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jueves, 29 de septiembre de 2016

Entre dos fuegos

Este tango, grabado por Juan D'Arienzo con mucho acierto, tiene detrás una historia interesante porque se remonta a los años en que nuestra música rioplatense, saltaba el océano, con los músicos, sus instrumentos, sus partituras, para conquistar París, como epicentro de Europa. En aquella vanguardia de los Gobbi, Villoldo, y después Saborido y Vicente Geroni Flores, había quedado abierta una huella fecunda que era importante ensanchar.

Y así partirían, en 1913, músicos reconocidos como el pianista Celestino Ferrer, Vicente Loduca, bandoneonista, el violinista Eduardo Monelos y el bailarín Casimiro Aín (conocido como el Vasco Aín), con su esposa y compañera, Marta. Este último ya se había embarcado diez años atrás en un vapor de carga al viejo continente, pero no fue precisamente a bailar, sino a jugarse una aventura.

                                 


El grupo, que viajaba con muchas ilusiones para tratar de implantar definitivamente el tango en Europa, embarcó en el vapor Sierra ventana y los gastos del viaje fueron costeados por un músico de alta alcurnia social y gran bohemio, llamado Alberto López Buchardo. Su hermano Carlos, un año mayor, también músico, viajaría a Francia para perfeccionarse, al regreso fundaría y dirigiría  el Conservatorio nacional de música y arte escénico, que hoy lleva su nombre. De paso compuso un par de tangos que estrenaría la orquesta de Julio De Caro: Antifaz y Coquito.

Alberto era músico clásico, e incluso  pintaba,  pero le gustaba el tango. No sólo tocarlo, sino, además,  bailarlo. Y en aquellos años parisinos de milonga en la casa de Madame Rezké, tallaría fuerte junto a otros dos cajetillas elegantes como Vicente Madero y Ricardo Güiraldes. En esas recordadas soirées dansants, que pegaron fuerte en la capital francesa y llegarían con gran eco a Buenos Aires, López Buchardo correría inmediatamente al piano para ejecutar tangos de su cosecha y otros clásicos, que permitían el lucimiento de aquellos play boys porteños que deslumbraban a los franceses y permitía soñar a los compatriotas que ansiaban viajar a Europa..



 En dicha época en que París era como el Sancta santórum de la peregrinación de la clase alta argentina por vivir un tiempo en París y tirar manteca al techo en sus cabarets, el éxito ininterrumpido del tango que promovió llegadas de músicos y cantantes, necesitaba proveerse de material para los atriles de éstos. Incluso los propios franceses crearon tangos que fueron llevados al disco.


Ramón Alberto López Buchardo fue componiendo unos cuantos que trascendieron, especialmente Germaine, que, como Poupée, otra muchacha francesa, tiene dedicatoria femenina. O A mi Pochocha. Lamentablemente, Alberto no llegó a escuchar la feliz interpretación que realizaría Carlos Di Sarli con su orquesta en 1941 de su hermoso tango Germaine y que luego repetiría, veinte años más tarde, porque murió  muy joven en 1918, con apenas 36 años de edad. También D'Arienzo, en su estilo lograría muy buen resultado.

En pocos años, pudo escribir una obra interesante como El tapial (Firpo lo grabó con su cuarteto el 8 de enero de 1941), Ave negra, Baisers perdus (Besos perdidos), París, Clínicas, Mala firma, más las citadas  y el del título: Entre dos fuegos. En la partitura del mismo se ve a una mujer tejiendo en el banco de un parque y dos gendarmes con fusil al hombro, uno a cada lado, la acosan desde atrás con piropos.

Juan D'Arienzo lo registró con su orquesta el 12 de abril de 1940, primera versión,  y podemos recordarlo a continuación. Antes escuchamos Clínicas, de López Buchardo, por la orquesta de Miguel Villasboas, grabado en Japón.


Clínicas - Miguel Villasboas

Entre dos fuegos - Juan D'Arienzo





martes, 27 de septiembre de 2016

D'Arienzo suma y sigue

Cuando el tango comenzó su re expansión en los años noventa del siglo pasado, varios organizadores de milongas en Madrid, generalmente provenientes de otros géneros, antes de dar su salto al tango, no entendían que me gustase bailar los temas de D'Arienzo. Digamos que los nuevos paladares tangueros  que habían conocido la renovación de Piazzolla, la sencillez comunicativa de Di Sarli, el sonido entrañable del fueye de Pichuco, y el sonido decareano de Pugliese orientado a la bailabilidad, desdeñaban la fogosidad sin tregua del Rey del compás.

Seguramente no habían escuchado lo que decía el legendario bailarín Tarila, inventor de los giros en el tango, sobre los secretos de esta danza: "El tango es elegancia y compás". Y precisamente la resurrección bailable del tango, ocurre con la formación de Juan D'Arienzo en 1935, cuando  Rodolfo Biagi estaba a cargo del piano. "Imprimiendo mayor acentuación aún a sus frecuentes adornos y contracantos pianísticos en los registros agudos del teclado", como decía Luis Adolfo Sierra.

                                 


Los que tenemos unos cuantos años remando en la pista, notamos rápidamente la agitación que se produce entre las filas y mesas de los bailarines/as, cuando comienza a sonar D'Arienzo. Y si el tango nació bailable, cómo podemos rechazar a esta maravilla que inventó el hombre de los gestos enérgicos y las muecas empujando a sus músicos. Qué importa en esos momentos que haya interrumpido la tendencia evolucionista del tango, cuando ochenta años más tarde vuelve  a provocar la misma sensación de ansiedad entre los concurrentes a la milonga.

Siempre se preocupó por el músico que se sentara en el sillete del piano. "Es quien marca el compás y arrastra al resto del la orquesta" -decía D'Arienzo-. Y lo cierto es que los que tuvo como titulares fueron excepcionales en su cometido: Rodolfo Biagi, Juan Polito y Fulvio Salamanca solventaron con gran pericia su cometido y con sus manos cadeneras, adornos y contracantos,  llevaron el ritmo y el compás. "Cuando me falta el titular del teclado me entro a preocupar -recordaba el director- y entonces recurro a Juancito Díaz, a Jorge Dragone..., porque necesito esa garra en las teclas de piano".

                                      
La orquesta de D'Arienzo en 1945 con los cantores Laborde y Echagüe

Claro que no podemos dejar de lado al violín sabio de Cayetano Puglisi con su sonido característico, o el arrastre impresionante de los fueyes que se mandaban los stacattos y esos  finales que nos siguen volviendo locos. Para eso tuvo a instrumentistas geniales como Héctor Varela, Ernesto Franco, Enrique Alessio, Carlos Lázzari y los que fueron desfilando en su conjunto a lo largo de tantos años. Como los cantores que escogió, entre los cuales Héctor Mauré, Alberto Echagüe, Armando Laborde o Jorge Valdez, descollaron con sus distintos estilos, adaptados al modus orquestal.    


