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miércoles, 30 de agosto de 2023

Tristeza criolla

    Este hermoso valsecito criollo, tiene una  historia detrás y creo que es importante recordarlo porque la música nos lleva a zonas distorsionadas de nuestra memoria. La fabulación imaginaria, o el hecho real trasladado a la poesía, es el yunque donde se martilla la emoción de las palabras. Así se crean temas como éste que pueden difuminarse y alcanzar  otros bríos en nuevos intérpretes. 

   El valsecito, además,  juega en nuestro mapa sentimental un rol especial por su capacidad de transmisión emotiva. En este caso, la maestría del poeta, despojado de adornos y lirismo, nos transmite en lenguaje subliminal momentos vívidos en una época campera, dorada, con todo el abanico de pasiones  que envuelve en su influjo.

                                       

                                                                     Julián de Charras

   Y es importante en este caso recordar a su autor, un poeta entrerriano, afincado con su familia en Buenos Aires, amigo de Almafuerte y de otros grandes, que fue muy celebrado en su época de escritor.  Incluso nos dejó varios libros, entre ellos La epopeya patria. Se llamaba Julián de Charras, publicó para estudio en los colegios y otros de poemas, con un emotivo ejercicio de esteticismo en la cultura vernácula.. Incluso fue un destacado hispanófilo. En su época recibió diversos homenajes literarios y premios. Tiene una calle dedicada con su nombre en Villa Tesei (Hurlingham) de Buenos Aire

   Aunque no haya trajinado el andamiaje del tango, afortunadamente, Ignacio Corsini tenía un libro suyo y le gustó mucho el poema Decadencia criolla que estaba entre sus páginas, por su melancolía resignada. Él había vivido en el campo cuando llegó de Sicilia natal. Lo enviaron a Carlos Tejedor, donde trabajaría como boyero, siendo apenas un pibe de once años. 

                                                    


   Lo que había en esos versos le llegaba internamente, revivía todo lo que había transitado en sus primeros pasos en el nuevo país.  Lo conversó con su guitarrista Maciel y decidió ponerle música. Así nació este  valsecito criollo tan llegador, que grabaría el propio Corsini con mucho éxito, nuevo título, y que luego iba a expandirse rápidamente

Ya en el rancho no nacen las flores
ni se ve la guitarra colgada
ya no escucha la verde enramada
el idilio campero de ayer

Ya no se oyen rodar las espuelas
zapateando un malambo en la siega
ni se escuchan los tristes de Vega
recordando el perdido querer.
 
La morocha,.. de ojos negros
ya en tardes de primavera
recostada,... en la tranquera
no espera más el zorzal.

Y el paisano no atraviesa
la misteriosa laguna
ni se oye,... en noches de luna
el pericón nacional.

Ya todo eso llevaron los años
ya no cruza veloz el pampero
y en las cañas sostén del alero
no se para el jilguero a cantar

Esa pampa callada es la tumba
de recuerdos que mi alma no olvida
la tapera su loza impulida
y su cruz el ombú secular.

   Ignacio Corsini, tan enamorado de este tema  lo grabó por primera vez en 1912 y lo haría tres veces más. La última en 1946, siempre agregando algún tono nuevo, lo que indica hasta qué punto le llegaban los versos de Julián de Charras. Y también lo grabarían Nelly Omar, D'Arienzo-Laborde, D'Agostino-Vargas.

   Podemos escucharlo por Ignacio Corsini en su última versión grabada, el 19 de junio de 1946, acompañado por sus guitarristas, Maciel, Pesoa, Montenegro y Pagés.

                           


 Y también la de Juan D'Arienzo con Armando Laborde, del 2 de noviembre de 1954.

                                           


lunes, 28 de agosto de 2023

Postales milongueras

Muchachos, comienza la ronda
que el tango invita a formar.

El conventillo luce su traje de etiqueta
Las paicas van llegando, dispuestas a mostrar
Que hay pilchas domingueras, que hay porte y hay silueta
A los garabos reos deseosos de tanguear

¡Qué lindo es bailar
un tango dormilón,
gozar, soñar, vivir, sentir
las vibraciones del corazón!

Dócil tu mano en mi mano
mi brazo oprimiendo tu talle liviano,
y en tanto mi acento muriendo
en el lento girar del valsar.




Bailás en la milonga con aires de importancia
luciendo la elegancia y haciendo exhibición.

Siempre fueron mi mejores compañeros
los muchachos milongueros.

Para bailar se necesita más que nada
amar la vida. 

