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sábado, 31 de marzo de 2012

Canaro en París

El tango encierra historias maravillosas y anécdotas imprescindibles.

Hoy nos vamos a deleitar con las variaciones que constituyen el deleite de los buenos bailarines, aunque, parece que en las milongas porteñas se olvidaron de este postre tan deseado antaño.

Y seguramente  coincidiremos en que el tango que mejor representa a las variaciones, es sin duda: Canaro en París.
Lo compusieron el bandoneonista porteño Alejandro Scarpino (1904/1970) y el siciliano Juan Caldarella  (1891/1978). José Scarpino, hermano de Alejandro le adosaría una letra infumable que quedó olvidada.

Scarpino contaba que el tango lo compuso en el Café “Noce” de la Boca y Caldarella aseguraba que los hermanos Scarpino tomaron la melodía de una vieja mazurca italiana. El tango fue registrado por los Scarpino en La Biblioteca Nacional (previo a SADAIC) el 6 de mayo de 1927. Luego, -se dice comúnmente-, que  agregaron a Caldarella como una gentileza para con el guitarrista y ejecutante de serrucho, pero la realidad es distinta.

El Chula Clausi contó que estaba presente en los fondos de un café, un pequeño patio al aire libre y que “…de repente el loco de Caldarella agarró un peine, lo envolvió en papel de celofán (era muy común entonces) y se puso a tocar el tango, con una variación que se le ocurrió en ese momento…”.
Y que fue el gran golazo y la joyita para todos los bandoneonistas.
Ian Kaldar  (Juan Caldarella)

Incluso se le ocurrió el título del tango, según le contó a García Jiménez. “Estaba tirado en la cama y en el suelo un ejemplar del Diario  Critica, doblado, tenía como encabezamiento:  Canaro hace declaraciones en París sobre el tango.
Desde la cama, sólo veía la punta de la página: Canaro en París. "Dí un salto en la cama y ahí mismo lo  titulé sobre el pentagrama”.

La historia de Caldarella es insólita como la de tantos inmigrantes. Tenía 15 años cuando llegó a Buenos Aires, a trabajar en lo que fuera. “Vivía en una piecita en Lavalle y Junín (¡Fijate que barrio equivocado para un siciliano!) Enfrente había una casa de música y en su vidriera una mandolina que me tenía embelesado. Yo quería ser músico. Todos los días al salir, me quedaba contemplándola... Había ganado unos pesos a pulmón y los tenía para comprarme una frazada por el frío que hacía. De repente, cambió la temperatura. Se vino “el veranito de San Juan”. ¡Madonna santa!. Me metí en la casa de música y me compré la mandolina”.

Tiempo después tendría su propia orquesta característica con el nombre artístico de Ian Kaldar. También trabajó como actor radial en “Chispazos de tradición”.

Con Scarpino compondrían otro temazo instrumental: Seguime si podés, aunque muchos tangueros obvian la co-autoría de Caldarella.  Otro regalo inmortal para los milongueros.

Les dejo como broche final estos dos tangazos. Por Juan D’Arienzo, grabado el 21-11 1940 y por Osvaldo Pugliese el 6-10-1953 (ignoro porque los tags salen con esos textos)






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