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martes, 30 de noviembre de 2021

Bien milonga

                                                        Silenciosos van los dos
                                                        y dejás que hable por vos
                                                        la milonga en sus floreos;
                                                        vieja queja de pasión
                                                        renovando parejas
                                                        con este son.

   Es la magia de la milonga. Las parejas girando en contra de las agujas del reloj y manteniendo la temperatura y el orden dentro de la pista donde circulan tantas ilusiones, sentimientos, afinidades, interpretación de la música. Y el placer en el desplazamiento colectivo. Como ocurre todos los Martes del año en BIEN MILONGA, desde las 21 horas, en la coqueta pista de la madrileña CASA de ARAGÓN.

                      
   Calentando motores con vistas a lo que nos aguarda esta noche, damos una vuelta por distintas pistas del mundo para ver cómo se mueven las parejas con este género que se ha extendido tanto, por su atractivo musical y milonguero.   

   Arrancamos por la Blues Lotus Milonga, de Copenhague (Dinamarca) donde la pareja integrada por .Paula Tejeda y Lucas Carrizo, se mueven al compás del tango Qué falta que me hacés, que canta Alberto Podestá con la orquesta de Miguel Caló.

     
   Un saltito a Barcelona, concretamente a la  milonga Bellos Aires. Y son Pablo Inza y Mariana Dragone, lo que bailan la Milonga criolla por Francisco Canaro y la voz de  de Roberto Maida.  

  
   Y pa' terminar de calentar la pava  nos vamos a La baldosa, (Buenos Aires). Allí vemos a Alejandra Armenti y Daniel Juárez girando y jugando con este valsecito: Vibraciones del alma, por el quinteto Pirincho.     
                                         

          Ahora nos toca a nosotros y ya tenemos listos los tarros, la camisa, el talompa y...sobre todo... las ansias de milonguear esta nocheeeeee!!
                                     

      

viernes, 26 de noviembre de 2021

¡Cómo se pianta la vida!

    Tal vez será porque uno va cumpliendo años, ves desfilar a tantas figuras que dejaron huella, amigos que se piraron, las limitaciones lógicas de los años, las ambiciones amenguadas y otra filosofía para encarar esa recta final que a veces es muy lunga y en otras se va acortando... La cuestión es que este tango te bate la justa, no hay tu tía, que diría un filósofo de café.

                                 

   Su autor fue un personaje que la vivió y de qué manera. Fue conocido popularmente como Carlos Viván, aunque en la vida real se llamaba Miguel Rice Treacy y era descendiente de padres irlandeses. Futbolista, actor, cantor, viajero incurable, compositor, poeta, libretista, lo cierto es que destacó en muchos de estos rubros y dejó patente su carisma en todos los ambientes por los que transitó.

    Jugó en clubes importantes (Huracán, Estudiantil Porteño, Ferro Carril Oeste), como centrehalf, fue empleado del Ferrocarril donde pudo aprovechar su dominio del idioma inglés, y gracias a ello estuvo en Estados Unidos. En locales nocturnos de Nueva York cantó tango, jazz y presentó espectáculos. En Brasil filmó dos películas, actuó en el casino de Urca, en Río de Janeiro, durante un año y medio..

   Como cantor grabó con varias orquestas unos 150 temas. Formó en orquestas como las de Juan Bautista Guido, con Pedro Maffia, Brignolo, Bonavena, Fresedo, Firpo, Maglio, Donato, Maglio, lo que demuestra que se adaptaba a los distintos estilos con su voz suave que entonaba los estribillos de entonces. Y también destacaría como creador de temas que hicieron roncha. Entre ellos, el que hoy traigo a la palestra.

Lagna Fietta, Nelly Omar, Carlos Viván y el Chato Flores
   

    Hay que apuntar el dato de que este personaje vivió la noche, las madrugadas, los romances fogosos, los amigos noctámbulos, las farras. No se privó de nada y fue querido por mucha gente del tango. Y en esos anversos y reversos, jugosos y odiseicos, las peripecias que fatigaría en su aventura diaria, irán, dejando paso al recuerdo, al olvido y a la realidad de los años. Su pluma se inyecta en la memoria de gente que desfila a su paso por distintos escenarios, bodegones, en las madrugadas infinitas... Y a sus veintiún años de edad habla y describe el final, como una persona que ya las hizo todas.

Berretines locos de muchacho rana
me arrastraron ciego en mi juventud,
en milongas, timbas y en otras macanas
donde fui palmando toda mi salud.
Mi copa bohemia de rubia champaña
brindando amoríos borracho la alcé.
Mi vida fue un barco cargado de hazañas
que junto a las playas del mal lo encallé.

   Era como un presagio, quizás, de lo que le esperaba, por la vida que había elegido, cuando sus trabajos en la Unión Telefónica y en una empresa inglesa le devenían un salario increíble para la época. Pero decidió cambiar todo por el tango, la actuación, el canto. Alternó con muchas mujeres y llegó a formar un hogar, pero el compromiso le duró poco, por su espíritu aventurero y nochero al mango. Lo describieron como un picaflor pero muy respetoso con las mujeres.  Y pinta el posible final.

¡Cómo se pianta la vida!
¡Cómo rezongan los años
cuando fieros desengaños
nos van abriendo una herida!
Es triste la primavera
si se vive desteñida...
¡Cómo se pianta la vida
del muchacho calavera!

   Entonces se instala en su presente y en lo que vendrá, como si supiera el final de la película, lo que no le impidió en lo más mínimo seguir con su berretín a muerte. Con el rumbo que le fija el cuore y las ansias de ser alguien el el tango. Gente como Troilo, D'Arienzo, Razzano, Cadícamo,  fueron sus amigos y confidentes. Y sus temas estuvieron en los repertorios de orquestas y cantantes. En la primera bis bate la justa de lo que le espera al calavera indomable. Palabras que firmarían varios grandes del tango...

