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viernes, 29 de diciembre de 2023

¡Feliz Año Nuevo!

    A todos los queridos amigos y amigas que  comparten esta página tanguera, nacida en el año 2012 y que se ha ido expandiendo por diversas regiones del mundo, les deseo que tengáis un hermoso año 2024. Y que sigamos inmersos en esa maravilla que nos aglutina en la pista, en la vitrola y en nuestros cuores.


                        





jueves, 28 de diciembre de 2023

VOS Y YO

    Vos y yo somos la milonga. Somos nuestra propia multitud, la estrofa del tango, todos los yo y vos que compartimos nuestros alientos en la pista. Somos Afrodita y Ares, El Cachafaz y Carmencita, Eros y Psique, Juan Carlos Copes y María Nieves. Los muchos vos y yo que se abrazan en los circuitos tangueros del mundo. 

   El abrazo es la promesa: seremos ella y él, para abrigarnos mutuamente y así conseguir sobrevivirnos otra vez. La noche se presta, el ambiente está lleno de promesas. Como en la Commedia dell’Arte los actores improvisamos el diálogo y somos, fuimos, seremos, en la repetición de la eterna ceremonia noctámbula y su Sursum corda. Y en esta intemporalidad, nos bilocamos y bailaremos en otros cuerpos.

                              


    Porque buscarte a vos es capturar un rostro, que esconde otros rostros, es encenderse con otras fisonomías fantasmáticas que nos son ajenas y a la vez también nos resultan próximas. En ese bosque de figuras, de encuentros y de historias, tropezamos con bailarines que se injertan en la eterna ceremonia de la milonga.  En los viajes uno comprueba que no cambian los seres sino el paisaje.  

   Miradas que dilatan los abismos mientras vos y yo nos debatimos entre la reflexión intelectual y el imperativo emocional.  Dijo el poeta que lo cercano se aleja.  Pero una fuerte circularidad tiende a que todo retorne.  Seremos ella y él, yo y vos en la subtrama que bulle sobre el entarimado, entre las grietas de la madrugada. 

   Y destiñendo olvidadas amarguras, realizaremos una gigantesca zambullida en la nostalgia como aquellas noches en las que intercambiamos nuestras energías y forjamos un yacimiento de memorias. Bailemos, como antes cariñito, abrazados bien juntitos solo un alma entre los dos. Sintamos que nuestro corazón despierta de un letargo. ¿La luz de un fósforo fue nuestro amor pasajero?    

   En la plasmación, fuga y detención del tiempo recorremos rincones de una melancólica y profunda emoción. Los mismos hacen aflorar sensaciones indelebles, recuerdos deliciosos que tal vez nos pertenecen o no por completo, como ese perfume sensual que impregnaste en mi mejilla derecha, aquella primera noche.  A veces escuchar un disco es experimentar un montón de sensaciones.  Las heridas de la vida luchan por salir del cuerpo. Son las emociones que se derraman en un tango intestinal. 

   Si veinte años no es nada… bailemos, como antes cariñito. Como si no hubiéramos concretado nuestros destinos por separado.  Ese reino propio que parecía invulnerable al olvido y nos permitía, alejados, pero encontrándonos en el carrusel de la pista, atravesar los pliegues y repliegues de la incesante historia. Nos dejábamos impregnar por la música. No es algo que se pueda racionalizar, se siente y ya está la emoción instalada en los cuerpos.    

    Esa tupida tela de araña en la que nos estrechamos afiebrados, al ritmo de aquellos temas que nos transportaban a la cima. La delicada melancolía que irradian esas viejas grabaciones que bailamos. La inserción de pausas, la emoción del instante, de los cuerpos incrustados, siguiendo los compases, cuando la madrugada se amansa.  

                           
    Sabíamos que la técnica no debía ser el objetivo viral del hecho coreográfico sino la necesaria herramienta para que el cuerpo expresase sentimientos. En el fragor de las noches, fuimos poseídos por la música que nos transportaba, como imantados por ella...  

