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lunes, 30 de noviembre de 2015

Jesús Hidalgo

Afortunadamente, el tango siempre nos presenta rostros nuevos que le dan aire al género y lo recoloca entre los jóvenes. Valores como Jesús, que lleva ya unos cuantos años en el oficio de cantarlos, destacan entre el manojo de voces promisorias porque, aparte de sus estudios vocales, tiene esa pizca de sentimiento necesaria para interpretarlos, inyectándole savia nueva al viejo tango que estaba esperando el empujón de estos muchachos para seguir iluminando el imaginario colectivo.

Flaquito como un silbido, y flequillo adolescente, Jesús, nació en Bragado, una ciudad ubicada en el centro noroeste de la Provincia de Buenos Aires a 210 kilómentros de la capital. Tierra de escritores y poetas como Enrique P. Maroni o el cantor Carlos Saavedra, que me remite a los recordados versos de Anastasio el Pollo (Estanislao del Campo), en su recordado Fausto:

-En un overo rosao / flete nuevo y parejito / caía al bajo, al trotecito, / y lindamente sentao / un paisano del Bragao, / de apelativo Laguna: / Mozo jinetazo ¡Ahijuna!, / como creo que no hay otro, / capaz de llevar un potro / a sofrenarlo en la luna.

                                           



El mocito no sería gaucho de a caballo, como Laguna,  pero le gustaba guitarrear, canturrear y hasta se animaba con algunas zambas y chacareras. Al cambiarle el registro de voz, se fue formando en el arte vocal de la mano del profesor Mónaco y el tango se acomodaba mejor a su gola. El primero que cantaría entero sería Grisel. Así fue como a los 13 años ya ganaba el primer premio como solista en los Torneos Juveniles bonaerenses organizados por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.  Ello ocurrió en 1995, y lo repitió en 1996 y 1998. Ya estaba lanzado y no sofrenaría el garguero hasta llegar a la luna de la Capital.

Había seguido ganando concursos, lo premiaron con un viaje a España, donde lo escuché en el Colegio Mayor Argentino de Madrid, llamándome la atención por su buen gusto y entonación. Su vinculación con el excelente bandoneonista Walter Ríos, su padrino artístico, con quien actuó en una sala bragadense, le sirvió de apoyo para el futuro inmediato porque comenzaría a modelar su voz tanguera de tal forma que pronto lo llevaría a alcanzar metas mayores.

                                     



En el año 2001 gana el Concurso Hugo del Carril, auspiciado por la Ciudad de Buenos Aires y es el espaldarazo que necesita, porque le vale para ingresar en la orquesta Escuela de tango, dirigida por Emilio Balcarce. Lo convoca el Marinero Montes para viajar con él y Aníbal Arias a Japón. Raúl Garello queda prendado de sus condiciones y lo fortalece espiritualmente al baquetearlo en su orquesta. Como su tono encaja en lo que Garello hizo acompañando a Floreal Ruiz o al Polaco, le apresta los mismos arreglos que entona de maravilla Jesús Hidalgo, aprendiendo de paso, tantos yeites que alumbran el rumbo de sus pasos.

El chico que estudiaba electricidad de obra, hoy es uno de los puntales del tango y ha clavado su pica en la ciudad porteña que lo aplaude. Pero también en otros lugares del mundo, por los cuales pasea su arte, como Uruguay, España nuevamente, Australia, Italia... Con la compañía Tango Fire, pisa los escenarios de 20 ciudades de Estados Unidos, Turquía, Inglaterra, China, Filipinas, Suiza, Sudáfrica, Malasia,  otra vez Japón. ...

                                               


Ya se ha vareado con el Sexteto Mayor, con Esteban Morgado, Raúl Barboza, Horacio Castillo, con los músicos citados, ha seguido cosechando trofeos y, sobre todo, gusta a los aficionados por su estilo sobrio, su fraseo, la captación cabal de la poesía, el sentimiento y la dicción. Ha captado el espíritu del tango y sabe seleccionar los temas que mejor se adaptan a su estilo,  y su sobrio perfil.

Acá podemos saborearlo en un par de temas. Por ejemplo en Los Mareados, el tango de Juan Carlos Cobián y Enrique Cadícamo, acompañado a la vieja usanza, de bandoneón y guitarra.

                                                 


Y ahora, con orquesta; el sexteto del bandoneonista y arreglador Raúl Garello, en la sala Torquato Tasso, interpretando y acompañándolo en: Como dos extraños, ese tango de Pedro Laurenz y José María Contursi que sigue exprimiento sentimientos.

                                     


sábado, 28 de noviembre de 2015

Yo soy el tango

Este tango de Domingo Federico y Homero Expósito, bucea en aquellos tiempos iniciáticos, y bate de arranque:
Soy / el tango milongón / nacido en los suburbios / malevos y turbios...

Todos los mitos construídos en torno a la parte fundacional de la música porteña, inciden en las riñas, los cuchillos, los chumbazos, guapos y paicas, y le dan este tono infatuado al tango, que le viene bien para sentar baza entre tanto ritmo superfluo de quita y pon.


                                            

En estos momentos, en que se ha instalado para quedarse, en todo el orbe, los milongueros de siempre  tratamos de respetar la heráldica del tango y proteger su verdadera personalidad, que ya no es precisamente la de la leyenda bravía.Y así lo hacemos en BIEN MILONGA, la que realizamos todos los sábados y martes a partir de las 21 horas, en la Casa de Aragón de Madrid, sita en la Plaza República Argentina nº 6. de Madrid. Homero Expósito lo subraya más adelante.

 Hoy,
 que estoy en el salón,
me saben amansado,                                                               
dulzón y cansado
Pa'que creer,
pa'que mentir,
que estoy cambiado
si soy el mismo de ayer.

Escuchen mi compás:
¿No ven que soy gotán?

Sí, y así es cómo ha conquistado a tantos bailarines en el mundo entero. Nosotros damos clases auténticamente milongueras y tenemos buenos milongas de ambos sexos en nuestro reluciente reducto. Pero los invito a echar el vistazo sabatino por otros pagos lejanos, así campaneamos la salud del tango actual por tantas pistas de por ahí, ¿viste?

La brújula milonguera me lleva al Villa Malcolm de mi juventud temprana, donde mi amiga madrileña, Pepa Palazón, ha instalado su rancho para delicia de los milongueros. (¿Te acordás Pepa cuando te predije que no volverías, el día que te piraste para allá?). En este club la gran María Nieves de la leyenda, baila con Pancho Martínez Puey, el tango Jamás retornarás. por la orquesta de Miguel Caló, cantando Raúl Berón.

                                      


Me tomo el bondi aéreo y aterrizo en Moscú. El avión, por suerte, no se cayó, y allí veo bailar a la pareja Rodrigo Fonti-Majo Martirena. Se lucen con el tango Como se pianta la vida, por Enrique Rodríguez cantando  Armando Moreno, el Muñeco.


