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miércoles, 29 de abril de 2020

Graciano De Leone

-Café Domínguez de la vieja calle Corrientes que ya no queda. Café del cuarteto bravo de Graciano de Leone. A tus mesas caían Pirincho, Arolas, Firpo y Pacho a escuchar tus tangos. Era el imán que atraía, como el alcohol atrae a los borrachos...

Así recordaba Enrique Cadícamo, en la voz de Julián Centeya a Graciano de Leone. Era el prólogo al tango Café Domínguez, que grabara Ángel D'Agostino con su orquesta. Y tiene mucho mérito ello, por tratarse de un bandoneonista que dejó su marca en la historia del tango. No sólo a través de los conjuntos que integró, de los grandes con los cuales tocó, de los que dirigió, sino también con algunos de los temas que compuso, mostrando capacidad, inventiva y talento de creador. Pese a lo cual no ha adquirido la merecida  relevancia entre los aficionados al género..

Graciano De Leone

Bastaría que mencionásemos a Tierra negra, un tango que resistió a tantos cambios y que  compusiera, junto con Juan Francisco Noli en 1912. Lo grabaron infinidad de orquestas, algunas con ese pregón inicial: "Resaca y tierra negra para planta, Patrona, ¿quiere comprar?, de Bastardi, quien le pondría unos versos que prácticamente no trascendieron, porque se priorizó la música.

Pronto mostró sus dotes para aprender música y gracias a la maestría de su hermano que le enseñó a manejar la guitarra, fue entrando en el ambiente y se enrolaría con el bandoneonista Antonio Cacace, en un trío que dirigía éste en un Café. Allí comenzaría a deslumbrarse con el bandoneón y le pidió a éste si le podía dar unas clases. No sólo le sirvieron de mucho, sino que fueron el acicate para acabar su formación con Eduardo Arolas, y ya lanzado en la aventura tocaría con él en La Buseca de Avellaneda.

                                   
El tango iniciaba había iniciado su asedio y crecía en los bailes y en los estrados. En el Barrio de la Boca, los cafés le abrieron las puertas de par en par con gran éxito, a local lleno. Graciano De Leone debuta con un trío en el café Royal junto a Eduardo Monelos, violinista y Ángel Pastore, pianista.  Graciano de Leone y su hermano Pascual se alinearon también en un trío con Agustín Bardi, que se sentaba al piano. De ahí pasarían al T.V.O., un café de la calle Montes de Oca, con Ponzio reemplazando a Pascual De Leone. El Café continuaba siendo el gran escenario del tango y entre las muchas andanzas y noches interminables comenzaría la recordada permanencia de 5 años en el Café Domínguez, de la Corrientes angosta, dirigiendo su propio cuarteto desde el fueye, con Nicolás Vaccaro al piano, José Valotta y Pedro Festa en violines. Estos tres instrumentos terminarían siendo los fundamentales del tango.


Ya con su prestigio merecidamente ganado, Graciano de Leone seguía componiendo temas que cautivarían en el periplo nocturno de una época llena de historias para el futuro que se preveía, en aquellas noches tumultuosas. Un lamento y El Pillete serían el complemento a Tierra Negra. El trío de tangos que le dieron merecido prestigio y que le sobrevendrían a su desaparición. Un lamento lleva letra de Pedro Numa Córdoba y así lo grabaron Agustín Magaldi y Corsini con guitarras y también D'Agostino-Vargas y Osvaldo Pugliese con su orquesta, cantando Jorge Maciel. D'Arienzo y Di Sarli, entre otros, lo llevaron al disco en forma instrumental. Éste último lo registró dos veces y lo seguimos bailando y escuchando con muchas ganas, porque además viene ataviado de recuerdos.

Su producción fue bastante extensa. Así canto yo, que lleva letra de Escaris Méndez, lo grabó Gardel con sus guitarristas Ricardo y Barbieri en Barcelona, en 1927. También lo llevaron al disco Canaro con Famá. Precisamente Francisco Canaro que grabó varios tangos de De Leone como Cinta azul, con Charlo, Tierra negra con Alberto Arenas, La dama negra, La tristona, no dudó en afirmar que era un gran creador y un bandoneonista de fuste. Firpo grabaría temas suyos como El rey de la serpentina, Tierra negra, Un lamento, Repeluz, De mal agüero (Dedicado a Bardi), El Pillete, Bar Central. Osvaldo Fresedo lo hizo con La cornetita, D'Arienzo con Lamas: Viejo tintero y varios más.

                               

Y podría seguir, pero considero suficiente para mostrar los méritos de compositor que mostró este bandoneonista que supo formar en conjuntos con gente de la talla de Francisco De Caro, Juan Carlos Cobián, Julio De Caro, Alfredo De Angelis, Francisco Pracánico, Tito Roccatagliatta, Eduardo Arolas, Juan Pedro Castillo, Agustín Bardi y otras figuras del tango. En una entrevista que tuve con Julio De Caro en mi programa "Dialogando con swing", que iba por radio Argentina los domingos a la mañana, se quedó mucho tiempo con nosotros y conversamos largamente.  En un momento dado se me dio por extraer nombres de la guardia vieja y como De Leone no tenía entonces mayores comentarios, le pregunté por él. Y el maestro De Caro me dijo:

- Un bandoneonista de mucha garra, lo tuve conmigo en una orquesta gigante, Fue un excelente compositor y apasionado del bandoneón. Me gustó esa forma que tenía de manejarlo y de expresarse con el instrumento. Además, era una persona sumamente agradable y humilde. Compuso algunos tangos que grabé con mi orquesta: El pillete, De mal agüero, Tierra negra,Un lamento,  Repeluz. En ellos mostró su gran cualidad de compositor. Muy valiosos temas que nos dejó.