Silenciosos van los dos
y dejás que hable por vos
la milonga en sus floreos.
Viejas quejas de pasión
renovando parejas
con este son...

Bailar, sintiendo con su aliento el metejón
es incendiar la vida en un compás de amor.

Tu conoces el secreto de los tangos
y es por eso que los bailas como nadie.
Y en los brazos que te abrazas,
que mística que pasas,
danzando en el salón.
                                                                       

 

El tiempo pasa de largo
cuando te abrazo en un tango.

Al gemir de los violines
los bailarines
van suspirando.

Tu corazón era un tango
Y un bandoneón tus caderas.

Vamos morocha a bailar
este tango sin par que rezonga en la orquesta

Siguiendo huellas de tango no me perdí 
ni una noche, siempre bailando, bailando...

Bailes de matinée, juramento al bailar
amando en tiempo presente.

Sobre el fino garabato de un tango
nervioso y lerdo, se irá borrando el recuerdo.

El último tango perfuma la noche,
un tango dulce que dice adiós...

¡A bailar, A bailar
que la orquesta se va!


jueves, 24 de agosto de 2023

Rodolfo Galé

    Lo vi cantar cuando yo era un pibe, allá en Mendoza. Pasaba las vacaciones del Colegio en casa de mis tíos, en Godoy Cruz y mis dos primos -que eran mayores- me llevaban a las milongas de aquella provincia. Recuerdo que estuvimos con la orquesta de Pugliese y me perdí la de D'Arienzo porque justo esa noche festejamos el cumpleaños de mi tía.  

   Había dos orquestas locales que tenían también mucho arrastre. Una era de la de los hermanos Mancifesta que tocaban al estilo D'Arienzo, y la otra del fueye  Aníbal Appiolaza, que se acercaba más a otras  conocidas de Buenos Aires, y en la cual destacaba su cantor, que era precisamente, Rodolfo Galé, muy aplaudido por el público cuyano. A las dos formaciones las vi en el Club Andes Talleres, donde uno de mis primos jugaba al fútbol. 

                                           


   Y como hoy toca hablar de este cantor, conviene recordar que tenía lazos familiares en Buenos Aires: sus padres fallecieron prematuramente, fue criado por sus hermanas y con apenas 15 años ya había ganado un Concurso de voces nuevas en su provincia natal. En una de sus visitas  a la capital porteña, en el barrio de La Paternal, Jorge Caldara había armado una Orquesta Juvenil Buenos Aires, y lo engancharon a Galé. 

   Integraban dicho conjunto compañeros de estudios musicales del que sería excelente bandoneonista, y la voz de Juan Dionisio Tavares (su nombre real), se escucharía tempranamente con ellos en la ciudad Capital, aunque fue algo que no tuvo trascendencia, por tratarse simplemente de una aventura sin mayores objetivos. El futuro del joven cantor, que anduvo por Córdoba y cantó en diversas orquestas, estaría de nuevo en Buenos Aires, adonde arribó como solista en 1949, a sus 21 años.

  Era la época de los "Números vivos" en los cines porteños, y ahí fue desfilando, por los barrios, acompañado de guitarras. Su apostura, la voz recia pero bien colocada y su interpretación de los versos, con elaborada sencillez, le fueron abriendo puertas rápidamente, incrementando esa sensibilidad que no se inhibe en el escenario de los grandes. Florindo Sassone, aconsejado por un violinista de su conjunto, lo incorpora para cubrir la baja de Roberto Chanel y Raúl Lavalle en 1951.

   Es el único cantor de la orquesta y  debuta en el disco el 30 de mayo de 1951, con el tango de Hormaza, Castagniaro y su atavismo: Testamento de arrabal. En lo que resta del año registrará siete temas más con Sassone, destacando su gola en temas como Trago Amargo, Por el camino o Para qué vivir así. Rápidamente se ha ido ahormando al estilo orquestal y su nombre ya resalta en las marquesinas. 

   José Basso lo llama para su conjunto, ante la baja de Jorge Durán, otro cuyano de voz grave, y dejará con la orquesta del pianista de Pergamino, apenas cuatro temas, porque lo espera el salto más importante de su carrera: el llamado de Carlos Di Sarli, que ha perdido a toda su orquesta y los cantores y está armando un equipo nuevo.. En este escalón decisivo, eludiendo la cursilería,  dejará apenas dos registros: los tangos Noche de locura y Mala yerba.

