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jueves, 31 de octubre de 2013

Homenaje a Leopoldo Federico

Este martes pasado, se celebró el merecido homenaje al gran bandoneonista que cumple nada menos que 55 años al frente de su Orquesta Típica. Este maestro que tiene 86 años y arrastra bastante problemas físicos. Repasaron páginas imborrables de nuestro acervo culural como Criolla linda y Tierra querida, que interpretó a dúo con Atilio Stampone. Con José Colángelo volvieron a tocar El abrojito y Gallo ciego, recordando aquel repertorio que hacían en 1980 en el Teatro Olimpia de París. Con el guitarrista Hugo Rivas realizaron Romance de barrio y A la guardia nueva. Horacio Ferrer le recitó un poema dedicado al homenajeado que escribió hace unos años "por pura admiración", como señaló el poeta. Hugo Marcel exhibió su potente voz.

Y con un teatro copado por tangueros y admiradores condujo su orquesta que actualmente integran Federico Pereiro, Horacio Romo y Carlos Corrales en bandoneones, Nicolás Ledesma en piano, Horacio Cabarcos en contrabajo, Damián Bolotín, Briggitta Danko, Miguel Ángel Bertero y Mauricio Sdvidosky en violines, Diego Sánchez en cello y el cantor Carlos Gari.

                                     
La víspera del Homenaje, Federico, los músicos y Ferrer.

El día anterior, la periodista Karina Micheletto escribió en el periódico Página 12, un reportaje con Federico y estos "nenes" del tango. Vale la pena extraer algunos párrafos del mismo.


Qué tango hay que tocar

L.F.:“Con Huguito nos conocimos en el ’58. Con Atilio empezamos a trabajar juntos en el ’53”, repasa Federico. “Yo aparecí recién en el ’62. ¡Qué grandes que son ustedes, mamita querida!”, carga Colángelo, entre risas. Se refiere a su incorporación como pianista acompañando a Julio Sosa, cargo que ocupó hasta 1964, cuando el cantor murió en un accidente automovilístico. El encuentro de Federico y Stampone se dio en la orquesta del ’46 de Astor Piazzolla. Más tarde, en aquel Octeto Buenos Aires con el que Piazzolla hizo deliberadamente vanguardia (tanto que llamó a uno de sus discos Tango progresivo), además de la orquesta que codirigieron en 1952.
Atilio Stampone: –Fue (Roberto) Di Filippo el que le dijo a Piazzolla que tenía que llamar a Federico. Astor no lo conocía. Pero como lo que decía Di Filippo era palabra santa, se llamó a Federico. El día que debutó, en una actuación en Córdoba –me acuerdo de que era en el Club Salta–, en el avión se equivocaron y el repertorio siguió a Tucumán. Así que la primera noche Leo tuvo que tocar de memoria, lo que se acordaba. ¡Cuando se lo dijeron, pensó que lo estaban cargando! (risas).
L. F.: –Pero yo no sabía de memoria nada, ¡si recién me habían llamado! ¡Qué manera de sufrir esa noche! Lo que me acordaba eran las variaciones, esas variaciones kilométricas que hacía Astor. Y arrancamos nomás, subimos al palco y a tocar. Yo mucho no tocaba, ¡si no me acordaba! Y Astor que me codeaba y me maldecía por lo bajo (risas). Por suerte, para la noche siguiente llegó el repertorio.
José Colángelo: –A mí me pasó en mi debut con Troilo: me decía de todo, me retaba: “¡Pibe, por lo menos hacé los bajos!” (risas).
La lista de debuts accidentados sigue con Hugo Marcel, “Hugo Marcelino”, como recuerdan sus amigos que era su nombre artístico (el de su documento es Gregorio Horacio Cárpena). “Fue en Radio Belgrano, en una audición que teníamos a las ocho de la noche. Había ido Armando Pontier, Feliciano Brunelli”, repasa Federico. “Y yo tenía una admiración total por Pedro Laurenz, cuando tenía 12 años mi tío me llevaba a los carnavales y me quedaba admirándolo, escuchando esas milongas... Quise homenajearlo con un arreglo de ‘Milonga de mi flor’.” “Yo cantaba a dúo con Aldo Fabré –se suma Marcel–. Y quién sabe por qué, ese día Fabré, que tenía un vozarrón, enganchó para la segunda voz. Así que nadie hacía la primera. ¡Fue el peor dúo que escuché en mi vida!” (risas). “Ese día estrenamos esa milonga, y cuando terminamos de tocar, rompí la partitura en la misma radio. Fue debut y despedida", concluye Federico. 

