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domingo, 29 de abril de 2012

El cabezón Castillo

Fue un cantorazo. Representó a los barrios profundos en su exagerada manera de cantar el tango. Por eso también fue rechazado por las clases altas.

Nació en 1914, hijo de una pareja de inmigrantes italianos, en el barrio de Mataderos. En 1942, se recibió de ginecólogo. En el ínterin cantaba en los cafés del barrio para soltar lo que tenía adentro. Se llamaba Alberto De Lucca. Alternó con otros nombres entre 1934 y 1938, con los conjuntos de Armando Neira, Julio De Caro, Augusto Berto y Mariano Rodas, para protegerse de la vigilancia de su padre. 

Durante una fiesta estudiantil, en 1938 , en que actuó la orquesta Los indios de Ricardo Tanturi -varios de cuyos integrantes eran también estudiantes-, sus compañeros le pidieron que cantase y al final lo hizo acompañado por la orquesta.

En 1939, ya está incorporado definitivamente al conjunto, y graba su primer tema con el mismo,  el vals de Alfredo Pelaia: Recuerdo, el 8 de enero de 1941. Pablo Osvaldo Valle, Director de la radio, le propuso su definitivo nombre artístico.


Apenas arrancó con Tanturi, arrasó. Su forma arrabalera de cantar y gesticular, le garantizó la adhesión de las masas populares y de los bailarines, porque fraseaba con gran comodidad, dicción clara y en tempo rítmico. Él lo entrevió de inmediato: La muchachada baila con mi canto, ahí descubrí la papa, decía.

Cuando lanzaron con Tanturi: Así se baila el tango, fue una revolución. Previo al tango de Elías Randal (Rubistein) y Marvil (Elizardo Martínez Vilas), recitaba estas estrofas, bien cancherazo.

Una corrida elegante,
tras la vuelta una sentada
y un ocho bien compadrón.
Así lleno de emoción
yo me lucí en mil fandangos,
porque así se baila el tango de alma,
de alma y de corazón".

Vendieron infinidad de discos que aún hoy  son punto alto en las milongas del mundo entero, ya que la orquesta tenía un ritmo picante ideal para bailar.

Se independizó, tuvo varios directores en sus orquesta acompañante, filmó diez películas con un éxito notable de taquilla. Y confesaba: "Yo no era actor, sólo cantaba en las películas".

Lo encontraba seguido en los baños turcos cuando ya tenía el pelo raleado y aún no usaba bisoñé. Era un tipo cordial. Me agarraba del hombro en las cámaras del Colmegna y me cantaba bajito algo que estaba por estrenar. Como se ponía carbonilla en la cabeza, mientras me cantaba, con el vapor y el calor, le caían los goterones negros por la cara, como a Dirk Bogarde en "La muerte en Venecia". Un fenómeno.

Al final, exageraba más aún el estilo, convertido en un ícono camp, pero siempre arrastró.

Un día le dije a Troilo que con él hubiese sido un fenómeno, porque lo hubiera controlado. Pichuco, que lo acompañó en la película El tango vuelve a París, movió negativamente su cabeza y me dijo: No, no...pero te digo una cosa, jamás le erra a una nota".

Producciones Vicari tuvo el acierto de extractar partes cantadas de sus filmes y aprovecho la bolada para mostrarlo en aquella época (entre 1948 y 1958) cantando incluso en italiano -que dominaba-, francés (bueno...) y dos valsecitos.

                                                 

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