban pasando.

En el caso que voy a narrar, el protagonista dejó reflejados sus errores, vicios y dramas personales en unas 20 o 30 letras de tango En SADAIC registró 22 temas.

Se llamaba Elías Santiago Wainer, era hijo de inmigrantes rusos judíos, que se establecieron en Zárate, provincia de Buenos Aires a orillas del Río Paraná. Tuvieron 3 hijos. Dos de ellos, José y Enrique pudieron encarrilarse económiamente trabajando en puestos destacados de un Frigorífico local.

El tercero y mayor Elías (28-9-1907), nunca alternó en las runiones de la colectividad de la Scholem Aleijem, que frecuentaban su casa paterna y eran judíos progresistas. A él le tiraban las timbas y las milongas porque destacaría como muy buen bailarín, e incluso viajaba a veces a Buenos Aires para milonguear.

Paraba en un boliche de pequeros profesionales y rufianes, dado que Zárate era lugar de distribución de prostitutas en aquella época, muchas de ellas extranjeras, en los burdeles de toda esa área provincial.

Por su estampa y su afición noctámbula incluso intentó colarse entre los cafisios del lugar, aunque trabajaba en la Usina eléctrica.

Se enamoró sin embargo de una chica humilde, de familia normal y muy linda, que no era judía,  y se casó con ella, llevándola a vivir a la casa paterna. Tuvieron un hijo pero él jamás abandonaría sus vicios, cada vez más exacerbados, por lo cual ella lo abandonó, llevándose al niño. Esto lo motivó aún más para que Elías se entregara a la bebida sin tasa.

Con el tiempo y en busca de olvido recalaría en Buenos Aires. El entrenador de fútbol Carmelo Faraone, que tenía un puesto de verduras en el Mercado de Abasto, me contó alguna vez que estaba siempre en el Mercado, que llegó a tener un puesto en sociedad, aunque cada tanto desaparecía y dormía en algún calabozo.

Luego terminaría vendiendo baratijas en el Mercado y en ese barrio del Abasto. Hugo Frasso contaría que en 1948, durante un baile donde actuaba Osvaldo Pugliese en San Lorenzo de Almagro, Elías se acercó alcoholizado a Alberto Morán y le alcanzó unos versos en forma de tango para pedirle que los cantara. El utilero de la orquesta, Serafín, intentó echar al borracho, pero el Flaco Morán, después de pispear el papel, lo paró diciendo: "¡Pará!, mirá lo que es ésto..."
Alberto Morán

El papel contenía la letra de un tango que era nada más y nada menos que la autobiografía de Wainer. El cantor Francisco Amor, que lo conocía, le puso música a esos versos y Morán lo registró magistralmente con la orquesta de Pugliese, en 1949. Luego lo grabaría entre otros Domingo Federico con la voz de Rubén Sánchez, y hasta el catalán Dyango.

Elías Santiago Wainer vivió en el barrio de La Paternal, y paraba en el Club Añasco donde a veces hacía de electricista y algunas changas que le conseguín, a la vez que intentaba refrescar su época de buen bailarín, que el alcohol había ido borrando y destruyendo.También pasaba por el vecino Club  hebreo Sholem Aleijem, donde solían ayudarlo

Se hizo amigo y compañero burrero de Jorge Vidal que le puso música y cantó algunos de sus temas. Uno de ellos, en el que también colaboró musicalmente el guitarrista Jaime Vila se llama nada menos que: Y sin la mano de Dios.

Moriría en el Hospital Israelita.

Pero pocas veces un tango detalla tan crudamente la vida de su autor, como en el que le grabó Pugliese y que acá podemos escuchar.

La primera bis de Frente a una copa, que no la canta Morán, delata su drama:

Preguntan ¿por qué estoy triste?
la vida es linda y muy corta                                              
si a la ingrata no le importa
de que me pierda o me salve
si no tiene corazón,
a veces, frente a una copa
veo otra vez sus ojazos
la misma risa en la boca
y al cristal lo hago pedazos
y se esfuma la ilusión.



