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domingo, 15 de mayo de 2022

Las familias tangueras (2)

    Pedro Laurenz fue uno de los más grandes bandoneonistas que tuvo el género. Tal vez el número uno, al menos para mí. Y no sólo destacó en el manejo del instrumento sino que incluso tuvo muy buena orquesta y fue un gran compositor de temas exitosos. Se llamaba en realidad Pedro Blanco. Estudió violín. Su madre había estado casada anteriormente con un señor apellidado Laurenz, con quien tuvo dos hijos: Eustaquio y Félix, radicados en Montevideo. Ambos eran bandoneonistas y actuaban en orquestas uruguayas. Cuando su madre llevó a Pedrito a Montevideo para pasar unos días, los hermanos le contagiaron el amor por el bandoneón y se olvidó del violín que había comenzado a estudiar. Tenía 14 años. Estuvo radicado en Uruguay un par de años y allí comenzó a trabajar en algunos medios. Al volver se enroló en la orquesta del pianista Roberto Goyeneche y comenzó su carrera hacia el gran éxito que le esperaba por sus enormes condiciones, de bandoneonista, músico, director y compositor. Con el paso de los años, su hija: María Cristina también luciría como cancionista.

   Pascual Contursi quedó en la historia como el creador de la letra del tango. Hasta entonces, salvo algún versito que se usaba como coro, no existía la poesía en el género. Y Pascual Contursi fue el creador de la misma con una gran paleta espiritual y dramática. Solía cantar en cabarets acompañado de guitarra, al margen de su trabajo habitual. Y fue en Montevideo donde, sobre el tango Lita, del pianista Samuel Castriota, sin que éste estuviese enterado, instaló los versos de Mi noche triste. El suceso fue tan grande e inesperado que le sirvió en bandeja a  a Gardel para su debut en el tango, grabándolo, en 1917,  acompañado por José Ricardo en guitarra. Siguió llevando al disco todo tipo de canciones, pero en 1918 y 1919 grabó otros dos temas de Pascual Contursi: Flor de fango y De vuelta al bulín. Los versos quedaron para siempre instalado en el tango, y se notaba el estilo lunfardo que haría historia. Casado con Hilda Briano, tuvieron un hijo: José María, que con el tiempo, fallecido el padre, ganaría galones como locutor y buena estampa. Hasta que decide seguir el camino poético de su padre, y comienza a escribir letras de tango, aunque en un estilo muy distinto. Su histórica relación con Gricel da lugar a una serie de tangos increíbles. Y todos tienen éxito. Con Mores, con Troilo, Laurenz, Di Sarli, Fresedo y muchos otros compone temas que siguen siendo alimento de los milongueros.

                                       

Adolfo Pugliese, flautista de la orquesta de Adolfo Pérez Pocholo
  

   Adolfo Pugliese fue un flautista que tocó en orquestas de barrio y también con algunas conocidas. Trabajaba como cortador de cuero, en una fábrica de calzado, alternando su pasión musical con la necesidad de llevar dinero a la familia. Logró poner su Casa de música en la calle Ribera (hoy Córdoba) y estuvo casi siempre instalado en el barrio de Villa Crespo. En 1930 se incorporó a la orquesta de Adolfo Pérez Pocholo. Casado con Aurelia Terragno, tuvieron tres hijos: Adolfo, Alberto y Osvaldo. Estos dos últimos se dedicarían a la música. Alberto era violinista, tendría su propia orquesta, y Osvaldo, que se había decidido por el piano también se enrolaría en las filas del tango y haría historia grande en el mismo. Un tango de su hermano Alberto, El remate, lo llevaría al disco con mucho éxito. Y quedaría para siempre como una de las más grandes orquestas que ha tenido el género. Beba, hija de Osvaldo también estudió el piano, trabajó en algunos conjuntos y tuvo su propia formación. Ha escrito un libro sobre toda la historia familiar, que generosamente, me lo envió a casa.