                                    

Carlos Di Sarli y Rodolfo Galé

  Imprimirá su huella en la orquesta de Roberto Caló, que en ese momento tenía mucho trabajo. Comparte yunta de voces con Héctor De Rosas y allí en los años 1957 y 1958 grabará siete temas, cuatro de ellos en dupla con De Rosas: Limosna de amor, Si vos no me querés, Luna tucumana y el vals Mi Colegiala. Los otros tres, sólo, son: Nunca serás mía, Y con eso dónde voy y Mañana seré feliz (grabados en 1958).

   Pero, contrariando al título de su último tema registrado con Roberto Caló, en su futuro distópico, la muerte lo acechaba tempranamente. Había estado colaborando con Francisco Canaro, hizo giras por el Gran Buenos Aires con guitarras, tenía planeado un tour por varios países de Sudamérica, cuando un síncope lo abatió el 25 de octubre de 1972, dos meses antes de cumplir sus 44 años. 

   Hoy lo recordamos con el tango de Carlos Bahr y Manuel Sucher: Noche de locura, grabado por Carlos Di Sarli, su orquesta y Rodolfo Galé, el 23 de febrero de 1956.

                                 


martes, 15 de agosto de 2023

Temblando

    Este valsecito gaucho, o criollo en su alma campera, se ha ganado un lugar en las interpretaciones de cantores, orquestas, tanto en las típicas como en conjuntos folklóricos y sus cantantes diversos. Realmente tiene ese sabor campestre en sus vasos comunicantes y la geografía emotiva con su poso melancólico, por la diseminación de encantos y perplejidades. 

   Se trata precisamente de unos versos que firma Charrúa, un poeta nacido en Uruguay, aunque residió en Buenos Aires desde niño hasta el final. Se llamaba Gualberto Gregorio Márquez y gracias a sus amigos llegó a editar cuatro libros de versos suyos donde muestra su capacidad retórica, aunque no tuvo una escuela donde formarse poéticamente.

                                  

Charrúa

   Radicado con sus padres en la localidad bonaerense de General las Heras, a unos 70 kilómetros de la Capital, se dedicó tempranamente a la administración de establecimientos rurales. Pero siempre tenía tiempo para apuntar estrofas poéticas en la libreta, que luego devendrían en versos para sus libros. Se dieron a conocer varios valsecitos suyos que pasaron a formar parte del repertorio de diversos cantantes. 

   Alberto Hilarión Acuña, el conocido integrante del celebrado dúo Ruiz-Acuña, uno de los más celebrados de su época, conoció los versos de Charrúa y les puso música. Fue muy requerido por sus composiciones y Gardel le grabó seis temas: Los gatos Del infierno adelante y Mi suegra no me quiere. La chacarera La choyana y los tangos Colorao colorao, De salto y carta y Tenemos que abrirnos.

                                  


   Presentados los autores de de este valsecito, vale la pena recordar los versos de Temblando

Linda estaba la tarde que la vide
el patio de su rancho acomodando.
Y aunque guapo pa’ todo me sentía
no pude hablar, y me quedé temblando.

Estaba como nunca la había visto;
vestido livianito, de saraza,
con el pelo volcado entre los hombros,
era una virgen que encontré en la casa.

Ni ella ni yo, ninguno dijo nada
con sus ojazos me siguió quemando,
dejó la escoba que tenía en la mano,
me quiso hablar… y se quedó temblando.

Era el recuerdo del amor primero,
amor nacido en nuestra edad temprana
como esas flores rústicas del campo
que nacen de la noche a la mañana.

Amor que está oculto en los adobes
de su rancho paterno, tan sencillo
y en la corteza del ombú del patio
escrito con la punta del cuchillo.

Me di vuelta, pisando despacito,
como quien desconfía de una trampa
envolviendo recuerdos y emociones
entre las listas de mi poncho pampa.

No sé qué me pasó, monté a caballo
y salí galopando a rienda suelta
con todos los recuerdos y emociones
que en las listas del poncho saqué envueltas.

Linda estaba la tarde que la vide
el patio de su rancho acomodando,
la tarde que aunque guapo me sentía
no pude hablarla y me quedé temblando.

   Ignacio Corsini Lo grabó con sus guitarristas el 28 de septiembre de 1933 y le dio mucho vuelo. Luego desfiló en repertorios diversos, y entre ellos lo grabaron Pedro Laurenz con Carlos Bermúdez (26 de abril de 1944), Alberto Podestá, Soledad Villamil, o Goyeneche acompañado por la orquesta de Armando Pontier (5 de junio de 1979). Escuchamos la versión de Laurenz-Bermúdez:

                        

   También Aníbal Troilo con su orquesta y Fiorentino lo llevaron al disco el 30 de marzo de 1944, despidiéndose del conjunto el cantor que cosechó tantos éxitos con Pichuco. Paren la oreja.