El conjunto de D'Arienzo arrastró multitudes, vendió discos como ninguno, llenó clubes en aquellas inolvidables veladas bailables, desbordó el cabaret, actuaban en programas centrales de radio El Mundo, viajaban seguido a Montevideo, y había orquestas que lo imitaban en todo el país, incluyendo Buenos Aires. De hecho yo bailaba con las de Tito Martín en la Montecarlo o la de Víctor Di Capua en el Centro Lucense de Olivos. Haber podido vivir todo aquello deja huella y comprobando cómo hoy día hay orquestas rusas, alemanas o japonesas que siguen sonando a lo D'Arienzo, impresiona aún más.

                                   
Y nos sigue haciendo reflexionar. Mi hermano, los fines de mes, cuando cobraba su sueldo, compraba los nuevos éxitos de D'Arienzo. A veces se juntaban con otros muchachos mayores en la plaza vecina, traían una vitrola a manivela y se la pasaban esuchando esos temas nuevos que había grabado la orquesta. Y mi hermano, y otros del grupo no bailaban... Y es que lla electricidad que nos transmitían esos discos, el sonido brillante, las viejas páginas que volvían a descubrirse en estas grabaciones, nos sacudían a todos. El impacto emocional era muy grande. Y cuando me incorporé a la masa milonguera, adolescente aún, lo sentí mucho más. Me incitaba, me ponía nervioso buscando a alguna compañera para bailarlo. Era como un resplandor interior. ¡Qué sensación!


Y me sigue pasando, que vachaché, si cuando estoy seleccionando temas de D'arienzo para la milonga que llevo en Madrid, por debajo de la mesa los pies me repiquetean nerviosos en el piso. Y si no lo podés creer, te hago escuchar un par de temas grabados hace más de setenta años y después me la contás. Acá van.,

El primero es Por qué razón, del tano Salvador Grupillo, grabado el 22 de diciembre de 1939. Y a continuación No me lo digas, de Luis Visca y Luis Rubistein., llevado al disco el 18 de abril de 1939.

 Por qué razón - Juan D'Arienzo

No me lo digas - Juan D'Arienzo

Y menos mal que hoy tengo milonga...



sábado, 24 de septiembre de 2016

A bailar, a bailar...

                                                                   "Se empilchaba despacio, casi lerdo
                                                                    y enfilaba silbando, para afuera,
                                                                    la milonga se abría en su recuerdo
                                                                    y la pista era el lugar de su pasión tanguera.."
                                                                                         (Le tiran las milongas-Tango

Y nos ha pasado tantas veces los sábados a la noche... Las milongas en Buenos Aires eran un festín íntimo que valorábamos con el alma. Y cada velada sabatina nos dejaba huellas en el cuore, sobre todo si habíamos bailado muy bien. No buscábamos el levante, sino milonguear a tope. Y lo conseguíamos porque estábamos todos, nosotros y ellas, en el mismo plan: milonguear a muerte.

El gran Petróleo (Carlos Alberto Estévez), maestro de milongueros, decía: "Yo quiero un tango danza que hable de recuerdos, que diga de tiempos, que me emborrache de emociones, que dramatice el sentir y al volcarlo en vivencias puras, que transmita estados anímicos superiores, que dicte normas elevando el mensaje a la suprema forma de expresarlo".

                       
              
             

Y es así como lo sentimos cuando arrancamos con BIEN MILONGA, que ilustra las noches tangueras en la Casa de Aragón -Pza. República Argentina nº 6 -Madrid-. Ese sentimiento lo llevamos metido dentro de hace taytantos años y lo mantenemos in eternum. Sábados y martes desde las 21 horas y...a bailar, a bailar, que la orquesta se va...

Y seguimos yirando por el ancho mundo viendo cómo han proliferado las milongas y milongueros, afortunadamente en tantas ciudades de este castigado planeta Tierra. Como muestra de mi aserto me voy hasta Rusia y, en este caso es la pareja integrada por Yerpun Castro y Galina Shorikova, que se exhiben bailando el tango Torrente, por la orquesta de Pichuco cantando Alberto Marino.

                                   

Y sigo por esos lares  donde el tango ha sentado sus reales y los rusos lo bailan estupendamente. Por ejemplo, la pareja Dmitry Dudytsev y Vlada Zakharova que en esta milonguita de Moscú, se mandan con la milonga Reliquias porteñas, por la orquesta de Francisco Canaro.



Para cerrar el viaje, nada mejor que ver a estos dos bailarines de gotán. Vito Muñoz y Claudio Cardona, un peruano y un argentino, que intercambian roles con gran acierto y elegancia. Si los otros días les mostraba a las maestras de tango en Buenos Aires, en el Festival Mujercitas, haciendo este papel, creo que hoy corresponde ver a dos maestros en este juego lúdico. En este caso se dan dique bailando el tango de Eduardo Arolas, Maipo, por la orquesta de Juan D'Arienzo en el festival de Oporto, Portugal..

                                                                              

¡Y que siga la milonga, hasta que ardan las velas...!

viernes, 23 de septiembre de 2016

Lenguas de fuego

Hace unos días escribía en el blog sobre los valores de la obra de Carlos Waiss, que en general no le han sido reconocidos por los críticos, pese a  la cantidad de éxitos que logró con sus temas. Es cierto que el hecho de que fuera la orquesta de Juan D'Arienzo -tan poco agradecida incluso por los historiadores- la que le sirviera de pantalla, influyó también en la apreciación de éstos, y creo que injustamente.

Carlos Waiss

Waiss ha escrito temas comerciales, es cierto, pero ello no implica que conlleve cierto menosprecio. El olfato popular los consagró, los cantó y los bailó. Y sigue haciéndolo. Y hoy traigo como ejemplo este tango, al  que D'Arienzo y Héctor Varela le pusieron música y lo interpretó con mucho acierto Armando Laborde. En el mismo, muestra el amor que se expresa en forma abierta y las cartas que agregan cosas poco frecuentadas en el diálogo habitual, pero por ello más sentidas dado que se escriben pensando en el ser amado. Son como la confirmación notarial del amor.Y a ellas recurre el afectado cuando el romance se ha roto definitivamente.

Soy como una mueca de dolor                                     
trunca en la maquieta de tu amor,              
páramo sin flores y sin nido,
sueños que se han roto, que se han ido.
Saña terca y ruda de saber
cosas que ya nunca han de volver,
fraguas de pasiones encendidas
que tu boca prometía
y tu mano me escribió.

El vaivén de los tiempos verbales, contiene en forma aluvial todo lo que arrastra la pasión, el dolor y el olvido. Las cartas, en este caso abren en flor las cicatrices que ha dejado la ruptura y el tango entra en el detalle de las misivas amorosas que ulceran los recuerdos.

