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domingo, 8 de julio de 2012

Elegante papirusa

En principio, este título del tango del violinista de la guardia vieja Tito Roccatagliata, sugiere una dedicatoria especial a una dama. Y lo tiene.


La orquesta de Fresedo en 1921. Fresedo, Rodríguez y Thompson adelante. Detrás: Francia, Cobián, Tito y  saxofón.
 

En Buenos Aires, el tango fue desplazándose desde los barrios bajos, a los cabarés de Palermo, los cafetines de la Boca y finalmente a los Cabarés o Dancing del centro de la Capital, en la segunda década del siglo XX.

Hubo algunos de ellos que fueron muy famosos, como el Royal Pigall (luego convertido en el Tabarís),  Montmartre, L'Abbaye o Elysées.  

Este último estaba en Maipú al 300 y contenía los tres pilares que atraían a la clientela masculina: Mujeres bonitas, música popular -especialmente el tango-, y los tragos.

El Elysées estaba en Maipú al 300, y aseguran que la mayoría de sus bailarinas eran jóvenes muchachas polacas, que traían las organizaciones que manejaban la trata de mujeres.

Ellas habrían sido allá por 1917/18 las primeras en fumar en público. Como desconocían totalmente el idioma, al referirse al cigarrillo lo nombraban en su lengua : papieros.

Por ello se les adjudicó el nombre de papirusas. Con el tiempo ese nombre alcanzaría otra resonancia pues en lunfardo terminaría siendo la mujer bonita por excelencia.

Tito (David) Roccatagliata le dedicó su tango a una de esas esbeltas muchachas polacas,  en alguna de las varias oportunidades en que ancló con su música en ese sitio.

Lamentablemente, pese a tratarse de un músico de muy buena formación, que destacó con Arolas, en la Típica Select que grabó en Estados Unidos; con Firpo, Canaro, Fresedo y todas las importantes de la primera época, en su loca bohemia corrió a la par de la de su gran amigo Arolas. Incluso éste le dedicó su hermoso tango Lágrimas a la madre de Tito, que sufrió mucho por la vida de su hijo.

El alcohol y las drogas lo diezmaron y murió con 34 años. Dejó una producción muy escasa para su talento, pero esta bella página contiene un pedazo de aquella época y la anécdota que le sirvió para el título.

Van dos versiones de esta hermosa parte de la historia tanguera.




Elegante papirusa. Miguel Caló

Elegante papirusa. Edgardo Donato


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