   Quereme así… piantao.  “Carmín, siempre está el sitio que dejaste ayer... / Carmín... siempre hay dos manos que rogando están...”. Como cuando en aquella velada mágica tu corazón era un tango y un bandoneón tus caderas. Y yo el mozo guapo del suburbio con su pinta sin igual.         

   El tango se nos prendía al cuore como un anzuelo de oro, atrasando el demorado naufragio.  
  

(Llega el viento del recuerdo aquel / al rincón de mi abandono…) 


martes, 26 de diciembre de 2023

Marcelo Rojas

    "La milonga es un reflejo de la sociedad"

  "El tango y la milonga son reflejos de quienes somos, reflejos de nosotros como sociedad, si la sociedad cambia, la milonga cambia. "

   Cuando comencé a musicalizar, a los 25 años, había un publico mayoritariamente mayor, y muchos querían compartir su conocimiento de la música con muchachos jóvenes. Había un proceso de aprender, de compartir, el milonguero era una persona generosa para hacer entender el tango. Siempre estuve en proceso de aprendizaje. Igual la milonga era otra también, donde se mantenían los códigos. 



   El milonguero iba bien vestido, las mujeres se apretaban, había cosas tradicionales, los códigos se respetaban al 100%. Cuando se juntó el público más joven o extranjero, u otros factores importantes, ya todo se empezó a ablandar, hacerse distinto. El tango y la milonga son reflejos de quien somos, reflejos de nosotros como sociedad, si la sociedad cambia, la milonga cambia. Si estoy en una sociedad estructurada, la milonga es igual. Así que si quiero saber en qué tipo de sociedad estoy, veo una milonga, te puedo decir : bueno la sociedad es así. ¡Es increíble! 

   Tuve la posibilidad de viajar mucho, pero a veces no tengo la posibilidad de hacer mucho turismo como me gustaría. Así que voy a la milonga, yo veo los comportamientos, es como un reflejo. En Europa se ven muchas diferencias, a una hora de vuelo entre milongas rusas, portuguesas, francesas, italianas, suizas… son pueblos y culturas diferentes. La milonga refleja eso.

  Hoy, hay cosas que tenemos que respetar como los códigos para que todos puedan divertirse, no golpearse, igual el cabeceo, es forma de respeto, porque es una situación cómoda que se pone al frente y te genera un compromiso. Quieres, no quieres… es forma de tener libertad. Todo lo que sea impuesto no es bueno. 

   Entonces el primer contacto es la mirada. Es muy intensa, a veces es mucho más fuerte que el contacto físico. Nosotros queremos que se mantengan estas tradiciones. Mira la chacarera, te miras, nunca te tocas con la otra persona, es muy fuerte eso, muy intenso. Algo pasa. 

                              


   Es lindo también sacarte el galanteo, ser sutil, nos miramos, para decirse que queremos bailar juntos. No nos ponemos en situación incómoda con la mirada, nos protegemos por el cabeceo. Hay hombres que hacen como en los supermercados con las mujeres, « Bailás?” –“No"…,  y le piden a la otra al lado. Me pasaría a mí que me rechazan así y me volvería a casa en seguido! ¡Es muy chocante! Para la mujer también... Ella quiere ser una persona única, no una más. 

   Creo que de a poco, se va incorporando. Obvio cuando estamos charlando, o que somos amigos, y hay algo más fuerte que es la amistad, igual se puede decir no sin tanto peso. Soy a favor de tener sutileza para protegerse. Para no incomodar, sentirse mal tampoco! ¡Yo seguramente, me sentiría mal! Después hay mujeres que piensan que si dicen "no", nunca van a sacarla de nuevo. 

   En Europa se esta construyendo algo, están muy en el pensar, Europa esta construyendo su historia con el tango. Se va a ir acomodando. Lo que siempre digo es ojalá como parte de cultura, no como gusto musical. Es expresión cultural, hay valores muy ricos. No solamente el baile. Es muy importante pero hay otros factores también. Hay una parte social muy importante, mucha gente que está sola, está en su mundo, tiene sus responsabilidades, trabajo, familia, y se olvida de las cosas que le gustan. 

