Después de escuchar cómo "la gastaron" en símil futbolero, Libertella y Grela, me agarraron unas ganas locas de bailarme este valsecito.
Y como en la belle êpoque, corro un poco los muebles, las sillas, despejo la habitación y me mando con Juan D'Arienzo tocando ese valsecito inolvidable, que silbaban los muchachos por los empedrados porteños
y llenaba las pistas de giros interminables.
¡Si lo habré milongueado!
Y remedando aquellos bailes en los patios entre macetas y olores fragantes de jazmines y rosales, pincho al Rey del compás con Walter Cabral cantándolo, en marzo de 1936.
Y me largo a bailar solo. Veo cómo espían por las ventanas de enfrente, pero ya no paro.
D'Arienzo hace bailar hasta a los muertos y me acompaño mentalmente con los muchachos de la barra y las pibas milongueras de entonces, girando al valsar con esta orquesta genial. Un ritmo insuperable.
Un placer
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