Hoy tus cartas quemé
y con ellas quemaba mi vida,             
y al crujir del papel                                             
entre lenguas de fuego, reías.
Y tu risa mordaz,
humo y llanto de amores mentidos...
Sólo fue feliz aquel: "¡Te quiero!",
que entre lenguas de fuego
se moría de frío.
Sólo fue feliz el juramento
que en la cruz de los vientos
tus palabras llevó.
Hoy tus cartas quemé
y con ellas quemé el corazón.

Tremenda confesión del loser por el amor frustrado, ante el riguroso azar del mundo. Regresan las antiguas emociones y explosionan los sentimientos. Y Waiss consigue atrapar con un lirismo descriptivo de percepciones, el espacio de una ausencia, la catarsis. Y al final la tristeza envolviéndolo todo, como si el mundo se acabara con esas cartas hechas fuego.

Soy como un viajero que al azar
busca algún rincón para olvidar,
voy dejando atrás lo que he perdido,
sólo voy sin brújula y sin nido.
Vida que me diste la ilusión,
migas que me dio tu compasión,
yo que hasta la sangre de mis venas
te ofrendaba en la condena
que tu boca me juró.

Así el autor de los versos  consigue una fuerte descarga estética, sensible. La efusión emocional confirmando aquello de que no hay amor sin dolor. Todo ello apoyado en el factor quirúrgico de la escritura y fundamentalmente abrochado por la música que envuelve con mucho acierto el tango. Brillará en la interpretación de la orquesta de Juan D'Arienzo, con la voz de Armando Laborde. Lo llevaron al disco el 17 de diciembre de 1947, con un resultado muy aplaudido, muy escuchado y muy bailado.

Lenguas de fuego- Juan D'Arienzo-Armando Laborde



miércoles, 21 de septiembre de 2016

Homero Manzi

El gran poeta del tango, en declaraciones a medios de prensa, a fines de 1936, decía cosas como éstas:

   -Para dar mi opinión quiero dejar de lado un término que oscurece el asunto: Folklore. Para mi hay solamente música argentina. Y lo es tanto la del campo como la de la ciudad, con diferencias, claro está, nacidas de su diverso origen. La música del campo, danzas y canciones, tiene la ventaja tradicional de contar con el apoyo del tiempo, ya que sus antecedentes se remontan a mezcladas y arcaicas expresiones de la música india y la española, expresiones que contaron para tomar una forma, con la trascendencia del paisaje.  El estilo trae a su cincha el alma de la pampa; el bailecito la repicada repercusión de las montañas. La vidala, el rumor del viento hecho flecos al atravesar los  filos de los bosques; y así en todo, cielo, sol, lluvia. nieve, viento, estrellas; lo de menos es el hombre; lo de menos en actitud de reflexiva conciencia, convertido en intérprete telúrico de hondas fuerzas naturales. Es la raíz de la tierra.

                                       


   -La música de la ciudad -el tango- en cambio, tiene la extensión de las pasiones; es música sacada de adentro: ríe, sufre, ama, odia, ridiculiza; y por encima de todo el vértigo de los puertos, de las razas, de los vientos y de las velas que traen canciones y nostalgias enganchadas en sus banderines.

   -Sin embargo, sería injusticia calificar la extranjera de música de la ciudad. Ella ha sabido argentinizarse en un legítimo y encariñado manoseo con el ciudad: con el vigilante ochocentista, con el cuarteador de fin de siglo, con el compadraje carnavalesco de los barrios, con las guitarras, con las esquinas y con los bodegones, con las chicas desasosegadas por una esperanza y que esperan en la inútil balaustrada rosa, que descubrió Jorge Luis Borges; con la dramaticidad grotesca del hogar proletario, desacomodado a fuerza de alcohol y malas pasiones; con la aspiración criollizante del hijo del gringo: Juan Moreira sentimental y tímido: con todo ese embarullado juego de personajes y asuntos que hicieron mutis por el practicable de la vida moderna.

                                     

   -Por eso el tango de hoy, el verdadero, ¿qué debiera traducir?
   -A mi entender, la nostalgia de toda esa desaparición, que sólo se puede llorar en dos por cuatro.
   - Y por eso también, a mi juicio, sólo tendrán patente de persistencia los tangos que traigan ese soplo evocativo, lo que sepan ponernos frente  al cuadro y al personaje del novecientos. Los que resumen el dolor porteño del contraste de ayer y hoy; los que nos reconcilien con todos los rincones y todas las costumbres desaparecidas; lo que tengan ese filete filosófico-sentimental heredado de los payadores patrioteros, puristas y amigos de los amplios alardes.

   -El otro tango, el del estribillo y la historia de un dolor, es sólo couplet, sin ciudadanía porteña, y los del amor lacrimógeno constituyen una invasión de los versitos del trópico, no de la danza recia del trópico, entiéndase, sino de las cancioncillas ésas tan en boga y que carecen de sexo y de vértebras.



                               

Cuando pronunciaba estas palabras, Homero Manzi tenía apenas 29 jóvenes años y ya parecía mayor. Poeta, escritor, periodista, político, director de películas exitosas, moriría a los 44 años en pleno desarrollo de todas sus capacidades. En uno de sus versos inéditos, finaliza con estas estrofas.

...un día traje a casa el diploma oficial.
Con él franqueé la puerte medieval del Derecho.
Leí filosofía. Estudié Introducción 
Un discurso de Howard "El Chaco y sus obreros"

Abandoné los libros y me hice luchador.
No supe hacer distingos entre el verbo y el gesto.
peleando por la idea sin sombra de interés.
Cuando me vi expulsado quise hacer un recuento 
y tenía un poema y un amigo entre cien.

Volví a la convivencia de mi barriada burda.
Dejé perder la gloria de mi destino grande.
Tome la calle angosta y le canté a la luna.
Y la gente del barrio se detuvo a escucharme.

En alguna ocasión, preguntado sobre cuál consideraba su mejor tango, contestó, dudando, que creía que era El pescante. Claro todavía no había creado ese milagro de Sur, con Aníbal Troilo. Además la maravillosa parva de tangos, milongas y valsecitos que enhebró con Troilo, con Pîana, Demare, De Bassi,  Maffia, Pracánico, Canaro, De Caro, Hugo Gutiérrez, Rosita Melo, Cátulo Castillo, Ricardo y Alfredo Malerba, Pugliese, Charlo, Donato, Félix Lipesker, Fresedo, Cristóbal Herreros, Di Sarli, Mores, Sureda, Laurenz y tantos otros compositores, es realmente impresionante Parece mentira que en tan pocos años de vida, haya tenido tiempo, entre otras cosas, para tejer la fecunda y hermosa retahila de temas que recobran vida cada día, en tantos lugares del mundo.