Como broche podemos escuchar Un lamento, por Carlos Di Sarli, grabado el 8 de noviembre de 1944.

                                       


lunes, 27 de abril de 2020

Héctor Mauré

Vencedor de un mito

Asistimos, hace un tiempo, al debut de Héctor Mauré por Radio Belgrano, es decir, asistimos a la reaparición de uno de los más extraordinarios cantores del cancionero popular, Mauré, inexplicablemente, había dejado de actuar en las más importantes emisoras, y volvía a encontrarse con su público. Estuvimos en esta oportunidad para aplaudir sus interpretaciones y su retorno triunfal a la radiofonía. Decimos que fué triunfal, y no pecamos de exagerados. El público colmó totalmente las instalaciones de la emisora de Ayacucho y Posadas, resuelto, como nosotros, a aplaudir a su ídolo. 

Pasa el tiempo, y la historia se repite. Vuelve Mauré en enero, esta vez a Radio del Pueblo, la emisora que con Antonio Maida al frente, ha dejado de ser chica, y otra vez el público invade prácticamente el estudio para escucharlo.Todo el mes de enero actuó triunfalmente, pero su programa se vio interrumpido inexplicablemente en febrero. Como de costumbre, con el deseo de mantener informados a nuestros lectores, resolvimos inquirir las causas de este alejamiento.

                                
Héctor Mauré, con su cordialidad de siempre, nos explica que, debido a un error en la programación, debió dejar el programa. En efecto, hubo un malentendido entre la dirección artística de Radio del Pueblo y el anunciador; este último había contratado la actuación de Mauré por un mes, y la emisora había entendido que era por dos. Este pequeño pero lamentable diferendo, quiso ser solucionado por Antonio Maida, prolongando la actuación de Mauré hasta fin de febrero, por cuenta de la emisora, pero Héctor, en su afán de no ser gravoso al amigo que quería jugarse la patriada, resolvió finalizar su labor.

Dice un viejo refrán que "no hay mal que por bien no venga", y como no podía ser de otra forma, un anunciador, enterado de lo que sucedía, se ofreció para auspiciar la actuación de Mauré. Esta vez, no para un mes, sino para dos, es decir, y esto lo adelantamos como primicia de CANTANDO, que Héctor Mauré vuelve a Radio del Pueblo durante los meses de marzo y abril, en el mismo horario, todos los jueves, de 21.30 a 22.

También preguntamos al artista si se encuentra cómodo dentando en una emisora ''chica", ya que hay gran cantidad de personas que creé que estas actuaciones pueden ir en desmedro de su popularidad. A esto nos responde Mauré, que él mismo está sorprendido del caudal de oyentes que tiene Radio del Pueblo y lo singular de su público. Nos dice, que desde que debutó en enero, han aumentado sus contrataciones para bailes, locales, etcétera, y que su público tiene ese calor de pueblo, que se trasunta en su fervor por escucharlo, acercarse a él, darle la mano, o cruzar unas palabras; en fin, todas esas cosas que hacen que el artista se sienta feliz con su público.

                                  
Acotamos que Mauré se merecía este espaldarazo. Una vez más ha demostrado que es un profesional honesto, ya que para presentarse en radio debió someterse a un estricto régimen alimenticio, que le permitió rebajar catorce kilos. Sobre su futuro inmediato, señalaremos que está en trámites para nuevas grabaciones, y que después de su labor en Buenos Aires, emprenderá una extensa gira, ya casi totalmente programada.

Las últimas palabras de Mauré son de agradecimiento a todos los que han posibilitado su debut y la anunciada reaparición, y a los amigos que se han llegado hasta la calle Santa Fe para brindarle su aplauso y sus buenos augurios.

Por nuestra parte, nos comprometemos para el primer jueves de marzo, en que estaremos presentes, cuando el locutor anuncie: ¡Con ustedes, HÉCTOR MAURÉ!

ENRIQUE DUCA
Revista Cantando
16/02/1960

De paso lo escuchamos acompañado por Roberto Grela y su conjunto de guitarras ,en el tango de José María Aguilar: Milonguera. 
                                  
                                         https://www.youtube.com/watch?v=8oZS4uI_qwI
                              

domingo, 26 de abril de 2020

Confitería La Ideal

Vale la pena ver el Documental sobre esta histórica Confitería, pero sobre todo para los milongueros.