                                     

                                       
Y el fixture de hoy me manda a Duna Palota (Budapest-Hungría). Allí están Pablo Rodríguez y Corina Herrera  que se engrampan con La milonga de Buenos Aires, por la orquesta húngara, Tango Harmony.

                                   



Y yo, a casa que llueve y esta noche tengo que milonguear groso. Salute!                                    

jueves, 26 de noviembre de 2015

Orlando Goñi

La otra noche estábamos en la milonga y salí a bailar con una mujer. Apenas nos abrazamos para arrancar, y dimos los dos o tres primeros pasos, ella me susurró en la oreja:

Cómo me gustan estos tangos...! Me arrastran, me hacen volar...

Era la orquesta de Aníbal Troilo y una de sus primeras sus grabaciones de los años cuarenta y uno: Te aconsejo que me olvides, cantado por Fiorentino. Una maravilla total, genial, que repito constantemente en Bien Milonga, y que lleva a las nubes. No me gusta conversar cuando bailo (código milonguero), pero cuando terminó el tema y mientras esperábamos el siguiente le dije.

                                 
Francisco Fiorentino y Orlando Goñi


-Escuchá el piano de Goñi, seguilo, no falla nunca y es como una brújula que te orienta en la pista, pero a la vez te da un empujón emocional tremendo.

Ella comenzó a parar la oreja, atenta al piano, mientras seguíamos. Y al final me comentó:

-¡Qué maravilla! Nunca le había prestado tanta atención... ¡Qué genial! Te lleva de la mano...

                     
1933. Gobbi y Goñi en Mar del Plata, cuando tocaban con Alberto Pugliese (izq)


Así era este gran pianista, para mí el mejor de todos, respetando siempre a los grandes ejecutantes del piano que tuvo el tango, y que fueron muchos y notables. Si en realidad no ocupa un lugar más importante entre la gente, es por su desenfrenada bohemia que lo llevó a vivir a toda velocidad, con un desorden interno que lo conduciría tempranamente a la muerte, cuando tanto se esperaba de él.

Fue el cadenero de la primera orquesta de Troilo y las 71 grabaciones que dejó en su paso por la orquesta de Pichuco, son las que alumbran la chispa bailable en tantas pistas del mundo, porque son musicalmente maravillosas y genialmente milongueras. Tenía mucha influencia de Francisco de Caro, a quien iba a ver seguido con su entrañable amigo Alfredito Gobbi, cuando aquél actuaba con el conjunto de su hermano Julio. Pero, a la vez, también arrastraba influencias jazzísticas de la época, especialmente de Teddy Wilson según él mismo reconoció y que quedaban reflejadas en el swing de su zurda mágica y el sonido rítmico, romántico y milonguero que imponía con la diestra y que arrastraba a todo el conjunto, por su gran polenta.

                                                     
La orquesta de Troilo en la puerta del Germinal de la calle Corrientes. 1938.


Nació y se crío junto al Mercado Spinetto y de chico le tiró la música. Estudió piano y armonía con Vicente Scaramuzza, igual que su hermano José. A Orlando y a Alfredito Gobbi los convoca Anselmo Aieta para una suplencia con su orquesta, y allí fue la dupla de amigos con pantalones cortos, a fabricar su gran ilusión.  Luego hicieron un trío con el fueye de Domingo Triguero, y con 14 años y medio, se sienta en el teclado de la orquesta de Miguel Caló, reemplazando a Armando Baliotti en el cine Regio.

Estaría con Manuel Buzón en el cine Monumental, se alistó en el conjunto de Alfredo Attadía, y se reencontraría con su álter ego, Alfredo Gobbi, en la orquesta de Buzón. En la misma se alineaban: Orlando Goñi y Jaime Gosis en pianos; Alfredo Attadía y Aníbal Troilo en fueyes; Alfredo Gobbi y José Goñi en violines, y Agustín Furchi en el contrabajo. Seguirían con Gobbi en algunos sitios, como en Mar del Plata con Alberto Pugliese, toca con Ciriaco Ortiz y Troilo en Los Provincianos,  y en la orquesta de Juan Carlos Cobián vuelve a encontrarse con Pichuco.

Al disolverse esta orquesta y en una de las tantas reuniones a la violeta que hacían en la Pizzería Las cuartetas, Goñi le sugiere a Pichuco que forme orquesta propia. Una noche, después de la pizza, y estando en el Café Suárez de Esmeralda y Lavalle, el periodista deportivo (gran amigo mío, con quien estuve en Miami un par de veces) Manuel Sojit Corner, llega agitado y les dice que Salas, el empresario del Marabú estaba buscando una orquesta "para laburar dos meses allí"...

                                         


Fue Goñi quien más se entusiasmó y le trabajó la cabeza a Troilo para armar una orquesta. Y allí mismo se pusieron a confeccionarla. Pichuco, Toto Rodríguez, Roberto Gianitelli y Eduardo Marino serían los bandoneones; José Stilman, Reynaldo Nichele, Pedro Sapochnik, violines: Juan Fassio, contrabajo y Orlando Goñi al piano. Troilo quería traer de cantor de Rodríguez Lesende pero éste no quiso dejar sus compromisos y el mismo Goñi arrimó a Francisco Fiorentino. A Troilo le gustaban los cantores de voces moduladas que supieran "decir" la letra. "Esos que gritan no son cantores, son fruteros", solía comentar.

Fiorentino que había sido bandoneonista y sastre, se ocupó de encargar la confección de los trajes para todo el conjunto, aunque el propio Fiore, Goñi y Pichuco los usaban de distinta hechura y color.
"Fiorentino fue el hombre que nos enseñó a subir a un escenario. A mostrar al público una sonrisa cordial. Recuerdo cómo se preocupaba para que saliéramos bien peinados y bien jaileifes ante la mirada de nuestros seguidores", comentaría luego Troilo.

                                             


Goñi fue el alma, corazón y vida de esa orquesta genial. Lírico y canyengue, tocaba al unísono con los violines y los bandoneones con su mano derecha.  Con su mano zurda rellenaba todos los resquicios, demostrando su formidable pulsación, su gran tempo orquestal y ese fraseo recortado que tanto me estremece en la pista. Sus variaciones son un festín para los milongas, y Goñi, como ninguno, supo destacar los dibujos orquestales de Pichuco en el piano, arrastrando a toda la orquesta detrás suyo.