     

Es muy difícil hollar entre semejantes composiciones que encierran mensajes de amor, confidencias con música y esa escritura  que talla poemas absolutos, interminables, por su nostalgia y belleza. Y en esa discografía tremenda, genial, escojo, un poco al voleo: el tango Después, que realizara con música de Hugo Gutierrez, y que Rubén Juárez grabó acompañado por la orquesta de Armando Pontier, en 1972. Y El valsecito Tu pálida voz, que realizara con Charlo y que llevó al disco Francisco Canaro con su orquesta y Carlos Roldán el 10 de noviembre de 1943.

Después - Rubén Juárez con Armando Pontier

Tu pálida voz - Francisco Canaro-Carlos Roldán






lunes, 19 de septiembre de 2016

Pigmalion

Ástor Piazzolla llegó a Buenos Aires desde Mar del Plata con su bandoneón, se vareó en orquestas de poco fuste y en 1938 ingresó en la de Aníbal Troilo, donde, durante seis maravillosos años fue asimilando las cosas fundamentales del tango, que le irían haciendo camino hasta su triunfo en la órbita mundial de la música. Con sus luces y sus sombras reconocería siempre que aquella etapa le abrió las puertas del tango con esas voces secretas al fin reveladas.

En 1944 se va del conjunto de Pichuco con Fiorentino y dirigirá la orquesta que acompaña a este cantor, que había dejando un  hueco en el corazón de los milongueros. Así fue tranqueando fronteras, sumando su nombre a aquella rutilante constelación de orquestas cuando en 1946 lanza su propia formación. En una de sus presentaciones se reencuentra con Homero Expósito, ese poeta de Zárate que concurría al Tibidabo para escuchar a Troilo y con quien Ástor se había prometido escribir juntos alguna obra.

                                 



Y ese día había llegado. Estuvieron conversando, quedaron en verse y Homero le trae unos versos que Piazzolla entrevió de inmediato como ideales para hacerse un hueco en ese terreno. Ese tango se llamaba  Pigmalion, como la famosa obra teatral de Bernard Shaw, basada en el mito del escultor enamorado de la estatua de Galatea, que él mismo había hecho. En el tango, Expósito vuelve a remover las cenizas del amor trunco, aquellas trenzas (que me anudan al portón), pasión juvenil que le dejaron tamaña cicatriz y lo hace de manera distinta, renovadora del lenguaje tanguero.

Te forjé con mis sueños en flor,                         
tal vez me equivoqué
pero eso es el amor...
No debía creerte y te creía
la máscara vacía,
vacío el corazón...
¿Lloras?
Lástima de llanto, sin dolor
dado en pago de este amor,
este amor desesperado
y equivocado como yo.

A Piazzolla, los versos le dolieron. Algo sabía de la historia que Expósito desgranaba en sus tangos (como en La misma pena, que volvería a unirlos en la composición), pero le parecieron distintos a  los habituales y los vistió con música para estrenarlo con su orquesta y la voz del cantor Héctor Insúa, que se encontró con un tema nada fácil.

Homero Expósito
Vieja historia repetida                                                 
de los sueños juveniles...
¿En qué momento te dió vida
la cajita de buriles
que me hundiste en la caída?
Hielo seco
de tu amor que me ha quemado;
verso inútil, fruto hueco,
fuiste un eco sin pasado,
vieja historia repetida
del amor de Pigmalión.

Piazzolla lo llevaría al disco el 27 de enero de 1947. Y acá lo volvemos a escuchar.

Pigmalion - Ástor Piazzolla-Héctor Insúa


                                    

sábado, 17 de septiembre de 2016

Bien Milonga

El otoño madrileño está espiándonos desde atrás de los árboles y se va preparando para entrar en puntitas de pie, detrás de la eclosión del verano. De todos modos es una estación suave, tranquila, de clima agradable y me gusta como va pintando de ocre el follaje de  los parques y calles, templándonos el ánimo ante la vista de los paisajes otoñales. Y, por sobre todo, invita a salir a bailar tango, y disfrutar en una buena pista de madera.

Como la nuestra en la Casa de Aragón, de la Plaza República Argentina. La música es terapia y nos alivia el peso de tantos desatinos políticos que están ocurriendo en el mundo y nos tocan de cerca. Y es terapia porque yo mismo, cuando preparo la selección para esta noche, o para el próximo martes, siento como unas cosquillas en el cuore y en los pies y no dejo de pensar en lo afortunados que fuimos los argentinos -y ahora el resto del mundo- con el talento de nuestros músicos, compositores, cantores, que nos legaron semejante discoteca, con obras que cobran nueva vida cada día. Y suenan incluso mejor.

                                         


Y sigo paseando, viendo lo que sucede en otros lares y cómo se mueve la gente al compás de un gotán, un valsecito o una milonga. De ésas que te tintinean en el sentimiento. Por ejemplo, Fernanda Grosso y Alejandro Ferreyra, bailan en la porteña milonga Yira yira, de la calle Humberto 1º, el tango Garras, por la orquesta de Miguel Caló, cantando Raúl Iriarte.





Y ahora en el Festival de tango "Les nuits Tanguera", en  Metz, Francia, los vemos a Haris Mihail y Malika Pitou Nikolier, que se arrancan con un clásico: el valsecito Loca de amor, por Rodolfo Biagi, su orquesta y Teófilo Ibáñez en el canto.




Alejandra Guty bailando con Corina Herrera, Virginia Pandolfi, Virginia Gómez y otras profesoras, se lucen en  el "Festival Mujercitas 2015", interpretando ambos roles con gran acierto. Están  también Moira Castellano, Sabrina Veliz, Vanessa Villalba, Cristina Sosa. Y se dan dique, milongueando con El olivo, por Juan D'Arienzo cantando Héctor Mauré.

                                 

Y yo me tomo el olivo, porque esta noche tengo la milonga.

                                    
            

viernes, 16 de septiembre de 2016

Carlos Waiss

Hay cosas que cuestan entender, como cierto menosprecio por algunos poetas o letristas de tango, que quizás en un escalón menor, dejaron un tendal de temas impecables, que fondearon con enorme éxito en las milongas, radios y orejas de bailarines o tangueros de meta y ponga. Es el caso de este hombre, descendiente de inmigrantes rusos, que atesora un pedigrí digno del mayor de los respetos, su obra me lleva hacia aquellos años juveniles en que muchos de sus temas me atravesaron el cuore.

La orquesta de Juan D'Arienzo fue  la que más partido sacó a sus versos, que serían musicalizados por Héctor Varela -especialmente-, el propio D'Arienzo y Fulvio Salamanca. Con ellos y otros compositores, incluso, dejó títulos que siguen latiendo en las pistas milongueras como: Qué tarde que has venido, Lenguas de fuego, Cartón junao, No nos veremos nunca, Te espero en Rodríguez Peña, Con alma de tango, Y entonces llorarás, Santa madrecita, Cruz Maidana, Si supiera que la extraño, Un tango y nada más, A suerte y verdad, Bien pulenta o ese exitosísimo Yuyo brujo que firmaron Bejamín García y Sos taita.