Federico recibe el premio Domingo Faustino Samiento, acompañado por Susana Rinaldi, Malvicino y Stampone.

Niños precoces

Hugo Marcel se incorporó como cantor a la orquesta de Federico cuando tenía 14 años: todo un “niño precoz”. Colángelo tenía 21 años cuando fue convocado por Federico para sumarse a la orquesta que acompañaba a Julio Sosa, en tiempos en que el gusto por el tango comenzaba a decaer entre las grandes audiencias, a excepción del Varón del Tango, todo un fenómeno para la época. “Vivía en Floresta y un día un señor grandote toca timbre en mi casa. Sale mi mamá. ‘¿Está su hijo?’, le pregunta, y ella le responde: ‘¡¿Qué hizo mi hijo?!’ –repasa el pianista–. Era Leopoldo, que fue a decirle a mi vieja que quería que yo actuara con él. Al día siguiente ya estaba tocando con ellos, sin ensayar, nada. Tuve que ver el repertorio en el micro.”
“Así como lo ven, este señor es un chico grande”, señala Colángelo a Federico. “Vivía haciéndonos bromas: sacaba las bisagras de las puertas, para que se cayeran cuando abrías, se disfrazaba de mujer con una túnica y aparecía con voz finita, colgaba papel higiénico de las arañas.. . La pasé muy bien con él, y con una inconciencia total. Sólo con el tiempo me di cuenta de lo que estaba viviendo, con él y con un cantor como Sosa, que fue el gran ídolo que eclipsó todo”, marca. “Si hay algo que le debo a mi hermano mayor –porque eso es para mí Leopoldo– es que me contagió las ganas de tocar. Él tocaba cada vez como si fuera la última. Y lo sigue haciendo así.”

                                        
El dúo Hugo Rivas y Leopoldo Federico
Bandoneón y guitarra

El último eslabón entre los amigos de Federico que han tocado con él es Hugo Rivas, guitarrista exquisito, continuador de una tradición familiar que implica tanto la guitarra y el tango como la atención de la peluquería que atiende en el mismo local en el que ensaya y compone, cuando hay un alto en los clientes. Rivas y Federico grabaron juntos un disco también exquisito, Sentido único, en el que suena en tiempo presente la tradición del bandoneón y la guitarra en el tango. “Federico un día me llama a mi casa y, como si me conociera de toda la vida, me dice: ‘Pibe, ¿no te gustaría grabar un tango conmigo?’ Imagínese, no terminó de decirlo que yo ya estaba sacando la viola. Yo que viví esos momentos de Federico con Grela, del ’66 al ’70, puedo decir que lo que hizo Leopoldo entonces es para ponerlo en un cuadrito. Después de Troilo-Grela, había que crear otro sonido, otro dúo, ¿eh? Y Federico lo logró, llevó al punto musical más alto el diálogo del fueye con la guitarra. Logró crear un estilo, que es lo más difícil.”
Los recuerdos, las anécdotas, las bromas se siguen cruzando entre los entrevistados, que como se leyó, finalmente no han sido entrevistados: interrumpir este encuentro con preguntas hubiera sido un desperdicio. Llega Horacio Ferrer, vestido de poeta, con presencia de poeta. “¡Bienvenido, maestro!”, lo saluda Federico. “Más maestro será usted. Gracias a Dios”, confirma su condición el poeta.

