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miércoles, 23 de febrero de 2022

¡Y llegué a las dos mil...!

    Cómo podía imaginar, allá por el año 2012, más exactamente el 25 de febrero de ese año, que esta página iba a perdurar diez años más tarde y llegar a las dos mil notas... Pues, eso es exactamente lo que ha pasado. Y sinceramente, uno que ha sido periodista, que ha recorrido tanto mundo escribiendo, por toda América y Europa, no puede menos que sentirse feliz por haberle dedicado todo este pequeño esfuerzo...al TANGO.

   También es cierto que he notado el apoyo de los seguidores de Tangos al bardo, y ello me ha impulsado a permanecer en el sitio y esforzarme por ahondar en la vida de tantos genios que ha tenido el género, tanto en la faz instrumental, como en la composición, la poesía, la interpretación musical y vocal, e incluso en la historiografía de este tango que nos aglutina por su entrañable composición.

                              


   Aquello que nos atrapó en la lontana adolescencia, sigue iluminándonos en los tramos de la madurez, tanto cuando escuchamos grabaciones que nos llegan tan íntimamente, como en la pista de baile que sigue siendo un refugio maravilloso para todos aquellos que podemos considerarnos milongueros a carta cabal. El tango es un género que pervive y se extiende por todo el mundo, porque tiene algo mágico: seguimos bailando las grabaciones de hace setenta, ochenta años y nunca nos cansamos de hacerlo, al contrario, cada día que pasa nos suenan mejor, más impulsoras, convidantes, necesarias para milonguear.

   Los anclajes estéticos se mantienen inalterables por parte de aquellos que llevamos muchos años impregnados de noches milongueras. Aquellos sonidos e imágenes del alma que portamos en nuestros corazones, se han adaptado a los cambios físicos y paisajísticos. Pero también podemos ver a diario cuantos jóvenes de ambos sexos se agregan permanentemente a ese ensamblaje de parejas que es la pista de baile, y donde reviven a diario los Troilo, D'Arienzo, Pugliese, Di Sarli, Fiorentino, Vargas, Rufino, Morán...

                                    


   Una dulce y diluvial simbología nos aferra a los recuerdos y al presente que sigue vivo en la vitrola de la vida y de la milonga. De hecho, tener que armar una selección para la noche de la cita permanente, ya es un acto de retorno a los mejores años del tango. A aquellos que no tienen reposición. Unas grabaciones maravillosas, imperecederas  que sine qua non hoy no tendríamos esas milongas en tantos continentes.

   Y no se trata solamente del baile. Escuchar a esas orquestas y cantores en los viajes, dentro del coche, por ejemplo, es sentir algo especial que nos acaricia el alma. Nos transporta permanentemente. O en casa, dejando de lado esas noticias diarias que nos alarman, entristecen o agobian, también sirven para recomponernos por todo lo que nos transmiten y nos llevan a la evocación.

   Uno que ha bailado en vivo con tantas orquestas típicas (también de jazz o "tropicales"), que se ha sentado en una mesa con algunas de aquellas figuras, o los ha entrevistado en emisoras radiales:  (Troilo, Pugliese, Rivero, Morán, Donato, De Caro, Piazzolla, Bucino, D'Agostino, Alberto Castillo, Enrique Campos, Julio Sosa, Biagi,, Mancini, Iriarte, el Chato Flores, etc.), no puede menos que recordarlos en páginas como ésta, por ejemplo.

                                  


   No quiero extenderme demasiado al respecto. Simplemente estoy tratando de explicarme a mí mismo y a los seguidores de esta página, porque uno puede sentirse feliz de haber llegado a escribir dos mil notas sobre los personajes maravillosos del tango y todos los atractivos que este género nos ofrece. Porque es una manera también, de agradecer al tango, por los alicientes que nos proporciona.

   Y si a los veinticinco años, concursé en "Odol pregunta", en televisión, cuando sólo había un Canal, sobre la Historia del Tango, y luego los libros que me han publicado al respecto, qué menos puedo hacer después de tantos años de seguir disfrutándolo, que escribir dos mil notas. Y las que vendrán, si es que el aliento me lo permite. Porque el tango es una linda manera de vivirlo si lo tenés encerrado en tu corazón.

   Si supieras, que aun dentro de mi alma conservo aquel cariño...

   

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