Estuvo en la orquesta de Aníbal Troilo desde aquel debut en la sección vermut del Marabú, en julio de 1937, hasta septiembre de 1943. Y nos dejó su polenta creadora en esos 71 temas que son un botín para la oreja y para inspirarnos en el encerado. Después... ¡qué importa del después!... si se nos apagó tan temprano debido a esa bohemia tremenda que lo fue aniquilando. Todos esperaban el debut soñado de su gran orquesta, en la que militaban Antonio Ríos, Roberto Di Filippo, Eduardo Rovira y Luis Bonnat en una impresionante fila de fueyes de primera línea; Rolando Curzel, José Amatriain,  Antonio Blanco y Emilio González en violines,  Domingo Donnaruna en contrabajo, y Goñi al piano y dirección. Una orquesta que apenas duró 15 meses con cantores como Raúl Berón, Fiorentino, Osvaldo Cabrera o Rodríguez Lesende, y que no dejó grabaciones, más que algún acetato que anda por ahí, perdido... Como se perdió en la vida y fue a morir a la casa de su amigo bandoneonista Juan E. Martínez, en Montevideo, con apenas 31 años...

                                         
La esperada orquesta de Orlando Goñi con Raúl Berón (parado arriba de Goñi)


Si para muestra basta un botón, vuelvo al tema que bailé con aquella milonguera y que me hace saltar de la silla al escucharlo. El tango de Pedro Maffia y Jorge Curi: Te aconsejo que me olvides, por la orquesta de Troilo, el increíble piano de Goñi y la hermosa voz de Fiore.  Lo grabaron el 16 de abril de 1941

Orejas y pies en guardia..!!


059- Te aconsejo que me olvides - Troilo-Fiore





martes, 24 de noviembre de 2015

Edmundo Rivero y la censura

En su libro subtitulado: El lunfardo y yo, Edmundo Rivero habla de los avatares de la censura y lo que sucedió con tantas letras de tango que se esfurmaron temporalmente porque no tenían arreglo en su métrica y sentido expresivo. Ahí tallaba la larga mano de los inquisidores de los años 40, detrás de los cuales estaba el Cardenal Capello, que fuera antes Arzobispo de Buenos Aires . Y Rivero lo recordaba así:

Censura hubo casi siempre

                                       


Para lo único que la mano venía pesada era para las letras lunfardas. Todavía se arrastraban algunas prohibiciones que venían desde la presidencia del general Ramírez. Celedonio Flores había sido uno de los más proscriptos y a lo mejor se murió de pura bronca. A veces había sido peor que prohibido: desfigurado hasta el disparate por remiendos que pretendían "moralizar" sus letras. Con Mano a mano, por ejemplo, se llegó a absurdos como éstos:

Recordando en mi tristeza
hoy te evoco y veo que has sido
en mi existencia azarosa
sólo una buena mujer.
Tu presencia distinguida
et.etc.

    Como si rechiflado o bacana fuesen una ofensa al pudor y, "pobre vida paria" tuviese algo que ver con el lunfardo.

                                

    La censura no permitió que mi repertorio de aquellos años con Troilo tuviera más letras reas, pero hay que recordar que la mayor parte de las orquestas tampoco solían hacerlas, quizás con excepción de D'Arienzo. Yo me iba a desquitar bastante pronto. El primer disco que grabé como solista, ya en el 50, fue Audacia, justamente de Cele, letra que había estado prohibidísima y en la cual el autor reflexionaba acerca de otras palabras aceptadas, como "partenaire"

Yo no manyo francamente
lo que es una "partenaire"
aunque batan que soy bruto
y atrasado, qué querés.
No ha de ser nada bueno
si hay que andar con todo al aire
y en vez de batirlo en criollo
te lo baten en francés.

   Ya en los tiempo de Troilo, Perón había empezado a dar vía libre al lunfardo, no podía dejar de percibir el ridículo de llamar La mala al tango La maleva. Las anécdotas de aquel tiempo eran incontables: se había llegado a proponer para El ciruja algo así como El hurgador de basurales. Claro que después la métrica no daba. Por algo la gente se había tomado ya en farra la cosa y bromeaba con que a la calle Guardia vieja se la debía rebautizar "Cuidado mamá"

     Perón, además, era bastante ducho en lunfardo. Su tango preferido, el que siempre pedía cuando yo cantaba, no era al fin de cuentas muy académico. Lo emocionaba casi hasta las lágrimas (y alguna ver fue sin casi) Cuando me entrés a fallar, esa historia del jovato y de la piba.

                                   
Edmundo Rivero (centro), cuando acompañaba en guitarra a las hermanas Omar
 
   También últimamente he tenido varias piezas con difusión prohibida por el COMFER, pero esa ya es otra historia, creo que también antigua.

Y yo, para recordar a este gran cantor que tuvo el tango, el lunfardo y la copla criolla, lo traigo en un viejo documento de televisión, donde narra cómo ensayaron y se largaron con Pichuco en La última curda. Y canta este tango inmortal acompañado por Leopoldo Federico en el fueye. Atenti.



Y mirá esta reliquia. Cantando en la película Pelota de trapo (1948), Cuando Me entrés a fallar, el tango que hizo llorar a Perón en Madrid, donde estaba exiliado,  al escuchárselo a Rivero. En la mesa, una gloria del fútbol, Ernesto Grillo y Armando Bo, el director, lo miran y se emocionan. 

                                                                               

sábado, 21 de noviembre de 2015

Valsecito criollo

Los valsecitos son la alegría de la milonga. Tres minutos donde florecen los cuerpos y los pies. La historia de la danza del tango es tan linda, tan interesante en todos sus bosquejos, que los músicos y cantantes supieron adosarle la milonga y el valsecito a los atriles. Sobre parecidos supuestos bailables, aunque el vals se bailaba al principio con simples giros. Fue a comienzos de los años cincuenta cuando se lo aderezó con figuras de tango, alternando con los giros.

Cuando suenan los valsecitos en los altavoces de la milonga, la pista se puebla de sonrientes parejas dispuestas a disfrutar al mango toda esa alegría, el candor, la sensación de fiesta que traen esos compases tan familiares al oído. Además el catastro tanguero acarrea una cantidad muy grande y sentimental de esos valsecitos que nos  transmiten alegría y amor. Francisco García Jiménez en su Valsecito criollo -que lleva música del ex pianista de D'Arienzo, Lidio Fasoli- lo expresa así.

                                      

Canción sentimental, / canción de amor y juventud, / humilde y bella flor / de mi inmortal barrio del sur. / Querido valsecito / de los primeros sueños, / de la primera novia, / de la ilusión azul... / Bailando con tu son /  iban los pies y el corazón; / dichoso de vivir / en la cabeza había un zorzal, / rimando con las notas / de tus violines tiernos, / de tus guitarras criollas / querido y viejo vals...

Y lo escucho por la orquesta de D'Arienzo del 37, y mi cabeza se va con esas notas alegres y emborrachantes de ilusión, de alegría. Por supuesto, lo he seleccionado para esta noche en BIEN MILONGA, la que desarrollamos todos los sábados y martes, desde las 21 horas, en la CASA de ARAGÓN de Madrid, en la Plaza de la República Argentina número seis. (Pza. de los Delfines)

Y como aperitivo, aprovecho para darme una vuelta por pistas lejanas para ver bailar a milongueros de todas partes que se han entregado en cuerpo y alma al tango.