Los veinte abriles cantaron un día
la milonga triste de mi berretín
y en la contradanza de esa algarabía
al trompo de mi alma le faltó piolín.
Hoy estoy pagando aquellas ranadas,
final de los vivos que siempre se da.
Me encuentro sin chance en esta jugada...
La muerte sin grupo ha entrado a tallar.

    El mismo Viván le adjuntó la música y hay numerosas versiones del tema. Pedro Maffia lo grabó cantando el propio Viván. Enrique Rodríguez con la voz de Armando Moreno. Alberto Castillo le dio manija  en la versión que registró con Tanturi. Héctor Mauré lo llevó al disco acompañado por guitarras. Luis Petrucelli con Alberto Díaz, Roberto Maida, Néstor Fabián, Alberto Vila, Jorge Falcón,  La típica francesa del bandoneonista Augusto Jean Pesenti, Anselmo Aieta con su orquesta en forma instrumental, Azucena Maizani, Tania acompañada por la orquesta de Alberto Castellano, Troilo con Goyeneche, Donato con Carlos Almada, Pugliese con Abel Córdoba o Libertella con Miguel Montero. 

   Hay para todos los gustos, y yo pongo la versión del Polaco, acompañado por la orquesta de Pichuco, grabado el 30 de abril de 1963.

                                 

  

martes, 23 de noviembre de 2021

Bien Milonga

                                                   Entre tango y tango, tango,
                                                   venga un tango y otro más, 
                                                   meta cortes y quebradas,
                                                   meta milonga y compás.
                                                   Vengan tangos y más tangos
                                                   que ya no puedo parar,
                                                   me han copao con su cadencia
                                                   y enredao con su compás.

   Sí, los Martes de BIEN MILONGA te copan con la cadencia de esa música que te hace soñar despierto y te invita permanentemente a deslizarte por el convidante piso de madera lustrada, para tu lucimiento. Desde las 21 hasta las 0 horas, siempre listos para lucir la estampa milonguera en la CASA de ARAGÓN (Pza. República Argentina nº 6- Madrid)
                                               
                                

   Y ya me largo por esas pistas de países diversos donde bailar tango se ha convertido en un hábito maravilloso, y cada día son más las parejas que se preparar para dar exhibiciones.

   Arranco por el Lyon Tango Festival, en Francia, donde la pareja que integran Roxana Suárez y Sebastián Achával, bailan el tango No nos veremos nunca, interpretado por la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Alberto Echagüe.
                             
   
   El siguiente paso es en la milonga El abraso, de San Petersburgo (Rusia). En este caso son Ricardo Calvo y Sandra Messina, quienes se lucen bailando el vals Amor y celos, también por la orquesta de D'Arienzo.
                                           

 
Y en el Recuerdo Tango Festival, de  Varsovia -Polonia- están Facundo Piñero y Vanesa Villalba bailando la Milonga de Buenos Aires, por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Ernesto Famá.



Si con estas muestras no te dan dan ganas de saltar a la pista es porque no sos milonguero


sábado, 20 de noviembre de 2021

Mariposas en la pista

   Tenían un amor oculto y razones muy privadas para mantenerlo así. No se trababa de engañar una esposa, ni a ningún novio o marido. Eran libres pero pensaban que su amor no tenía porqué importarle a nadie. Por lo menos, así pensaban ellos, pero el ímpetu de la relación era tal, que cada vez se les hacía más difícil el disimulo.

                                             



   Comenzaron haciendo un acuerdo de esos tan comunes en la milonga. Estar en mesas separadas, bailar con todos los demás, y mirarse solo algunas veces en la noche, mirarse apenas para esos tangos esenciales, ineludibles, esos que de solo pensar en bailarlos con otros, les rompía el corazón. Pero lo mejor era esconder lo que sentían.
   Total, a la salida podrían encontrarse en cualquier esquina más o menos alejada y abrazarse contentos, como si hubieran burlado a cierta autoridad o salido bien en algún examen. Empezaron así, como tantos, pero al poco tiempo, algo insólito vino a deschavar todo.
   Fueron las mariposas.
Por suerte, el modo en que aparecieron en la pista quedó en una gran incógnita y nadie entendió bien cómo fue, pero ellos no pudieron engañarse.
   Bailaban temblando un poco, como siempre, estremecidos de giros y abrazo, cuando las maripositas empezaron a salir.
   Empezó ella, cuándo no, que abrió un poco la boca para dar ese suspiro. Entonces las mariposas agolpadas en su pecho aprovecharon y salieron en torrente. Él, alarmado, trató de controlar la situación y le dijo bajito:
_-Por favor, no suspires más, mi amor, que todos se van a dar cuenta.
Y en ese mismo momento, las mariposas contenidas a duras penas dentro de él salieron como tumultuosa catarata.
 
   Siguieron bailando muy serios, con la boca pícaramente apretada, mientras, la gente hacía comentarios, dejaba de bailar, trataba de agarrar algunas mariposas, miraba intrigada para todos lados tratando de saber de dónde habían venido volando.
   Los amargados que nunca faltan, dijeron que así no se puede bailar, esto no es serio y aprovecharon para criticar la música, el piso, el ambiente. Se fueron a sus mesas, muy enojados, a esperar que pasara la racha.
   Algunos enamorados se miraron emocionados y sorprendidos. Los recorrió cierta aprensión pensando si no se les habrían escapado a ellos. Descubrieron recién ahí, que pertenecían a un clan de poseedores de maripositas. Entonces intercambiaron con esos otros miradas chispeantes, cómplices y fraternas entre sí.
   Hubo asombros, porque nadie pensaba que ese hombre tan viejo y esa señora casi ridícula estuvieran en el clan, y sin embargo. Y también sorpresas negativas, porque esa pareja que tanto publicitaba su romance, no sabía ni qué eran esos bichitos molestos y aleteantes.
   Mientras tanto la gente en general armaba un terrible jolgorio. Las mariposas invadieron todo el recinto, llenas de color y encanto, se metieron en algunos escotes, en varios vasos, en ciertas conversaciones. Pulularon por las bolsitas de zapatos colgadas de las sillas, por las carteras y los sacos. 
 
