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sábado, 29 de abril de 2017

Chiqué

                                                                  Llueve...
                                                                  y un látigo de luz me azota,
                                                                  relámpago de fiebre loca.
                                                                  La lluvia, sin cesar,
                                                                  golpeando en el cristal,
                                                                  renueva la emoción perdida.
                                                                       Juan José Guichandut 

Sí, el pronóstico se cumplió. Anunciaron lluvia en casi todo el territorio y eso está pasando. Pero, siempre que llovió, paró, ¿viste?. Y además, dentro de la milonga se está muy bien protegido de las inclemencias del tiempo, acompañado por una música súper milonguera. Vos  dejá que silben los vientos y caiga agua sobre el empedrado de la ciudad. Nosotros, milongueando, que es gerundio...

                                             
Además, la Casa de Aragón tiene magníficas instalaciones, con restaurante, bar,  terraza y buena cocina, para que no te falte de nada. Nosotros le ponemos la guinda al postre con esta milonguita de los sábados, de 21 a 0.30 horas, en la Plaza de la República Argentina nº 6- Madrid. La pista es de madera, pero los bailarines que nos acompañan no son de ese material, al contrario, se mueven con muy buen nivel. Todo óptimo.

Las clases las damos los sábados de 20 a 21 horas previas a la milonga, aunque este sábado, por razones de agenda, las hemos suspendido. De todos modos, hay que apuntarse previamente y solicitar plaza, dado que no realizamos clases grupales porque entendemos que retrasan los buenos resultados en los principiantes.

                                                 


Y para despejar las nubes grises que nos tapan el cielo, los invito a ver un par de videos, con bailarines de distintos países de Europa que se mueven con mucho sentido milonguero y demuestran que el tango ha prendido fuerte en el Viejo continente y cada día se baila mejor.

Y como demostración, acá va la pareja turca integrada por Esref Tekinalp y Vanessa Gauch Arabacioglu, que ya han pasado otras veces por esta página. Los vemos bailando el valsecito En el rosal, por la orquesta de Juan D'Arienzo, cantando Jorge Valdez.


                               

Para terminar de despertar tu pasión tanguera, vemos en este caso al bailarín de Avellaneda, Andrés Molina con la parisina Natacha Locwood, en el Club Majestic, de Nápoles, moviéndose también con la música de Juan D'Arienzo. En este caso es el tango Olvídame, que canta Alberto Echagüe. Atenti...

  
Y para la noche, ya sabés, cazá el coche, el paraguas y vení a lucirte en Chiqué. Te esperamos.                                  

viernes, 28 de abril de 2017

Oscar Ferrari

Dedicó toda su vida al arte popular. Como cantor primero y formador de voces tangueras, luego. Fue hijo único de una pareja de bailarines de varieté y creció entre las bambalinas de los teatros de revistas más importantes de Buenos Aires: El Maipo y el Nacional, porque los padres lo llevaban consigo al no tener con quién dejarlo.

Nacido en 1924 sacó chapa de cantor de tangos, en los más importantes templos porteños del género: Tango Bar, Chantecler y el Marabú, cabarés donde reinaban las mejores orquestas y congregaban a legiones de noctámbulos bailarines de ambos géneros. A los 4 añitos ya debutaba en la compañía de Arturo De Bassi chapurreando un tango. Su nombre real: Oscar Manuel Rodríguez de Mendoza, se acortaría artísticamente y pasaría a llamarse Oscar Ferrari. 

                                           


Su padre fallece con 28 años y retornan de Montevideo, donde estaban actuando, radicándose con su madre en el proletario barrio de Barracas que le da su impronta definitiva, con sus calles empedradas y desparejas, sus fábricas, los interminables partidos de los chiquilines con la pelota de goma y ese sello  del arrabal. El tango recibió su voz de tenor potente, su baja estatura y sus afanes.

Se fue formando en orquestas de medio pelo, desde los 14 años, hasta que en un concurso de radio realizado en 1943, cantó el siempre difícil: Alma de bohemio y emocionó tanto al director Juan Caló, que ahí mismo lo contrata y así su nombre comienza a tomar dimensión. Posteriormente se enrola en la orquesta de un director mítico: el violinista Alfredo Gobbi,  que actuaba en el Marzotto de la calle Corrientes. 