   Los hermanos Emilio y Osvaldo Fresedo, estudiaron música en un Conservatorio del barrio de La Paternal, donde vivían y el primero, tres años mayor, se inclinó por el violín y el segundo por el bandoneón. Debutarían ambos en un trío, en el Café Paulin de su barrio y posteriormente integraron un cuarteto con Rafael Rinaldi y José Martínez. Tempranamente Emilio entrevió que le tiraba más la letra que la música y escribió en 1922 los versos de Sollozos, al cual Osvaldo le acoplaría una hermosa música, grabando el tema con su orquesta que sigue escuchándose y bailándose con placer. Innumerables temas firmados por ambos integran el carrusel de éxitos: Vida mía, Por qué, Tango mío, Volverás... Osvaldo quedó para siempre en la historia como uno de los puntales del tango. Como director, compositor de grandes páginas y por el estilo elegante y respetando los valores melódicos del género. Se enriquecería  armónicamente con el aporte  de arregladores como Argentino Galván, Horacio Salgán o Roberto Pansera basando el estilo en el papel fundamental de los violines, la conducción del piano y agregando diferentes instrumentos, como arpa, vibráfono y percusión. Sin duda, Osvaldo Fresedo hizo historia en el tango y contó con cantores ideales para su orquesta, como Roberto Ray y Ricardo Ruiz, especialmente. Oscar Fresedo, hijo de Emilio también ha creado, como letrista, varias páginas de tango. 

                                      

Pichuco con su madre y su hermano Marcos en el Zoológico.

   Aníbal Troilo fue un símbolo del tango y de todo lo que encierra en sí mismo: la amistad, la noche, la confidencia, el chamuyo, el sentimiento. Su obra, sus grabaciones, los cantores que pasaron por su formación, los músicos y el recuerdo que dejó en su paso por la vida, lo inmortalizaron. Sus padres, Aníbal Carmelo Troilo y Felisa Bagnolo, tuvieron tres hijos: Marcos, Concepción Anunciación y Aníbal.  Don Aníbal era carnicero en el Mercado de Talcachuano y Charcas y le gustaba guitarrear y cantar. Fue quien bautizó a su tercer hijo como Pichuco. Cuando éste tenía 10 años murió su padre y antes había fallecido la hermanita, de quien no tenía recuerdos. Le gustaba mucho el bandoneón que escuchaba tocar a un vecino y su madre le compró uno a plazos sin sospechar lo que llergaría a ser Pichuco con ese instrumento. Lo aprendió rápido, casi intuitivamente y fue integrando tríos, orquestas de señoritas, formó un quinteto y con Alfredo Gobbi y Osvaldo Pugliese se alternaron en conjuntos que formaban entree ellos. Creció musicalmente muy rápido y a días de cumplir los 23 años, forma su propia orquesta para debutar en el Marabú. Rápidamente escala posiciones en el ambiente, y en 1940, incorpora a su hermano mayor Marcos, como bandoneonista, a la orquesta que pronto grabará en la RCA Victor. Marcos estará con su hermano hasta 1949, es que abandona para dedicarse a los negocios. Ambos fallecerían en 1975 con un mes de diferencia.

    Alfredo Gobbi nació en Paysandú, Uruguay  en 1877 y de chico aprendió a tocar la guitarra. Así se iniciaría en el teatro como clown y músico. Incluso hizo de cómico, cantor. A los 18 años se instala en Buenos Aires y en 1900 viaja a Europa con los Hermanos Petray para representar Juan Moreira con gran éxito. Se trasladan a Francia, los abandona el empresario y Gobbi se las rebusca en distintos menesteres para juntar dinero y volver a Buenos Aires. Otra vez las giras, conoce  a Flora Hortensia Rodríguez, una tiple chilena que había llegado con una compañía española, intiman, y como estaba separado de su primera esposa, se casan y forman el dúo Los Gobbi. Logran triunfar rápidamente y viajarán a Filadelfia y a Londres para grabar discos.  La empresa Gath y Chaves los contrata para viajar a París para con el mismo objetivo.  Permanecerán 7 años  editando numerosos tangos y poniéndose de moda. Allí nace su hijo Alfredo, en 1912, que con los años hará historia en el tango.  Ángel Villoldo será su padrino de  bautismo, dado que también estaba grabando allí. Al principio, entreverado con Troilo, con Orlando Goñi y con Pugliese, interviniendo en varios conjuntos como el Sexteto Vardaro-Pugliese o la orquesta de Pedro Laurenz  hasta que forma la suya propia en 1942 con gran suceso. Por algo le apodaron El violín romántico del tango. La marcación bordoneada de Alfredo Gobbi y su violín decareano le granjearon infinidad de hinchas y el reconocimiento de  los músicos. Su hermano Virginio, tocaba el acordeón y tenía un sexteto de jazz.