   Se diseminaron por la zona de los espejos, de la barra, de los baños. Cruzaban de a montón la pista mientras mucha gente muerta de risa se hablaba por primera vez , después de tantos años de no saludarse.
   No faltaron los malignos que intentaban matar a las mariposas, usando todo tipo de recursos, sacudiendo vilmente servilletas por el aire, subidos a las sillas y hasta a las mesas.
   Pero las muy pillas huían , levantando el vuelo un poquito para zafar de los golpes. Para colmo parecía que se reproducían y que cada vez había más, tan gráciles y livianas, ocupando todo.
   La gente que organizaba el baile iba de aquí para allá tratando de hacer algo, pero era inútil. ¿A quién llamar? ¿A la policía? Ridículo.
   ¿A la emergencia médica? Insensato. Alguien sugirió los bomberos, pero la idea fue desechada. No se dieron cuenta de que en cierto modo todo era fuego.
   Ellos si, ellos sabían y callaban. No podían volver a hablar, pero sonreían con los ojos, llenos de expectativa, sin saber a ciencia cierta qué iba a pasar. Un tipo que hacía años tenía un entripado con otro, le habló bien como por causalidad. Y una mujer fea, que siempre se sentía desdichada, empezó a caminar como si fuera hermosa y todos la miraron admirados. Hubo alguien que tomó una decisión importantísima que venía postergando. A otro se le reveló, de pronto, que la persona que tenía al lado le hacía daño. Esa piba joven, siempre un poco desubicada, zafó como por milagro del tipo que empezaba a darle droga.
 
   El alboroto era enorme, y todo resultaba caótico y enloquecido. Pero al mismo tiempo había un clima de fiesta, de posibilidades infinitas y contagiosas. Algunos pocos se fueron, moviendo la cabeza con fastidio o con tristeza. Pero la mayoría aceptó el tremendo juego que esas desbocadas mariposas proponían. Manuel pensó de pronto en la cuadra de su barrio y se recordó jugando a la bolita, lleno de sol. Julia lo miró justo en el momento del deslumbramiento.
   Carlitos pensó en su primera novia y por primera vez dejó de sentirse culpable y a María de pronto, se le fueron todos esos rencores que no la dejaban vivir. Marcos el pelirrojo, en cambio, tuvo un anuncio más bien feo: supo que tenía que tomar otro camino y le dolió. No le gustaban los cambios.
   Hubo gente a la que increíblemente no le pasó nada, pero nada de nada. Tal vez estaban muy prevenidos, o habían perdido la emoción. Tal vez no creían ya en la magia.
   Pero fueron los menos.
   En cierto momento, volvió a sonar la música y la orquesta de Osvaldo Pugliese tocó para todos “La    Mariposa”. Era un homenaje del Disc Jockey a las circunstancias extraordinarias de esa noche.
Mientras sonaba el tango, las maripositas empezaron a calmarse, aleteando más suavemente. Fueron intentando tener alojamiento en distintos pechos. Los más receptivos, los más abiertos, las recibieron, aunque con bastante susto. Vaya a saber los cambios que esas hechiceras traerían a sus vidas.
   Mientras tanto ellos, que habían salido temblorosos a bailar, supieron que el encubrimiento era ya imposible.
  La noche siguiente dieron a conocer su amor a todo el mundo, no fuera cosa de que las maripositas volvieran a hacer de las suyas. 
  
   Graciela H. López.


miércoles, 17 de noviembre de 2021

Abel Aznar

   Se llamaba Mariano Abel Aznar. Autor, Compositor. Nació en la localidad de Libertad, Partido de Merlo, Provincia de Buenos Aires, el 26 de junio de 1913. Falleció el 5 de marzo de 1983. Su padre, aragonés, tocaba la guitarra y el bandoneón y era de profesión ferroviario. Desde los 13 años de edad Abel trabajó en los ferrocarriles con su padre, quien lo quería graduado de ingeniero químico:

   

   - El viejo -recuerda-, deseaba por sobre toda otra cosa, asegurarme el futuro; además veía que yo tenía un porvenir en el ferrocarril y combatía a muerte mi afición por los versos. A pesar de eso pude estudiar el violín desde mis ocho años hasta los trece. El colegio lo hice sólo hasta el sexto grado, pero aprendí muy bien el idioma inglés junto a mi madre que era irlandesa. Claro que lo que mí me gustaba no era el inglés ni los trenes de papá, ni la química del futuro, sino la noche, la poesía y escuchar a Juan Maglio Pacho, que a veces venía con su orquesta por los pueblos del oeste.

    Después de 1930, Abel se vinculó con gente del ambiente artístico; conoció a Mansilla (El abuelito) en radio Nacional y él le presentó a Antonio Maida -que era muy amigo de Samuel Yankelevich- y a Nelly Omar. Por entonces, haciendo la música y la letra, compuso su primer tango: Igual te quiero.

   -El 24 de junio de 1936, siempre opuesto a mis inquietudes, falleció mi padre, y cuatro días después Nelly Omar me estrenaba el tango por radio; y no alcancé a demostrarle al viejo que había emprendido algo serio en la vida, por mi propio camino. Y me tuve que hacer cargo de mi familia además. Entonces, aparte de mi trabajo en el ferrocarril, daba lecciones de inglés en mi casa todas las noches. Eduardo Farrell estaba entre mis discípulos y ayudaba a Eloy Rébora a traducir libros. Pero quedé enteramente desvinculado del medio que a mí me gustaba. Tuve que empezar de nuevo. 