                                               
 Con Edgardo Donato en el Tango Bar. Carlos Almada es el otro cantor


Gobbi, con su calma y bonhomía, le ponía la mano en el hombro y le sugería: “Así no, pibe, no cante tanto”, tratando de bajarle el tono alto. Posteriormente le sucedería algo parecido en el conjunto de otro grande: Edgardo Donato, el autor de A media luz. Los músicos le musitaban por lo bajini, en tono irónico: ”Así nó, plomo….Así nó, cuete…”. El  violinista y cantor Hugo Gutiérrez, lo convence, le da lecciones, lo modela , y con los años Ferrari lo recordaría risueñamente y agradecería esos consejos y experiencias que le servirían para modular su voz, contenerse en los calderones y  establecer su nombre en las marquesinas rutilantes de la época dorada del tango en Buenos Aires.
   
 Pasó fugazmente por la orquesta de Astor Piazzolla que decía que “los cantores en el tango son una desgracia, un mal necesario”. Y llega la etapa de su consolidación en los conjuntos importantes de José Basso, donde hizo pareja con un grande: Fiorentino, que lo presentó al director y en el del bandoneonista Armando Pontier, formando dúo con el inolvidable Julio Sosa. 

                                     
En la orquesta de Armando Pontier compartiendo rubro con Julio Sosa

  
 Ferrari había alcanzado su altura de crucero y el tango Venganza, de Luis Rubistein fue su gran éxito, en la orquesta del pianista José Basso, aunque lo grabaría en 7 oportunidades, con distintas orquestas, llegando a vender 4 millones de discos en su primera impresión del mismo. (“No me dejes solo, no te vayas mi alma, /dame un beso grande /de esos que das vos! / No te quedes muda,/ ni mirés con rabia, / ¡no ves que me muero / sin perdón de Dios! / ¡Vení, dame un beso!/¡Pucha, cómo sos!”). 

El bajón del tango, cercado por las dictaduras en los sesenta, lo lleva a recorrer el país y ciudades de toda América. Y para escribir un libro donde relata su experiencia en cabarés del interior: “Historias de cabaret”, así como diversos poemas en lunfardo. En los últimos 35 años, además de recibir premios importantes se dedicó a la enseñanza, transmitiendo su respeto por el poema cantado y luchando por la introducción de las formas nuevas, aunque buceando siempre en las fuentes. Padecía una enfermedad terminal y nos dejó pocos días después de cumplir los 84 años,  apretando el tallo de las evocaciones. Una estampa y una  sonora exhalación porteña. Y un corazón de tango. 

                                      
En la orquesta de José Basso, junto a Jorge Durán.

Lo recuerdo precisamente en su tango emblemático: Venganza, que grabara con la orquesta de José Basso, el 20 de enero de 1950. Y en Quedémonos aquí, de Héctor Stamponi y Homero Expósito, que llevara al disco en 1957, la orquesta de Armando Pontier, con su voz..






miércoles, 26 de abril de 2017

Y suma y sigue

Hoy me la agarré con este tango, porque uno ve la primera página de la prensa diaria, o escucha los  informativos radiales, ve los telediarios y piensa que Carlos Bahr, sintentizó algunos de los males de este mundo, pocas veces tan extendidos como en estos días. Cuando vemos a políticos "chorizos", enfangados como rateros, con cuentas en paraísos fiscales, offshores y negando tajantemente los "rumores" que afectan su credibilidad, aunque finalmente se van descubriendo los chanchullos. realmente no queda otra que indignarnos y esperar el castigo que llega tarde y mal, muchas veces.

Que ni tiñe la vergüenza
ni la guita tiene olor.

Carlos Andrés Bahr

Esta frase del tango de marras, es cruda y tan real como la vida misma. La que está pasando por delante de nuestros ojos y que la manipulada prensa nos cuenta con cuentagotas y cuando no queda más remedio, salvo que los problemas estén asentados en políticos que no aceitan los engranajes de los medios informativos, es tremendo. O sea, que no velan por esos intereses espurios. Porque pocas veces como en esta época la información está destinada a materialismo puro y duro de esos medios.

No me gusta andar con vivos y a los giles les doy pase,
a los otros, si es preciso, los atiendo y se acabó,
si la mala se encabrita, me la aguanto hasta que amanse
y aunque siempre hay un amigo, curo a solas mi dolor.
  
Me enseñó la mala racha, que la suerte es mina ilusa
y al final se queda siempre con aquel que está “guiyao”,
y aprendí en los desencantos que si afloja el de la zurda
es mejor que te amasijes, porque al fin irás palmao.

