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martes, 24 de abril de 2012

Pichuco y Quejas de bandoneón

Fue uno de los más grandes sucesos que cosechó Aníbal Troilo en toda su carrera, el que consiguió con este tango de Juan De Dios Filiberto.

Los bailarines salían despedidos a la pista al escuchar los primeros compases del mismo, e incluso se usaba como presentación de un exitoso programa de televisión: Yo soy porteño, donde participaban entre otros: Gloria y Eduardo y Jorge Sobral.

El arreglo del tango para la orquesta de Pichuco corrió a cargo de Ástor Piazzolla, aunque el Gordo siempre usaba su famosa goma de borrar en algunos adornos que no consideraba oportunos, conservando sin embargo su riguroso buen gusto hasta el final.

¿Cual es el secreto de los  entusiasmados aplausos que cosechó Troilo con este tango?

Evidentemente, el arreglo de Piazzolla le da un plus al tema de Filiberto. Casi todas las orquestas, comenzando por la del autor, Canaro, Pugliese, D'Arienzo, Biagi, Di Sarli, también lo tuvieron en su repertorio y si bien  le dieron su sello propio y gustó en todos los casos citados, la versión de Pichuco tuvo el agregado de las variaciones  de fueye que insertó en ese maravilloso final, y que no existían en la creación original de Filiberto.

(Cuando Pichuco gatillaba, el silencio era sepulcral.) 

Pocas veces se suelen tratar en profundidad las variaciones de bandoneón, que son como "minicomposiciones". A veces las explico en conferencias con gente que baila y me llama la atención el desconocimiento que tienen del tema. 

Troilo recordó que en 1936  cuando actuaba en el Cuarteto del 900, con Emilio Vardaro en violín, Feliciano Brunelli en piano y el flautista Enrique Bour, que además era el representante, tenían en su repertorio "Quejas de bandoneón". Y en aquellos momentos Brunelli creó esas variaciones que Pichuco guardaba en su memoria.



Y entonces decidió agregarlas al arreglo de Piazzolla y fue un éxito interminable. Hasta el final  fue su caballito de batalla: Quejas de bandoneón, que reclamaban tanto milongueros como espectadores. Yo lo vi en una hermosa gala de Tango celebrada en el Teatro Colón en 1972, como en muchas otras ocasiones: en Caño 14, en Relieve, en las milongas, en Mar del Plata. Y chamuyar con él en las madrugadas era una caricia para las orejas y el cuore.

Como aquella noche mágica  de 1972 que el Colón se puso de pie para ovacionarlo cuando terminó este tango.Y yo estaba "volando".






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