    Fue Armando Cupo quien le presentó a Laurita Esquivel, a Reinaldo Yiso y a Roberto Chanel, con el cual hizo algunos tangos.

   -Fue en la época en que Chanel empezó con Osvaldo Pugliese. Entonces le llevé uno de los temas que habíamos hecho.. Pugliese leyó la letra y me dijo:
   -Escribiendo así, usted no va a ninguna parte.
   -Fue duro para mí. Pero se lo agradezco. escribía cosas demasiada poéticas, alejadas de lo popular. Él tenía razón.

  

   Pasó el tiempo y un día Reinaldo Yiso le trajo una música de Luciano Leocata. Aznar le puso versos convirtiéndose en el tango: Y volvemos a querernos. Gracias al entusiasmo que despertó en Jorge Casal, lo estrenó y grabó Florindo Sassone con su orquesta y Casal en la confitería La Armonía, de la calle Corrientes.

   Osvaldo Ruggiero, sobrino de Leocata se lo llevó a Pugliese y la obra, en 1948, constituyó su primer éxito. Luego, con el mismo Leocata vinieron: Y mientes todavía, Y no te voy a llorar, Y todavía te quiero.

   Con Carlos Olmedo: Lo que vos te merecés, De puro curda, Y no le erré. Con Azucena Maizani, Y no somos nada. Con Cholo Hernández, Sonatina. Con Carlos Di Sarli, De qué podemos hablar. Con Manuel Sucher, Y no lo vas a saber, Nuestra última partida, Te doy un beso y me voy. Con Leo Lipesker, El último guapo, Sueño malevo, Qué tenes que hablar de mí. Con Juan Carlos Howard, Y te parece todavía. Con Alfredo Calabró, Vos hacé lo que querés.

                                           
    Le pertenecen: En el corsito del barrio (Con Reinaldo Yiso), y con Héctor Varela y Titi Rossi, Azúcar, pimienta y sal (su gran éxito de 1978). Y los valses  Anoche te soñé (con Mario Canaro), Si vos no me querés, Aunque sea mujer y Mala yerba (con Arturo Galucci). En 1977 escribió el guion de la película Tango, Canción de Buenos Aires.

Horacio Ferrer

(En SADAIC figuran 233 obras suyas, pero sólo 88 fueron editadas y grabadas. Realizó traducciones para la editorial Julio Korn)

   Podemos escuchar ese primer gran éxito suyo: Y volvemos a querernos, grabado por la orquesta de Florindo Sasone con Jorge Casal el 25 de enero de 1949)


  

martes, 16 de noviembre de 2021

Bien milonga


                                                     Bailemos el tango
                                                     que nos hace estremecer
                                                     y así junto a tu oído
                                                     de amor yo te hablaré.

                                                     Bailemos el tango
                                                     y vivamos la emoción,
                                                     de que aún con tanta gente,
                                                     estemos ausentes
                                                     con nuestro amor.

   Bailemos, bailemos que nos hace bien al cuerpo, al cuore y al alma. Sobre todo el tango, la milonga, el valsecito. Ahí tenemos que improvisar, vivir la música, sentirla y trasladarla al piso junto con la pareja de turno. Como pasará esta noche en BIEN MILONGA. La de todos los martes del año en la pista de la CASA de ARAGÓN (Pza. República Argentina nº6- Madrid).
 
 
 
El tango sigue de moda en infinidad de países del ancho mundo. Por algo será, ¿no? Y lo comprobamos con este desfile donde vemos  a parejas en exitosas exhibiciones bailables.                                      
 
   Por ejemplo, nos vamos al Seúl Tango Festival, en Corea del Sur, donde brillan Sebastián Arce y Mariana Montes, bailando el tango Viviani, interpretado por la orquesta de carlos Di Sarli.

                        

   Acto seguido nos vamos más cerquita, al Tango Zaragoza Festival. En este caso para ver a Carlitos Espinoza y Noelia Hurtado luciéndose al son del valsecito La serenata de ayer, por D'Arienzo-Mauré.

   

   Cerramos el viaje en la Meca del tango: Buenos Aires. Y son Kei Hasegawa y Germán Landeira los que se mandan al ruedo con la Milonga criolla por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Roberto Maida.

                                          
    No me digás que no te saltaron las ganas de empilcharte y venirte a la milonga.... Sería lo normal, ¿no te parece?

                                    

sábado, 13 de noviembre de 2021

Mingo Pugliese, Milonguero y maestro.

 Por el mundo con el tango a sus pies

   El tango puede definirse de cualquier manera menos como algo simple. Sabe a milonga sentimental, a tragedia, a comedia, a sarcasmo, a amor a celos, a pasión, a viejo recuerdo, a Buenos Aires querido, pero nunca deja impasible.

   Es reflejo de las mas diversas pasiones y emociones humanas. Todas esas características nos llevaron a encontrarnos con Domingo Pugliese, para muchos quizás desconocido por su afán de mantener su “perfil bajo” como bien él define su propia figura, pero reconocido como pocos en el ambiente tanguero de Buenos Aires por llevar 52 impecables años como eximio BAILARIN y profesor de profesores.

                                   

Esther y Mingo Pugliese

   Integrante de los Jurados del Festival de tango y folklore de Baradero de la Provincia de Buenos Aires y de los Torneos Bonaerenses de tango y folklore para Tercera Edad. Viene transmitiendo su escuela desde hace muchos años en países como España, Japón, Brasil, Alemania, además de ser Profesor y Coreógrafo del Centro General Belgrano y del Centro Cultural Ricardo Rojas y de la Universidad de Buenos Aires.

   La coreografía tanguera evolucionó paralelamente a la música y sus figuras se nutrieron de las mismas fuentes, los géneros importados y los criollos, por eso es justo ubicar a los primeros bailarines entre los creadores del tango.

   Obviamente, los primeros‑primeros no dejaron registros de sus nombres cuando hacían burla a los bailes de los negros en las puertas de un candombe o cuando innovaban en las figuras, de una habanera o de un tango andaluz.