                                         
Carlos Waiss

Ése fue un tango de Héctor Varela y el propio Waiss y le pusieron como autores al bandoneonista Benjamín García que andaba mal y el boxeador Oscar Sostaita, amigo de los muchachos de la orquesta para que pudieran ganarse un dinero. La historia me la contó Domingo Sciaraffia, y Sostaita que, me salvó de una situación dramática, me lo ratificó. Ocurrió cuando regresó Juan Domingo Perón a la Argentina y yo estaba como periodista en el palco levantado en el camino a Ezeiza. Cuando se armó la tremenda balacera, que obligó a desviar el aterrizaje del avión en que venía el ex presidente, salimos como pudimos del entrevero, con mucho riesgo y finalmente logramos llegar al aeropuerto con un compañero. Y allí Sostaita, que era conductor de un coche de Bienestar Social, nos sacó atravesando el césped hacia Monte Grande para, de allí, salir hacia la Capital. Y en la charla salió este tema y el ex boxeador nos corroboró lo que me había contado Blanco.

                                 
Waiss entre Troilo y Agustín Magaldi (h) en el debut de éste.


Carlos Waiss, era alto, buena figura, parla lunfeta, muy tanguero y amante de la bohemia y fue presentador de algunas orquestas en los refugios céntricos. Incluso hizo glosas en programas radiales y el éxito de D'Arienzo le proporcionaría abundantes dividendos que le permitieron sostener la vida noctámbula con buena percha, bolsillo bien provisto apuntando al siguiente suceso. Tiene milongas geniales para los bailarines como: Oro de ley con Juri Román, Por dos caminos con música de Antonia Lista, Bandera baja y El raje, con Varela y D'Arienzo.

Carlos Di Sarli, con la voz recia de Jorge Durán hizo toda una creación de Un tango y nada más, que musicalizaron Armando Lacava y Juan Pomati. Con Tito Ribero harían esa pinturita de época. Soy del 90 y A mí me llaman Juan Tango. Este último, golazo de Roberto Rufino con la orquesta de Di Sarli. La  lista es muy larga, pero justo es decir que pocos letristas tuvieron tanto suceso en la década del cuarenta-cincuenta, como Carlos Waiss. Precisamente por ello, me parece una injusticia cebarse en algunos temas muy comerciales que realizó para la orquesta de D'Arienzo, cuando tiene tantos otros que revelan imaginación, fuerza lírica, una tmósfera bien conseguida y sentido de la poesía porteña. Hasta con Ástor Piazzolla escribieron un tema: Crucecita, que no tuvo mayor trascendencia.

                                 
      


Yo quiero recordar hoy a Carlos Waiss en dos bellezas suyas. Un tango y nada más por Di Sarli-Durán, grabado el 5 de julio de 1945. Y el delicioso valsecito: Esa noche, de Waiss y Alberto Tito Ribero,  por Alfredo De Angelis, su orquesta y Julio Martel, que grabaron el 24 de junio de 1946.


Un tango y nada más - Carlos Di Sarli-Jorge Durán

Esa noche - De Angelis-Julio Martel

miércoles, 14 de septiembre de 2016

La orquesta sinfónica de De Caro

Ocurrió en 1932, cuando todavía el tango no terminaba de encontrar sus formas definitivas, aunque infinidad de páginas creadas por aquellos músicos de la era iniciática, quedarían como paradigma de tangos señeros y lustrosos. Arolas y Bardi principalmente habían dejado ya una herencia que sería base del tango futuro por la maravilla de sus composiciones.

Julio De Caro entendió que se le podía dar más vuelo al tango, y pese a las críticas de los fundamentalistas y quietistas, arregló con Radio Splendid la presentación de una orquesta que tuviera el mismo marco que las de jazz en Estados Unidos, o las de valses en Europa. En el largo reportaje radial que tuve con De Caro en mi programa de los domingos, y que cité otras veces, me contaba que esta orquesta le dió grandes satisfacciones y a la vez muchos malentendidos que motivaron la deserción de Pedro Laurenz y otros músicos, de su orquesta de siempre.

                                         


La orquesta alternó estas actuaciones en Radio, con presentaciones en los cines Broadway, Ástor y Monumental. Entre otras cosas me hablaba de ese chico gordito y tremendamente enchufado cuando tocaba el bandoneón, que formó en aquella orquesta, con sus 18 jóvenes años. "Aníbal Troilo venía de tocar con Pacho, con Vardaro-Pugliese y con otras orquestas como la de Ciriaco Ortiz y le entreveía ya, esas grandes condiciones que llevaba dentro suyo...".

Los ensayos fueron durísimos, trabajaron especialmente Julio Perceval y Francisco De Caro en los arreglos y el éxito de la orquesta les permitió ir a provincias como Mendoza, donde se presentarían en el Teatro Independencia y en el Casino de esa hermosa ciudad cuyana. De allí girarían a otras provincias con el mismo suceso, aunque lo de Radio Splendid no satisfizo las expectativas creadas.

                                             
Pichuco en la orquesta de De Caro con 18 años
                                             
En una oportunidad que estuvimos tomando café en un establecimiento de la Diagonal Norte, con Pichuco, Coco D'Agostino y otro muchacho que no recuerdo el nombre, hablamos de aquellas actuaciones del año 32. Y Pichuco movió la cabeza como asintiendo.

-Fue un gran paso adelante para mí. Yo venía entreverándome con distintas orquestas en trabajos ocasionales o para grabaciones cuando me llamó Julio y el corazón me dió un golpecito. Eran palabras mayores. Además me hablaba de una "sinfónica" y me asusté un poco. Pero tocar con Pedrito Laurenz al lado, los hermanos Blasco y otro "nene" que escolasaba un montón, como Calixto Sallago, me subió a una nube. Y para colmo de alegría, era mi sueño de pibe, tocar en la famosa orquesta de De Caro. Imaginate.


                                 

Aquella orquesta, como se ve en la foto, estuvo integrada por estos prestigiosos músicos: de izquierda a derecha. De Pie: Sammy Friedenthal, Vicente Tagliacozzo, José Nieso, Antonio Rodríguez Lesende, José Sciarreta, Julio De Caro, Vicente Sciarreta, Francisco De Caro, José María Rizzuti. Sentados: Alejandro Blasco, Armando Blasco, Pedro Laurenz, Aníbal Troilo y Calixto Sallago.

No dejaron rastros de grabaciones pero recuerdo que entre los nombres de los temas que tocaron, estuvo el tango de Salvador Grupillo: El taita (Raza criolla) que en 1928, De Caro lo había grabado con su sexteto. Y es el que escuchamos acontinuación. Y como perlita, también agrego el tango que Julio de Caro le dedicaría a Pichuco en señal de admiración y respeto muto y que grabó con su orquesta el propio De Caro el 10 de abril de 1949. Se llama precisamente: Aníbal Troilo.