                             

Abrió sus puertas en el año 1912 y desde entonces mantiene el brillo de sus óvalos de bronce, con la representación heráldica del lirio en su fachada, y sus impactantes farolas que enmarcan su puerta de lado a lado. En la planta baja funciona la confitería donde se ofrece un excelente servicio de cafetería, opciones de té por la tarde y una variedad de dulces muy tentadora para los golosos. Este salón está recubierto por una boisserie original de roble de Eslavonia, y hace gala de un mobiliario Thonet auténtico. Este estilo tan genuino y representativo de la Belle Epóque porteña, la convierte en el escenario ideal para reproducir el modo de vivir de ese entonces. Por ello ha sido elegida por los directores de cine Alan Parker para filmar una escena de la película Evita, y también por Carlos Saura para su película Tango. En el primer piso, funciona todas las noches, y algunas veces por la tarde, una de las milongas más populares de la ciudad. Un clásico entre los clásicos.

Documental La Ideal Tango                                     

domingo, 19 de abril de 2020

Sin pisar el Polito


   En estos días de confinamiento, encerrados por el Cobián 19, bullen los recuerdos en mi Cucuza Castiello y acodado en el Bahr casero, me mando el Basso de Bermúdez diario, y me toco la Pansera engrosada por esta Racciati fulera, Sosa, intentando apurar los Díaz que vienen Malerba.  De todos modos, a las Ochoa en punto, Stamponi mi aplauso al personal sanitario, que me sale del Pacho. Sé que la Famá es puro cuento, pero Del Carril de la memoria tanguera, tirando de la Piazzolla, recuerdo tanto Biagi:  Demare, Montes, Rivera, Arenas, Lagos, el paseo Marino, Larroca, el Castillo Do Reyes, Campos… 


                           

   También retorno hoy a mis primeros escarceos en la milonga. Me gustaba ir bien Pichuco, Había sacado el traje de la Tanturi, en general todos iban Cambareri. En aquella Caldara unos estábamos para milonguear y otros p’al levante. De paso cañazo… Yo a bailar con Pugliese, Troilo y Di Sarli sobre todo. Y aquella noche -de las primeras- vi a tres muchachas…, te lo digo de Vardaro, no me quiero poner Laurenz, pero creí tocar el cielo. Los sonidos Del Piano me colocaron debute y con el mayor De Caro, cabecié a la más linda que estaba De Bassi del reloj. Ella me estaba Miranda, pero se hizo la fesa. Tenia una blusa Morán, un Lomuto de locos… Las tres calzaban unos Bustos… 
  
   Había una piccola Maffia barrial que copaban a las mejores. Pero la piba me vió bailar, me Caló bien – te soy Francini- y le gané a unos cuantos Gavioli, porque al segundo cabezazo me batió el Siro. ¡Cuánto D’Arienzo  volver a aquella escena que me permitió Floreal ante los grosos! Yo tenía 17 pirulos, Tuve un Ortiz bárbaro, era novato en la Plaza, y en aquel Corsini milonguero me sentí El Cachafaz.  Era Lamas linda, muy Maderna, usaba perfume Delfino, un Chanel que me envolvía en su aroma, accedería luego a otras tandas conmigo, fui ganando la Plaza y antes de tomarnos el Piro con La cumparsita, la apuré y sonriente, me pasó el tubo. ¡Qué te Serpa!

   Fue la Pontier de aquel romance de barrio, y la pareja milonguera. Me gustaba acompañarla a su Casal, regalarle Ramos de Flores, De Rosas. Ella me obsequió una botella de coñac Martel y otro de un buen Binelli.  Te Battistella la justa, los dos pensamos que la vida nos Attadía, pero a la vez, también me asaltaban ganas de aparcar el Amor y bailar con otras. Lo que te Charlo es real, no hablo al Bardi ni Ledesmas a la zabiola. Me dejó Lamarque, pero volví a la cosa Coral, donde Piana Piana fui pasando el Rodio.  Ya sabés que “Lo que natura non da, Salamanca non presta”, y yo era un milonga que me quería morfar el mundo.  

   De Angelis y demonios. Era como cambiar la Ferrari por un Falcon.  Pero, me salió bien el Ardit, le Echagüe al fuego, porque las milongueras de prima eran para mí imanes que se me prendían como abrojitos, te lo digo de Berón. La piba me dio la Canaro y se la aguantiñó. Laborde una noche, aclaramos, la Grela soltó un Calderón de lágrimas, algunas sobre la solapa de mi Ciriaco, yo estuve Manzi, sin Sobral, y así Ribó el final. 

   Sí, Firpo ese final. Porque como dice la zamba de Vargas: “La despedida esa corta la ausencia es larga”. Y ya Libertella, asomaba el Lucero de mi vida milonguera que me Marcó y me atraparía en sus redes. Belussi como el rayo, fui acoplándome a las mejores y entré a jugar en primera, inventando, sin hacer Copes de pasos de otros. ¡Chupate esa Mandarino! Nunca pensé en cuánto iba a Durán, para mí era Lafuente de la Vidal. Placer de los Reyes.  Fui dejando mi Marcucci en tantas milongas, como el que Acuña sus pasos hasta en sueños. 