   Por eso cuando a Mingo, conocedor de tango como pocos, le preguntamos su opinión personal sobre los orígenes de esta danza, nos dijo: “Soy un convencido de que en realidad no hay corrientes dentro del tango, solo existen por decirlo de alguna forma, tres diferenciaciones producto de su propia historia: el tango orillero, el de salón y el fantasía.

  Pero de aquella época de oro del tango no queda ninguno de sus buenos bailarines.

   En aquel entonces el baile estaba separado por barrios y dentro de lo que era la circunferencia de la Capital Federal había bailarines que se caracterizaban dentro de sus barrios.

   Uno de los barrios de donde salieron los mejores bailarines fue Monte Castro. Mucha gente cree que es Floresta, pero no, es un barrio chico que tiene el epicentro en Jonte y Segurola Ahí, en el Club Nelson en la calle Bernárdez 1850, se juntaban los mejores bailarines, y fue donde, desde el 36 al 55, aproximadamente, se practicó el mejor tango.

   Algunos dicen que uno de los primeros bailarines, fue de San Telmo, se llamo Pedrín, pero yo me inclino a pensar que el tango se empezó a bailar en los Viejos Corrales, allá en Parque Patricios en las calles Monteagudo y Caseros.

   Me vuelco mas por esa teoría porque ahí estaba el matadero antiguo al que llegaban arriando las tropas desde el interior y el barrio estaba todo circundado por prostíbulos.

                                     

Mingo Pugliese bailando con Gachi Fernández

    En lo que a mi respecta, me interesa hacer dos separaciones en el tango y que son las etapas que marca el año ’40, ya que a partir de ese año fue cuando realmente evolucionó ‑el tango música empieza allá por el ’900 como tango ‑ criollo, como tango de la Guardia Vieja, hasta que De Caro en la época del ’20 le cambia la notación musical del compás del 2 por 4, al del 4 por 4, dando origen a la Guardia Nueva.

   Después en el ’48 empieza el tango de Vanguardia.

   Aquella notación musical que modifica De Caro es la misma que luego D’Arienzo acelera a un 4 por 8 para darle el ritmo característico y pegadizo por que utiliza más notas en el mismo tiempo. 

   Y  hay tantos tangos como parejas de baile porque cada una puede trasmitir una emoción diferente.

Le pedimos que nos hablara de los distintos tipos que suele decirse que existen.

   Pero nos sorprendió afirmando que: “Aunque cada cual inventa algo, el tango es uno solo".

   Se puede dividir en tres variantes: el cantado, el danza o bailado y el instrumental.

   No entiendo la separación que pretenden hacer algunos entre el tango y tango danza.

   El baile es uno solo, la diferencia radica en los bailarines, unos son de pista y los otros de escenario.

   Es una música costumbrista que no solo no es folklore, sino que además es un híbrido producto de una mezcla de músicas diversas que van desde el candombe uruguayo hasta la habanera y el salsón cubanos y que a pesar de que lo han venido estructurado para pretender una enseñanza práctica, es un fenómeno cíclico que ha venido apareciendo y desapareciendo a lo largo de su propia historia.

   Aparece siempre coincidentemente con las crisis de comunicación, en esas épocas en las cuales la gente necesita sentir el contacto con otro como una forma de sentirse vivo.

   Porque el tango es sin ninguna duda, algo sensual, sugerente e, incluso, sexual porque hay en él una cercanía, una comprensión sin hablar, un juego constante de preguntas y respuestas que se transmiten constantemente entre los bailarines.

   Por eso siempre mantuve que hay dos formas de enseñanza.

   Una es la improvisación que es la forma de enseñar a bailar dándole al alumno la libertad de que exprese lo que siente.

   La otra es la enseñanza por figuras en donde se marcan rutinas de baile prefijadas.

Adela Fernández Cruz

(Domingo Pugliese falleció en 2017. Podemos verlo bailando con Esther, el tango Amurado, por la orquesta de Pedro Laurenz)

                                   



viernes, 12 de noviembre de 2021

Tonada de Tango

                                                   

José Portogalo

Nació de una "pobre cosa"

(¿anhelo, sueño, fracaso?) 

chapaleando en las orillas

entre la ortiga y el cardo..

Luego el silbo ahondó su gracia                                         y sus diabluras impuso

con alborozo de pájaro;                                                      lindamente en el asfalto.

tuvo acento de amargura,                                                   "Caminito" le dio un cielo

picardía de muchacho                                                        de "Pañuelito bordado"

y arresto de flor y truco                                                       el candor unos jazmines

en un boliche de guapos.                                                    sobre las tapias volcado

Con bandoneón y guitarra                                                  y aquel decir tan porteño

pudo más tarde en los patios                                              "Quién me quita lo bailado".

enriquecer su experiencia                                                   Carriego lo trajo al sueño

musical, con lo heredado                                                    con su lenguaje más alto;

de la nostalgia del gringo                                                    el pueblo estaba en su sangre

su lagrimón y su canto.                                                       y a su ritmo incorporado. 

Aquerenció su cariño                                                          La "ventanita florida"

en la glicina del barrio                                                         en el brío del "Entrerriano",

y fue de la madreselva                                                        con una flor en la oreja

su más querendón ahijado.                                                 y un pucho bien apagado,

Retozón en las esquinas,                                                    al aire su nombre dieron:

sencillo, lúcido, claro                                                          Tango.

supo llevar con altura                                                         (Ahora que peino canas,

el dicho "cayó parado".                                                      que lindo decirle: hermano,

Entonces lució apostura                                                     llevarlo suelto en el silbo

y se brindó con guindado;                                                  como un pájaro

lo bautizó "La Morocha",                                                    y hacer que su nombre tenga

"El Choclo" limpió su barro                                                sólo el nombre de mi barrio: 

                                                                                           Villa Ortúzar, plaza, cielo

                                                                                           Y calle donde tutearlo,

                                                                                           Supo, sin miedo, mi voz   

                                                                                           de chiquilín retobado).     