                                               
Hugo Marcel y Leopoldo federico

  Lo que vendrá   

Además del repertorio que hará hoy con su orquesta, Federico recibirá a los invitados especiales con temas pensados para cada caso. Junto a Atilio Stampone, por ejemplo, se anuncian las obras “Criolla linda” y “Tierra querida”, retomando los arreglos del violinista y compositor Argentino Galván. Esa, al menos, es la propuesta de Gabriel Soria, el periodista especializado en tango que produce el concierto de hoy y que ha hecho transcribir estas obras especialmente para la ocasión. “Vamos a probarlas primero, porque no queremos hacer papelones. Si no podemos sacarlas bien, iremos con otras”, se ataja Federico, como si hiciera falta. Con Colángelo repasarán “El abrojito” y “Gallo ciego”, que formaban parte del repertorio que hicieron en 1980 en el Olimpia de París, en una gira junto a Susana Rinaldi y María Herminia Avellaneda. Con Rivas recrearán “Romance de barrio” y “A la guardia nueva”, ya grabados por el dúo. Ferrer recitará un poema que le escribió hace unos años a Federico, “por pura admiración”, dice el poeta. “Yo le pedí que lo haga, como él dice, entre cantando, entre cantando y recitando. Si me da ese gusto, me vuelvo loco”, pide Federico. Además, el próximo jueves 31 de octubre a las 18 se presentará en el Fondo Nacional de las Artes (Rufino de Elizalde 2831) otro homenaje en forma de libro, escrito por Cora Roca, dentro de la serie de ediciones de la Asociación Argentina de Intérpretes.

                                 


  Y como no tengo aún el video de esa enorme fiesta del tango, pero me adhiero de cuore al Homenaje, los invito a disfrutar con Federico, al frente de su orquesta, en Mar del Plata y esta Selección de temas de Ástor Piazzolla.













miércoles, 30 de octubre de 2013

Luis Salinas

Es un gigante de la guitarra que ha paseado su arte por el mundo, continuando la estirpe de grandes ejecutantes  nacidos en Argentina, entre ellos Roberto Grela, de quien afirma que"es el guitarrista de tango más grande que ha dado nuestro país".

Increíblemente no ha pisado jamás un Conservatorio de música. Es autodidacto y tanto su padre como su padrastro, que eran músicos, lo animaron desde pequeño a tocar la guitarra. Nació en Monte Grande, una localidad de la Provincia de Buenos Aires y debido a su infancia humilde, recién pudo comprarse una guitarra a los 27 años. "Hasta allí toqué siempre con instrumentos prestados. Unos buenos, otros regulares y la mayoría muy malos. Pero como siempre era el más pequeño de los conjuntos en los que tocaba, los grandes me dejaban".

                                       
         
También lo empujaron para tocar todo tipo de canciones, y afirma que el gusto de tocar todos los géneros viene de ahí. Genial improvisador, creció escuchando en casa tango y folklore, pero después de sus etapas en el pub El Papagayo y un zulo en la calle Paraná llamado Oliverio, su nombre empezó a circular por los distintos garitos de la música. El dueño de Oliverio tenía miedo de que le echara a los clientes del sábado y le dejó los domingos, sin mucha fe en él.

Pero resultó que, como los domingos la mayoría de los músicos extranjeros que actuaban en Buenos Aires tenían día libre, por allí fueron cayendo algunos del calibre de Scott Henderson, Alan Holdsworth, Chick Corea, Frank Gambale… "Venían a escuchar y yo los invitaba a subir al escenario", como le contaba a Manuel Álvarez Ugarte en Barcelona.

