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miércoles, 4 de mayo de 2022

Paciencia

    Una y otra vez me interesa volver con este poeta, Francisco Gorrindo,  que dejó una ristra de tangos interminable y con mucha polenta. Precisamente, no pierden vigencia por su contenido y el uso emocional del lenguaje. Y aunque muchas veces esos versos quizás no son analizados en profundidad porque prima el ritmo musical, la fuerza de la orquesta-cantor interpretándolos, conviene a veces apearse de ello y analizarlos en profundidad.

    Paciencia, por ejemplo, es un tango de 1937, que lleva música de Juan D'Arienzo y la estocada musical del Rey del compás opaca un poco el laberinto emocional del poema. Aunque, claro, como milonguero, ponémelo una y otra vez por D'Arienzo-Carbel o D'Arienzo-Echagüe, que salgo disparado a la pista para  incrustarme en esa maraña musical que te envuelve y lo disfrutás como loco. 

                                   

Francisco Gorrindo

   Pero vale la pena detenernos en esos versos que señalan los distintos caminos que emprende la pareja luego del reencuentro fugaz, que prometía  mucho y se fue desvaneciendo entre los ecos del tiempo acontecido. Vemos como se inicia el viaje hacia la desesperanza y los sueños comunes averiados para siempre. En el reencuentro flotan los recuerdos de cuando y cómo hilvanaron su alianza....

   Claro que desfila el carrusel de lo vivido entre ambos con una mirada distinta, lejana... Como una melodía infinita de poso melancólico, la realidad los golpea abruptamente. El paso del tiempo demuestra lo ilusorio de tantas ilusiones hilvanadas, y el reencuentro parece echar sal en la herida. El regreso imaginado solo sirve para cauterizar definitivamente el deseo y prima el desengaño emocional.

Anoche de nuevo, te vieron mis ojos,
Anoche de nuevo, te tuve a mi lao,
¡Pa´ qué te habré visto si después de todo
Somos dos extraños mirando el pasao!
Ni vos sos la misma, ni yo soy el mismo...
Los años... la vida... ¡Quién sabe lo qué!...
De una vez por todas, mejor la franqueza
Yo y vos no podemos, volver al ayer.

   La altísima intensidad creada en el fútil intento del retorno y el poderío magnético de la presencia, sólo sirven para fermentar aún más el decisivo desencuentro. Los versos reflejan las actuales imágenes astilladas, oponiéndose a recuerdos y gestos vivos  que atraviesan el tiempo para chocar con la abrupta realidad. El calor de la compañía querida se ha diluído tras las gestas cotidianas y no hay retorno.
                                         


   Es entonces cuando el ilusionado personaje reflexiona ante la magia del instante y comprueba que creer en la utopía genera melancolía. El conflicto entre proyectos de vida distintos, no lo conduce hacia el odio, sino hacia la reflexión. El mejor antólogo, que es la realidad, termina poniendo a cada uno en su sitio y no hay rencor, sino comprensión. Sabe que nunca más volverán a ser pareja, prefiere quedarse con la imagen del retrato que imagina de ella. Y con una contención íntima, reflexiona y le dice:

Paciencia...
La vida es así.
Quisimos juntarnos
Por puro egoísmo,
Y el mismo egoísmo
Nos muestra distintos...
¿Para qué fingir?
Paciencia...
La vida es así.
Ninguno es culpable
Si es que hay una culpa,
Por eso la mano
Que te di en silencio
No tembló al partir.
 
Haremos de cuenta que todo fue un sueño,
Que fue una mentira, habernos buscao,
Así, buenamente, nos queda el consuelo
De seguir creyendo que no hemos cambiao.
Yo tengo un retrato de aquellos veinte años
Cuando eras del barrio, el sol familiar,
Quiero verte siempre, linda como entonces
Lo que pasó anoche, fue un sueño nomás.

   Me encanta el contenido y la manera de pintar la situación por un poeta tanguero de la talla de Francisco Gorrindo. D'Arienzo le puso la música ideal para consagrar el tema, que es como un golpe seco de látigo. Y yo araño en los versos para sacarles toda la sensibilidad contenida en los mismos.

   Agustín Magaldi grabó Paciencia acompañado por la orquesta de Adolfo Carabelli, el 26 de enero de 1938, ocho meses antes de su fallecimiento. Y podemos escucharlo.

                            


  Juan D'Arienzo con su orquesta lo llevó al disco en cuatro oportunidades. En 1937 con Enrique Carbel, en 1951 y 1970 con Alberto Echagüe y en 1961 cantando Horacio Palma. Lo que da una idea del éxito que tuvo este tango.

   Lo escuchamos por la orquesta y Echagüe en vivo, en una presentación realizada en el Canal 4 Montecarlo, de Montevideo- Uruguay, en febrero de 1964. 

                                         


                                            

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