   Hoy, De Grandis, con mis lopes Cárdenas, sigo en la brecha, respetando esta Vedani con Penón, dejándome la Barbieri hasta que abran la jaula, vacíen los Spitalnik y levanten el encierro.  Entonces, como una Centeya, te Juárez, que me Demarco de todo,  salgo disparado a la milonga, me sentiré como un Ray, gritaré “Visca el gotán!.  y ¡Que me quiten lo bailao!

¡Que me Contursi!

José María Otero

jueves, 16 de abril de 2020

Una carta


Madrid, 16 de abril de 2020
Buen amigo:

¡Agarrate Catalina!, con la que nos cayó. Sufro este Desencuentro como si estuviera en La gayola. Paso horas en La catrera. Estos virulos son como Garras, y por la calle andan Los disfrazados, igual que Marionetas, con El barbijo. Te juro que Me están sobrando las penas y todo se resume en Siete palabras: Covid19. Algunos batían que esto eran Pan comido, Ya lo ves. Lo pintaban todo Color de rosa y en las calles se observan Sombras nada más. Me gustaría Volver a vernos Con los amigos, terminar con La racha fulera, dejar de andar Como abrazao a un rencor Mirando la lluvia, algo Patético, lejos de la Barra querida y el Embrollo en que nos metió el bicho este.
Sí, caro, ando Descorazonado, con las Lágrimas a flor de piel, Cautivo, Prisionero de las circunstancias tomando El vino triste en Mi refugio de Milonguero viejo y Retirao. Como si me hubieran puesto Cadenas. Sí, funco igual que la mayoría, como Alma en pena, Descorazonado. Ya sé que la Mala estampa que te pinto la vivís vos casi igualito, Guapeando, aunque estemos A la parrilla, y apartados de la Milonguita.

                             
Y después ves al Colorao colorao que se cree el Rey del compás mundial, desde el Imperio del Norte, primero batiendo que este Trago amargo era todo un cuento. Quasi nada. Ahora con su Mala entraña, en lugar de atender El desafío, lanza Fuegos artificiales, abandona la OMS y De puro guapo, amenaza con destruir más países. ¡Araca la cana!, mientras la Sentencia del covid se lleva infinidad de yanquis y lo contempla En carne propia. Como su primo english, el Melenita de oro, que se creía Gardel después del Brexit hasta que le sobrevino Un tropezón. Un día llegará en que El último guapo del globo deje de contemplar, Canchero, con su Corazón de papel (dólar), haciéndose El taita, el bestial arsenal que posee y su Pinta brava se irá al jonca con el Ventarrón final. Yira…yira...

Te digo que me alegra la Unión cívica de los pueblos con sus dirigentes y sanitarios. En cambio leo y escucho a algunos N.N. que dan el Consejo de Oro, trazan un Fangal, “¡exigen!” la renuncia del Gobierno, que se tomen El raje y nos quieren vender un Cambalache, mientras médicos y enfermeras/os se juegan la vida para salvar enfermos. Quién hubiera dicho. Como abrazao a un rencor. Parolas llenas De barro. Sabía que se iban a aprovechar de esta desgracia Y no le erré. ¡Que vachaché! Ellos sólo son felices con la manija y A pata ancha. De qué podemos hablar. 

Pero mirá, En esta tarde gris, te recomiendo con Sentimiento gaucho que No salgas de tu barrio, que te apartes de la Mala suerte haciendo cuernitos. Compartamos las Nostalgias de tantos lindos ratos Con los amigos, en la Milonga brava. Enfundá la mandolina, escapate de El aguacero, aparquemos la Bronca con el que piensa distinto, sabés que Ya estamos iguales, vamos a Volver... Soñemos que falta poco. Un mundo nuevo nos espera.
¡Vamos todavía!                   
Desde el alma.

Don José María

miércoles, 15 de abril de 2020

Edmundo Rivero y el lunfardo

--La guitarra no me sirvió solamente para ganarme la vida, sino que también fue una llave dorada que me abrió las puertas más increíbles. Una de ellas daba a los bajos fondos, a los cafetines y bares dudosos, frecuentados por gente brava, respetada y temida. Allí aprendí los secretos del lunfardo, un idioma secreto que se sirve de palabras, gestos y ademanes. No hay que confundir el “lunfardo” con el “reo”. El “reo” es el idioma del hombre de barrio, del orillero honrado, con el que nombra las cosas de su oficio, sus diversiones. El lunfardo es la jerga del lancero, del escruchante, del punguista, un idioma subyacente que se construye a base de metáforas, por traslaciones llenas de imaginación.


                           

“Pocos saben –pontifica Edmundo, con cierto orgullo académico– que la palabra ‘gayola’, con la que se designa la cárcel, proviene del humilde gallo, símbolo de la policía, que todo agente lleva en su chapa.” Después, se extiende en consideraciones sobre la morfología lunfarda, la incorporación de términos de otras germanías extranjeras, y la dinámica de la llamada “lengua verde”. “Los términos viajan de un país a otro porque los ‘lunfas’ viajan”, sentencia. Y expone el caso de “rascué”, una palabra utilizada por Gardel en una de sus milongas, que no es sino el “rastaquouere” de los franceses, el “rastacueros” (arrastra cueros) con que el español denomina al fanfarrón venido a más. La palabra viajó a Francia de ida y vuelta, cambió su ortografía pero no su semántica. 