Por ejemplo, podemos apreciar en el Shangai Tango Festival Chinese a Gustavo Lin y Catarina Chung. Se mandan con el tango Emancipación por la orquesta de Osvaldo Pugliese.





Y ahora pasando por Seúl (Corea) me engancho con la excelente pareja que forman Francisco Forquera y Carolina Bonaventura que se lucen con la milonga-candombe Tango Negro, por Juan Carlos Cáceres y su orquesta.

                                        

Y me quedo un rato en la Milonga "Nocturne" de Nueva York. Alli veo cómo se lucen Eleonora Kalganova y Michael Nadtochi, bailando precisamente el Valsecito Criollo, del título, por Juan D'Arienzo y su enganchadora orquesta.
   



 

Si estos valsecitos no te iluminan la giornata, apaga y vámonos.                                                                

viernes, 20 de noviembre de 2015

Que te importe que te llore

Lo hemos bailado mil veces con  la orquesta de Miguel Caló y la voz inigualable de Raúl Berón sublimando los versos, pero nos sigue dando un golpecito en el cuore cuando lo escuchamos o lo bailamos. Es de lo mejor que grabó Caló en su extensísima obra llevada al disco. Tiene todos los ingredientes para emocionar y el milagro de Osmar Maderna llevándonos en vilo desde su piano mágico, chopiniano.

Además era la época en que fue bautizada acertadamente como La orquesta de las estrellas. En la fila de fueyes alternaron figuras de la talla de Domingo Federico, Armando Pontier, Eduardo Rovira, Julián Plaza, Felipe Ricciardi, José Cambareri, Carlos Lázzari. En violines nada menos que Enrique Francini, junto a otros como Nito Farace o Antonio Rodio en su momento. Ariel Pedernera era el contrabajista. Y desfilarían en los años 40, voces como las de Berón, Podestá, Iriarte, Rufino, Arrieta y otros. Y para agregarle más polenta milonguera, Argentino Galván, era el arreglador.

                                          


Déjame mentir que volverás
que volverás con el ayer,
con el ayer de nuestro sueño.
Déjame esperarte, ¡nada más!
ya que comprendo que esperar,
es un pedazo de recuerdo.
Sé que este dolor, es el dolor de comprender
que no puede ser, esta esperanza que me ahoga.
Déjame llorar, siempre llorar
y comprenderte y esperar
al comprender que no vendrás.

¡Epa!, el tango lo firman Miguel Caló y Osmar Maderna, como firmaron otro muy parecido: Jamás retornarás, nuevo golazo de Raúl Berón y la orquesta. Y las dos letras se asemejan mucho. Tienen idéntico leit motiv. Además hay poesía en estas líneas y uno puede imaginarse a Homero Expósito "tirando algún cablecito", para unir los hilos del verso. Porque ni Caló ni Maderna eran precisamente poetas, aunque la llaga del destierro amoroso les puede haber afectado tanto como a cualquiera, y el desamor incita al verso.

                                                

                                         

Qué te importa que te llore,
qué te importa que me mientas,
si ha quedado roto mi castillo del ayer,
déjame hacer un Dios con sus pedazos.

Esta última frase es digna de un Expósito, un Bahr, un Cátulo o un José María Contursi. Y sigue...

Qué te importa lo que sufro
qué te importa lo que lloro...
si no puede ser aquel ayer de la ilusión
déjame así, llorando nuestro amor.

El resultado final, la obra de la orquesta, el cantor y el arreglador se transforma en una joya que relucirá por años en las pistas de baile, o en la escucha  junto al ordenador o la vitrola, con el matecito, las medialunas y los recuerdos. ¡Qué hermosura de tango!

                           


Lo grabó Miguel Caló con Raúl Berón y su orquesta el 30 de junio de 1942. Hoy el cuore se me desborda en nostalgias que me transportan a  las milongas de los cincuenta, con este disco trancendiéndonos su emoción, su música y sus versos.

Para quedarse con estos compases y esa voz inolvidable. Atenti.

049- Qué te importa que te llore- Miguel Caló-Raúl Berón




miércoles, 18 de noviembre de 2015

Tita Merello


Es un pedazo grande de la historia del tango, del cine, del teatro,de las revistas porteñas y de la televisión. Su historia personal resume fracasos y logros, amores y desencuentros y una tremenda frustración sentimental que arrastró durante muchos años. Su infancia no fue muy agradable tampoco y quizás estas circunstancias hace que su triunfo artístico, en todas estas facetas citadas, no le alcanzase para disfrutar de la revancha que su alma necesitaba.

                                           


Yo la traté brevemente, cuando compartimos distintos trabajos periodísticos en revistas de la Editorial Abril. Un día coincidimos en la cafetería de la Editorial. Se la veía mal anímicamente. Y recuerdo el dolor con que me dijo estas palabras.

 -¿Vos me imaginás a mí dando consejos amorosos a las jóvenes en esta revista? Justo yo que simbolizo todos los naufragios del amor y me moriré sóla... Sola como anduve casi siempre, aunque a veces aparentemente acompañada. Es cierto que el cariño de la gente, de colegas, del público, existió siempre, pero es muy triste ser una total desafortunada en el amor y eso es una carga muy, pero muy dura.. Y ahora doy consejos.... imaginate.

Me mató. La tristeza flotaba en sus ojos. Y sí, respondía cartas de lectoras que tenían esos problemas que tienen todos los seres humanos en los hermosos y brumosos caminos del amor.

                                           


Tita hizo de todo, casi siempre bien y en muchas ocasiones brillantemente. Como cantante de tango tenía una voz pequeña, de diseur, que se quebraba. Orillaba el estilo de Sofía Bozán, aunque con sus propios modus. Debutó en cine con la Película Tango (1933). Cantó en  1932 con la orquesta asociada de Ernesto Ponzio y Juan Carlos Bazán. Grabó con Héctor Varela y se ganó los fervores del público en los Sábados circulares de Pipo Mancera,  acompañada por el conjunto que dirigía el pianista Oscar Sabino.

La entrevista toca momentos políticos, que siempre irritan a los argentinos, pero acá lo que interesa es la figura de Tita de Buenos Aires y por eso traigo esta larga entrevista que le realizó Julio Maharbiz, la última que concedió Tita- en su propia casa-. Allí Mahárbiz la visita  para su exitoso programa Argentinísima, en 1994.

Un documento, que a mi juicio, vale la pena revisitar por el peso artístico que se ganó a pulso Tita.