Frente a una copa.

2 comentarios:

  1. Leí, por puro azar, en un viejo número de Todo Tango, más específicamente en su sección “Los creadores”, un extracto del libro "Tango judío. Del ghetto a la milonga", de Julio Nudler (Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1998) que refiere al poeta Elías Wainer. La muerte de Nudler, acaecida en Julio de 2005 (yo había conseguido su libro en una mesa de saldos apenas dos meses antes) me privó de la posibilidad de refutar personal y puntualmente sus datos y, de paso, enterarme de las fuentes de los que provenían.
    En su nota “Drama tanguero” de la que, aunque tardíamente, acabo de enterarme, se reiteran, con algunos añadidos, los datos centrales y, lo más grave, el transfundo moral, que, con ligereza, anotó Nudler.
    Advierto que contra las leyendas no se puede, y ésta, entre sórdida y romántica, no es una excepción. La biografía ficcional que le llegó a Nudler -y que Nudler reprodujo,-resultaba más novelesca que la que surgía de los datos reales, y la frivolidad de Nudler (un periodista al que admiré) consiste en, sin investigación seria, haber terminado de canonizarla en su libro "Tango Judío".
    En realidad Elías era muy distinto a su mito: bebía, es cierto, y esa fue la causa de la ruptura con su mujer (que no era precisamente una “chica humilde” sino una de las hijas de una familia distinguida (signifique eso lo que signifique). Su padre era el ingeniero Alberto Frías Ocampo). Tuvo dos hijos: Quien esto escribe, que es quien figura en la historieta divulgada, y mi hermana, Judith (la excluida). Nos reencontramos con él en una representación de una obra mía a la que lo llevó un amigo común, el guitarrista y compositor Osvaldo Avena. Yo tenía unos 24 años y tuve la alegría de presentarles a sus nietos y de que volviera a reunirse asiduamente, como buenos amigos, con la que había sido la mujer de su vida. Y respecto a ella, debo aclarar que Elías nunca la maltrató físicamente, y a ninguna otra mujer. Le gustaba la noche y sus habitantes lo fascinaban (eso incluía, naturalmente, a "las mujeres de la noche", pero como criaturas desoladas y tristes, como las heroínas de los tango), lo de aspirante a cafishio es, por lo tanto una falacia. Al contrario, por sus ideas políticas: era un comunista (y al contrario de lo que escribe Nudler nunca, mientras vivió en Zárate, dejó de frecuentar la sociedad Scholem Aleijem que normalmente se reunía en su propia casa) despreciaba a cualquiera que explotara y humillara a un semejante.
    Es verdad que era muy buen bailarín, casi tanto como jugador de billar, muchas veces se ganó la vida haciendo exhibiciones. Leí, no hace mucho, una grotesca y patética descripción de cómo logró hacerle llegar "Frente a una copa" a Morán en unos carnavales en San Lorenzo ¡Cuanta imaginación! Él conocía mucho y desde hacía muchos años (entre otras causas por sus afinidades políticas) a Pugliese y a la mayoría de sus músicos y cantores. Debe entenderse que estaba en el ambiente del tango casi desde la niñez, sus amigos de infancia fueron los hermanos Expósito y toda esa generación de inspirados músicos y letristas a los que luego se conoció como fundadores “escuela de tango de Zárate”
    En fin, puede que la leyenda sea más seductora –lo sórdido hace a la poética del submundo tanguero- , pero es sólo eso, leyenda, y, para peor, humanamente degradante.
    Un saludo
    Alberto Wainer

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  2. Estimado Alberto: Siento mucho que estos datos choquen frontalmente con su visión familiar. No lo conocí a Elías Wainer, aunque admiro su registro poético-tanguero. Como usted verá en la nota cito a personas que lo conocieron y me transmitieron sus vivencias al respecto. Su nota queda fijada al Blog y como contraparte legítima. No pienso eliminarla.Saludos cordiales

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