                                 
Allí fue donde lo escuchó Gustavo Santaolalla que estaba de paso por Buenos Aires y le dijo lo básico: "No tenés que cambiar nada, sólo necesitás que te escuche mucha gente". Se encontraron en casa de Salinas y Santaolalla se llevó sus discos a Estados Unidos. Desde Los Ángeles lo llamaría al poco tiempo Gustavo: -"¿Lo conocés a Tommy Lipuma?"-. Salinas le respondió que no y Santaolalla insistió: "Rebuscá entre los discos que tengas en casa". Y ahí reconoció que Lipuma era el productor de Miles Davis, George Benson y tantos grandes. 

-Bueno, Lipuma quiere grabarte un disco- afirmó Santaolalla desde el otro extremo del teléfono. 
Salinas casi se cae de espaldas, pero efectivamente viajó a Los Ángeles, grabó un disco y su arte comenzó a llamar la atención de los grandes. Tocaría con B.B. King en Rio de Janeiro, con Hermeto Pascoal, Adolfo Abalos, Horacio Salgán, Egle Martin, María Graña, Tomatito, Jaime Torres, Mercedes Sosa...Y en Rosario, después de un concierto, Paco de Lucía le confesó que tiene todos sus discos.

                                        

En el último Mundial de tango que hubo este año en Buenos Aires, Salinas tocó por primera vez en el Luna Park, acompañado por dos guitarras, piano y el contrabajo del maestro Horacio Cabarcos. Gabriel Soria, un hombre de tango, lo entrevistó en el camarín y allí con las otras dos guitarras y Cabarcos, improvisó Garúa, el hermoso tema de Troilo y Cadícamo. Es realmente emocionante verlo tocando su instrumento. Pienso en Pichuco y Cadícamo escuchándolo. Seguramente se les caería alguna lágrima. A mí por lo menos se me cayeron un par.

Acá está el documentazo.

                             

LUIS SALINAS EN EL CAMARIN - YouTube

www.youtube.com/watch?v=9SbhonBdatQ
13/09/2013 - Subido por Gabriel Soria
El maestro Luis Salinas en su camarín con sus músicos.



                                            



martes, 29 de octubre de 2013

La Orquesta Donato-Zerrillo

Dado que Edgardo Donato con su orquesta está de moda en las milongas de todo el mundo desde hace unos años, creo que vale la pena recordar un poco su historia para realzar los méritos de un violinista que creó páginas imperecederas como A Media luz o Julián, El huracán, y que después de vivir varios años en Montevideo, volvería a su ciudad natal -Buenos Aires-, para encontrar el aplauso de su público.

                             
Durante un largo tiempo se lo tuvo como uruguayo entre sus paisanos, pero había nacido a una cuadra del Departamento de Policía, en Belgrano y Virrey Cevallos. Sus padres eran inmigrantes italianos y su progenitor, Ernesto,  provenía del mundo de la música, ejecutaba algunos instrumentos entre ellos el violoncello, y como no encontraba trabajo a su gusto en Buenos Aires decidió trasladarse a la vecina orilla con su esposa y tres hijos. En Montevideo nacerían otros seis, lo que aumentaría la confusión sobre la nacionalidad de Edgardo, que partió hacia Uruguay con dos años de edad..

Edgardo como violinista, Ascanio cellista y Osvaldo pianista, fueron  los tres hijos que siguieron la huella del padre en la música, aunque debieron trabajar duramente en distintos empleos para ayudar al mantenimiento de la gran familia, dado que los ingresos del progenitor como director de una orquesta sinfónica, no alcanzaba para alimentar y vestir a la prole.


Edgardo, después de arrancar en el conjunto de cámara de su padre, sintió el calor del tango en la orquesta del Negro Quevedo, un bandoneonista que había ido con Arolas, y Enrique Delfino que también había escapado de la dura vigilancia paterna en Buenos Aires para radicarse en Montevideo, estaba a cargo del piano. Donato se alistó luego en la gran orquesta de jazz de Carlos Warren, a los  21 años, con la cual viajaría a su país natal para tocar en el Tabaris.


