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sábado, 18 de septiembre de 2021

Raquel Makow

  Nació en San Francisco, California, en la primavera del año 1991.  Fue criada por un padre porteño y una madre neoyorquina.  Desde chica estuvo expuesta al arte. Comenzó a bailar Jazz, Ballet y Ballroom a la edad de los 10 años. A lo largo del tiempo se enfocó más en el Ballroom (ritmos latinos) que incluye Cha Cha, Samba, Rumba, Paso Doble y Jive.  

   A los 15 años empezó a participar en competencias, lo que la llevó a recorrer Estados Unidos y más adelante Europa.  El mismo año viajó a Buenos Aires para visitar su familia.  En ese viaje tomó sus primeras clases de Tango y asistió a su primera milonga en La Viruta.  Fue en ese momento de sentir su primer abrazo que se metió en otro mundo, un mundo de placer, olvidándose de todo el resto y enamorándose del tango.  Después volvió a su vida en San Francisco, a su mundo de Ballroom, un ambiente exigente de competencias, brillos y luces.  Pero se llevó el recuerdo y la sensación de aquella noche en la milonga, algo que quedó grabado para siempre en su corazón.

                                    

Raquel Makow

   A los 19 años se mudó a Portugal para bailar con un renombrado bailarín de Ballroom.  Juntos consiguieron el título de Campeones Nacionales de Portugal 2011.  Raquel después continuó su carrera en la República Checa y Canadá ganando otros premios internacionales.  Pero a pesar del éxito en su carrera, algo faltaba en su vida, y sin ello, su alma no se llenaba al final del día. Nunca se olvidó de esa sensación que le dio el Tango.  

   Y más y más cada día añoraba el tango y ese abrazo tan dulce de la milonga.  Sus días se disolvían entre canciones de Carlos Gardel y Juan D’Arienzo, y sintió una necesidad tan fuerte de bailar Tango que no podía resistir más.  Así que en 2013 decidió abandonar el Ballroom para mudarse a Buenos Aires y dedicarse al Tango. Se fue a Buenos Aires sin trabajo, sin saber que vida iba a llevar, todo para buscar esa sensación que le dio el Tango.

   En Buenos Aires, se dedicó a aprender, ensayar, salir a las milongas, y entregarse cien por ciento al Tango.  Fue y sigue siendo un camino gratificante y frustrante al mismo tiempo.  Descubrió que el Tango es un arte muy profundo que no se puede tapar con brillos y trucos.  En el Tango uno tiene que abrirse al otro y conectar desde un lugar mucho más íntimo que en otras danzas.  

                              

Maxi y Raquel

    Raquel fue aprendiendo más sobre ella misma mientras estudiaba y bailaba Tango.  En Buenos Aires también trabajaba como jueza de Ballroom y entrenadora de las mejores parejas de Ballroom en Argentina y Uruguay.

   Y entonces en una noche tranquila de la semana en Mayo de 2015, Raquel Makow y Maxi Copello se conocieron en la famosa milonga de Salón Canning. Pasaron toda la noche bailando con otras personas hasta el final de la noche cuando la gente se iba yendo uno por uno, y la pista se vaciaba lentamente.  Permanecieron solo los trasnochadores milongueros y ellos dos.

   Raquel se quedó quieta en su silla por primera vez en la noche. Maxi tuvo por fin una oportunidad. Se miraron a los ojos, Maxi la cabeceó y juntos entraron en la pista. Maxi la abrazó a Raquel, y ella cerró los ojos sintiendo y escuchando cada cosa que Maxi le decía con su cuerpo.  En ese instante se conocieron más profundamente de lo que hubiesen podido con palabras.  

   Pasó algo mágico que le hizo sentir a Raquel igual que como se sintió su primera vez bailando en la milonga.  De repente entró en otro mundo perdiendo la noción de tiempo y espacio.  Al seguir su intuición, Raquel sabía en ese momento que encontró a su alma gemela en el baile.  Desde entonces Maxi y Raquel bailan juntos profesionalmente, recorren mundo dando exhibiciones y comparten el mismo sueño de bailar, crear arte, y transmitir su amor por el tango a los otros

  (Podemos verlos en el Marabú, bailando el Tango Patético, de Jorge Caldara, por la orquesta de Osvaldo Pugliese)

                                            


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