                                        

                                             

lunes, 16 de noviembre de 2015

Tiburón

Me levanté esta matina con el tango de marrras en la cabeza, y me vino a la memoria esa especie de coro que hacían Magaldi-Noda, Buglione-Lareda, en la grabación del pianista, violinista y compositor Julio Pollero, que es también autor de la música junto al bandoneonista Luis D'Abraccio El chino.

Lo gracioso es que Dizeo firma los versos de ese tango con su apellido al vesre: Ozedi, cosa que en aquellos tiempos se estilaba. Y vale la pena rescatar la obra de este vate porteño hasta la médula, que llegó a firmar páginas de mucho peso en la música popular. Gardel, con quien estableció una compinchería entrañable,  le grabaría nada menos que once títulos: A medianoche, Copen la banca, Echaste buena, Jirón de pampa, Maniquí, Pan comido, Primero campaneala, Qué fenómeno, Que se vayan, Tan grande y tan sonso  y Viejecita mía.

                                            
Enrique Dizeo

Su trayectoria como autor está emparejada a músicos como Juan Maglio Pacho, Aníbal Troilo, Osvaldo Pugliese, Alberto Pugliese, Juan Guido El lecherito, Juan Carlos Cobián,  José Canet, Juan Polito, Julio De Caro, Oscar Fresedo, Gabriel Clausi, Carlos Geroni Flores, Anselmo Aieta, Orlando Goñi, Sebastián Piana, Guillermo Barbieri, Alfredo Calabró, Ástor Piazzolla, Hugo Baralis, Edgardo Donato, Luciano Leocata, Alberto Hilarión Acuña, Víctor D'Amario, Miguel Caló, Florindo Sassone, Arturo Gallucci, Ernesto Famá y muchos compositores más, dado lo extenso de su obra.

El estilo de Dizeo se asemeja al de Esteban Celedonio Flores, aunque tenga algo menos de profundidad, pero el lenguaje es el de la calle que tan bien manejaba el Negro Cele. Los dos fueron muy burreros y así se los reconoce en temas como Canchero de Flores o Pan comido de Dizeo. Un amigo mío, publicista, estaba radicado en Lima -Perú- y allí nos juntábamos e íbamos al hipódromo de Monterrico. Tenía un caballo de carrera al que le puso el nombre de Pan comido, y yo le recitaba la letra que cantaba en forma genial Alberto Echagüe con D'Arienzo. A Dizeo me lo cruzaba muchas veces en el Hipódromo de Palermo.

                                       


Celedonio, que era un buenazo, le dedicó este verso bien reo a su amigo Dizeo, el calavera, devolviendo gentilezas y lo  tituló Punto alto, del que extraigo las tres primeras cuartetas, de un total de seis. A veces usando el lenguaje burrero.

No hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague,
ni chorro que bien tapeao no resulte batidor,
ni bolita que no ruede, ni llama que no se apague
ni corazon que resista  al encanto de un amor.

Esto va pa'que no digas que me gasto haciendo espuma
que soy desagradecido y un cantor de dos por tres;
estaba juntando ideas como el pato junta plumas
para hacer una nidada como te la merecés.

Yo te tengo relojiado los mil en cincuenta y nueve
sé que vas a la distancia sin sentir el handicap
al que diga que tu musa por canera no conmueve
confunde Pepe el Herrero con Cyrano Bergerac.

Seguramente no es de los mejores tangos de Dizeo, pero me levanté con el mismo en el marote y no me lo podía despegar. Recuerdo cuando volvíamos de madrugada, después de la milonga con los muchachos de la barra y nos mandábamos en coro lo de "Y a las cuatro de la matina...con la piba...con la piba..."

                                               

La orquesta primera que lo registró fue la de Julio Pollero con las cuatro voces concertadas juntas. Este pianista y luego dedicado a la enseñanza del violín entre otras cosas, había nacido en Colonia - Uruguay,  y le puso música a tres temas que cantó Gardel. Una tarde, La última ronda y Uno y uno. Éste último forma parte de los mejores versos lunfardos de tango (letra de Lorenzo Traverso).

Luis D'Abraccio El chino, co-autor de Tiburón, integraba, como bandoneonista,  la orquesta de Julio Pollero cuando grabaron este tango, el 7 de septiembre de 1927. Posteriormente estuvo en numerosos conjuntos como de los Francisco Canaro, Juan Carlos Bazán, Francisco De Caro, José Martínez, Julio De Caro, Maglio y otras, teniendo incluso su propia orquesta.

Podemos escuchar Tiburón por la orquesta de Julio Pollero con el cuarteto de voces ya señaladas y también la versión que llevó al disco la orquesta de Domingo Federico, con el cantor Mario Bustos, el 23 de marzo de 1950.

02- Orq. Julio Pollero - Tiburón

02- Tiburón - Domingo - Federico - Mario Bustos







sábado, 14 de noviembre de 2015

Tango y copas

Se trata de un tango de Héctor María Artola y Carlos Bahr que, en 1942, cobrara mucha repercusión en la versión de Alberto Marino con la orquesta de Aníbal Troilo. El protagonista reclama más tangos y alguna copa, que es lo que hacemos en la milonga. Después de un par de tandas hay que refrescar el garguero y darle gasolina a los remos para seguir dejándonos el alma en la pista.

Como, por ejemplo, lo haremos esta noche en BIEN MILONGA, el bailongo que realizamos los sábados y martes a partir de las 21 horas en la Casa de Aragón, de la Plaza República Argentina, de Madrid. Porque es un rito que venimos alimentando desde la juventud que dejamos atrás, aunque las ilusiones y el entusiasmo no han menguado. Porque uno escucha a esas orquestas maravillosas del 40 y 50, y los pies te llevan en remolino a gastar suela y a vivir la aventura del tango bailado. Como lo cantaba Marino en este tango.

Al influjo de tu tango
se despierta mi nostalgia,
y al conjuro de tu voz
se me arruga el corazón,
bandoneón de voz amarga

                                                 


Y no le pasa solamente a uno. Aunque los tiempos hayan cambiado, esa emoción, el placer de milonguear, sigue estando vivita y coleando. Dicen que para muestra basta un botón,  y yo traigo aquí algunos ejemplos de como se mueven  las parejas actuales en diferentes milongas del mundo.

Por ejemplo, me traslado a Volos, en Grecia, donde hay una milonga llamada Puerto de tango. Allí, la pareja que integran Jorge Tsaousoglou e Ioanna Andrikopoulou, bailan el tango Pocas palabras por la dupla Tanturi-Castillo.

                                               

                 

Evidentemente, hoy día, en todas partes de cuecen habas y se baila tango. Y lo hacen con un  espíritu milonguero de primera. Por eso me encanta darme esos viajecitos para disfrutarlo. Por ejemplo, me rajo a Torino, Italia, y allí me encuentro a Damián Rosenthal y Celine Ruiz, en el 13º  Torino Tango Festival. Y se enchufan al mango con esta milonga: Arrabalera, por el Quinteto Pirincho.