La fama de Donato en el Uruguay trascendió los límites del Río de la Plata que separa a ambos países, cuando entró a componer páginas que tendrían enorme repercusión. Los casos de Julián, con versos de Panizza, Muchacho, con letra de Celedonio Flores y especialmente A media luz. Con esos sucesos bajo el brazo, se radicó un par de años en Buenos Aires y en su vuelta a Montevideo se une a su antiguo compañero en la jazz de Warren, el también violinista Roberto Zerrillo, y forman la orquesta Donato-Zerrillo con el pretensioso agregado -9 ases del tango-. En el conjunto militan Osvaldo y Ascanio, los dos hermanos de Edgardo.

 En Uruguay tienen bastante éxito en los distintos lugares donde actúan y allí los escucha el empresario Agustín Álvarez,  del cine Select Lavalle, en Lavalle y Suipacha,donde acaba de dejar su sello triunfal nada menos que Julio De Caro con su orquesta, y los contrata para esa sala. Además les agrega más pomposidad a su coletilla y aparecen en los carteles del cine porteño y en las publicidades correspondientes como: "Los 9 ases del tango, la más formidable Orquesta Típica Criolla que jamás se ha escuchado".


Dos años estuvieron en cartel y fueron contratados por el sello Brunswick para grabar. Dejarían en el mismo 52 placas, 20 cantadas por Luis Díaz que se incorporó a la orquesta y también acompañaron a Azucena Maizani y Agustín Magaldi en el mismo sello. El romance entre Zerrillo y Azucena, hizo que se rompiera el rubro, ya que el violinista uruguayo se fue con la Maizani de gira a España. Antes formarían una gran orquesta en la cual integrarían a destacados músicos para animar las 7 grandes noches de Carnaval en el antiguo Teatro San Martín.  Nada menos que diez bandoneones encabezan la fila de músicos y los dos directores en el centro, la de violines, como se ve en la foto

                                                  

Las grabaciones de la orquesta Donato-Zerrillo, son distintas de la que luego formaría Donato bajo su nombre. Esta última tendría un ritmo bailable muy fuerte, lúdico, mientra que la primera, era más lenta y sin destacar los instrumentos solistas. Vamos a escucharla en el tango instrumental Triste amanecer, de 1928,  y con Agustín Magaldi y sus guitarras incluidas, en La cumparsita, grabado en 1929.

Edgardo Donato - Roberto Zerrillo - Triste amanecer

051- Donato-Zerrillo-Magaldi- La cumparsita



                         







domingo, 27 de octubre de 2013

El último cantor de Troilo

Aunque la memoria colectiva no fije a Roberto Achával como cantor de Pichuco, engrosando la nómina de cantores inmensos que dejaron páginas imprescindibles para la historia del tango, este bahiense de Ingeniero White, al sur de la Provincia de Buenos Aires, ha hecho méritos suficientes para ostentar recuerdos laudatorios por su trayectoria.

Porque la de cantor fue sólo una faceta de sus capacidades profesionales ya que ha sido violinista y bandoneonista de varias orquestas antes de dar el paso adelante y amigarse con el micrófono, por su voz tanguera de barítono, expresivo, temperamental y cuidadoso del repertorio escogido.

                                                 

Es cierto que lllegó un poco tarde a la rueda grande, porque orillaba los cuarenta ("en el debe de la vida", según la exagerada expresión de la milonga "El conventillo"), cuando acertó el número en la ruleta de Televisión, en un concurso de "Grandes valores del Tango". Ahí nomás, entre el director del Canal, Alejandro Romay y el conductor del programa, decidieron que convenía separarlo del concurso y que valía la pena hacerle un contrato de tres años de duración en Canal 9.

Entonces lo reconoció la noche, el ambiente tanguero y el de los músicos. Más de dos años atrás había intervenido en el Festival de La Falda, Córdoba, en otro concurso, donde entró segundo, un placé que no alcanzó para nada, aunque el Polaco Goyeneche afirmara que el segundo "era muy superior al que ganó y a todos".