                                           


                                            

miércoles, 9 de agosto de 2023

Seguí mi consejo

                             

                       

                        Si vas a los bailes, parate en la puerta,

                        campaneá las minas que sepan bailar

                       no saqués paquete que dan pisotones…

                      ¡Que sufran y aprendan a fuerza’e planchar!


   Planchar, es la maldición de las milongas. Es como sentarse a la mesa en un 

gran banquete para gourmets y que no te dejen comer. O ir ver una bella película y te tapen 

los ojos. O estar enferma, en cama mientras el mundo ríe y se divierte.

   


   Muero por bailar con éste que va delante mío, luciéndose, haciendo feliz a su compañera 

de turno. Parece que te hace el amor cuando baila y te enamorás de él.

   

¿Por qué será que bailan algunas que lo hacen peor que yo y se varean con los mejores? 

¿Será que son más jóvenes y más lindas?

   

¿Por qué no me mirará, mi amor imposible?

   

¿Por qué no me invita a bailar?

   

   Fijate en ella, cómo lo abraza, como lo toca, lo acaricia, parece que está entrando en 

trance.

   

   Él sabe cómo hacerlas lucir y que parezcan más lindas, más seductoras, mejores 

bailarinas, en la vital rutina nocturnera.

   

 Y ese rumor de violines enamorados cuando enciende la noche sus fulguraciones…

   

   Yo quiero ser una milonguera de rompe y raja. Que ellos se desvivan y se vuelvan locos por 

bailar conmigo.

                       

                        Mama, Yo quiero un novio

                       que sea milonguero, guapo y compadrón.

   

   Planchar es la maldición milonguera. Y además te ven todos y todas. Notan que 

planchás y te hacen a un lado. Pero yo no bajaré los brazos. Practicaré, mejoraré, 

me pondré la mejor ropa, los tacos más altos, seré una diosa y todos estos se van 

a pelear por invitarme a bailar.

   

   Al fin de cuentas aquello que nos produce placer y seguridad, no es el estigma de lo 

diferente, sino la marca que nos hace idénticos.

   

   Vendrán mis noches desmesuradas, mis figuras mercuriales, los pasos 

envidiados.

   

   Recordaré la frase de Isadora Duncan: “Vos ya fuiste usada, no permitas ser 

dominada”.

   

   Será mi revancha. Y serán otras y otros los que planchen.

  

   ¡Tomá!

                                                                   

    (De mi libro ArTango, con pinturas de Isabel Carafi)

sábado, 5 de agosto de 2023

Y siempre igual

    Volverlos a escuchar o bailando esos viejos tangos, siempre nos zambullen en recuerdos, en visiones antiguas, en la radio, los amigos de la barra de la esquina y del Café. Ese entrañable Café del barrio donde nos juntábamos para discutir de fútbol, la partida de naipes, para planear partidos amistosos o combinar la salida a alguna milonga. Sí, el Café era el centro de convenciones que nos aunaba después del trabajo, a la vuelta del encuentro con la novia, en esa atmósfera juvenil en la que no medíamos el tiempo con la tiranía de hoy.

                              


   Venían los compromisos, los cambios de la soltería a la independencia de los padres, tal vez la mudanza del barrio, pero siempre había un regreso para el partido del domingo, la despedida de soltero de alguno de la barra o la demanda de novedades. Los procesos nos envuelven en un bucle y evocamos aquella época desde un distanciado presente, en ese lugar donde larvábamos las ansias contenidas.

   Por eso me gusta este tango. Por sus versos que esparcen una imagen evocadora  y el paisaje musical que los acompaña. Luis Caruso es el poeta que revive  aquellas percepciones iniciales, el fervor de lo vivido en conjunto y cómo aquellos momentos compartidos se fueron desvaneciendo en la nada. La ciudad nocturna y bullanguera contempla a los jóvenes yendo tan apurados que no tienen tiempo de ver su trayectoria.

                                       

Luis Rafael Caruso

Y siempre igual, con sus luces mortecinas.
Un cigarrillo y café para esperar
Ruidos de dados, palabras con sordina
y una esperanza, rodando en el billar.
Es siempre igual, todos los sueños sentados,
sed de llegar, sed del que no pudo ser…
Y siempre igual, el teléfono ocupado
o "Mozo…¿cuánto es?"
.