   El tango ayuda a muchas personas que están solas. Prepararse, sentir el abrazo de alguien, la mirada de alguien, ¿Quién no necesita un abrazo ? Hay una comunicación, otra para afirmar su existencia. Y la música es muy rica, a partir de todos estas historias que se van generando, ésta es fabulosa. Hay tantas sensaciones que hay que ser atento.  




domingo, 24 de diciembre de 2023

sábado, 23 de diciembre de 2023

Con T de Tango

    La aventura viajera del Tango no ha parado desde que los Gobbi, Villoldo, Mendizábal, Pacho, Gardel y tantos otros lo pasearon por el mundo. Y tiene tanto prestigio como vocablo, que la Organización de la Aviación civil Internacional, lo ha incluido desde hace más de sesenta años, entre los veintiséis vocablos de su Código-abecedario.. 

   Es el que usan las transmisiones de todas las torres de comando del mundo  con los pilotos de las aeronaves, para mencionar sin duda alguna las iniciales que, antepuestas a una numeración, identifican a los aparatos. 

   TANGO es la palabra que en el código corresponde a la letra T, pues dicha organización entendió en su día, y lo sigue aplicando, que de las comenzadas con esa letra, es la más conocida por pilotos y controladores de vuelo de cualquier nacionalidad que sean. ¡Chán Chán!...

 

         




Edmundo Rivero

 La voz diferente


   La década del cuarenta llegó postulando valores que prometían una fuerza vital. No sólo en el aspecto instrumental de las orquestas típicas, sino también en el hallazgo del aporte vocal, acaso diferente y personal, frente a la avasallante dimensión de Carlos Gardel, ya adentrado en la senda de  la mitología de América. 

                                  



  De todas esas cuerdas diferentes, ninguna acusó la personalidad absoluta y original de Edmundo Rivero, con su gallardía distinta -a su modo- en contrapartida masculina y reciamente varonil, al galán romancesco y afeminado. 

   Es como es: con una cuadratura de caballero hispano, donde corre una veta sanguínea de nativos indígenas con la que se enorgullece. 

   Guitarrista de medios convincentes, une a su registro baritonal, de timbre grave, una emoción que controla inteligentemente, en la exacta dimensión con que "mastica" el contenido literario de aquello que interpreta.

   Su gran promoción al estrellato, junto a Pichuco, lo reveló en la exacta medida de sus posibilidades, hasta entonces difusas. Después se hizo independiente y singular portador de una manera sin antecedentes.

   En Rivero, secundado por las orquestas de Mario Demarco, la de Héctor Stamponi u Horacio Salgán, siempre hemos de hallar su factura creacional, ya sea dentro de  la misma cuerda popularesca pero intelectual de Jacinto Chiclana , en la airada y también filosófica reprimenda de Infamia o en la contextura compadre, vigorosa, de Malevaje.

   O como en la íntima y dolorosa fábula de Confesión, para establecer cuatro cardinales -acaso disímiles- en la orientación estética de este gran romero de las canciones ciudadanas.

Cátulo Castillo 

                                  


viernes, 22 de diciembre de 2023

BORGES Y EL TANGO PROCAZ

    Me enseñó a jugar al truco. Recitaba las coplas para cantar la flor, desde la clásica: “Por el río Paraná…, pasando por la cuarteta criolla que evoca a la paradoja de Zenón Una carrera corrieron/ el sapo y la comadreja, / y el sapo, al aventajarla,/ le dijo flor en la oreja”; y la idílica “En los jardines de Diana/ tengo una rosa en botón,/ conservate casta y pura/ si querés llamarte flor”, hasta las deliciosamente torpes:Don Carlos de Tejedor, / con una paciencia loca/ le rompió el culo… y a Roca/ con un nabo de mi flor”, y : “Por metérsela a una mina/ muy estrecha de cadera/ la poronga me quedó/ como flor de regadera”, y: “En la estancia El Pelao,/ donde retoza El Peludo,/ he visto un gringo mamao/ con una flor en el culo”.