Achával canta con el cuarteto de Troilo: Arias-Colángelo-Del Bagno.
Se llamaba Oscar Aníbal Crudeli, y la música le tiró desde chico porque un tío suyo lo estimuló para que siguiera sus pasos con el violín . A los 18 años tocaba el instrumento en la orquesta bahiense de Aníbal "Melón" Troncoso, un pianista que ostenta la increíble doble faceta de haber sido a la vez un destacado delantero de Tigre, en el fútbol profesional, y que incluso llegó a jugar en la Selección argentina, compatibilizádolo con la música.

Pasaría el futuro cantor a la orquesta del bandoneonista Luis Bonnat, que fuera integrante de los conjuntos de Osvaldo Pugliese y Antonio Rodio, y que allá en Bahía Blanca, lo motiva para que estudiase el bandonéon, dado que le veía condiciones. Luego se perfeccionaría en el mismo con el rosarino Antonio Ríos.

                                               

Pero su destino de cantor lo estaba esperando y así se fue ahormando con Lucio Demare en un boliche que tenía el maestro en la calle Cangallo, con Omar Valente, Osvaldo Piro, Baffa-Berlinghieri, Osvaldo Tarantino, Carlos García y otros maestros en giras y presentaciones diversas., como en El viejo almacén.

Aníbal Troilo lo convocó para su último espectáculo en el Teatro Odeón -Simplemente Pichuco-, que se estrenó en abril de 1975. Con el cuarteto, Achával -su último nombre artístico-, cantaba Te llaman malevo y la milonga Con mi perro. La obra no tuvo gran repercusión y a Troilo le afectó muchísimo. Caería enfermo y fallecería un mes y días más tarde. Por eso el cantor bahiense no llegó a grabar  con la orquesta de Pichuco.
                                             


Leonel, el hijo de Achával, recuerda: "Cuando comenzaron a ensayarsin que nadie se enterara, “soto voce”, Troilo,  le iba dando pautas para alcanzar mayor realce a la interpretación. Ahí tuvo mi viejo la sensación, mezcla de temor y de deslumbramiento, de haber llegado a los umbrales del conocimiento como cantor de tangos”.
 
Existe una grabación del ensayo, precisamente del tango de Homero Expósito y Troilo: Te llaman malevo, que sirve como referencia para calibrar su garra interpretativa y uno de los últimos fraseos de Pichuco con su fueye. Acá podemos apreciarlo. Y con la orquesta de Osvaldo Piro, canta el tango de Cátulo Castillo y Aníbal Troilo: Desencuentro.

Aníbal Troilo-Roberto Achával - Te llaman malevo

Osvaldo Piro-Roberto Achával: Desencuentro

                                 







sábado, 26 de octubre de 2013

Un corto tanguero

Cortita y al pie, diría un muchacho futbolero, y el símil lo usamos para todas esas cosas que vienen en frasquitos pequeños, pero guardan dentro algún tesorito. Como esas botellitas de whisky o de tinto que te dan en el avión para acortar el viaje.

Se trata en este caso de un corto de  Aude Fauconnier, una cineasta-actriz que ha sido premiada en algunos festivales y que se especializa en este tipo de cortometrajes y Video Sketchs. Además es comediante y un personaje entrañable que ha sabido cosechar laureles en otros sitios donde también ha filmado.

                                             


Aude es actriz, directora, bailarina-milonguera y guionista. Y proclama que ama el tango, que en Francia pasa por uno de sus grandes momentos, especialmente en lo que se refiere a las milongas, Festivales y Encuentros, que son pasiones flamígeras de muchos franceses.