                                  
La barra fuerte: Varela, D'Arienzo, Laborde, Echagüe y Salamanca

En este tango, Carlos Bahr, que fue un poeta notable del género, emplea un lenguaje lunfa, popular, razonando sobre los hilos del destino en la vida diaria, como si estuviera chamuyando con un amigo mientras se toman un café. Con Fulvio Salamanca fueron muy amigos (la hija de Bahr me contaba que visitaba mucho la casa paterna), y también se apuntó D'arienzo en la tarea de musicalizar con su pianista, algunas de las obras del poeta, como en el caso del tema que hoy traigo al blog. Cabe acotar que el Rey del compás admiraba mucho esta faceta de Bahr que lo llevó incluso al lamentable Sepe-ñopo-ripi-tapa, alentado precisamente por D'Arienzo.

Aunque seas bien derecho, si andás seco te dan pifia
trabajando sos cualquiera y afanando sos señor,
porque al fin hasta la grela que comparte tu cobija
cuando ve mangos en fila no pregunta cuántos son.
  
Además, nadie pregunta de qué lao salió la buena
la importancia está en los mangos, aunque salgan de lo peor,
y aprendés al triste precio, de tu credo en esta feria
que ni tiñe la vergüenza, ni la guita tiene honor.

Y ¡qué querés que te diga!, viendo tanto informativo de fortunas robadas a los ciudadanos y al fisco, de políticos y empresarios que frecuentan las primeras páginas de la prensa y las revistas de papel couché, amén de verlos discursear por la tele y pontificar sobre los problemas del mondo cane, tenés que coincidir con los versos de Bahr en esta última cuarteta. La inmoralidad que presenciamos en la cosa pública nos revuelve y mucho más los castigos leves, la escasa colaboración de la justicia, tantas veces, y la alianza que establece muchas veces esta última con la atrofia de la imaginación política.

                                         
 

Me enseñaron los “amigos”, que estás firme si hay rebusque
aprendí de los extraños que hay que abrirse del favor,
y la vez que por humano, le di cuarta a un gil cualunque
me dejó en la puerca vía, sin confianza y sin colchón.   

Los demás te van sacando,  por la pinta, como al naipe
y al marcarte, “gil en puerta”, pregonando fe y amor,
te saquean hasta el alma y después te dan el raje
pero nadie mira nunca, que tenés un corazón.

Da para pensar. Un poco crudo el relato en cuanto a la relación humana con la gente, pero en líneas generales la descripción de la parte oscura de la sociedad, con ligereza y sorna, está bien expresada. Así, el tango entra en las reflexiones discepoleanas con un mensaje que revela la indignidad mundana. Bahr y Salamanca se unieron en trece temas, algunos de los cuales contaron con la colaboración de D'Arienzo, como expliqué antes. Eterna, Amarga sospecha, Desde aquella noche, La sonrisa de mamá, Sin balurdo, Sin balurdo o Tomá estas monedas, tuvieron mucho recorrido.

                                    


Hoy, después de desayunarme con las últimas noticias, me vino a la memoria este tango milonguerazo que grabó D'Arienzo con la impagable interpretación de Alberto Echagüe, todo un especialista, el 13 de agosto de 1952. ¿Lo escuchamos?



 



martes, 25 de abril de 2017

Bien milonga

Isamel Spitalnik tituló así a su hermoso tango, pensando en los milongueros, para que pudieran recrearse bailándolo, tanto en la versión de Pugliese como en la de Troilo, en 1951. Incluso, este bandoneonista que reemplazara a Roberto Peppe en la orquesta de Osvaldo Pugliese, realizó numerosos arreglos para orquestas varias, incluida la del  director de Villa Crespo, Aníbal Troilo, Francini-Pontier y otras formaciones.

                                  
Spitalnik en la orquesta de Pugliese, junto a Ruggiero y el director

Y la milonga nuestra se llama así, homenajeando a su tango y tratando de arle un aire bien milonguero en las clases que diseñamos con Charo; en la selección musical -bailable al mango-, y en el ambiente que uno ha trajinado de jovencito y en el cual tratamos de mantener un tono bien milonga, que es la clave de todo.

