Translate

viernes, 23 de diciembre de 2022

¡Feliz Navidad y Año Nuevo!

    A todos los amigos y seguidores de esta páginas van mis mejores deseos para que pasen una Feliz Navidad y tengas un magnífico Año Nuevo!

                   



                                     

De cuore:

Joé María Otero




jueves, 22 de diciembre de 2022

El nácaru (Cuento navideño)

                                    

      De las duras entrañas de la tierra fueron emergiendo los mineros. El paisaje frío y nevado contrastaba con sus rostros ennegrecidos, aunque alegres por las sidrinas empinadas en la cueva como preámbulo de la Nochebuena en la aldea asturiana.

   El cielo encapotado presagiaba agua. Subiendo hacia el pueblo, Pepe y Saturnino El Palurdo detuvieron su marcha ante un hermoso muñeco de nieve levantado en una hondonada, junto al hórreo de Secundino Somonte.

-¿Cómo estás guaje…? -le preguntó Saturnino acariciándole.

   Y para sorpresa de ambos, la figura de nieve respondió sonriente:

-Bien.

   Pepe, extasiado ante el rostro infantil y casi humano del muñeco, permaneció contemplándolo y pensando en su primer hijo que estaba por llegar al mundo. El inanimado personaje blanco desgranó entonces palabras ininteligibles para sus contertulios:

-Ergo sum refaim. Gratis pro Deo. Némine discrepanti. Nunc dimittis servum tuu Domine…

   Terminaba de decir esas palabras cuando la lluvia intempestiva diluyó rápidamente las formas del muñeco. Sólo pareció permanecer su extraña sonrisa.

-Corramos a ver a Don Crescenciano -intimó Pepe- ...y no olvides todo lo que dijo el muñeco...

   Curiosamente, El Palurdo era analfabeto, pero tenía la extraña virtud de retener todo en su memoria.

  Detrás de la iglesia, el párroco atendía a sus gallinas.

  -Don Crescenciano -apuntó Pepe, quitándose la gorra mojada-, tenemos una historia fantástica.

   Acto seguido, Saturnino hilaba la monserga latina del muñeco, que el párroco, meditabundo, iba traduciendo para sí en voz baja.

-Yo soy Refaim (repitió este vocablo dudando) … Gracias por Dios, o sea que se ha hecho algo por amor a Dios… Decisión adoptada por unanimidad, sin discrepancias… satisfacción de morir con los anhelos cumplidos

   Cogió el bastón, la boina y el echarpe, y seguido por sus dos feligreses, fue recordando su discusión de hacía 33 años con Isaac, el zizéteta, que vivía como un ermitaño en la cima del monte con sus animales. Isaac le había amenazado entonces:

-Tendrás que venir cuando llegue el momento.

   Don Crescenciano iba explicándoles que les llamaban zizétetas a los judíos que se dedicaban al estudio de profecías, cuyo sentido buscaban descubrir. Golpearon a la puerta, jadeantes por el esfuerzo, y una voz cansada, invitó:

Adelante…!

   El hombre estaba acostado, con sus barbas ralas apuntándoles. Después de disculparse por los 33 años de separación, el párroco susurró al oído del hebreo la historia del muñeco de nieve, recalcando lo de refaim.

-Antiguos aborígenes que habitaban la Palestina- respondió quedamente el viejo Isaac, para agregar tajante: ¡-Llegó el momento…!- Y se durmió.

   Una luna brillante como nunca iluminó el camino descendente. Y hasta cantaban los mirlos. A las doce de la noche, el campanario redoblaba por la Nochebuena y Pepe sentado en la mesa familiar, no podía creer lo que anunciaban por la radio:

-Las potencias del mundo han firmado la paz definitiva y harán desaparecer todas las armas nucleares del planeta.

   En ese mismo instante, el hijo de Pepe rasgaba las carnes de su madre y hacía su entrada en este mundo. No lo hizo berreando como todos los bebés, sino con una sonrisa dibujada en el rostro. Era idéntica a la del muñecón de nieve.