Y Rivero propone el estudio de otra semántica lunfarda: la de las señas y los signos. “Hasta ahora mucho se ha hablado del sentido, y evolución de las palabras ‘lunfas’, pero muy poco se ha dicho del lenguaje silencioso que se habla con las manos, y los ojos”, observa, con un dejo de reproche. Y cuenta una anécdota: Un día visitaba una cárcel (“siempre voy a cantar a los presidios”) y se entretuvo conversando con un veterano del hampa que se quejaba del trato dado a los detenidos en las “leoneras”, las celdas colectivas donde llegan a hacinarse hasta más de cien personas, cuando su capacidad es para cincuenta. “En ese instante pasó otro preso –recuerda el cantor- y el viejo ‘lunfa’ farfulló: ‘Dequerusa, la prensa’. Yo me pasé el dedo índice por la mejilla derecha y él me contestó ‘Isolina’.” Y traduce el diálogo: “Atención, que pasa un informante, un soplón; ¿Seguro? "Sí, seguro”.

El lenguaje de los signos también se basa en un juego de metáforas sobreentendidas: pasar el dorso de la mano por la mejilla es calificar a un tercero de “cafishio”, de “cara limpia”, o “cara afeitada”, un elemento de pulcritud y aliño que distingue a los explotadores de mujeres. “ropa tendida”, es decir un desconocido peligroso, se expresa al recorrer lentamente la solapa con el pulgar y el índice (un extraño se interpone entre los dos interlocutores como la ropa tendida).

“Quizá alguna vez cuando quede vacante un sillón en la Academia del Lunfardo, si me eligen, voy a escribir una amplia comunicación acerca del lunfardo de los signos”, promete el cantor. Ahora en el libro que prepara sobre la fisiología de la voz y las técnicas de su emisión aplicadas al canto, ha agregado una tercera parte donde explica muchos de los giros y términos lunfardos empleados en las 24 canciones que ha grabado en ese dialecto. Pero no quiere decir mucho: “Es peligroso –aclara– porque a la gente del hampa no le gusta que develen sus claves.” Y cuenta que varias veces recibió llamados telefónicos advirtiéndole el peligro que significa “avivar a los giles”.

(De una entrevista en "Primera Plana", en junio de 1968)

sábado, 11 de abril de 2020

Los Bailarines de Tango -

Un homenaje al vértigo

Los bailarines de tango
merecerían bailar en los patios del cielo.

Los bailarines de tango           
bailan para que la noche y la ciudad
descansen en las furias del día,
bailan para que sea olvido la muerte
y tantas sombras que nublan el aire,
bailan para que las penas, por un momento,
dejen de llover en la cara de los solos,
bailan para que en la espuma y el oleaje de sus pasos
haya algo del mar que siempre soñamos.
Bailan porque bailar
es la puerta de entrada a los patios del cielo.

(A los bailarines de tango
los mata la quietud,
los revive el vértigo.
Toda quietud es negra.
Todo vértigo es azul.)

¿Pero qué son los bailarines de tango?

¿Fantasmas que flotan a ras del piso?
¿Cantores que gesticulan con los pies?
¿Hojas de un otoño azul jugueteando con el viento?
¿Inventores de laberintos con sus zapatos
lustrados por la pomada del invierno?
¿Seres que dejaron el esqueleto en casa
para mezclarse con el aire?
¿O son los que pulen baldosas hasta que sean
espejos donde la luna se peine
y los perros enloquezcan?
                                                                                             
(A los bailarines de tango
los mata la quietud,
los revive el vértigo.
Toda quietud es negra.
Todo vértigo es azul.)

Los bailarines de tango
merecerían bailar en los patios del cielo.

Yo he visto a vagabundos
detenerse y entibiar la distancia,
al verlos bailar.
He visto en los amantes el deseo
de quemarse en ese otro fuego,
al verlos bailar.

He visto a poetas llenarse de resplandores
los ojos, y acaso la sangre,
al verlos bailar.
He visto a los locos volver del más allá
y en la mitad del grito, sonreír,
al verlos bailar.
Y no sería extraño que astronautas 
y pájaros, al verlos bailar, creyeran 
que es la tierra la que baila.
                                                                                        
Los bailarines de tango
ya están bailando en los patios del cielo.

Los estoy viendo,
hondos, serios, sabios, bajo un parral de nubes
embrujando a los ángeles -criaturas 
invisibles de sangre celeste-
que darían sus alas
por aprender a bailar esos relámpagos.

Los bailarines de tango
seguirán bailando en los patios del cielo
hasta que Dios, el ausente,
aparezca de pronto
y aplauda.