Por eso, esta noche de martes estamos recreándola, como todos los martes del año, atendiendo a las necesidades y requerimientos de los asistentes, que son fieles a la casa. Y nosotros a ellos, claro. Buena pista, buena música, buena atención, qué más podemos brindar... Por eso invitamos a los que todavía no han tenido oportunidad de conocer esta milonga, que se asomen por el sitio y descubrirán que colma sus expectativas.

                                 

                               

Y de paso cañazo, como decían los muchachos del barrio, les traigo un testimonio histórico, para que vayan calentando motores con vistas a esta noche. En 1994, Sebastián Arce tenía 14 años, Geraldine Rojas contaba apenas 13 primaveras y ya mostraban en público el arte que los haría famosos en todo el mundo. Pueden comprobarlo en este video, donde se los puede apreciar bailando juntos el tango de Brignolo: Chiqué, por la orquesta de Osvaldo Pugliese.

                             


Unos años más tarde la vemos a la precoz Geraldine bailando con su pareja de entonces, Javier Rodríguez, esta Milonga de mis tiempos, por la orquesta de Francisco Canaro, en una lección para sus alumnos. Y son perfectos, vamos, geniales. ¿O no?

                                        

Y por su lado, Sebastián Arce, en pareja con Mariana Montes desde 1998, se ha convertido en un maestro consumado y trotamundos. Con Mariana fueron pareja de baile y de vida, pero luego han quedado unidos, sólo como pareja de danza. Ella se ha casado en Italia y tiene una hija, por lo cual, no puede estar con Sebastián en todos sus compromisos, pero sí en la mayoría porque tienen un  caché especial, son buenísimos y cuentan con numerosos fans en el mundo entero. ¿Los vemos bailando esta milonguita por Francisco Canaro y su orquesta?


Y ya te dí cuerda de sobra para que nos acompañes en la velada de esta nochecita.                                       

lunes, 24 de abril de 2017

Héctor Farrel

Hoy quiero dedicarle unas líneas a este cantor del barrio de Boedo, que supo incursionar en el tango con cierta fortuna e incluso se vareó por Europa, en una gira con el conjunto de Carlos Vicente Geroni Flores y en el que militaba otro cantor: Alfredo Marino, el autor de los versos de El ciruja. Fue en el año 1931 y de aquel viaje guardaba el recuerdo de su actuación en una película española: Mercedes, donde canta el tema del título, acompañado por una orquesta local.

El viaje tuvo altos y bajos y volvería a Buenos Aires luego de cuatro años de aventuras enriquecedoras pero sin buenos resultados económicos. Lo que pesaría notoriamente en su futuro, ya que cantando tangos, si bien le resultaba atractivo, no le alcanzaría para tener la vida profesional que soñaba. Sus actuaciones más descollantes las tuvo en las orquestas de Pedro Laurenz y Julio de Caro, especialmente con esta última, en la cual dejó 24 registros.

                                             


A propósito de esta cita, recuerdo en la charla larga que mantuve con De Caro en radio, cuando hablamos de sus vocalistas, me dijo, precisamente sobre Farrel:
 -Tenía una muy buena planta y se adaptaba fácilmente a la orquesta. Los ensayos eran menos exigentes que con otros cantores, y además tenía éxito con las muchachas que seguían a la orquesta. Pero estaba muy preocupado por ganar más dinero y buscó otro trabajo para satisfacer sus necesidades.

Se llamaba  Héctor Domingo Cardinale y cuando despuntó en sus inicios como cantor, adoptó el seudónimo de Héctor Morel. Así debutaría en un cine del barrio de Caballito, acompañado por guitarristas amigos. El siguiente paso sería en una emisora radial y de allí iría saltando a otras hasta recalar en Radio Nacional. Tenía apenas 23 años, buscaba con afán el salto a la popularidad, cuando se le presentó la oportunidad de viajar a Europa con el citado Geroni Flores y ni se lo pensó.

                                               


En el viejo continente, su juventud le dio alas para soñar con el éxito, aunque hubo rachas malas, y estas últimas en un medio extraño y lejos de la casa natal, se sienten sobremanera. Por eso, quizás, buscaría siempre la seguridad de un trabajo bien remunerado, que fue lo que lo alejaría del tango y lo llevaría  formar un hogar y sentirse respaldado por un empleo fijo.