   Y la cigüeña que se había quedado demorada desde el verano en el ático de la iglesia por tener un ala quebrada, cobró fuerza ante los campanazos de Don Crescenciano y las sirenas de las radios, resolviendo reanudar su camino. Bajó hasta la hondonada donde había estado el muñeco, en cuyo lugar lucía ahora un pequeño lago con peces de colores; tomó agua, apuntó hacia el horizonte iluminado por la luna y desapareció.

(Nácaru: Niño, muñeco – bable-asturiano-)

José María Otero

Messi baila con la Copa

¡A bailar!.. ¡A bailar que la orquesta se va! Sobre el fino garabato de un tango nervioso y lerdo se irá borrando el recuerdo... ¡A bailar, a bailar que la orquesta se va!


El último tango perfuma la noche,

un tango dulce que dice adiós.

La frase callada se asoma a los labios

¡y canta el tango la despedida!

¡Vamos! ¡A bailar! ¡Tal vez no vuelvas a verla nunca, y el último tango perfuma la noche... y este es el tango que dice adiós! Homero Expósito

                                     

                            


                       

miércoles, 14 de diciembre de 2022

Messi



                                                    
Soñaban con seguir la cabalgata
descolgando a los argentos del panel
los muchachos de esa escuadra croata
que pensaban merendárselo a Lionel.

No sabían que nadie lo maniata
aunque vengan a atraparlo en tropel,
porque nudos, con gambeta él desata,
y los siembra, tiraos en carrusel.

Por algo es el más groso de los diecis
y firma sus golazos con posdata
para que quede sentada catequesis

en la lunga futbolera cabalgata,
donde acaba las hipótesis en tesis
la zurda albiceleste de Leo Messi.

JMO 

martes, 13 de diciembre de 2022

Nicolás Vaccaro

    Durante una de las tantas audiciones radiofónicas que realizó con Ismael Aguilar, a cuyo cargo estaban las glosas o la evocación emocionada de recuerdos, Nicolás Vaccaro tocó en el piano un viejo y casi desconocido tango: "Ofelia", de Marcos Torres. Algunos minutos después de la transmisión, Vaccaro atendió por el teléfono el llamado de un voz femenina que, con tono estremecido y entrecortado por las lágrimas, le comunicaba su profunda gratitud.

   Ella era Ofelia, ahora una octogenaria, novia, en su juventud lejana, del compositor, de manera que Vaccaro infirió que la pieza debió ser escrita a principios de siglo, cuando él acababa de nacer.

Nicolás Vaccaro
    

   Con las peripecias que caracterizan la vida de Vaccaro, podría ensayarse un extenso e ilustrativo capítulo de la historia del tango (que es, precisamente, lo que se propuso al confiar últimamente sus memorias a un copista).

   Apenas vistió los pantalones largos, integró un cuarteto con "El Ruso Antonio" -un bandoneonista que afirmaba ignorar su apellido-, el violinista Rafael Tuegols y el flautista Raúl Aulichini, que actuaba en el café "Don Francisco", situado en San Juan entre Boedo y Maza. Pasaron luego al "Benigno" de Caseros y Rioja, y más tarde al "Don Pepe" de Independencia y Pasco".

   Hasta que llegó la ansiada etapa del centro, con sus luces y su resonancia: el bar Domínguez, ubicado frente al teatro Nuevo, en suyo solar se levanta hoy el General San Martín. En ese café se inició su actividad en el asfalto, como se decía entonces, y se codeó con el aplauso ruidoso y aprobatorio.

                                    


   Allí estuvo con breves intervalos -en uno de los cuales fue a parar al Armenonville en reemplazo de Roberto Firpo cuando éste se estableció un tiempo en Montevideo, y en otro más fugaz, al cabaret Montmartre, con Eduardo Arolas-, al lado de "El Ruso Antonio" y Graciano De Leone. Por esos días, cantaba también allí Pepita Avellaneda, ya perteneciente a la mitología de Buenos Aires. Trató de cerca, pues, a esa suerte de leyenda real, de carne y hueso que, sin embargo, parece a mucha gente el producto  de la fantasía.