El taita - Julio De Caro

Aníbal Troilo. Por Julio De Caro y orquesta


lunes, 12 de septiembre de 2016

La madrugada

Hay tangos que encierran en mi memoria vivencias inolvidables, reminiscencias de épocas maravillosas para mi adolescencia, cuando esta música porteña me llevaba en vilo hasta la milonga. En aquellas prácticas entre varones de la barra, aprendíamos a bailar, a llevar, a ser llevados, a marcar secuencias, a escuchar las distintas orquestas para adherirnos a su cambiante.compás.

Mi infancia, adolescencia y parte de la juventud la viví en Parque Patricios, ese barrio que acostumbro a nombrar con frecuencia, por todas las cosas que me quedaron enganchadas al alma y al corazón y que fui adquiriendo con los distintos compañeros y amigos. Comenzaba a bailar tango, en las prácticas, realizando el papel de la mujer para sentir la marcación y luego pasábamos a llevar los aprendices a los mayores. La manera ideal -para mí- como método de aprendizaje rápido y seguro. También nos juntábamos en la casa de alguno de la barra a escuchar tangos y ensayábamos pasos.

                                   


En aquella época, cada barrio tenía su estilo de baile. Increíble, pero cierto.Cuando entramos a caminar otros barrios y bailar en famosos clubes milongueros de la época, fuimos capturando aquella esencia y nos identificamos con una mezcla de bailar más uniforme. Muchos de los temas que bailábamos en las prácticas, se me quedaron pegados y a veces cuando los bailo en la actualidad siento como ese toquecito de nostalgia por lo que representaron para mí, en aquellos primeros pasos.

Una noche nos invitaron a una práctica en el Club Paciencia que estaba en la orilla vecina de Nueva Pompeya y allí concurrían chicas. Con una de ellas bailé La madrugada por Juan D'Arienzo y fue como un toque directo al cuore. Un impacto por lo bien que nos entendimos en ese lugar extraño para mí. Y cada vez que lo bailo, me vienen a la memoria aquellas noches de práctica en el club Paciencia.

                                       
Cátulo Castillo en  la máquina, componiendo con Aníbal Troilo


Además me parece especialmente emotiva, la acuarela inicial que realiza Cátulo Castillo en este tango que lleva música del bandoneonista Ángel Maffia, hermano menor de Pedro. Nos hace evocar la melancolía de lo que se ha perdido y nos deriva a aquellas noches largas de destino incierto.

Gira la noche en el horario
del desvelado y triste reloj del campanario,
rueda la pena de un tranvía
que solitario viste, de azul melancolía,
y un fantasma de neblina
envuelve de fina penumbra al café.
Llora la noche en su agonía
¿que busco?...¿Adónde voy?...
No sé, no sé.

                                           
 Nos desvela madrugadas de ese tipo que alguna vez hemos vivido, con muchachos y hombres que van y vienen por las calles en sombras, con su carga de pesares y angustias. De búsquedas infructuosas.

(...) Quiero cruzar la madrugada
buscando entre sus brumas
la que no fue olvidada...
Viejas estrellas del hastío
la luz del alba alumbra, muriendo dentro mío...



Este tango me sigue motivando de manera especial, me transporta, esa marea de incertidumbres flotando en la madrugada que se resiste a dar paso al alba, y esa música que me lleva... al Club Paciencia de los años cincuenta... La grabación de la orquesta de Juan D'Arienzo, con la voz de Echagüe me parece brillante, te sumerge en el tema y te hace volar en la pista junto con los redobles del piano y el contracanto de los fueyes. También hay una excelente versión de Pedro Laurenz, cantando Carlos Bermúdez (26 de junio de 1944). Pero yo voy ahora con la de D'Arienzo-Echagüe del 21 de septiembre de 1944 que me envuelve en las neblinas de mis juveniles madrugadas y el peso de aquellas lejanas prácticas, que tanto me aportarían para el futuro.

 La madrugada - Juan D'Arienzo                
 



sábado, 10 de septiembre de 2016

Sábado milonguero

¡Y qué lindo! Justo ahora que ha bajado un poquito el termómetro del tiempo, aunque no el del cuore, porque, cuando se trata de milonguear da lo mismo el frío que el calor. En el tango que escribió Carlos Bahr y que musicalizó Armando Pontier: "Cuando talla un bandoneón", el bardo se expresa así:

Disculpen si me doy tono                                  
pero yo soy como un trompo
si se trata de bailar.
A mí me tira el compás,
y si el compás es de tango
puede ponerle la firma,
que mis pasos son un algo
propiamente de un artista.
¡Que arranque el fueye y verán
las cosas que hago al bailar!

Bueno, es lo que escribía ese poeta que dejó tantas páginas de fuste en el tango. Normalmente, los milongueros somos más tranquis para expresar nuestro ego en la pista. Se trata, sobre todo de disfrutar y hacer disfrutar a la pareja de turno. "Si es humilde y tan sencillo en sus compases / por qué anotarle un mal ejemplo en cada frase", decía con justeza José María Suñé en Una emoción, ese tangazo. Insisto hoy estamos como todos los sábados y martes desde las 21 horas en el ruedo de la CASA de ARAGÓN de Madrid (Pza. República Argentina nº 6), y en BIEN MILONGA hacemos un culto del tango sencillo y bien bailado. Claro que, con una selección musical que empine los ánimos milongueros.

Para ir calentando motores, nos damos una vuelta por otras pistas y así vamos viendo a parejas que intentan lucir su bagaje de pasos, secuencias y compás, para ganarse un sitio de privilegio en el rondín milonguero del mundo entero. Porque el tango ha ido sacando carta de ciudadanía allí donde le dieron cancha y le permitieron aquerenciarse.

Y arranco con la dupla formada, en este caso, por Gabriel Misse y Natalia Hills, que en Sydney -Australia-, se arrancan bailando El puntazo, por la orquesta de Juan D'Arienzo.

                                                                 

Ahora me instalo en Génova, tierra de muchos inmigrantes que se instalaron en el barrio porteño de la Boca implantando allí sus modismos y parolas que se aporteñaron definitivamente. Y la pareja integrada por Roxana Suárez y Sebastián Achával se lucen bailando la Milonga brava que lleva el sello contagioso de Francisco Canaro, con su orquesta.

                                          


Y... siempre se vuelve a Buenos Aires. Sobre todo si es para ver bailar a Alejandra Mantiñán. En este caso están en "Aló Lola", y se exhibe con Danilo Magdalena, bailando Tu boca mintió, tango que ejecuta la orquesta de Juan D'Arienzo y revive el disco con la voz de Armando Laborde.

                                      

Chán chán... Y hasta esta noche.

viernes, 9 de septiembre de 2016

La garçonniere

El título de este tango refiere a un bulo o cotorrito, en francés, como también se estilaba hace años. Francisco Canaro y Juan Andrés Caruso, esa yunta que tantos éxitos aportó al cancionero porteño, crearon el tango que Carlos Gardel inmortalizó, llevándolo al disco, el 20 de abril de 1924, acompañado en la ocasión por la orquesta de Pirincho Canaro.