   Siempre estaba el veterano que "daba cátedra" mientras tomaba algo a cuenta del grupo... Las sabía todas, pero el mismo traje, camisa y corbata diarios denotaban su crepúsculo triste, por el fracaso en la timba de la vida. Los periplos nocturnos, el chispazo, las historias de una noche en aquella época irrecuperable, se despintan, y cuesta atrapar las minúsculas y sutiles transformaciones de las cosas.

Espera, que se acodó en la mesa,
con triunfos que tardan en llegar
fracaso que pinta una cabeza
con canas, así no sueña más.
Pitada, con pretensión de beso…
Recuerdos con nombre de mujer.
Poetas, yo también hice un verso.
¡El verso que nunca le diré!

Vuelvo al café, ya no soy aquél que era;
tal vez los años, cansancio o que sé yo,
vuelvo al café y en su mesa de madera
no he de emprender nuevos viajes de ilusión.
Y es siempre igual, todos los sueños sentados,
un nuevo autor que anda en busca de laurel.
Y siempre igual: el teléfono ocupado
«Express»… «Marche un cortado».
Y: «Mozo…¿cuánto es?»

   Me gusta la pintura de Luis Caruso, y Arturo Gallucci le adosó la melodía que agita el declinar de todo un mundo soñado en las mesas del café. Ese espacio mítico que nos agrupó en un ayer del tiempo, y que ha  perdido el fascinum juvenil. Los protagonistas del pasado se han convertido en pasado y los sueños dormitan en las traqueteadas sillas del Café.

   La orquesta de Ricardo Tanturi con Enrique Campos le sacó lustre a este tango. También la de Lucio Demare con Raúl Berón y Alberto Castillo acompañado por la orquesta de Emilio Balcarce.  Y acá traigo esta otra versión de Orlando Goñi con su orquesta que duró tan poquito, y el cantor Raúl Aldao, grabada en 1944. 

                         



jueves, 3 de agosto de 2023

EL ARREGLO

   Se denomina así a lo que se realiza con lo escrito por el compositor. A diferencia de la música clásica donde todo viene escrito y se respeta, en la música popular se le da forma y se redondea musicalmente lo anotado por el autor, que generalmente viene escrito en partes para piano.   

   Esto constituye una guía de la melodía, y el arreglista, ya sea integrante de la orquesta que va a ejecutar el tema, o alguno especializado en el tema (Argentino Galván, Julián Plaza, Ismael Spitalnik, Martín Darré), embellece la melodía a su gusto o al estilo del conjunto.  

   Le agrega contracantos, pasajes, instala solos de instrumentos, ligados, stacattos, agrega variaciones, y suele respetar la melodía original que hace reconocible el tema. Como demostración símbolo, ahí está lo que hizo Roberto Firpo con La Cumparsita, que era una marchita carnavalera muy sencilla.  

                             


                       

   LA ORQUESTACIÓN

   Significa decidir cuales instrumentos o voces ejecutarán lo concebido en el arreglo. Decidir si una parte determinada estará a cargo de los violines o en conjunción total. Si determinados compases serán al unísono o en voces separadas. 

   La orquestación tiene como finalidad básica, conseguir el equilibrio del conjunto, el buen diseño y concreción de la pieza. Y debe traducir el estilo de la orquesta, como hiciera, por ejemplo, Osmar Maderna que se fue de la orquesta de Miguel Caló y le dejó su impronta para siempre.

                                      

   CONTRAPUNTO

   La relación armónica entre dos o más melodías. se constata en la música de Piazzolla, especialmente con sus fugas. Sale Astor tocando el bandoneón y detrás el violín con otra melodía distinta, conviviendo ambas. 

   Viene a ser como meter un sonido donde está el acento, lo que significa ir en contra del tiempo regular. Escuchando a la orquesta de Osvaldo Pugliese en la interpretación del tango La mariposa, se pueden apreciar contrapuntos constantes.  

                                     


   INSTRUMENTOS GUÍAS 

   Cada bailarín  sigue intuitivamente un instrumento musical de la orquesta para moverse en la pista. Puede que muchos no distingan este apartado, pero en las orquestas más destacadas, el piano y el contrabajo son determinantes para orientar a las parejas.

   No en vano hubo pianistas cadeneros, que conducían no sólo a sus compañeros de orquesta, sino también a los danzarines.: Osvaldo Pugliese, Carlos Di Sarli, Orlando Goñi, Rodolfo Biagi, Fulvio Salamanca, Juan Polito, José Basso... Pedro Laurenz o Héctor Varela lo hicieron a su vez con el bandoneón, cuando fueron directores.