                                                                                                 

                                                                                           Qué lindo decirle: che,

                                                                                           Somos del mismo costado!

                                                               

martes, 9 de noviembre de 2021

Bien milonga

 

                                                            Al compás dormilón
                                                            de nuestro tango
                                                            con mi brazo
                                                            ciñendo tu cintura,
                                                            murmurando mil
                                                            frases de cariño,
                                                            entreviendo mil
                                                            cielos de ventura.

   
   Sí, los cielos de ventura que se entrevén en la pista de baile. Como nos sucede a nosotros en BIEN MILONGA, todos los Martes del año entre las 21 y las 0 horas. En la coqueta pista de la madrileña CASA de ARAGÓN, donde José María y Charo te reciben como se merecen los/as milongueros/as.

                                                 
  
   Para ir poniéndonos en situación de milonga, nos damos la consabida vueltita por distintas pistas del mundo, y así vemos cómo pisan y mueven las tabas esas parejas que han conseguido subir un escalón en la consideración general.

   La primera parada es en Lugano-Suiza, y son Ricardo Calvo y Sandra Messina los que nos muestran su solercia de bailarines, con esta demostración. Al compás de Juan D'Arienzo y su orquesta, en el tango Qué Dios te ayude, cantado por Alberto Echagüe.

                                  

   
   Un salto sobre el océano y en Fort Bragg (California-USA), están Oscar Mandagarian y Georgina Vargas, bailando un valsecito: Con los amigos, por Ricardo Tanturi, su orquesta y Alberto Castillo.
                               

    De vuelta al continente europeo, nos plantamos en el Recuerdo Tango Festival, de Varsovia para ver como se lucen Facundo Piñero y Vanesa Villalba con esta milonga: No hay tierra como la mía, interpretada por el conjunto Bandonegro.

                                           

 
   Sí, y después de unas exhibiciones que dan calambre, nos espera BIEN MILONGA esta noche                                              

domingo, 7 de noviembre de 2021

Sobre las esquinas porteñas

 GLOSARIO SENTIMENTAL DE LAS CANCIONES POPULARES

   Si la canción porteña posee un valor que, analizado desde un plano de responsabilidad artística sea digno de destacarse es, sin duda alguna, su capacidad de traducir en canto el sentido de la ciudad que lo prohija tan amorosamente. Porque la canción, como la leyenda, se enraiza en el misterio del pueblo que la origina, constituyéndose en un documento vívido por donde se descubre, en estado de auténtica simplicidad, el perfil propio de su paisaje y de su tiempo.

   Respondiendo a esta regla, nuestras composiciones populares son las mejores descripciones del medio social, de los tipos característicos, de las costumbres y hasta de la misma arquitectura. Por ello también, sólo nuestro arrabal posee “una música”; vale decir, posee una personalidad.

                                     



   Entiéndase (aclaro) por arrabal, no solamente lo geográficamente considerado como extramuro, sino también todo rincón porteño en donde la presencia del hombre-pueblo haya impuesto, por gravitación de su sola presencia, esa atmósfera peculiar que le sigue como una sombra. Sólo así se concibe que estén unidos, en una misma emoción, Pompeya o Villa Crespo con la esquina Corrientes y Esmeralda. Es imposible negar la identidad de sus atmósferas, de sus tipos y de sus códigos estéticos. Es que en verdad están hermanadas por el hombre del suburbio, que ha logrado atravesar el tablero de la ciudad por entre las calles acribilladas de luz y extranjerismo, insobornable en la función de custodiar su idiosincracia sentimental.

   La esquina de Buenos Aires es un nombre propio. Se diferencia de cualquier esquina del mundo. No es el simple ángulo que impone la geometría ciudadana, ni da la sensación de haber surgido en una necesidad de arquitectura magistral.

   Más bien parece urdida en un conciliábulo de malevos y de costureritas románticas. O solicitada por la vocación gregaria de “las muchachadas” deseosas de instalar junto a sus muros ese club que funciona cuando la luna prende su farolito blanco.

   La esquina no pertenece al resto de la ciudad, ni acepta un origen común. Cuando se hizo la primera edificación, allá por las montañas de Lezama, los ángulos de las manzanas estaban huecos, vacíos. Las calles parecían un destino inconcluso y los hombres se escondían en los patios. A la misma luna, eterna boba de la altura, le faltaba ese cielo mejor del almacén.

   Pero un día se inventó la esquina porteña bajo la urgencia de los malevos y de las costureritas. Entonces fue también cuando los almacenes se precipitaron bajo el cielo propicio en cumplimiento de un signo que les hizo correr el albur de los mares y del viento. Sin la aparición inevitable de la esquina porteña, aún andarían deambulando mundos, nostálgicos mostradores de estaño y acordeonadas guirnaldas de papel multicolor. El silbido estaría encarcelado en los labios y los piropos sensuales reventarían iracundos en los pechos.

                                                  

    Pero el creador de la esquina, como todo artista, tuvo el pudor de su limitada capacidad humana y pidió ayuda al sol, a la luna, a la lluvia y al viento. El sol y la luna le pintaron sus muros con turnos medidos en días y noches. La lluvia aseó su frente con húmeda pertinencia, y los vientos acunaron sus sueños con sones ambulantes.

   Las esquinas del suburbio porteño tienen algo de encrucijada y de destino. Todas se asemejan entre sí, marcando una característica en la torpe y desigual arquitectura de la ciudad. Su nombre constituye una institución que nos es propia y significa –aparte de su sentido literal– “lugar geográfico para el descanso propietario o la reunión bravía.”

   Recostadas sobre sus muros, las muchachadas ensayaron el piropo chuscador y sensual, u orquestaron en sucesión de tangos la primitiva banda del silbido.

