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domingo, 18 de noviembre de 2018

Reinaldo Yiso

Algunos de nosotros podemos dar fe de aquella época de aprontes juveniles, de los picaditos de fútbol y esos tangos que resonaban en nuestras orejas y que nos refilaban el cuore, por las pinturas que se mandaba el cantor de turno, redondeando el buril del poeta-letrista o coplero. Sí, algunos de aquellos tangos hicieron escala en nuestra adolescencia y los canturreábamos con fervor, después de escucharlos seguido por la radio.

Reinaldo Yiso fue uno de los autores que nos contaban las cosas cotidianas, con una brocha cercana, sin metáfora, sin gran poesía, pero que se hacían rápidamente un hueco en el silbo y el canto porteño. Bastaría citar, de su prolífica producción El sueño del pibe, con música de Juan Puey, que nos tocó de lleno, porque en el barrio fuimos muchos los que recibimos esa citación del club importante para la prueba que tanto prometía... ¡Y qué emoción conllevaba esa sencilla cartita-invitación!
                                          
                                           
Reinaldo Yiso
 
O sea, Yiso estaba radiografiando con sus versos, los metejones populares, la vida cercana, íntima, de la ciudad que estaba creciendo.  Sí, los barrios estaban llenos de futbolistas, boxindangas, cantores, guitarreros y fueyes en ciernes, muchos de los cuales rondarían la fama, el éxito, las páginas de periódicos y revistas. Así se fueron armando el tango, el fútbol, la poesía. las milongas de los clubes, los bailarines que comenzaban su formación en aquellos patios de las casas-chorizo y de allí saltarían, con su empilche a las noches milongueras. Y ellas, repiqueteando su taquito en la vereda, también a los bailes de relumbrón.

Yiso fue proyecto de futbolista, en el Oeste Argentino y en las inferiores de Vélez Sarsfield. Una grave lesión truncó sus sueños, pero sirvió para darle cuerda a su ingenio chamuyador y poético. Sin llegar a las alturas de García Jiménez, Cadícamo, Bahr, se las ingenió para saltar de su barrio de Liniers al centro y enganchar sus versos primeros con músicos como el bandoneonista y compositor  Juan Antonio Puey, debutando con Por eso canto yo, en 1941. Un tango que hizo camino, al estrenarlo Ricardo Tanturi con la voz de Enrique Campos, grabándolo el 6 de agosto de 1943.

                       

Y entonces confirmó que contenía la sustancia barrial,  el impulso de fijar en su mirada todo lo que le ofrecía el álbum de fotos de la mente. El sueño del pibe sería la confirmación. Su vecino, Roberto Chanel, no sólo hizo historia grabándolo, sino que le sirvió de palenque para arrimarse a las generosas arterias tangueras de la orquesta de Osvaldo Pugliese que ya hacía roncha en los estrados y en las vitrolas.

Precisamente, no sólo habrá de concretar la forma de los futuros tangos que irá delineando, sino que incluso Pugliese lo contrata como presentador y glosador, dándole el pase definitivo a la fama noctámbula. El poeta logrará  otorgarle esa forma del verso cargado de paisaje a los pequeños aconteceres, transitar con su pluma sobre las casas suburbanas y llegar al centro con un racimo de  estrofas que se harán tango, lo tocarán las orquestas, los cantarán las mejores golas y los discos  le darán el barniz definitivo.

Un infierno, maravillosamente cantado por Floreal Ruiz,  El tango es una historia, Cuando no te tenga más, El clavelito, Soñemos, Cantemos corazón, Desagradecida, Cómo le digo a mi vieja, Glorias del ayer, la mascota del barrio, Este es tu tango, Más allá del corazón, Vos y yo, Lágrimas de sangre, Una limosna de amor, Medias blancas,  Pero te sigo queriendo, La número cinco, Un Tormento, No la traigas, Milonga de cien esquinas, La Porteñita, son algunos de los 520 temas registrados por Reinaldo Ghiso (su verdadero nombre), en SADAIC. Incluso, varios de esos temas lo firmó con el nombre de su esposa: Sara Rainer.

Alguna vez conté cómo pergeñó Bailemos, viendo a una pareja que se deshacía entre lágrimas en la
pista de mis lontanos 18 años, de la Boite Montecarlo. Y como en el tren lo fueron armando en el viaje al barrio de  Liniers, con su amigo, el fueye Pascual Mamone. La apretada melodía y la certidumbre que preste refugio a la mirada, se convierten en el fugaz instante del verso, en una historia tierna y vital. La gente con su pequeña vida, está en los temas del vate de Liniers.

Colaboraron con él compositores como: Ricardo Tanturi, Anselmo Aieta, Edgardo Donato, Juan Pomati, Ángel Cabral  Leo Lipesker, Jorge Dragone, Enrique Rodríguez, Jorge Caldara, Enrique Alessio, Artiuro Gallucci, Héctor Stamponi, Sánchez Gorio, Carlos Lazzari, Joaquín Do Reyes, Donato Racciatti, Dante Gilardoni, Luciano Leocata, Francisco Rotundo, Víctor Braña, Santos Lipesker, Roberto Caló, Ricardo Pedevila, Félix Lipesker, Ángel Amato y una larga lista, además de cantores como Carlos Dante, Alberto Morán, Roberto Chanel, Alberto Podestá, Roberto Rufino.

La historia del Tango le reserva a Reinaldo Yiso un lugar importante ganado a pulso.





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