Este tango tiene el valor histórico de ser uno de los primeros que nos fue mostrando al Ástor Piazzolla compositor. Aunque está lejos de la vena creadora que lo destacaría años más tarde en un plano superior, distinto, vale la pena poner la marcha atrás y mostrar los comienzos de la maravillosa obra que fue sembrando el bandoneonista marplatense, en la historia del tango.
En este caso agregó la música a unos versos de tangos de Alfredo Faustino Roldán, un hombre que había arrancado con dos temas ganadores que le grabaría Carlos Gardel: Ojos maulas y Mascotita de marfil. El primero en colaboración con Luis Bernstein y el segundo con Rafael Giovinazzo y Juan Pedro Castillo. Hombre de teatro, también escribió algunas obras y fue incluso pianista de varias orquestas.
Se trataba de un hombre culto que dejó su marca en varios temas que le dieron justa fama, especialmente los que compuso en yunta con Vicente Demarco. Como Ñanduty (gran éxito de Corsini), Tu pálido final (bello registro de Troilo-Rivero), Guapo, Marcao, Hormiga negra, Tu olvido, Alas, Voz de ausencia y otras que se instalaron los atriles de orquestas y cantantes. Incluso le puso letra al celebrado vals de Miguel Padula Amor y celo.
Piazzolla y Roldán se conocieron cuando Ástor fungía con su fueye en la orquesta de Francisco Lauro, con quien el poeta compuso también algunos temas. Se fue sin decirme adiós, data del año 1948, cuando el primero estaba al frente de su flamante orquesta, luego de la separación de Aníbal Troilo, en el año 1944, de quien se retiró para pasar a dirigir el conjunto que acompañaba a Fiorentino. El cantor que en ese momento acababa también de retirarse de la orquesta que lo había consagrado.
Se fue sin decirme adiós nace en etapa de la renovación del tango, cuando aparecían tangos cantables e instrumentales que enfervorizaban a los porteños, tango a los fanas como a los milongueros. Y trata con un nivel poético muy destacable el momento de la ruptura amorosa. En sus comienzos dice:
Tembló el ventanal sin luz
una casita azul de plata se vistió.
Claro de luna a través de los cristales,
Sola la calle y más solo mi dolor...
Los dos hablamos de vivir
y nuestro cuarto gris, al vernos sollozó.
Tus manos frías, con las mías confundiste,
y te fuiste sin decirme adiós...
Llora una canción
y al llorar mi ser
sueña en vano con tu amor desconsolado...
Gime mi pasión
y mi padecer
te ve llegar sin ilusión, temblando...
Flores negras
deshojarán mi pena de amor...
Y marchitas
caerán con el compás del corazón...
Para qué gritar
mi desolación
si tu almita blanca,
muchachita santa,
me enseñó a rezarle a Dios.
Los versos contienen una carga de dolor profundo que escapan de lo vulgar, aunque la pena siempre se iguale en esos momentos tremendos de la separación.
Ástor Piazzolla les puso música y lo grabó el 10 de abril de 1948, con la voz de Aldo Campoamor.
Lo escuchamos.
Se fue sin decirme adiós - Ástor Piazzolla- Aldo Campoamor
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