   La historia de las familias tangueras me llevaría a llenar infinidad de papel. Por ejemplo  Carlos y Roque Di Sarli, los dos hermanos que llegaron juntos de Bahía Blanca a la Capital y se fueron buscando los trabajos cada uno por su lado. En 1936, Carlos, que estaba en un trío, resolvió formar orquesta y fue a ver a Roque a una boite de la calle Sarmiento -La Chaumière- donde actuaba. Le dijo que estaba buscando músicos para formar su nueva orquesta. Roque le respondió: "Ahora subimos al escenario a tocar. Fijate los que te gusten y te los llevás". Y Carlos escogió a los violinistas Goicoechea, Adolfo Pérez y al cantor Ignacio Murillo.  Y seguimos: Roberto Firpo y su hijo que quiso continuarlo. Los hermanos Vicente, Alfredo y José Sciarreta, contrabajistas que actuaron en numerosdas orquestas deprimer  nivel. Los Puglisi también hicieron historia. Cayetano, llegado de Italia cuando era niño, estudió violín en Buenos Aires y logró un nivel brillante. Incrustado durante 28 años en la orquesta de D'Arienzo, no pudo lucir demasiado sus atributos. Emilio, hermano suyo y también violinista estuvo en orquestas de Canaro o en el sexteto de Pedro Maffia. Juan Puglisi era tío de ambos, contrabajista y destacó en orquestas de Firpo, D'Arienzo y también en la que tuvo su sobrino Cayetano. No puedo dejar de mencionar a los hermanos Edgardo, Ascanio y Osvaldo Donato, -violín, cello -piano-que debutaron juntos en la orquesta Donato-Zerrillo en 1927, en Montevideo. Luego, por separado,  harían un gran recorrido en el género, ya instalados en Buenos Aires, especialmente Edgardo creador de temas históricos y director de orquestas de resonacia.

                                   



  Y hablaríamos de Mariano Mores, un genio del piano, también en la composición de páginas hermosas y hasta su trabajo como galán de películas. Se casó con Myrna  Moragues, cantante , y Su hijo Nito arrancó cantando con él y tenía futuro pero murió tempranamente aunque sus descendientes Claudia y Gabriel siguieron inscribiendo el apellido Mores en el tango. O los hermanos Fiorentino. Vicente, violinista, tuvo su propio conjunto en el que Francisco tocaba el bandoneón junto a Joaquín Mora y Harold Philips era el pianista. Luego Francisco se transformaría en un cantorazo con Troilo. Los hermanos Julio y Lalo Martel que hicieron roncha en la orquesta de De Angelis como cantores, especialmente Julio. Gigi De Angelis, la hija del director, pianista, también militó en la orquesta del "colorado" de Banfield cantando algunos temas. Los hermanos Maffia: Pedro y Ángel. bandoneonistas con pedigrí y una obra autoral de mucho nivel. Osvaldo Ramos, el último cantor de D'Arienzo, con quien estuvo diez años, después de haber pasado por las formaciones de Leopoldo Federico o Florindo Sassone. Y su hijo Osvaldo que siguió su trayectoria, ganó un Concurso de Voces en la esquina Homero Manzi, a sus 19 años y desde allí fue subiendo puestos en la consideración popular. Hoy con su orquesta dariencista "Los herederos del compás", luce su potente voz y llenan los lugares donde actúan. creo que todos estos ejemplos de familia alcanzan para demostrar el linaje.

Por eso digo que la sangre tanguera se hereda, se traspasa y se renueva.

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