Y toda esa ristra de milongas que hicieron camino y engrasaron el ingreso de las mismas en el vademécum tanguero y en las pistas de baile: Milonga sentimental, Milonga de Puente Alsina, Milonga de los fortines, Mañanera, Betinotti, Milonga del 900, Milonga triste, Pena mulata, Papá Baltasar, Carnavalera. Todas verdaderos modelos del género, del cual supieron ser escuela y resuenan en ellas los ecos más extremos de su obra: la elegía y el ropaje instrumental que definió las formas definitivas de la milonga porteña.
Homero Manzi |
Sebastián Piana |
Te compré una tarde, paisaje lejano,
el marco dorado y el tema otoñal,
Te colgué en el muro, frente a su retrato,
frente a su retrato que ya no está más.
Es tal vez por eso que recién me angustian
tu tono velado, tu sombra, tu gris,
tu cielo techado de nubes y bruma,
tu parque llorando con lluvia de abril.
La sombra de Dorian Gray asoma en los versos de Manzi que musicalizaría Piana. En cierto modo podría interpretarse como un reconocimiento del poeta a la pintura y a los pintores. Que le sirven, a la vez, para poder expresar sus sentimientos amorosos, ésos que Homero plasmó en tantos temas inmortales y decisivos en las letras de tango.
¿Quién será, quién será
que en tu tela pintó
la quietud otoñal del pinar?...
¿Y esa luz de olvido,
y el confín perdido,
y el camino herido de azul
y la soledad?...
¿Quién será que una vez
te encontró como sos
y logró comprender tu color?...
¿Qué alma, qué alma buena
vió la pena, pena,
de la nube gris,
del camino azul,
del dolor de abril?...
Uno se imagina la sombra de una rama que se está moviendo como una aguja de reloj sobre la hierba en la inmovilidad del tiempo, la ilusión que se degrada en tedio, el amor que está empezando a ser reemplazado por la indiferencia. Cada comparación, cada metáfora, afilada de poesía, ilumina la escena y los pormenores de los personajes, con el chasquido exacto de un disparo fotográfico. Como en el cuadro otoñal que describe Manzi.
Soledad de nadie colgada del muro,
hoy sé que mi vida lo mismo que vos,
sólo es un paisaje lejano y oscuro
sin plata de ensueño, sin oro de amor.
Somos..., sí, lo mismo, con igual destino...
garúa borrosa de un día de abril.
Un nido vacío y un viejo camino
y un aire de ausencia muy triste y muy gris.
Hermosa parábola dibujada por el poeta de Añatuya, que Sebastián Piana aderezó con música de valsecito y que llevaría al disco Pedro Laurenz con su orquesta y la voz de un jovencito (19 años) Alberto Podestá, el 6 de agosto de 1943. Existe también una genial versión de Lidia Borda y Ariel Ardit con la orquesta El arranque, realizada en vivo, que vale la pena verla, escucharla, una y otra vez. Van las dos.
Paisaje - Pedro Laurenz-Alberto Podestá
Un hermoso Vals de autores inolvidables y por desgracia
ResponderEliminarpara nosotrtos, poco difundido.....Una verdadera lastima--
Saludos
Así es Walther. Un abrazo.
ResponderEliminarjm
un maravilloso tema. Lamentablemente no se consigue partitura...
ResponderEliminarun maravilloso tema. Lamentablemente no se consigue partitura...
ResponderEliminarun maravilloso tema. Lamentablemente no se consigue partitura...
ResponderEliminarUna pena. Pero en Buenos Aires se podría conseguir.
ResponderEliminarHermosísimo vals !! Con esos cuatro fenómenos del arte: H. Manzi, A Podestá, P. Laurenz, S. Piana.
ResponderEliminarGracia por compartir. No conocía la versión Borda - Ardit bellísima y completa