   A mi vez le comuniqué la letra de una cuarteta oída en Adrogué, una noche de Carnaval: “Una murga se compone/ de cuatro narigueta/ a vos te rompo el culo/ y a tu hermana la cajeta”, que celebró efusivamente. Y él me ilustraba sobre el significado de expresiones como ancú el de yacumín, sobretodo de madera, Quinta del Ñato, manflora o manflorita –una vez dijo manflorista, ya en pleno delirio verbal; sobre la diferencia entre marroca y marroco, y me contaba lo que su amigo Nicolás Paredes decía de una mujer fácil: “Si habrá visto cielo rasos….”. Estos términos me daban gran satisfacción hasta que llegué a creer que un día logrado era aquél en que uno nuevo me era revelado…

                                       


    También recuerdo su fobia por ciertas palabras, por ciertas curiosas fealdades: búsqueda, por ejemplo, en vez de busca. Para él búsqueda sonaba horriblemente mal; aunque para mí busca, la voz que él prefería, era lo que se decía a los perros para que siguieran un rastro…

Milongas y tangos

   Del truco y el lunfardo saltamos fácilmente al tango. Empecemos por “…y oigo el eco/ De esos tangos de Arolas y de Greco/ Que yo he visto bailar en la vereda…” Me acuerdo que de Arolas le gustaban Comme il faut, Derecho viejo, El Marne y, especialmente, Una noche de garufa…. Aunque Tío conversó sobre los orígenes del tango con los hermanos de Vicente Greco y no le disgustaban Rodríguez Peña, La viruta y El estribo, sospecho que usó el nombre del compositor sólo para rimar con eco…

   También conversó con Enrique Saborido la letra de La morocha, según mi tío, desmerecía la música y Felicia era para él un tango lindísimo y con Ernesto Ponzio no suelo oír Don Juan sin recordar con precisión un pasado apócrifo.

   A estos tangos primordiales habría que agregar El caburé, El cuzquito, El flete, El Maldonado, El torito, El entrerriano, Hotel Victoria…tangos que oía como en éxtasis, cerrando los ojos y acompañando los acordes con movimientos del torso y de los pies.

   Para muestra bastan unos pocos tangos; lo que vino después –esto lo escribió ya en 1925: fue el tango actual, hecho a fuerza de pintoresquismo y de trabajosa jerga lunfarda.

   Pero definitivamente prefería la milonga Señor comisario, Mate amargo, Pejerrey con papas, La puñalada, Cara pelada, Kyrie eleison, El carrero y el cochero de Villoldo al tango. Pero si de escuchar tangos se trataba, volvía siempre a los antiguos tangos dichosos, ejecutados por tríos de flauta, violín y acordeón, de los que entonaban los estribillos: “De L’ Abbaye la espiantaron/ y la razón no le dieron,/ pero después le dijeron/ que era por falta de higiene,/ pues la pobrecita tiene/ una costumbre asquerosa,/ que no se lava la cosa/ por no gastar en jabón”, de Teisseire: Entrada prohibida. “Quisiera ser canfinflero/ para tener una mina,/ metérsela con benzina/ y hacerle un hijo aviador,/ para que bata el record de la aviación argentina” de Aróstegui: El apache argentino. “ Payanca de mi vida/ no te apresures/ que el polvo que me echo/ quiero que dure”, de Berto”: La Payanca.

   Y cómo nos divertíamos con el título velado de algunos tangos, aunque a veces velado a medias: La cara de la luna, Las siete palabras, Sacudime la persiana, Empujá que se va a abrir, Tirá la cadena, Qué polvo con tanto viento, Dos sin sacar, y los obvios El fierrazo y El choclo.

El tango oriental

   Un entreacto oriental. Cuando en 1956 fuimos a Montevideo le pedí a Tío que me recomendara algún tango, esta vez uruguayo, para comprarlo. Me contestó sin vacilar: Cartón ligador –claro, La Cumparsita era demasiado obvio y además no le gustaba para nada-. Fui al Palacio de la Música en 18 de julio y se lo pedí al vendedor. Lo trajo, pero resultó ser la partitura, no el esperado disco de pasta. Por mi cortedad, la compré lo mismo, y al día de hoy no sé de dónde sacó mi tío esa inesperada precisión, del mismo modo que yo nunca logré todavía escuchar el famoso Cartón ligador de Edgardo Donato.