   Cuando concluyó el servicio militar, se fue al Perú con la Orquesta Royal, que integraban, entre otros: Juan Carlos Bazán, Juan Bautista D'Ambroggio (Bachicha) y Emilio De Caro. En Lima, con motivo de inaugurarse el monumento a San Martín, se habían preparado grandes fiestas y al tango, por una deferencia especial, se le reservó un lugar adecuado. De ahí la presencia en la ciudad de los virreyes, de un conjunto típico.

                                        


   Al cabo de dos años de permanencia en el Perú, se trasladó a Ecuador y luego a Venezuela, para dirigirse posteriormente a México, donde lo sorprendió la revolución de Pancho Villa. No sin pasar dramáticas vicisitudes, pudo retornar al perú y tras una breve escala en la tierra que le fue tan pródiga, regresó a Buenos aires, ya dueño de una experiencia de hombre maduro en la música y en las cosas de la vida. 

   Las circunstancias lo llevaron a Córdoba, donde trabó amistad con Ciriaco Ortiz. Volvió y trajo recuerdos perdurables de la ciudad serrana y al reintegrarse a la metrópoli, se incorporó a las huestes de Juan D'Arienzo. Vino después la gran aventura: el viaje a Europa como pianista de Osvaldo Fresedo. En París y en Bélgica hicieron triunfar plenamente al tango.

   Terminado el ciclo, Vaccaro pensó que ya era hora de formar su propia orquesta y así lo resolvió al encontrarse otra vez en sus lares nativos.  Con la intervención de Astor Piazzolla, Julio Ahumada, Eduardo Del Piano, Tití Rossi y Antonio Ríos constituyó una de las grandes alienaciones que respondieron a su batuta y de la que puede decirse que no desentonaría hoy ni por su ritmo ni por el juego instrumental, ordenados de acuerdo con el sentido moderno que fue en su momento una verdadera avanzada. 

La orquesta de Fresedo en Les Ambassadeurs - París - Año 1929

     No es posible poner punto final a esa semblanza de Vaccaro sin añadir que es autor de numerosos tangos, milongas y valses. En la vía, Barajando, ambos con letra de Eduardo Escaris Méndez; Funyi claro, Vida rea, Cuatro Ladrillos y La compadrita han de conceptuarse las más difundidas de las piezas surgidas de la inspiración de este veterano del teclado y uno de los fundadores de SADAIC, tanto que su credencial es la decimotercera.

José Barcia (Tangos, tangueros y tangocosas -1976)

domingo, 11 de diciembre de 2022

Día Internacional del Tango

 

    Se celebra el 11 de diciembre en homenaje a Gardel y De Caro, dos iconos de una de las mayores expresiones de la cultura argentina

   Una noche de 1965, el compositor y productor artístico Ben Molar (cuyo nombre real era Moisés Smolarchik Brenner) estaba en camino a la casa del director de orquesta y compositor de tango Julio De Caro, para festejar su cumpleaños, cuando se le ocurrió una idea. Se dio cuenta de que el 11 de diciembre coincidían los cumpleaños de De Caro y de Gardel, los mayores exponentes de dos vertientes del tango, símbolo de la cultura nacional. 

   Julio De Caro era la música. Gardel, la voz. Así es que tomó la iniciativa: ese mismo año, Molar presentó a la Secretaria de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires la propuesta de declarar el 11 de diciembre Día Nacional del Tango en homenaje a ellos.

                                    


   Pero aunque contó con el apoyo de varios organismos –la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (Sadaic), la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores), la Sociedad Argentina de Escritores (SADE), la Casa del Teatro, el Sindicato Argentino de Músicos (Sadem), la Unión Argentina de Artistas de Variedades (Uadav ), la Academia Porteña del Lunfardo, Radio Rivadavia, la Fundación Banco Mercantil, La Gardeliana, la Asociación Argentina de Actores y la Asociación Amigos de la Calle Corrientes–, tuvieron que pasar doce años para que aprobaran la celebración mediante Decreto Municipal, el 29 de noviembre de 1977, y Nacional el 19 de diciembre de ese mismo año. 

   Desde entonces, todos los 11 de diciembre se celebra el Día Nacional del Tango.

   Ante la expansión universal del Tango en los años noventa y que sigue creciendo al día de hoy, ha pasado a ser el DÍA INTERNACIONAL DEL TANGO.

jueves, 1 de diciembre de 2022