Hoy me detengo en esta obra por su contenido absolutamente festivo, invitando a gozar la vida sin parar, en una bohemia continua, total. Del principio al fin la letra de Caruso habla de esa farra corrida.

Vengan todos a oir esta milonga                          
la milonga de nuestra juventud.
Vengan todos muchachos, que yo invito
y diviértanse, pues, a mi salud.
Beban mucho, no importa que se gaste,
tengo plata y la quiero derrochar,
que la vida es corta y es preciso
alegrarla con tango y champán.

Tal vez  Juan Andrés Caruso tuviese motivos íntimos para expresarse así. Carlos Gardel, nacido apenas dos meses después que el poeta, le grabó nada menos que 39 obras, muchas de ellas escritas con Canaro. Su infancia fue bastante triste pues quedó huérfano de pequeño en La Plata, era el menor de los tres hermanos y se fueron a instalar en distintas casas de familiares, en la capital, como le sucediera a Discépolo. Un amigo le hizo frecuentar el teatro, iban contratados como claque y como este amigo le sustrajese algún objeto a Lola Membrives en su camarín y tuvieron problemas, decidieron irse lejos y se subieron a un tren, apareciendo en Bahía Blanca, a 630 kilómetros de la capital.

El destino quiso que el pequeño Juan Andrés entrase en una imprenta a pedir trabajo, su dueño se encariñó con él y no sólo lo empleó, sino que lo acogió en su casa. Así comenzaría el romance del futuro hombre de teatro y fogoneador de tangos famosos, con la linotipo. En La hoja del pueblo, un pequeño periódico local, propiedad del mismo Juan Francheti, encontraría su vena. Porque con el tiempo sería periodista en redacciones importantes de Buenos Aires, comenzaría su vocación de autor teatral y dibuja su primer tango con Pirincho Canaro, que era vecino del barrio donde se había instalado, en San Cristóbal. El tema fué Cara sucia, que tuvo mucho recorrido.

                                             


Concibió temas con numerosos músicos, pero con el mayor de los Canaro metió 28 obras, de las cuales algunas siguen sonando fuerte en milongas y programas radiales: Destellos, La última copa, Se acabaron los otarios, Sos bueno vos también, El taita ladrón, Desengaño, A mí no me dén consejos, Mi amorcito, La brisa, Sentimiento gaucho y otros, entre los que destaca el que traigo hoy a la palestra.

Caruso, casado con la actriz Elvira Quiroga, sufrió mucho las largas ausencias de ella en giras y filmaciones, y tempranamente le atacaría un mal que fue desmejorando su estampa elegante. Alto, de buen porte y presencia, seguramente por herencia familiar, en la década del veinte comenzó con sus penurias físicas. Considerando que murió en 1931 con apenas 40 años de edad y que La garçonniere lo hicieron en 1924, cuando contaba 34, es posible que su estado lo llevase a escribir así:

No importa si es falsa esta alegría,                           
necesito mi alma emborrachar,
y es por eso que, amigos, esta noche
una orgía de amor les quiero dar.
Apuremos de un sorbo nuestras vidas
que mañana muy tarde ya será,
pues la vida es tan frágil, mis amigos,
como es frágil la espuma de champán.

El supuesto canto a la alegría inicial va descubriendo su mensaje amargo. Sobre todo en la estrofa final, cuando la bohemia deja paso a un estado del alma.

Sigan muchachos, la farra,
no se cansen de bailar,
tomen, nomás, cuanto quieran
que yo lo voy a pagar.
Toda la plata que tengo
en milonga gastaré,
porque mañana quién sabe
quien sabe lo que seré.

Francisco Canaro lo llevaría al disco el 5 de agosto de 1931, 5 meses después del fallecimiento de Juan Andrés Caruso, en dos versiones. Primero con Charlo y a continuación con Ada Falcón, el mismo día. Pero resulta que el tema tenía un subtítulo: Pancho Almada está de fiesta, y quizás como homenaje a su gran amigo y compañero,  lo grabó con este título el 26 de octubre de 1950, y un pequeño preámbulo a modo de glosa en la voz de su cantor, Mario Alonso.

                                                   


Tengo todas estas versiones pero escojo la de Gardel con la orquesta de Francisco Canaro y la última con el título distinto.

La Garçonniere - Carlos Gardel-Fco. Canaro

Pancho Almada está de fiesta- Francisco Canaro-Mario Alonso

miércoles, 7 de septiembre de 2016

Campeones mundiales de tango-pista

El campeonato mundial de Tango que se instauró en en el año 2003 y se realiza durante el mes de agosto, ya tiene nuevos campeones de tango pista. Se trata de la pareja integrada por Christian Palomo y Melissa Sacchi, representantes de Banfield  (localidad  bonaerense situada a unos 16 kilómetros de la Capital). El año pasado habían sido consagrados como subcampeones y se esmeraron para superar aquel logro.

-Fundamentalmente, los maestros nos decían que hay que bailar con el corazón -afirma el emocionado Christian-, y creo que ésa ha sido la base, además de todo lo que hemos trabajado para llegar acá.

Su pareja, Melissa, cuenta que "llevo muchos años preparándome para esto. Comencé a bailar tango con 19 años y tengo 34... Estuve con varios maestros y ahora siento una felicidad interior tremenda.

                                             

Fueron dos semanas de intenso trasiego tanguero, con milongas, conciertos, películas, actuaciones de conjuntos y cantantes. Nada menos que 549 fueron las parejas anotadas en este Campeonato, provenientes de numeros países. De las seis consagradas como finalistas, una era colombiana y las otras cinco, argentinas.

Aunque Melissa viva en Banfield, y Christian en Villa Ballester, se conocerían hace 4 años en una milonga del barrio de San Telmo y se engancharon bailando alguna tanda del Rey del compás. Cuando repitieron otra de D'Arienzo, se dieron cuenta que había algo que los unía. Christian se había dedicado al folklore y tomó clases para aprender a bailar tango y luego para perfeccionarse, siguiendo siempre ese consejo: "Bailar con el corazón".

                                   
Palomo se desploma emocionado cuando escucha el veredicto del jurado


Y tanto fue así, que cuando Fernando Bravo, el locutor oficial de la fiesta en el Luna Park, anunció que la pareja 506, había sigo consagrada ganadora del Mundial, con 9169 puntos, Christian se desplomó de rodillas y comenzó a llorar sin parar. Al final terminaría contagiando a su compañera, mientras su madre lo alentaba desde abajo.

El jurado, integrado por 7 personas, tiene fundamentalmente en cuenta la musicalidad, la conexión entre los integrantes de la pareja, personalidad y la elegancia en el andar. Por supuesto, al tratarse del tango en pista, no se permiten los saltos y el abrazo debe mantenerse siempre.