(Toda quietud es negra.
Todo vértigo es azul)

Eugenio Mandrini
(Poeta, ensayista y hombre de tango. entre muchas otras cosas, ganador del Premio Olga Orozco de poesía en 2008)

Nota: Las parejas de arriba hacia abajo son: Sebastián-Arce-Mariana Montes, Miguel Ángel Zotto-Daiana Gúspero y Juan Carlos Copes-María Nieves) 

jueves, 9 de abril de 2020

Mi noche triste

Todos los amantes del género conocen este tango que arranca con ese octosílabo impactante: "Percanta que me amuraste".  Y saben que su autor fue el chivilcoyano Pascual Contursi, padre del Catunga, que heredó su pluma poética, dándole otro vuelo distinto. Prácticamente Mi noche triste, fue el primer tango cantado. Su autor se lo sacó de la manga, acoplándolo sobre la música del tango instrumental  Lita, del pianista Samuel Castriota. Sin que éste tuviera la menor idea del tema, dado que lo estrenó en 1917, acompañándose con la guitarra en el cabaret montevideano del padre de Gerardo Matos Rodríguez.

Mucho se ha escrito sobre la invención y la audacia de Contursi, poniéndole versos a un tango como el citado. Pero vale la pena volver sobre aquellas circunstancias que envolvieron esta creación que sería parte de la masa con que se diseñarían las inmediatas letras del tango. El tango fue cantado en el desaparecido teatro Buenos Aires por la cancionista/actriz Manolita Poli. Ocurrió en el transcurso de la obra "Los dientes del perro", de José González Castillo y Alberto Weisbach, que estrenara la compañía teatral Muiño-Alippi.

                               

Carlos Gardel lo había cantado en el Teatro Esmeralda y fue necesaria una entente porque Castriota  en principio no quería saber nada,  hasta que llegaron a un acuerdo. Se afirmó que Gardel y Razzano le cambiaron el título original del músico por el de Mi noche triste, y el gran cantor llevó por primera vez un tango al disco. Fue éste, el 9 de abril de 1917.

José María Contursi, en una entrevista que le hiciera la escritora  Noemí Ulla, y que publicara en su libro "Tango reflexión y nostalgia", comenta el estreno en la obra "Los dientes del perro"-
-Eso fue en 1918. El tango de mi padre incluido a último momento, levanta la obra y le digo que mucha gente  iba a ver la obra después, para escuchar el tango. Le cuento una anécdota: Había dos muchachitos que estaban siempre en la puerta del teatro y que se llamaban Negro y Blanco. Aunque parezca mentira, estos dos chicos empezaron a vender la letra impresa del tango a 10 centavos la hoja y sacaron bastante plata en ese entonces.

Pascual Contursi ya se había atrevido con otros tangos, metiéndole versos por su cuenta, ya desde 1915. Entre otros, a La biblioteca, de Berto, Champagne tango de Manuel Aróztegui, La guitarrita de Arolas, El flete de Vicente Greco.  A fines de 1916, el propio Contursi cantaría por primera vez su creación de Mi noche triste en el cabaret Moulin Rouge de Papá Matos. Justo coincidiría el invento con la subida vertiginosa de Carlos Gardel en el aprecio del público y su interpretación de estos versos acompañado por la guitarra del Negro José Ricardo.

                               
Pascual Contursi

El tango había encontrado su veta poética y así se completaría el tríptico de: Música, danza y versos. Gardel le da el tono justo, la intención dramática y la interpretación  de ese chamuyo lunfardo que hallaría grandes creadores como Celedonio Flores, todo un maestro de estas pinturas barriales. Pero Mi noche triste es el que señala el camino, a partir de su estreno, la piedra angular del tango cantado.

Jose María Contursi, en una carta dirigida al doctor Luis Sierra, ilumina más toda la creación inicial de su padre, el tango que abrió la puerta a los grandes poetas del género y que lo encontraría también a él entre los más destacados. Entre otras cosas menciona a Gardel y cuenta:

-Meses después del fallecimiento de mi padre, me encontré una noche con Gardel en la confitería "Las Violetas", en Rivadavia y Medrano. Era ya pasada la medianoche y él volvía de una actuación en el cine Río de la Plata. Estaba sentado con su apoderado, Defino. Al verme, me invitó a su lado, y luego de preguntarme cómo iban mis cosas me dijo:

-¡Pobre tu viejo! Vos sabés que con él éramos amigos de la milonga... - y me contó la siguiente anécdota, que es la que interesa y hace a la cuestión.´

-Hacía unos años que no lo veía a Pascual, que se había encariñado con Montevideo. Un buen día apareció tu viejo en Buenos aires y vino a verme. Me pidió la viola y me dijo:
-Te voy a hacer escuchar un tango...
-¿Un tango?, le pregunté sorprendido...
-Sí, es de un muchacho uruguayo que me lo pasó en el Royal.

Me gustó tanto que me lo aprendí enseguida. Cuando lo cantaba ante mis amigos, se entusiasmaban, pero no me animaba a cantarlo en público, hasta que me largué con un poco de miedo en el Esmeralda con el éxito que vos sabés. ¡Recién me enteré que Pascual era el autor!

-Yo lo escuchaba emocionado, por eso recuerdo casi textualmente su narración. ¡Era Gardel! El hombre que en 1928, desde París envió un telegrama avisando que mi padre había perdido la razón...

                                       
Para cerrar esta historia podemos escuchar la segunda versión que grabó Gardel de Mi noche triste, el 24 de abril de 1930, acompañado por sus guitarristas Barbieri, Aguilar y Riverol.