                                        

Jorge Luis Borges, Edmundo Rivero y Astor Piazzolla

    Gardel y Borges

   Se dice que a Tío no le gustaba Gardel. No fue así, le gustaba su manera de frasear, que, a juzgar por su arrobamiento cuando yo, por ejemplo, le hacía oír nada más que los versos “Rechiflao en mi tristeza, / hoy te evoco y veo que has sido”, le llegaba bien hondo. Lo que le desagradaba de él eran su endiosamiento póstumo, su aspecto físico –lo veía parecido a Perón-, la tontería de muchas de las letras de sus canciones, la sensiblería del inconsolable tango canción.

   Una lista de las letras preferidas de Gardel con guitarras, naturalmente sería ésta: de Manzi: Milonga del 900 y Milonga sentimental; de Celedonio Flores Mano a Mano y Margot; de Contursi Flor de fango, Mi noche triste e Ivette, inmortalizado éste en nuestra familia por la versión de la querida amiga Quica González Acha; de Alfredo Le Pera el estilo Guitarra, guitarra mía; y de Manuel Romero “Fume compadre” también lo cantaba Quica, sin olvidar Polvorín: una vez que mi tío no me había sentido llegar, lo encontré en su cuarto entonando a voz en cuello “parejero de mi vida, lindo zaino de ojos vivos…

   También, en algún momento, le gustó Jorge Vidal ¿Por qué casi cantaba como Gardel, pero no era Gardel? Y fuimos a un local en la calle Corrientes a escucharlo cantar Puente Alsina y Tres amigos: “¿Dónde andarás, Pancho Alsina?/ ¿Dónde andarás, Balmaceda?/ Yo los espero en la esquina/ de Suárez y Necochea”. El coronel Isidoro Suárez, como pasando el aviso, siempre está cerca.

   Cerrando el capítulo tanguero: ya en época tan temprana como la llamada Guardia Nueva, la ese italiana y la copiosa gesticulación italiana de los cantores sobresaltarían a tal punto a mi tío, que equipararía los tangos que ellos interpretaban a la monstruosidad de las estridencias operísticas.

-de Torre Borges, Miguel. "Apuntes de fanilia. Mis padres, mi tío, mí abuela", Buenos Aires, Alberto Casares Editor, 2004, pp. 30-35.-


jueves, 21 de diciembre de 2023

Homero Manzi

   

    Sucedió en Chile cuando estaban de gira con Pedro Maffia. Era diciembre de 1935. Allí se encontraron con la orquesta de Efraín Orozco y Homero habló con Jaime Yankelevich y otros productores de teatro para evaluar la posibilidad de contratarlos en Buenos Aires. Cuando vinieron, fue un suceso. 

   Mientras tanto, en un teatro de Santiago de Chile estaba actuando Berta Singerman, haciendo las presentaciones de sus recitados. Homero pensó que sería apropiado hacer una poesía y entregársela. Para los que no tuvieron la suerte de escucharla, Berta Singerman recitaba de una manera muy particular y era seguida por una gran cantidad de público. El poema que más éxito tenía en boca de Berta en esa época se llamaba “Botas”, que muchos todavía recordarán. 

                                  

            La orquesta de Pedro Maffia en Santiago de Chile. Manzi es el 2º por izquierda

   Homero le escribió un poema que bautizó “Tango”, que Berta recitó como “Tango canyengue” en 1936 en los teatros Odeón, Politeama y Solís (de Montevideo). Ese mismo poema, luego, se rebautizó con el nombre de “Juan del Disturbio”.
En el archivo personal de Homero hay una hoja amarillenta con recortes de diarios que anuncian los recitales poéticos de Berta, y un texto escrito a máquina por él: 

-Compuse “Tango” para Berta Singerman. No quise hacer una glosa, ni una elegía, ni una invocación. Simplemente referir con carne de sugestión y ritmo parejo, la fuerza del tango de antes. Viril, alegre, requintado. Nada de cosas fúnebres. Ni tampoco trágicas. Eso no es del tango. Por lo menos del primitivo y verdadero. 