Cuando Pedro Laurenz arma su orquesta y es contratado por el sello Victor, en 1937, buscaba un cantor y le arrimaron a Farrel. En las pruebas terminaría conformando al director, luego de algunas dudas iniciales, pero le cambió el nombre de Morel por el de Farrel. Y sería quien interviene en el primer disco de 78 rpm que graba la orquesta. de un lado,  Milonga de mi amores, y del otro, una ranchera: Enamorao. Me parece muy buena la intervención del cantor en la milonga y el conjunto vuelta alto, con una orquestación maravillosa y una fuerza que obliga a lamentarnos por las pocas grabaciones que dejara y que son un imán para los bailarines en la pista.

                                   
La orquesta de Laurenz. Héctor Farrel está parado detrás del Director a su izq.


El segundo disco de Laurenz contiene el instrumental Arrabal y el tango de Homero Manzi y Pedro Maffia, Abandono, antes llamado Amarguras. El tema suena genial, por la fuerza musical de la orquesta y la intervención parcial de Farrel. Sería la despedida del cantor que, aprovechando el impulso que le dio Laurenz proseguiría su carrera en radio como solista, acompañado por guitarras y luego formaría en un trío con Joaquín Mora y Rodríguez Lesende, regresando a su antiguo nombre de Héctor Morel.

El salto a la consagrada orquesta de Julio De Caro  le dio una nueva perspectiva de trabajo y estaría cuatro años con el afamado director y llevando al disco la cantidad de versiones citadas más arriba. Pero también sería su punto final como cantor porque buscó organizar su vida de otra manera, una vez pasado el berretín del canto. Su figura aparece en la película Petróleo, dirigida por Arturo S. Mom, estrenada en diciembre de 1940. Allí canta el tango de Julio de Caro y Enrique Cadícamo: No me pidas la exclusiva.

                                                     
Héctor Farrel junto a Julio De Caro
                  

Hoy lo recuerdo a Héctor Farrel en dos temas: El tango Abandono con la orquesta de Pedro Laurenz, llevado al disco el 24 de septiembre de 1937 y el vals de Félix Lipesker y Homero Manzi: Tu nombre, que grabó en la orquesta de Julio De Caro el 5 de abril de 1940.

Abandono- Pedro Laurenz-Héctor Farrel

Tu nombre - Julio De Caro-Héctor Farrel





sábado, 22 de abril de 2017

Chiqué

                                                    En nuestro abrazo ha de bailar otra vez
                                                    la yunta criolla que hace un siglo engendró
                                                    el primer tango en gracia sacramental
                                                    de Eva y Adán del arrabal.
                       
                                                    Bailar el Tango es un hipnótico andar,
                                                    siendo uno el otro en un instante y, al fin,
                                                    espiritualizadamente bailar
                                                    sobre el pañuelo del adiós al partir.                                                                                      
                                                   Bailando el Tango en Buenos Aires así,
                                                   un paso y dos y tres, la vida bailás,
                                                   la vida misma, un tango amargo y feliz
                                                   sabio en amor y despedidas.
                                                                                          Horacio Ferrer
           
Y esta noche como todas las noches de los sábados, Chiqué se hace milonga de ley, en la Casa de Aragón (Pza. República Argentina nº 6), desde las 21 a ls 0.30 horas. Las clases son individuales y debe contratarse previamente. Si querés lucir chapa de milonguero/a, no tenés más que conctactar con nosotros y apuntarte a alguna clase sabatina para instalarte en los meandros del tango de pista.

                                          


Y para que te inspires mientras vas lustrando los tarros para esta noche, te dejo esta milonguita bailada por el troesma y amigo Miguel Ángel Zotto con su pareja Daiana Gúspero en Turín -Italia- : No hay tierra como la mía, por la orquesta de Francisco Canaro, cantando Charlo.


Es sólo para ir dándote manija, ¿viste?                                                 

jueves, 20 de abril de 2017

Orlando Goñi

Lo he repetido en numerosas ocasiones y lo hago, convencido de que este pianista fue un genio  que iluminó el tango en su época, como integrante y guía de la primera orquesta de Aníbal Troilo, a la que prácticamente conducía desde su instrumento. Con su rara manera de sentarse al piano, sus piernas abiertas, sin usar los pedales y unas síncopas que elevan la fuerza de la música instalándola en el corazón de los bailarines, o de los que escuchan aquellas grabaciones de Pichuco.