                                 

lunes, 6 de abril de 2020

Enrique Dizeo

No solo fue uno de los más prolíficos, seguramente, de los poetas que descargaron su talento y sus versos en el tango, sino que, además, muchas de sus obras siguen vigentes en el gusto de los tangueros y los continuamos bailando en las pistas de muchos rincones del mundo. Porque, además de su estro fértil,  tuvo de compañeros en esas composiciones a ilustres músicos como Aníbal Troilo, Juan Carlos Cobián, Osvaldo Pugliese, Anselmo Aieta, Ricardo Tanturi, Juan Canaro, Sebastián Piana, Carlos Marcucci, Edgardo Donato, Astor Piazzolla, José Canet, Julio De Caro, Juan Polito, Geroni Flores, Florindo Sassone, Juan Maglio, Miguel Caló... y una lista muy larga.

Dizeo nació en el porteño barrio de San Cristóbal, terminó el colegio primario y la calle fue su segunda escuela. Allí aprendería el habla de los barrios, el lunfardo común y tempranamente se internaría en los recovecos noctámbulos, con el tango como emblema. Los aprendices de poetas estaban siendo "tocados" por la música porteña y en su floración estarían inflamados por el acento pasional del género y su mensaje popular.

Enrique Dizeo
No sólo mantendría una gran amistad permanente con Celedonio Flores sino que también se mostró familiarizado con ese tipo de composiciones que consagraron al gran vate autor de Mano a mano. Nacido en julio de 1893, criado en lugares como Boedo y Parque Patricios, asumió muy pronto su filiación porteña y el tango se fue metiendo en sus entrañas, de tal modo, que asomaría rápidamente con su esteticismo palabrero en las páginas del género. Su primera composición, en 1920, Romántico bulincito, que lleva música de Augusto Gentile, le abrió las puertas de la música ciudadana.

En su bohemia nochera conoció a Gardel. Solían parar en el Café de los angelitos, se hizo amigo suyo y el gran cantor le grabaría nada menos que once composiciones: Copen la banca, Primero campaneala, Tan grande y tan sonso, A medianoche, Jirón de pampa, Que se vayan, Qué fenómeno, Echaste buena,  Viejecita mía, Maniquí y Pan comido, compuestos con diversos músicos. Además hay una anécdota muy buena ocurrida entre ambos.        
                                                                                                    Precisamente, en dicho Café, Gardel se vió con su amigo, una noche de 1926, para conocer y grabar el tango que Dizeo había compuesto, con música de Juan Maglio Pacho, A medianoche y que  firmaba con su apellido al revés: Ozedi.  Gardel lo estuvo repasando un ratito, entonando la melodía. En un pasaje del tema dice:
Como un gemido doliente
llena de harapos, cabizbaja y mustia
siempre se le ve silente
con todo el peso de su negra angustia...
Gardel se queda pensativo, lo lleva aparte al poeta y le espeta:
-Ché, decime, ¿Qué carajo quiere decir silente?

Dizeo supo reflejar el ambiente de su época, las tensiones, los desencuentros amorosos, de los que podía dar dimensión cabal, porque nunca llegó a casarse. Tuvo algunos romances, uno que duró bastante, pero siempre terminaba volviendo a su bohemia, castigándose en el recuerdo,  con fragmentos breves, ágiles y en algunos casos metafóricos. Si su primer letra tiene atisbos contursianos, rápidamente iría escalando en su peculiar estilo, con sello propio.

Y así fueron incorporándose al repertorio de orquestas y cantantes: Que se vayan (con Francisco Canosa), Cada vez te quiero más (F. Leone), Tiburón y Ché Cipriano (D'Abraccio y Pollero), Tiene razón amigazo (Calabró), Cabecitas blancas (Alberto Pugliese), Andate con la otra (Geroni Flores), No es más que yo (Mannarino), El encopao (Osvaldo Pugliese), Mi morocha (Querejeta), Cobrate y dame el vuelto (Miguel Caló), Más solo que nunca (F. Leone), Después de quererla tanto y  Ficha de oro (Di Nápoli), Un cielo para los dos (A. Amato), Echaste buena (Bonessi), Con toda la voz que tengo (Troilo), Cuando se ha querido mucho (Leone), Volvé a mi lado (Cobián), Copen la banca (Maglio),  Dale tango (Troilo, Terragno)...Y un largo etcétera.

Muchos de estos temas fueron éxitos y nos son familiares a la oreja y al cuore, cuando los bailamos. Cuántas veces lo habremos hecho en la pista con El encopao o Con toda la voz que tengo por Troilo-Fiore, Mi morocha (Tanturi-Castillo), Más solo que nunca (D'Agostino-Vargas, Morán), Tiene razón amigazo (De Angelis-J. Martel- D'Arienzo-Echagüe). Y podría seguir porque además los escuchaba de pibe en la radio y se me quedaban fijos en la memoria.