                                              

Ya que estoy en Italia y perché mi piace molto, me paso por la MilongaMelograno, en Castellanza, provincia de Varese, donde Marco Palladino y Elena Garis, bailan el valsecito Desde el alma,  por la orquesta Color Tango, con los mismos e históricos arreglos que hicieron los músicos de Osvaldo Pugliese en Japón.

                                     
 
Y como hoy arranqué con este tango del título, me parece que no vendría nada mal verla a la gran Libertad Lamarque cantándolo en el filme La dama del velo, y alegrándonos la matinatta.  ¿A que sí?

                                  
                                         

                                                                          

viernes, 13 de noviembre de 2015

El abrojito

Este tango de Jesús Fernández Blanco y Luis Bernstein fue el tercero que grabaría Alberto Morán con la orquesta de Osvaldo Pugliese y le permitiría ganar un sitio importante entre la excelencia de cantores de los años cuarenta. Se trata del flaco Morán que sentía una profunda admiración por Fiorentino, y canta en un medio tono distinto al que lo caracterizaría poco tiempo más tarde, cuando se había convertido en todo un ídolo de los seguidores de Pugliese, especialmente de las muchachas.

El abrojito lo había grabado Julio de Caro con su Sexteto el 13 de octubre de 1925 en forma instrumental. Realizaron una excelente versión de entre las muchas que registraría este pequeño conjunto de maestros, y a la vez muy bailable, por lo cual llegó a trascender en su tiempo, aunque se fue apagando por la llegada de nuevos y hermosos tangos que plantarían su bandera ganadora en la historia del género.

                                         


La letra le pertenece al prolífico Fernández Blanco, autor de infinidad de temas de distintos géneros, y aunque fué más importante el acierto en unos cuantos tangos que alcanzaron gran popularidad, que  el volumen de toda su obra, es evidente que acertó en los matices y sobre todo en una hornada de temas camperos y gauchescos que reflejaban aquella Buenos Aires vecina de la gran pampa. La que poco a poco, y gracias a las grandes edificaciones y trazadas de barrios, constituirían la ciudad porteña.

Curiosamente Fernández Blanco fue un letrista acriollado, dado que había nacido en Cuenca de Campos, un pequeño pueblo castellano de unos 48 kilómetros cuadrados de extensión, que está a algo más de 60 kilómetros de distancia de Valladolid. Sus padres se fueron a la Argentina como inmigrantes y él se adaptó rápidamente a su nueva vida.

                                                         


Carlos Gardel lo conoció y le grabaría un par de temas suyos: Calor de hogar (con Eugenio Carrere) y El barbijo (con Andrés Domenech). Llegó incluso a ponerle letra a dos tangazos de Eduardo Arolas:  Catamarca y Suipacha, aunque lo que predominó fué la música del Tigre del fueye. Con otro prócer: Agustín Bardi escribiría Tierrita. Con Julio De Caro harían Chicharra, con Francisco Canaro, Corazón de oro (el valsecito que Pirincho le dedicó a su madre). Con Augusto Berto crearon La payanca y La biblioteca. Con Juan Canaro realizaron numerosos temas, entre los cuales destacaría el vals Lo que vieron mis ojos, que grabarían Ada Falcón, Francisco Lomuto y Francisco Canaro.

Luis Bernstein era hermano de Arturo Bernstein el famoso bandoneonista y maestro,nacido en Petrópolis (Brasil), que fue tal vez el primer instrumentista que leía música e iba dejando atrás a los orejeros. Luis era guitarrista y cuando este instrumento fue desplazado de los conjuntos que iban incorporando nuevos elementos, pasó a tocar el contrabajo, y actuaría con su hermano y con  músicos como Arolas, Aieta, Matino, Serivido y otros. Como autor destaca con sus temas: Don Goyo, El vazquito, Flor de tango (con Horacio Sanguinetti), Ojos maulas (con Alfredo Roldán), Mar del Plata, La casita está triste (con José De Grandis), El apache porteño, o el que trato hoy.

                                             


Osvaldo Pugliese rescataría El abrojito, después de veinte años de oscuridad, Había conocido y tratado a Fernández Blanco, que fue uno de los fundadores de la primera Sociedad de autores y ocupó cargos importantes en SADAIC, siendo muy respetado por sus colegas debido a su defensa de los derechos autorales. Éste le pasaría la partitura y la letra a Pugliese y sería la tercera participación de Alberto Morán con la orquesta, despúes de Yuyo verde y Maleza. Un éxito que le depararía enormes satisfacciones al cantor y lo lanzaría al estrellato.

                                           

Lo grabó Pugliese con su orquesta y el Flaco, el 24 de julio de 1945 y se nos quedó como abrojito prendido en el cuore. Igual que esos abrojitos que recogíamos entre los cardales y los yuyos verdes de la maleza y nos los arrojábamos para que quedaran prendidos en la ropa o el cabello entre los chicos de la barra.

                               


¿Lo escuchamos?

El abrojito - Sexteto Julio De Caro

El abrojito - Osvaldo Pugliese-Alberto Morán


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Tierra querida

Este es un tango que impone. Y no sólo eso, sino que uno se imagina en el exterior, lejos de su Buenos Aires querido y siente una tremenda nostalgia por todo aquello que dejó atrás y las vivencias que se atoran en la mente y en el cuore. En aquellos años en que Julio De Caro lo compuso, las fronteras se veían como algo lejano y complicado. Es fácil entender lo que sintió el gran compositor y renovador del tango en aquellos momentos, y lo que le surgió del alma al escribirlo.

Cuando lo tuve a De Caro en mi programa matinal de los domingos en Radio Argentina, estaba retirado y vivía en mar del Plata. Además tenía dificultades para expresarse oralmente por los daños que la mentonera o barbada del violín, le habían producido en sus cuerdas vocales. Pero fue muy grato revivir aquellos años gloriosos de su sexteto y orquesta, y los monstruos que alineó en esos conjuntos.

                                                  
Julio De Caro

No podía falta la mención de algunos de sus tangos y Tierra querida es uno de los que me llegan más hondo. Tiene una letra del cantor Luis Díaz que prácticamente nunca se ha escuchado. Aquella mañana del año 72 o 73, no sólo me contó cómo le brotó esta música durane sus actuaciones en Río de Janeiro, sino que me regaló su libro El Tango en mis recuerdos, donde narra cómo es contratado para actuar en Brasil, mientras actuaba con su Sexteto en el Select Lavalle con enorme afluencia de público y músicos.

Entonces prefiero recurrir a sus propias expresiones al respecto publicadas en dicho libro.