    En mi poema reina el ritmo vivaz que nacía en las bordonas. Para ello cuenta con un ritornello, hecho con imitación de ese sonido y con frases interjectivas. Lo demás es cuarteta medida. Sencilla. Pintoresca. Sugestiva. He tratado de darle formas de danza. Perfume de época. Me ayudan la terminología técnica del arrabal y algunas palabras del caló. 

   Así, “furca”, forma sorpresiva de asalto y robo; “sobrando”, como sinónimo de superando; “cachafaz”, como designación heroica del suburbio; “lenghe”, amplio pañuelo para el cuello; “canyenghe”, ritmo específico del tango; “corrida”, “quebrada”, “sentada”, “media luna”, distintos pasos de la danza que canta el poema. 

                                  

Berta Singerman

    Lo demás, la emoción, el misterio, corren por cuenta del arte de nuestra gran Berta. Me palpito que esta emoción y ese misterio, son lo más grande del poema.” Homero Manzi
 

JUAN DEL DISTURBIO (Poema) Homero Manzi
Escrito para Berta Singerman en Santiago de Chile, año 1935

Ritmo de tango repicadito.
Guitarra, fueye, flauta y violín.
Compás que se hace más compadrito
si se recalca con el botín.

Soplo con alma del novecientos
barre la tierra del corralón.
El baile acorta los miramientos
y acorta el brazo de la intención.

Quebrale el busto, Juan del disturbio,
golpe de furca marca el compás,
te están sobrando desde el suburbio
las piernas listas del Cachafaz.

Dejá que duerma sobre tu lenghe
sueño con cuna de bandoneón,
mientras se quiebran en el canyenghe
las franjas negras del pantalón.

No te prodigues en la corrida.
Bailá con ritmo del corazón.
Dentro del tango cabe la vida.
No hay que apurarlo sin ton ni son.

Tras la violencia de la quebrada,
que en contravuelta sabés jugar,
buscá el alivio de la sentada,
corte con ganas de descansar.

Bajo tu influjo perdió terreno
la Inés morocha del arrabal.
Tal vez por eso justo en el seno
tiemblan las flores de su percal.

Salió el lucero. Seña oportuna.
El compadraje franqueó el portón.
Bailan las sombras la media luna
sobre la tierra del corralón.

Ritmo de tango repicadito.
Guitarra, fueye, flauta y violín.
Compás que se hace más compadrito
si se recalca con el botín.


TOM TOM - TOM TOM - TOM TOM,
ché Ramón, TOM TOM - TOM TOM,
¿Queré bailar…? TOM TOM,
¡Con mi cartón, podé pasar!
TOM TOM,
que allí te vas a divertir.
TOM-TOM…!



 

martes, 19 de diciembre de 2023

¡Feliz Nochebuena y Feliz Año Nuevo!

                    


                                  
                                 
                                 

                            


domingo, 17 de diciembre de 2023

LOS PASOS DEL TANGO

                                


                                        El abrazo: Qué hacés, tres veces que hacés...
                                        La postura: Pa’la foto
                                        La salida: Embrague y primera...
                                        La caminata: Desfile
                                        La marca: El teclado
                                        La medialuna: De grasa
                                        La corrida: Metele que son pasteles...
                                        El gancho: ..del carnisa.
                                        La cruzada: Paso de cebra.
                                        Circulación: La vuelta’el perro.
                                        La sacada: Afanancio.
                                        El boleo: Batistuta
                                        La pausa: Aflojale que colea…
                                        El sanguchito: Choripán.
                                        Las variaciones: Motor fuera borda
                                        El corte:Tijerazo.
                                        La quebrada. Ayyyy...
                                        El ocho: Chinchulines
                                        Canyengue: Caricatura
                                        Firuletes: Sanata
                                        El giro: La calesita                 
                                        Final: ¡Chán...chán.!               

                                      


sábado, 16 de diciembre de 2023

La Sanata

 Una historia de leyenda

   Sanata es un vocablo que sacó de la manga Enrique Santos Discépolo. Nace en la tertulia que tenían en la calle Rioja entre Inclán y Salcedo, cuando vivía con su hermano Armando (11 años mayor) y señora, allí, a la muerte de su madre.

