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viernes, 19 de mayo de 2017

Abel Córdoba


    -Yo tuve la suerte de incorporarme a la orquesta de Osvaldo Pugliese cuando la misma estaba atravesando unos de sus mejores momentos. Estaba integrada por el tano Ruggiero, Penón, Lavallén y Plaza en bandoneones. En los violines estaban Cacho Herrero, Balcarce y el uruguayo Julio Carrasco. En la viola, Norberto Bernasconi y Quique Lannó, en el bajo Alcides Rossi y, por supuesto, Osvaldo en el piano. Y yo vine a la orquesta. Debuté el 10 de Octubre de 1964 traído de la mano del negro Luis Mela, el recitador en la orquesta que me había escuchado cantar en mi ciudad, en San Francisco, en una confitería de aquel pueblo.

                              


   Me dijo: "Pibe, tenés que bajar a Buenos Aires porque sería importante que te escuchen los muchachos de la orquesta, que están realizando un certamen para tratar de incorporar una voz joven", porque yo también fuí joven. Entonces viajé a la Capital y tuve la suerte de llegar a una final donde participaron dos muchachos de aquí, uno de Rosario y el cuarto era yo. Así que dimos todos la prueba en la sala de Callao 11, que Don Osvaldo y los muchachos escucharon con suma atención a todos los postulantes que estábamos. En ese último día sale el negro Mela a los minutos de realizar la acostumbrada conferencia donde se votaba y dice: "Por unanimidad ha quedado elegido el cantor de Córdoba". No reaccionaba que el único que venía de esa provincia era yo, así que tuve la enorme satisfacción de integrarme a la orquesta. 

El siguiente sábado debuté en la misma y fué una emoción impresionante. Tenía que suplir a Alfredo Belusi, que no iba a ausentarse de la orquesta, íbamos a estar los tres, Maciel, que estaba en esa época, Belusi y yo, pero como me incorporaron a mí, Alfredo se "tomó el raje" volviendo con la orquesta de José Basso con la que ya había estado unos años atrás, así que desde esa época quedé incorporado a esa gran orquesta de tanta jerarquía, que fue la de Don Osvaldo, hasta los últimos días (1995). 
                                 


Tuve la suerte, al poco tiempo de haber debutado, de hacer una presentación de dos meses, una temporada hermosa en el teatro Maipo, que todavía era un teatro de revistas importante, donde estaban Tita Merello, Marrone, Dorita Burgos, las hermanas Ponce, Maruja Montes, Alfredo Barbieri... todas importantes figuras de aquella época. Dos meses después tuve la enorme satisfacción de hacer una gira por Japón, lugar al que fuimos por sesenta días y la gira duró cinco meses, así que nos fue muy bien. Bueno, esto es como realizar el sueño del pibe, en esa época era como jugar en la primera de River o Boca. 

El primer tema que grabé con la orquesta fué el hermoso tango de Oscar Zito Fresedo y Márquez, Enamorado estoy. Yo no lo cantaba, pero como era un tema melódico y me querían encarrilar por esa línea me lo hicieron grabar. A lo mejor, algo que no todos saben, es que en esa grabación no estuvo Don Osvaldo en el teclado y la parte de piano la realizó Armando Cupo, porque Osvaldo tenía la mano lastimada por una caída que había tenido. Así que grabamos un doble. Ese mismo día grabó Maciel -no recuerdo que tema (*)- y también los instrumentales La cabrera y Charamusca

                                
Con la orquesta de Pugliese en RE FA SI de Mar del Plata y otros artistas.1971

Inmediatamente después grabé un tema de Javier Mazzea, Como aprender a quererte. Después vendría Whisky, el tango con el cual rendí la prueba y que todavía me piden. Yo no tuve caballito de batalla. El tango estaba medio de capa caída, cuando yo entré ya estaba la nueva ola. Anteriormente a mi llegada, los cantores estaban cinco o seis años con las orquestas, se hacían su nombre y se desvinculaban para encaminarse como solistas, porque era más conveniente. Yo no tuve esa oportunidad, siempre me quedé en la orquesta, no había muchas alternativas, además estaba muy cómodo. 

También me piden los tangos Después, Callejera, Bien de abajo... Si yo tuviera oportunidad de grabar, haría este último tema, es un tango que me gusta mucho y tiene una letra (Héctor Negro) importantísima y una música (Arturo Penón) excelente. Cuando vine a Buenos Aires me fui a vivir a una cueva de un amigo del negro Mela, ahí en la calle Cerrito, donde ahora por la modificaciones urbanas está la avenida 9 de Julio. Estuve allí hasta que me gané los primeros mangos y me mudé al Hotel Casino que quedaba en Carlos Pellegrini y Santa Fe y fíjense ustedes que al poquito tiempo que yo había ido a vivir a ese hotel aparecieron cinco zaparrastrosos que venían de Rosario, que eran Los Gatos, la agrupación de Lito Nebbia. 

                           
Abel Córdoba, Adrián Guida y Osvaldo Pugliese
  
 
La semana antes de debutar me invitaron a presenciar una actuación de la orquesta. En el micro iban Gloria y Eduardo y el maestro de ceremonias, que era Julio Jorge Nelson. Entonces yo estaba por ahí cerca en el ómnibus y el tano Ruggiero le dice a Julio: "Mirá, este pibe va a debutar el sábado que viene pero no sabemos como llamarlo". Julio Jorge se da vuelta y me dice: "¿Cómo te llamás?. Yo le respondí: Abelardo González. Entonces me preguntó de dónde venía y yo le respondí que de Córdoba. Yo nací en Caballito, pero a los cuarenta días me piantaron para Córdoba, así que por adopción soy sanfrancisqueño. Julio espontáneamente dijo: Abel Córdoba, a los muchachos le gustó y quedó así".


Y vale la pena volver a escuchar aquel tango con el que ganó la prueba para estar durante 31 años, como cantor de la orquesta de Osvaldo Pugliese. Se trata de Whisky, de Héctor Marcó, que grabó con la orquesta en septiembre de 1965.

Whisky - Osvaldo Pugliese-Abel Córdoba


(*) El tango grabado en esa oportunidad por Jorge Maciel fué "Decime, Dios, ¿dónde estás?".

Nota: Este texto pertenece al Seminario Tango y Sociedad "Un siglo con Osvaldo Pugliese, ética y estética", que el Foro Argentino de Cultura Urbana desarrolló en la bodega del Café Tortoni de Buenos Aires entre el 3 de Agosto y el 23 de Noviembre de 2004.

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