   Cobijada en su sombra protectora, más de una muchachita de Carriego dobló su vértice para tomar la senda irreparable. Y también, así como el amor cien veces la perfumó de ensueño, otras tantas una pasión irremediable la salpicó de rojo y de venganza.

   Esquina porteña, prontuario sentimental que guarda la leyenda brumosa de los barrios y que en la musicalidad de su nombre encierra los acordes metálicos del organito que se fue para siempre.

   El proceso ciudadano de la historia de los barrios no se encuentra consignado en la historia de Grosso pero lo relatan con seguridad irreparable el valsecito criollo, el tango y la milonga. Ese valsecito que llora en el crepúsculo la historia de un amor cuya mansa intensidad atestiguaron treinta lunas, y que hizo su itinerario por la senda de cien callecitas empolvadas de sombra y poesía. Ese valsecito que ahonda su dolor en la evocación de las viejas esquinas sobre cuyo fondo brumoso la humilde historia sentimental más bien parece el canto de los barrios.

Homero Manzi


sábado, 6 de noviembre de 2021

Esquinas porteñas

    El día que Cátulo Castillo le presenta a Sebastián Piana "un muchacho que escribe lindos versos", no sólo sirvió para que entre ambos le pusieran música a un tema del vecino de Cátulo, titulado "El ciego del violín", sino que finalmente se llamaría Viejo ciego y le abriría las puertas del tango al santiagueño Homero Manzi, que en ese año 1926, tenía apenas 19 años. Lo estrenó  Roberto Fugazot en el Teatro Nuevo.

                                              

Cuatro amigos. Cuatro grosos del tango. Cátulo, Manzi, Piana y Maffia

   Entre Piana y Manzi desarrollarían a partir de entonces una obra clásica, que entraría en el corazón de los porteños y en las partituras de orquestas y cantantes. Renovaron la milonga con temas como Milonga sentimental, Milonga del novecientos, Milonga triste, Juan Manuel, Milonga de los fortines, Pena mulata, Milonga de Puente Alsina, Carnavalera, Papá Baltasar, Betinotti, Y también obras de fuste: El pescante, De barro, Su carta no llegó, Voz de tango, ¡Dale...dale!,  los valsecitos, Paisaje, Serenata gaucha, Lluvia y éste que traigo hoy a la página, entre muchos otros temas.  

   Manzi tenía esa paleta sentimental y lúcida para pintar aquellos paisajes adolescentes que se le quedaron impregnados para siempre en sus retinas. El nombre del valsecito de marras nos ubica en esa parte del corazón de los porteños, en aquellos barrios humildes del sur, donde se reunía la muchachada para comentar el partido del domingo, las últimas noticias, las peleas en la zona, los nuevos vecinos, la piba que los iluminaba... La esquina del barrio.

   También esos romances de barrio que era seguidos con ojo y oído atento y se colaban entre los chimentos del día. Las mudanzas que dejaban una estela de vacío. Los recuerdos del veterano que seguían con admiración. La esquina tenía también el aliciente de aquella cita amorosa que se perdería en el tiempo. El noviazgo que envidiaban, un atisbo de cielo en una pompa de jabón. Las costumbres y hábitos en esa zona llena de baches, humilde, de paredes descascaradas donde se mezclaban el azar diario de tantas vidas.

                                          

   Manzi recorre mentalmente aquellas calles, aquella esquina donde tuvo una novia pasajera que le dejó tanto recuerdo, y la evoca con la fragancia de esos días, dentro de aquel paisaje material de la memoria. Como una alegoría de ese halo nostálgico y crepuscular. Porque en la encrucijada de su remembranza, reviven las lluvias de invierno, los muros pintados, las sombras y sobre todo las inolvidables esquinas porteñas que nunca pudimos olvidar. 

Esquina de barrio porteño
te pintan los muros, la luna y el sol,
te lloran las lluvias de invierno
en las acuarelas de mi evocación.
Treinta lunas conocen mi herida
y cien callecitas nos vieron pasar,
se cruzaron tu vida y mi vida
tomaste la senda que no vuelve más.

   Homero vivió sólo cuarenta y cuatro años, pero le alcanzaron para dejarnos una obra maravillosa. Nadie pintó como él ese Sur, el Barrio de tango, el Romance de barrio, la Milonga de Puente Alsina, y todas esas acuarelas realistas que fueron su musa como retratista excepcional. No necesitó el artificio de la ficción y retrató con realismo los eslabones íntimos, emocionales con un encaje dotado de profundidad. Sobre todo cuando revive aquel romance juvenil y esa esquina del barrio porteño se convierte en el símbolo de su metejón. El fantasma de ella sobrevuela el paisaje y aquella esquina.

Calle, donde la vida mansa
perdió las esperanzas
la pasión y la fe.
Calles, si sé que ya está muerta
golpeando en cada puerta
por qué la buscaré.
callecitas, sombreadas de poesía
nos vieron ir un día
felices, los dos;
compañera del sol y las estrellas,
se fue la tarde aquella
camino de Dios.

Los vientos murmuran mi pena,
las sombras me dicen que ya se marchó
y escrito en las noches serenas
encuentro su nombre como una obsesión.
Esquinita de barrio porteño
con muros pintados de luna y de sol,
que al llorar con tus lluvias de invierno
manchás el paisaje de mi evocación. 

   Las notas de Piana le dieron aún más vitalidad a este valsecito que estrenó con mucho acierto Ignacio Corsini en 1933. Lo grabaría al año siguiente, igual que Mercedes Simone y lo pusieron en el candelero. Ángel D'Agostino con su orquesta,  cantando Ángel Vargas, lo grabó el 22 de mayo de 1942. La versión que escuchamos.