Enrique Dizeo tenía 60 años cuando le llegó el éxito internacional más importante de su carrera. Se trataba de una canción, en ritmo de valsecito peruano que había compuesto con el guitarrista-cantor Ángel Cabral, titulado: Que nadie sepa mi sufrir. Corría el año 1953 y fue un suceso impresionante. Una canción muy pegadiza que se oía a cada rato y que repetíamos mentalmente. Justo anda Edith Piaff de gira en Buenos Aires y dicen que lo escuchó por Alberto Castillo (que también logró una pegada), quedando impresionada por el tema.


Cuando vuelve a París, lleva el disco y la partitura y lo llama al autor-compositor Michel Rivgauche, con el fin de que le haga una adaptación para ella. El tema en francés se llamará La foule (La multitud) y se convierte en un éxito internacional a gran escala. Orquestas y cantantes famosos de diversos países lo incorporan a su repertorio y desde ese 1957 en adelante le proporciona a Dizeo, no sólo un respaldo a toda su obra, sino el premio económico merecido, aunque no fuera a través de un tango. 

Fue el colofón a la obra de un poeta que merece recordarse permanentemente por el grosor estilítico de su legado. Creador de versos envueltos en la música, la atmósfera y la sentimentalidad del tango, sin postizos ni artificios vacuos, Dizeo dejó su marca y sigue conectando con la emotividad del que escucha algunos de los temas que pergeñara.

 Podemos escuchar este vals peruano de marras. Así lo cantaba Alberto Castillo, acompañado por la orquesta dirigida por Jorge Dragone. Lo grabó el 28 de octubre de 1953.
                                     
                             

sábado, 4 de abril de 2020

La orquesta Demare-Vardaro

Es de lamentar que estas formaciones referenciales del tango, de músicos con una formación y un nivel muy altos, no nos hayan dejado una muestra de su creatividad infinita. Tanto Elvino Vardaro -para mí el número uno con su instrumento- como Lucio Demare (pianista de alto nivel, director de un conjunto que da gusto escuchar o bailar sus grabaciones, compositor exquisito) fueron dos grandes que en 1938 se aliaron para conformar una orquesta que debió tener mayor fortuna.

Por la capacidad de sus directores y la sabia elección de los músicos que la componían. Actuaron por Radio Belgrano con el apoyo de críticos y público. Además aportaban algo que no era habitual en las orquestas típicas: tocaban dos pianistas en la misma: Demare como co-director y músico y Carlos María Parodi. Lo que viene a demostrar la polenta que le echaron para que el conjunto fuese un referente estético y conectase con la emotividad del que escucha... y el que baila.

Vardaro y Demare cuando co-dirigían su orquesta típica.
                             
Ambos tenían ese temperamento creador. Demare era el que le daba la forma musical, su riqueza melódica siempre lo destacó, por ese fraseo tan característico y la modalidad intimista. La riqueza expresiva de Vardaro, el sonido tan exquisito, su vibrato tan original y su exhuberante creatividad, le dieron la fama y el reconocimiento de críticos y colegas sin distinción, además del público, por supuesto.

La sentimentalidad del tango no podía tener mejores mensajeros y todo indicaba que esta formación dejaría huella profunda en el género. Sin embargo, duró poco tiempo, hicieron giras por el interior de la provincia, presentándose en teatros, radios y clubes de localidades como Arrecifes, Chivilcoy, Dolores y otras.  Y uno puede imaginarse el tono musical de semejante formación.

Porque la orquesta la conformaban los siguientes músicos: En bandoneones estaban Alfredo Calabró, Máximo "Bocha Mori", Nicolás Pepe y Oscar Capurro.  Los violines eran: Elvino Vardaro, Juan Andrés Ghirlanda, Renato Lencione, Antonio Allegro y José Fernández.  Contrabajo: Oscar Roma. Pianos: Lucio Demare y Carlos María Parodi. El cantor: Juan Carlos Miranda. En la foto, Parodi está junto a Demare. A la izquierda de éste, Vardaro y Miranda.

                                 
Y como sucediera en otras formaciones de Elvino Vardaro, en su asociación con Osvaldo Pugliese, su Sexteto típico, pese a la categoría musical de estas formaciones, tampoco quedaron registros discográficos que nos permitiera disfrutar de sus creaciones. El destino pareció condenarlo a un segundo plano como director, aunque nadie duda en reconocerle su genialidad máxima como instrumentista del violín y gran creador.

Demare, al fin pudo consolidarse como director al frente de su orquesta. Con un estilo muy personal  y dentro de esa escuela romántica en la que descollaron figuras como Juan Carlos Cobián o Enrique Delfino.  La prueba está en los milongueros bailando sus grabaciones tan especiales y con cantores de la talla de Raúl Berón, el citado Miranda y Horacio Quintana. Como Compositor fue también exquisito y ahí están  sus: Malena, Mañana zarpa un barco, Telón, Tal vez será su voz, Mañanitas de Montmartre, Luna, Sorbos amargos, Negra María, Solamente ella, Dandy, La calle sin sueño...

Pero el recuerdo me lleva hoy en un pequeño ritual  hacia esa orquesta que sólo podemos intuir, ya que no hay rastros, huellas de su calidad y creatividad interpretativa. La que sí intentamos otear, adivinar,  conociendo las capacidades de sus directores y los componentes de la misma.