 Ella siente especial atracción por algunas de nuestras parejas de tango, como por ejemplo la que conforman Gustavo Naveira y Giselle Anne, a quien ha visto en directo en varias oportunidades.
Incluso ha ido a milonguear a Buenos Aires y conserva recuerdos maravillosos que espera repetir varias veces. 

                                             

Acá la traigo, como realizadora y actriz solista, en un pequeño sketch, ideado por ella, en el cual el tango es el principal protagonista. Como si se tratase de una porteña más, sale a caminar por las calles de Dijon, una hermosa ciudad de la Borgoña francesa, que es uno de los centros culturales más importantes del país galo. Famosa por los vinos de la región y por su mostaza, recibe muchos turistas para conocer los monumentos y el arte encerrado en sus Museos.

                               


Aude entonces se calza los cascos para escuchar música y conecta un cd de Juan D'Arienzo. El tango en este caso, como referencia para el corto es Bar Exposición, de Luis Teisseire. Y en esos dos minutos y medio que dura el tango, ella lo va dibujando por las calles del Grand Dijon, incluídas las baldosas del Teatro de la ciudad. Incluso se despacha con la Gran D'Arienzo, parodiando en un pasaje
los guiños del rey del compás, al dirigir la orquesta.

De paso cañazo, admiramos la arquitectura maravillosa de la ciudad.

 Piccola pero divertida. Cortito y al pie. O a los pies de la rubia Aude.




viernes, 25 de octubre de 2013

Julio Ahumada

Este bandoneonista y arreglador rosarino, cuyo nombre no alcanzó la resonancia popular adecuada a sus méritos, fue en cambio un profesional sumamente respetado y admirado por muchos de sus colegas.

Llegó de su ciudad natal con otro fueye que también haría pata ancha en el círculo grande del tango de los cuarenta: Antonio Ríos. Ambos se habían iniciado en la orquesta del Canaro rosarino: Abel Bedrune, por cuya formación pasaron varios músicos importantes de la zona.

                                               

Ahumada había terminado el servicio militar y lo mandó llamar su amigo Ríos. Recordaba el primero que vivían los dos en una pieza en Moreno y Piedras y dormían en el suelo. Luego, en los setenta,  le contaría a Horacio Ferrer la historia de la Pensión La Alegría de la calle Salta 321, donde encontrarían refugio tantos valores de esa época que llegaban con toda su ilusión a la Capital para enrolarse en la gran cantidad de orquestas de primera línea que necesitaban músicos.

-Después dimos con la Pensión famosa. Era de Don Humberto Cerino, un tipo de ésos que ya no hay, la verdad. Pagábamos 65 pesos mensuales, ¡con pensión completa! En ocasiones conforme íbamos cobrando en la radio o en los bailes, le entregábamos a cuenta 40 o 50 pesos. Él respondía: "Guardalos pibe, te vas a quedar seco..". Un fenómeno Don Humberto.

Semitapado por la batuta de Balcarce, acompañando a Castillo

-Después fueron llegando los demás: Ríos y yo en una habitación; Barbato y Stamponi en otra; Suárez Villanueva con Tití Rossi en la de más allá; ...y el Gordo Francini, Trivizi, Parodi, San Miguel, Howard, Scorticatti, y qué sé yo cuántos más. Pontier, que fumaba de arriba porque la cigarrera de enfrente estaba metida con él y le regalaba los cigarrillos. ¡Ja, ja! Y la victrolera del Café de la esquina de Moreno, codiciada por todos, que íbamos al boliche nada más que para hacer pinta. ¿Quién ganó? Bueno, ésa la gané yo, pero no lo ponga... La comida era cosa seria. Días había en que poníamos diez centavos por cabeza y Nieves, la mujer de Cerino, iba a comprar un paquete de lentejas ¡grande así! Y comíamos lentejas a morir: Nunca más pude ver una lenteja en mi vida....