   Se reunían en su casa o enfrente, en la del escultor Abraham Vigo, varios intelectuales como Agustín Riganelli y Facio Hébecquer (escultor-pintor), José González Castillo, Quinquela Martín, Juan de Dios Filiberto, González Pacheco y otros, bajo el signo de Kropotkin o Bakunin.

   Enriquito tenía 14 años entonces y asistía emocionado a esa fuente cultural. Y también iba un personaje apellidado Zanata, vendedor de tienda, grandote, de manazas enormes que se quedaba embobado en esa bohemia donde se hablaba de arte, de pintura, de música, de poesía... nunca faltaba. Y siempre apoyaba todas las iniciativas. Era un buenazo, según Enrique, que por miedo a equivocarse decía a todo que sí y, a veces, chapurreaba frases sin puntada final, difuminándolas por falta de argumentación.
                                     



   De allí sacaría Discepolín «lo zanateado», en aquellas reuniones donde tanto aprendió. Algunas veces, acudía una mujer a las mismas, apodada La Circasiana. El caso es que Zanata la conoció en el atelier de Facio Hébecquer, como los demás, y se enamoró perdidamente de ella que era algo excéntrica. Y Discépolo contó en Radio Belgrano en 1947 esta historia y este final del drama amoroso: 

   «Lo cierto es que una noche, Zanata faltó a nuestra tertulia. La verdad la trajo la madrugada, inesperadamente, cuando ninguno pensaba ya en Zanata... ¡Pobrecito!... ¡El trabajo que le habrá costado meter semejante dedo en el gatillo!...»

   La segunda parte de esta historia me la contó Osvaldo Miranda. Fue un domingo, en el programa que teníamos con Osvaldo Papaleo en Radio Argentina de 8 a 12:30 de la mañana. El rey de la sanata, Fidel Pintos, vino ese domingo y se quedó todo el programa sanateando. Nos tirábamos por el piso. Fue genial. 

  Vino en agradecimiento porque le habíamos dado un poco de manija al hijo, médico, gran tipo. En un aparte, Osvaldo que también estuvo en el programa toda la mañana y nos llenó de anécdotas, en un descanso para el noticiero y los anuncios, me reveló la historia:

   -Discépolo estaba haciendo Wunder Bar en el Ópera. Como la obra era en un cabaret trabajaban muchos artistas que desfilaban por el mismo. Al ser tantos, siempre caía enfermo alguno. Entonces Enrique corría a la Confitería-Bar La Paz donde estaban los parados y enganchaba a alguno para el reemplazo. Una noche enfermó a última hora uno que tenía varios diálogos con él y un poco largos. Preguntó, en la mesa del bar, a un grupo y Fidel Pintos se ofreció rápidamente.

«Tenés que aprenderte la letra a toda velocidad», lo apuró Enrique, porque estaban cerca de la hora del comienzo. Fidel andaba sin guita y muy seguro respondió: «Si me la sé de memoria, quedate tranquilo...», y salieron corriendo para el teatro.

   En el momento del diálogo Fidel comenzó a sanatear, decía parte de la frase y el resto la musitaba —como el personaje de Porcel en la película El gordo Villanueva: «Doctor bbbgggzzzññ de la Nación». Y Enrique mirándolo fijo en escena, en un momento dado, por lo bajito le dijo: «Huyyyy... estás zanateando...», recordando a aquel suicida de la historia.

  Y en esas circunstancias, sin imaginárselo, patentó el término tan porteño -que con el tiempo se transformaría en sanata, con s-, al que Fidel Pintos, maestro del murmullo y la improvisación explotó como nadie, con ese talento enorme que tenía.

 

viernes, 15 de diciembre de 2023

El ángel milonguero

 

                                                        Bajo la luz de un farol

                                                        está el ángel milonguero

                                                        que los ángeles del cielo

                                                        lo llaman milonguero.

                                                        Y delante de la guarda

                                                        del arrabal porteño

                                                        de los que llevan cuchillo

                                                        y cuchillo de malevo

                                                        luce una gran cicatriz

                                                        al costado de su cara

                                                        -porque alguien perdió el baile-

                                                        una fuerte cuchillada.