   -...Viajaba también con nosotros Miguel Bucino, quien como maestro de baile dentro de la sociedad carioca, se haría de ininitos discípulos, cultores de nuestra danza, el tango. Mis compañeros vivían juntos, en un hotel cercano al Copacabana (alojamiento mío), y en el que hacía 15 días fuéramos presentados al público brasileño. (...) La enorme afluencia, acrecentada por flor y nata carioca, desde los primeros instantes "tanguera a rabiar", aparejaba al éxito sin parangón, graves inconvenientes, por cuanto a factor espacio, tornándose el ambiente irrespirable, de anterior caldeado por un clima más que primaveral, repercutiendo en nuestra naturaleza poco acostumbrada (de marzo a agosto aquella actuación)

   -...Una de esas veces, atrapado por el mal "que apretaba fuerte" (la nostalgia y las cartas de su madre), recurrí a mi válvula de escape: el balcón de mi departamento del Copacabana, cuya ubicación, mirando al mar, permitía admirar la costa enjoyada, de multicolores luces. Respiré hondo... tan hondo como pude, impregnándome por dentro y por fuera de aquel ambiente paradisíaco, obra de genio benéfico para, con su soplo mágico, disipar penumbras, donde me debatía... Nunca más propenso a la composición que esa noche cuyo encuadre tan ajustadamente se prestaba...

                                             
Julio De caro, su violín corneta y su Sexteto
              


   -En mi éxtasis dieron las tres de la madrugada... Fue entonces, cuando volví a sentir esa sensación previa a algún acontecimiento. Algo o alguien guió mi mano hasta el cuadernillo del papel de música, escribiendo un título: Nido de amor, para luego continuar su cometido el fluido creador. Al día siguiente, la orquesté con Francisco (mi hermano), agregándole Laurenz un solo de bandoneón (verdadera filigrana), y que estrenaríamos por la noche. Cansado por lo acontecido horas anteriores, decidí ser frugal antes de actuar, sentándome temprano a comer en el grill.

   -En eso aparecieron el director y subdirector del  Copacabana, y al compartir mi mesa, felicitarme con su verborragia exhuberante la exitosa actuación, cuyo recuerdo al evocarlo, se hace difícil expresar hablando de uno mismo. Nuestra charla, rociada con champagne, los sinceró con su predilección por los tangos de Delfino, Cobián y una creación que hicimos del tango Federación, de Francisco Canaro. Y ya, en franco tren de "echarme flores", como broche, la admiración unánime por los tangos de mi hermano Francisco y míos, para añadir que " nuestra orquesta nada tenía que envidiar a las que ellos, grandes expertos, traían de los Estados Unidos al Copacabana con exclusividad absoluta".




-A punto de levantarnos de la mesa, el señor Pinto, a quien yo presentía quererme decir algo, arrancó:

   -De Caro, ¿Podría usted componer un tango, como recuerdo de la brillante estadía en Copacabana", donde estaría en él siempre presente, y una remembranza más de cuantas nos dejará...
   -Naturalmente que sí, señores, esta misma noche podrán escucharlo, ya que la casualidad quiso que la madrugada pasada lo coimpusiese: se llamará Copacabana y por subtítulo "Nido de amor".

   -... Ya faltaban  20 días para regresar (para mí, 20 años) y aunque resignado, el poderoso imán de mi tierra querida tiraba desde el otro lado... y obsesión constante que impedía conciliar el sueño... envidiando a mi amigo, el cónsul argentino, a quien había ido a despedir al puerto por tener que viajar a Buenos Aires. Nadie podrá suponer lo atado que siempre me he sentido a este terruño, causal de  haber desechado infinitas proposiciones en el extranjero. Con mi confesión, sólo deseo que los hermanos brasileños le den el verdadero significado a este sentimiento, que no daba tregua...

                                              


   -Hasta que otra vez...otra madrugada... cediendo al habitual imperativo... escribí repetidas veces: "¡Tierra querida!"... "¡Tierra querida!"... componiendo a renglón seguido lo que sin analizar quedó en el papel sobre la mesa. A la mañana, casi mediodía, fuí despertado por el bandoneón de Laurenz que, entrando en mi cuarto, me ponderó el tango escrito horas anteriores:

   -Julio, ¡qué tango! ¡es precioso!
Extendiéndomelo, aunque adormilado, pude darle una leída, comprobando que si de ex profeso hubiese deseado comunicar las nostalgias sentidas, jamás podría haberlo logrado más claramente.
Así surgió también Tierra querida, que dice de añoranzas y tristezas y ovacionado  y bisado muchas veces, por hablar un idioma común a todos.

Julio De Caro grabó con su sexteto el tango Copacabana en 1921. Veinte años más tarde, con su orquesta y el cantor Héctor Farrel, lo llevó nuevamente al disco. Y el 26 de julio de 1949, con la orquesta lo registró otra vez vez en forma instrumental. Este último es el que les propongo escuchar. Y esa belleza llamada Tierra querida, lo traigo por la orquesta de Osvaldo Pugliese y su grabación del 6 de julio de 1944.

Copacabana - Julio De Caro

Tierra querida - Osvaldo Pugliese

lunes, 9 de noviembre de 2015

Vete de mí

Los recuerdos me llevan a este bolero de Homero y Virgilio Expósito, que fue sensación en los países caribeños durante largos años. Es una historia que me atrae por su nacimiento y su renacimiento. Homero Expósito ganó un concurso de poesía orgenizado por el Diario Noticias Gráficas, cuando tenía apenas 13 años y ya escribía algunas novelitas. Para conocer su historia creadora, vale la pena bucear en su adolescencia, cuando coleccionaba  discos de Duke Ellington.

Con  Virgilio estudiaban cómo se podían haber creado semejantes canciones y pensaban en las correcciones que forzosamente tendrían que haber realizado antes del brillante resultado final. Por eso hicieron un libro entre los dos, titulado La cancionística, en el cual volcaron todas sus ideas sobre composiciones musicales. Esos escritos fueron el basamento de su maravillosa producción posterior.

                                     
Homero y Virgilio Expósito en 1972


Vivían entonces en Zárate un pueblo de la provincia de Buenos Aires, junto al río Paraná, donde el padre que se había criado en un asilo y escapó del mismo siendo un niño, tenía una Confitería que trabajaba muy bien. En un viaje a Buenos Aires, Homero, con apenas 18 años, se encontró con Libertad Lamarque en una radio y le entregó un tango suyo: Rodando.  A Libertad le gustó el tema y lo cantó de inmediato, dándole un empujón de fe en sí mismo. al mocito que se lo había acercado.