Fueron 71 registros, que son los que utilizo de Troilo, cuando selecciono música para la milonga o festivales. Porque son súper milongueros y su piano tiene efectos increíbles en los movimientos que se producen en la pista. Es cierto que con José Basso, como reemplazante suyo, todavía tenía Pichuco material para orientar los pies de los participantes en la ronda, pero la presencia de Goñi fue revolucionaria. Con su mano zurda dibujando matices bordoneados, se convierte en el bastonero de la orquesta, con el permiso del joven director, que es el responsable final del armado y que con su  fueye hace pesar también las jerarquías.

                                             
Orlando Goñi

El tango ha tenido pianistas de alto nivel y lo hemos destacado tantísimas veces: Salgán, Maderna, Delfino, Francisco De Caro, Demare, Salamanca, Polito, Di Sarli, Barbato, D'Agostino, Armando Federico, Pascual, Pugliese, Biagi, Firpo, Mores, Tarantino y tantos otros, pero a mí siempre me sedujo la maravillosa forma de llevar a la orquesta en volandas, que tuvo Orlando Goñi en esa época brillante de Pichuco. Sus contrapuntos con el fueye del director cobran unas alturas impresionantes, y cuando estoy bailando lo siento más que nunca y me inspira de una manera muy especial.

Lamentablemente, sabemos que su vida fue muy corta. Escasos 31 años vividos a toda prisa, inmerso en una bohemia de trasnoches, alcohol y desenfrenos que lo llevaron a la muerte prematura en Montevideo, donde se había refugiado, junto al músico Pirincho Martínez, en su casa. Era la gran promesa del tango, cuando se va de la orquesta de Pichuco dejando tamañas grabaciones para la historia, que siguen goteando sin descanso sobre las pistas de baile del mundo entero.

                                   
Orlando Goñi al frente de su orquesta y el circunstancial paso de Raúl Berón


Sus admiradores, los críticos, todos esperaban su presencia al frente de una orquesta. Le sobraban méritos. Había estudiado con Vicente Scaramuzza, formado desde niño en las orquestas de Manuel Buzón en la de Samuel Aguayo, Miguel Caló, Cayetano Puglisi, Ciriaco Ortiz,  y también integró un Sexteto en el que estaban su hermano José en violín, Troilo y Attadía en bandoneones, él al piano y Pucherito Adesso en contrabajo. Era la gran esperanza del tango y cuando se fue de la orquesta de Troilo (que lo echó por sus faltazos), se aguardaba con expectativa su alternativa como director.

Y pareció que no iba a defraudar a sus innumerables seguidores. Porque convocó a músicos importantes para integrar su orquesta. Nada menos que Eduardo Rovira, Antonio Ríos, Eduardo Di Filippo, Luis Bonnat y Pirincho Martínez eran los 5 bandoneonistas. Rolando Curzel, Emilio González, Antonio Blanco (el fiel escudero de Gobbi) y José Amatrain en violines. Domingo Donaruna en bajo y Enrique Storani en cello, completaban la formación que despertó grandes pasiones. Como cantores, pasaron rápidamente Rodríguez Lesende, Fiorentino, Osvaldo Cabrera, Raúl Aldao.

                               


El debut fue en el café Nacional el 1 de diciembre de 1943 y el lleno total se repitió invariablemente en las dos semanas de actuación que cumplió en dicho templo del tango. Luego vendría la contratación en radio Belgrano y las críticas favorables. Sus seguidores estaban creciendo, su popularidad iba en aumento pero faltaron las grabaciones. Una vez más, los directores de los sellos discográficos, erraron en su cometido.

Y sólo quedarían de muestra para la historia cuatro registros en forma de acetato, de muy baja calidad que nos muestran a la orquesta que pudo entrar en la historia grande y se quedó en la puerta, porque en febrero de 1945, Goñi dejaría este mundo. Esos registros citados fueron: El taura, de Agustín Bardi, la milonga Mi regalo (de Dizeo y el propio Goñi), que canta Osvaldo Cabrera; Y siempre igual, de Arturo Gallucci y Luis Caruso, cantado por Raúl Aldao y Chiqué, de Ricardo Luis Brignolo.

                                                 

Estos cuatro temas, gracias al especialista que firma como: Cantando tangos, los podemos escuchar en este armado tan bueno que ha realizado. El sonido dista de ser perfecto pero se percibe un aire a Pichuco, aunque la orquesta estaba dando sus primeros pasos y todavía andaba buscando su horma.

¡A escuchar, pues!