                                                        No se emborrachen con vino

                                                        caminando por los bares

                                                        que si no en la medianoche

                                                        correrán ríos de sangre.

                                                        Esta noche es nochebuena

                                                        se los digo yo, un ángel.

                                                        No permitan que haya luz

                                                        de muerte en las calles.

                                                       Ya va encendiendo la luna

                                                        las luces de los cafés

                                                       porque nacerá un mito

                                                       que crecerá en Nazaret.

                                                       Que venga el Niño Jesús,

                                                       que venga desde Belén,

                                                       que se ha hecho la milonga

                                                       para sus lindos pies.


                                                                   Emilio Breda          


                                          

  



jueves, 14 de diciembre de 2023

MILONGA DEL CARTONERO

 

                          

                                                Gran curro el de la basura;
                                                en este gran hormiguero
                                                apenas soy un obrero,                                                                                              la guita es para el patrón.                                                

                                                El tiene sus manos limpias,
                                                minga de oficio fulero,
                                                por algo es politiquero
                                                y dueño del corralón.

                                                Unos tiran el sobrante
                                                yo separo con esmero
                                                porque este oficio tan fiero
                                                me para justo el buyón.   

                                               No le temo a la tormenta
                                               ni me achica el ser villero,
                                               ciruja, peón, papelero,
                                               de todo menos ladrón.                                           

                                               En Recoleta o Madero
                                               piso barrio forastero
                                               aunque el amigo portero
                                               me respeta  en la ocasión.

                                               Camino de madrugada
                                               yugando como el hornero,
                                               me embarro en el entrevero
                                               pa’mi nido de gorrión. 

                                               Mi viejo no tuvo escuela,
                                               cuando cantó p’al carnero,
                                               me dejó como heredero,
                                               la honradez, de condición.                   

                                               Tenga mano tayador
                                               de mi destino fulero,
                                               prefiero este derrotero
                                               a que me apunte el botón 

                                               Yo solo pido un respeto,
                                               por mis pibes dejo el cuero,
                                               y en mis anhelos, primero:
                                               El morfi y su educación.  

                                               No me ofenden las parolas
                                               soy de verdá un cartonero,
                                               pero cuido el gayinero
                                               porque esa es mi obligación.

                                               Pa’ la sociedá yo sé
                                               que soy a la izquierda un cero
                                               pero, atento compañero,
                                               en decencia soy campeón.

                                              Y con aires de milonga,
                                              mientras revuelvo el chiquero,
                                              voy cantando como el tero
                                              pues me sobra corazón.
                                   

                                             
                                                    José María Otero

 

 

 


miércoles, 13 de diciembre de 2023

Fuego de tango

                                                         

                                                                                                 

                                                                                               Vamos morocha a bailar

                                                                                                    este tango sin par

                                                                                                   que rezonga en la orquesta.”

                                                                                                         Leopoldo Díaz Vélez


Entrelazados los cuerpos con densidad emocional,

por el temblor de una pasión,

unidos vis a vis en el enjambre

con intención de eternidad y venas tangoespuma

recorren armoniosamente el lento límite.


Con la nota antigua recobrada,  

los pies ansiosos

en busca del ansiado paraíso,

dibujan sobre la frontera exigua.

Emborrachando el corazón entre galopes de piernas

abrevando en el ritmo,

trascienden sobre el movimiento incesante

con un redoble de sístoles y diástoles.

Los pasos apretados, insinuados

cual enjaulados pájaros en celo,

devorando la noche de luz lila.


La efímera fiesta encuentra la urgencia cancelada

y se introduce sobre el movimiento incesante

con la cortina musical interrumpiendo

ese abrazo amoroso, creando la dispersión ondulante

en los difuminados rostros del paisaje.


Ellos se buscarán y volverán a unir sus formas

soñando, imanados, abrochar epifanías

sobre compases yumbeados o eternas troilerías

para alcanzar al fin su cielotango.


Y el espejo devolviendo alegorías.


J.M.O