La fiesta tuvo infinidad de ingredientes y homenajes a personalidades destacadas del tango recientemente fallecidas como Horacio Salgán, Pepe Libertella, Horacio Ferrer y otros grandes. Actuaron músicos de la talle de José Colángelo, Raúl Garello, Daniel Binelli, Néstor Marconi, Walter Ríos. Reapareció nada menos que María Graña, acompañada por Esteban Morgado, y hubo conciertos, clínicas y fiestas tangueras en los barrios porteños y en salas especiales.

                               
  

La pareja ganadora recibió, además del Trofeo un cheque de 60.000 pesos, dos pasajes a París y varias clínicas de tango aseguradas en Europa. Un Luna Park abarrotado de público los aplaudió con gran entusiasmo. Y ya serenados los vencedores -que recibieron los plácemes de las otras parejas finalistas-, bailaron su tango final para toda la gente que seguía este torneo, cada día más popularizado en el mundo entero. Palomo, que tiene 32 años, y Melissa, no son pareja de vida, pero parece que lo fuesen, por la manera con que expresan sus emociones bailando.

Y se lucieron, despidiéndose, bailando el tango Rondando tu esquina, en la versión de la orquesta de Osvaldo Pugliese, cantando Roberto Chanel.

                             


lunes, 5 de septiembre de 2016

Hermosa velada tanguera

Hay nochecitas especiales que te llenan el cuore y  se te hacen cortitas, aunque duren dos horas y media. Me sucedió, sin ir más lejos, el pasado martes cuando fui a escuchar a un dúo muy especial. Leonel Capitano (bandoneonista, cantor, compositor) y Joel Tortul (pianista, director, compositor), que llegaban de Rosario -Argentina- para una gira europea que se prolongará durante dos meses.

Leonel es amigo de larga data, ha estado conmigo en actuaciones en España, en presentaciones de un libro mío, en milongas que regenteé en Madrid o en actuaciones suyas. Tiene ese talento tan especial que se necesita para tocar acompañándose con su fueye, cosa que logró Rubén Juárez pero no encuentra sucesores, salvo este muchacho que viaja por América y Europa con ese otro músico talentosísimo que es Tortul.

                                   


Alguna vez que me llamó por teléfono desde su Rosario natal, Leonel me hablaba de un pianista genial que estaba trabajando con él, creando canciones folklóricas y tangos y me lo pintaba con un entusiasmo tan especial, que despertó en mí la curiosidad por escucharlo en vivo, como sucedió finalmente, el martes pasado en una sala del centro de Madrid. Sala pequeña, colmada de amigos que lo pasamos en grande por la capacidad de estos dos artistas.

La primera parte fue presentada por Capitano, intercambiando las participaciones de ambos o realizándolas a dúo. Están muy bien entrenados y arrancaron aplausos en cada tema. Lo de Joel Tortul, debo confesar que me sorprendió y mucho, por las maravillas que dibuja en el piano, sin partituras delante. En la ejecución del valsecito de Aníbal Troilo: Romance de barrio, me recordó en algunos pasajes a Horacio Salgán por su técnica, su sonido brillante y ese fraseo sorpresivo que no decae en momento alguno, teniéndonos a todos tan pendientes de su realización  contrapuntística. Adermás de esa estética sonora tan especial y distinta que ha maravillado a públicos de América y Europa. Tanto en dúo con Capitano, como con su trío, o cuarteto.

                                   
Capitano canta, Tortul acompaña

Luego de un descanso en el el que menudearon los comentarios elogiosos de los amigos que estábamos en la sala, volvieron para una segunda parte distinta. Ahí hicieron participar a los espectadores, podíamos pedir temas que ellos complacían de inmediato. A Tortul le pedí A fuego lento, el tango de Salgán, por las razones que expresé antes, sin saber que lo tenía en su repertorio. Y fue toda una joyita por las salganiadas que realizó con el mismo, dejándonos a todos realmente tocados.

En una de sus intervenciones, Joel contó que nació en Fuentes, un pequeño pueblo de 3.500 habitantes de la provincia de Santa Fe, a 65 kilómetros de Rosario. Y dijo algo así.
-De muy pequeño me gustó el piano y estudié con una profesora de la primaria. Cuando rozaba los 15 años tuve mi primer piano. Entonces mis padres me mandaron a estudiar a Rosario. Recuerdo las enseñanzas del primer profesor que tuve allí y las cosas que me dejó. Se llama Mauricio Vuotto, y para recordar aquellos momentos lo invito a tocar conmigo...


                                          
Al final, estoy con Leonel y Joel. Los tres de azul. Nel blu dipinto de blu...

 Mauricio vive en Madrid, es amigo mío y hemos hecho cosas juntos. Además milonguea seguido. Vuotto se sentó en la parte izquierda del piano con las notas graves e hicieron a dúo -improvisado- El choclo. Fue genial. Mauricio concentrado, llevando la melodía y Tortul jugando con el resto de las teclas. Una genialidad que nos encantó a todos.

Luego Capitano invitó a cantar a Sergio Veloso, muy buen intérprete, que estaba sentado a mi lado y hablábamos de nuestro barrio de siempre: Parque Patricios, que tantos recuerdos nos trae. Veloso interpretó con muy buen gusto el tango Marioneta, de Guichandut y Tagini. También Tortul compartió con un guitarrista amigo una chacarera de los hermanos Díaz y así la noche se fue llenando de chacareras, litoraleñas, tangos y valsecitos que nos sumieron en un estado de ánimo fraternal, jubiloso.

                                           
Joel Tortul acompaña a Leonel Capitano que canta "Oigo tu voz"


Tanto Tortul, descendiente de italianos del norte, como Capitano, son viajeros constantes. En Cuba han dado varios conciertos y fueron aclamados en países como Chile, Ecuador o Colombia y México, antes de dar el salto a Europa. Capitano estudió canto lírico, ambos dejarían el fútbol por la música, y Tortul fue estudiando con distintos profesores hasta dar con Juan Carlos Silvera y Juan Carlos Cirigliano que le hicieron entrar en otro universo, y dar un gran salto de calidad.

Resumiendo, la pasamos fenómeno, compartimos unos momentos especiales y salimos con un regusto melódico-rítmico que todavía paladeamos, por la alquimia de estos dos rosarinos que dejaron el fútbol por la música y hoy destacan con perfiles propios en festivales y conciertos.

Quiero compartir dos temas que nos muestran a ambos intérpretes en su salsa. En un concierto en Cuba, Leonel canta, acompañado por Joel al piano, el tango Olvido, de Luis Rubistein y Luis César Amadori.

                                                

Y a continuación. Joel Tortul interpreta en 2010, El tango A fuego lento, de Horacio Salgán, en un concierto que ofreció en Rosario, con motivo de la presentación de su CD Punto vivo.