                                    

                            

    

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Los músicos figurantes

    Al llegar el micrófono eléctrico, a mediados de la década del veinte, se fue extinguiendo la extraña profesión de músico figurante, en el tango. Estos personajes, denominados así, se limitaban a hacer bulto en los conjuntos, simulando tañer un instrumento que apenas dominaban. En el caso de los violinistas, empuñaban el mismo y frotaban las cuerdas con un arco de cerdas sin pez, para que no emitiesen ningún sonido.

   A los bandoneonistas que sólo ocupaban el sitio, le soltaban los tornillos de las cajas armónicas. Del fueye sólo emergía entonces un fatigoso jadeo, debido al aire que entraba y salía al abrir o cerrar el bandoneón. Esa respiración era tapada por el ruido de los que tocaban de verdad. En las Fiestas de los Carnavales, era cuando más figurantes encontraban trabajo en las orquestas porque la cantidad de músicos en el escenario era una rèclame importante.

                                


   Al no haber amplificación -los cantores usaban un megáfono-, o era precaria, había que evitar que el ruido de la gente colapsase a los sonidos que emitían los instrumentos de la orquesta. Anunciaban, por ejemplo, veinte bandoneones, y como mínimo, la mitad eran truchos. Algunos estaban como los extras del cine, pero otros eran músicos principiantes que querían llegar.

   En el caso de estos últimos estaba, por ejemplo, uno de los hermanos Malerba. Se trataba de Ricardo, que en el año 1929 integró la orquesta del jovencito Cátulo Castillo, quien a sus veintitrés años, viajó a España para actuar en la exposición de Sevilla.  En la orquesta también estaban Alfredo y Carlos Malerba (fallecería en Bilbao y sería enterrado allí), Miguel Caló, Alberto Cima y el cantor Roberto Maida. Realizarían una gira por países vecinos con muy buenos resultados.

   Ricardo Malerba fingía tocar el bandoneón y terminaría aprendiéndolo y formaría una orquesta de muy agradable ritmo bailable. Gracias también a su concuñado, Dante Smurra, que no sólo tocaba el piano en la formación, sino que hacía los arreglos y le daba el tono musical, muy grato para escuchar y aceptado por los bailarines. Recuerdo cuando traje a Madrid los primeros cds de tango, y entre ellos uno de Ricardo Malerba. Lo pasaba en la milonga, sorprendió y gustó mucho. 

   Oscar Zucchi, el gran historiador de los bandoneonistas, menciona el caso del violinista Juan Pecci, que integró la orquesta de  Eduardo Bianco en Europa, ocupando un lugar en la fila de fueyes. Allí recibiría lecciones de Héctor María Artola y terminaría aprendiendo a tañer el instrumento. O Luis Zinkes, que estudió el violín y luego haría de figurante en el conjunto de Francisco Lomuto. 

                                          

Juan Pecci entre Batistella y Gardel, en Niza

   Zinkes estaría en dicha orquesta junto a renombrados bandoneonistas como Daniel Sardina Álvarez, Américo Figola (Figazza), Haroldo Ferrero y Jorge Argentino Fernández. A Zinkes le denominaban Cuchara, y finalmente sería  no sólo un fueye muy respetable, sino incluso hasta estribillista, grabando a dúo dos temas con Jorge Omar: La conga Para Vigo me voy  y la ranchera Argentina.  

   Franciso Lauro, conocido en el medio como El tano, dirigía desde el bandoneón su propia  orquesta: "Los mendocinos", que tenía bastante trabajo, en tanto que su pericia con el instrumento era muy escasa. En sus filas debutarían músicos como Juan Sánchez Gorio, Alfredo De Angelis y Astor Piazzolla. Zucchi nos recuerda que una noche en que simulaba tocar los solos -siendo Sánchez Gorio quien realmente los hacía- no podía imaginar que Astor le había aflojado los tornillos del bandoneón. En ese trance, todos los músicos silenciaron sus instrumentos y sólo se escuchó el flato del fueye del Tano que se los quería comer...


martes, 2 de noviembre de 2021

BIEN MILONGA


                                                      La vida es una milonga
                                                      y hay que saberla bailar,
                                                      en la pista está sobrando
                                                      el que pierde su compás.
 
                                                      La vida es una milonga
                                                      y hay que saberla bailar,
                                                      porque es triste estar sentado
                                                      mientras bailan los demás.

   La vida te enseña que así es, como lo escribía Rodolfo Scianmarella en la milonguita que compuso con Fernando Montoni.Por eso las noches de BIEN MILONGA te lo recuerdan y demuestran cada Martes del año, en la siempre elegante pista de la madrileña Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6), desde las 21 a las 0 horas.
 
                                 
   Y para ir entrando en calor, con vistas a esta noche de Martes, nos damos una vueltita por diferentes pistas del mundo donde milongueros de nacionalidades varias, bailan como si hubieran nacido en un barrio porteño. El contagio es evidente y nos alegra.

   Como muestra de ello arranco por un pueblo de China, donde Eleonora Kalganova y London Honglondon se mandan al ruedo con el tango El recodo, por la orquesta de Rodolfo Biagi.

                                 
   Seguimos viaje y nos plantamos en Kyiv, Ucrania, para ver en acción en el Festival 2021 a Gioa Abballe y Simone Facchini. Que juegan con sus cuerpos al ritmo del valecito Miedo,  interpretado por  la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Héctor Mauré.
 
                                          
   
Y zarpo a Berlín y me instalo en el Pippo Tango. En este caso son Eva Stefanakou y Nikita Gerdt los que se lucen con los acordes de la milonga Ella es Así, por la orquesta de Edgardo Donato con la voz cantora de Horacio Lagos.
                                          
 
   Como verás, en todas partes se cuecen habas, o mejor dicho, se baila tango, porque han descubierto la polenta sentimental y lúdica que tiene nuestro género musical. Y así disfrutaremos también nosotros esta noche en la pista de los sueños, milongueando a tope. ¿Te apuntás?