La obra de Homero Expósito ha sido analizada por diferentes críticos que han reconocido su faz evolucionista en la letrística del tango, como él la llamaba. Pero además se dió el lujo de crear temas como Eso, que fue un golazo. Homero contaba que la habían escrito con Virgilio como música beat para la cancionista Nilla Pizzi, en italiano. Ésta le replicaría :"Tú crees que yo vengo a la Argentina para hacer música de argentinos en italiano. Para eso tengo a infinidad de autores italianos". Entonces se la pasaron en castellano al trío uruguayo, los TNT (Tim, Nelly y Tom). Habían nacido en Udine, Italia, pero con sus padres se radicaron temprano en Uruguay y esta canción, interpretada por ellos, fue la primera que salió al aire por el flamante Canal 9. Se convirtió en  un suceso internacional.

Además escribieron temas para su primo Billy Caffaro, un cantante aparecido en los años de la música pop, que con Pity Pity, compuesto por los Expósito, se apuntó todo un golazo. Incluso con Palito Ortega, Homero compondría el tema: Mi primera novia. Y el bolero del título tiene una historia realmente increíble.


En uno de mis viajes a Colombia, desarrollando mis tareas periodísticas, visité a mi amigo Juan Rochaix (ex basquetbolista del Club Palermo, el de aquellos duelos famosos con Parque). Juan tenía un local llamado St. Tropez, donde a las 4 de la mañana ponía unos pucheros geniales. En esta oportunidad me comentó que inauguraba otra sala llamada La guaca, en la misma ciudad de Cali y nos invitaba a tres o cuatro periodistas que llegábamos en ese momento, a la presentación.

Cantaba esa noche nada menos que mi admirada Olga Guillot. Incluso la presentó uno de los locutores que venía con nosotros. Por supuesto nos maravilló y al terminar su actuación, entre ovaciones, se acercó a nuestra mesa y charlamos sin parar, estirando la noche y entablando una de esas súbitas amistades que uno va hilvanando a lo largo de su vida.

Me la encontré al día siguiente en el mismo hotel en que parábamos nosotros. Yo estaba sólo, tomamos un par de tintos (café colombiano) y me contaba de que había comenzado a bucear en las letras de tango, porque les había encontrado a muchos una savia ideal para el bolero. Y entonces me narró la historia de Vete de mí, que ella ya había grabado, y que no sólo le parecía genial, sino que había cambiado la forma de hacer boleros en  Cuba. Hasta Fidel Castro era fanático de este tema de los Expósito. Ella se había marchado de Cuba después de la revolución, pero su madre seguía viviendo allí y Olga  respetaba la situación cubana.

                                       


La realidad es que hay unas 350 grabaciones de Vete de mí, realizado por cantantes de diversos países, lo que habla de la dimensión que alcanzó el inusual bolero de Homero y Virgilio Expósito, compuesto en 1936 cuando Homero contaba 18 años y Virgilio 13. Los versos de Homero están enraízados en un fracaso amoroso juvenil.

Tú, que llenas todo de alegría y juventud
y ves fantasmas en la noche de trasluz
y oyes el canto perfumado del azul
vete de mí.

No te detengas a mirar
las ramas viejas del rosal
que se marchitan sin dar flor,
mira el paisaje del amor
que es la razón para soñar y amar.

Yo, que he luchado contra toda la maldad,
tengo las manos tan deshechas de apretar
que ni te puedo sujetar,
vete de mí.

Seré en tu vida lo mejor
de la neblina del ayer
cuando me llegues a olvidar
como es mejor el verso aquel
que no podemos recordar.

                                               


Estos versos tempranos que se reflejarían luego en tantos tangos hermosos de Homero que bucean en el desamor con un lenguaje metafórico y renovador, como  Yuyo verde o Naranjo en flor, ya muestran el talento de un poeta genial. Los dos hermanos fueron un día de 1942 a la Richmond de Suipacha, donde actuaba el músico, cantor y compositor cubano, Bola de nieve (Ignacio Villa). Años más tarde, en un reencuentro en Buenos Aires, el cubano le pregunta al menor de los Expósito si tenía algún bolero para grabar.

Y Virgilio cuenta en este video como esta obra llegó al éxito internacional, de una manera fortuita.

                                             
                                                   


                                         




sábado, 7 de noviembre de 2015

Buenos Aires en los ojos

Claro, si estamos bailando los mismos tangos impresionantes que bailábamos hace taytantos años. Y cada día nos suenan más hermosos, más milongueros. ¿O será que los llevamos en el cuore y nos transmiten electricidad a los remos? Cuántos argentinos que tuvieron que marcharse por dictaduras o por políticas erráticas, aprendieron a bailarlos en otros lugares y se convirtieron en milongueros casi sin quererlo.

El que lleva como yo unos cuantos carnavales afuera, lo ha visto en toda su cruda realidad. Incluso muchos de los recién arribados al tango, lo tenían por anticuado, cosa de viejos... Afortunadamente todos los sábados y martes, dese las 21 horas, podemos darle rienda suelta a esas emociones que nos atraparon desde la adolescencia, y tener un refugio como el de BIEN MILONGA, en la Casa de Aragón situada en la Plaza República Argentina nº 6, de Madrid. El título lo recuerda un tango de Cacho Castaña que se llama Tenés a Buenos Aires en los ojos. Y es así, me parece estar bailando en aquellas milongas porteñas de los años cincuenta. O intento pensarlo que es así...

                                                           


Tenés a Buenos Aires en los ojos
que están llenos de lluvia
de tanto ver partir.
Tenés el alquitrán en la mirada
y tu cara salpicada por el hollín.
Tenés al Buenos Aires siglo veinte
a la calle Corrientes que no quiere dormir.
Tenés un bandoneón en las ojeras
que se arrugan en la espera, de sonreír.

Es un poco de todo eso, tiene razón Cacho, porque de ser un país de inmigración, nos fuimos o nos fueron convirtiendo en un país de emigración. ¡Que vachaché! Al menos nos sirvió a todos para muchas cosas que aprendimos en el viaje, y para llevarnos -algunos- en la maleta,los cassettes y los discos que con el tiempo se harían milonga y engancharían a tanta gente en todo el mundo.

Mirá, hoy traigo, como todos los sábados un par de muestras. Arranco por casa con Fabián Peralta y Lorena Ermocida, bailando en La Nacional, el tango Fueron tres años, por la orquesta de Héctor Varela y el cantor Argentino Ledesma.

                                         

Y siguiendo el hilo de mi introito viajero, me doy un garbeo por Budapest donde la pareja integrada por Szeghalmi Endre y Glotz Mária, bailan con la Tango Harmony, el valsecito Lágrimas y sonrisas.


                                             


Y me bajo a Lyon -Francia- para ver bailar una milonga a la yunta Mamié Sancy y Felipe Zarzar. Se mandan con Sentir del corazón, por la orquesta de Edgardo Donato y las voces de Horacio Lagos y Romeo Gavioli.


                                         

Y como hoy tenemos un solcito otoñal  en Madrid que calienta hasta el alma, me voy silbando bajito algún tanguito, y a preparar las gambusas para la milonga de questa notte, con una passegiatta matinal.