-Ah, y el caldo; Cerino y su mujer atesoraban lo que podemos llamar el "hueso oficial" de la pensión. Lo guardaban en una fiambrera, colgada para la veneración de todos los pensionistas en medio del patio. ¡Gran patio, y en el centro...el pobre hueso colgado! Entonces, a la hora de comer, la mujer de Don Humberto lo descolgaba, le daba una zambullida en el agua hirviendo de la olla y ¡Caldo para todos! Después otra vez el huesito a su jaula central. Además de los que vivíamos allí recuerdo a otros. A los que caían a la pensión para pasar una noche. A los que venían a bañarse y trajearse para salir "de golpe". A los que caían a matear como los Expósito y el Indio Galván.  Aquello no era una pensión, ¡una romería era!

Primer bandoneón de Basso. Entre el director y Rovira a su izq.
                                                   
-Y cómo estudiábamos, qué amor por nuestra música, en medio de las locuras y de los chistes terroríficos. Barbato y Stamponi, por ejemplo, se habían alquilado un piano cada uno y Villanueva tenía otro en el jardín de invierno. ¡Estudiaban todos a la vez! Yo estudiaba mi bandoneón acostado en la cama, ¡qué barbaridad! Una tarde, me acuerdo llegó el primer tipo normal que conoció la Pensión. Habló con Cerino, le pidió una pieza. Humberto lo ubicó y el flamante inquilino le pagó un mes por adelantado. A media noche el tipo se fue a dormir. Y al rato entramos a caer nosotros: dale a tres pianos, dos o tres bandoneones, ¡un delirio! A la mañana siguiente, desvelado, con una tremendas ojeras, fue a protestarle a Cerino. ¡Para qué!
-¿Qué esta diciendo -le gritó-. A mí que me importa que usted no pueda dormir. ¡Estos señores son artistas!- Y lo echó, sí lo echó.

-Después, con el tiempo nos fuimos dispersando. Uno que se casó, otro que encontró la buena y se alquiló una casita, qué sé yo: lo de siempre. Pero Salta 321, sí, fue el cuartel general del 40.

Primer bandoneón en la orquesta de Joaquín Do Reyes, Der.

Ahumada, por medio de Ríos encontró al principio, un sitio en la orquesta de Roberto Zerrillo. Pasaría por las de Nicolás Vaccaro, Alberto Soifer, Lucio Demare y Buenos Aires ya hablaba de ese morocho rosarino que hace cosas bárbaras con el fueye. Incluso Troilo lo destacó como de lo mejor que había en el medio. En 1943, ingresa en el conjunto que acompaña a Alberto Castillo y que dirige Emilio Balcarce.

En la orquesta de Miguel Caló destaca junto a una importante y joven vanguardia de bandoneonistas y además Caló le da varias piezas para que haga los arreglos. Ya no paró de trabajar y lo llamaban los directores para darle lustre a sus conjuntos. Joaquín Do Reyes, su amigo Argentino Galván, Artola, Basso, Francini, La Orquesta del Tango de la Ciudad que dirigía Carlos García. Él mismo dirigió varias formaciones y el Maestro Juan José Castro lo contrató como único bandoneonista, en una orquesta  sinfónica de 40 músicos para la "Ópera de tres centavos" que se estrenó en el Teatro Presidente Alvear.

En la Orquesta Ahumada-Bonano
                                              
Falleció joven,  con 68 años. Leopoldo Federico le dedicó su tango: Retrato de Julio Ahumada. En 1983 los japoneses tuvieron la idea de grabar un LP con la Orquesta dirigida por Ahumada.  Intervinieron algunos músicos como Leopoldo Federico, Marconi, Pane, Baralis, Colángelo, el propio Ahumada. Finamente el disco llegó a Buenos Aires y del mismo les ofrezco escuchar dos temas instrumentales, con arreglos especiales. Medianoche, de Alberto Tavarozzi y A Don Agustín Bardi, de Horacio Salgán.

07- Medianoche- Orq. Julio Ahumada

05- A don Agustín Bardi- J. Ahumada