Estaba instalado en la Avenida Corrientes 1244 y fue inaugurado el 24 de abril de 1942. Epicentro de la actividad tanguera de la época, allí se estrenaron tangos inmortales como Los mareados, de Cobián y Cadícamo, y Sur de Homero Manzi y Aníbal Troilo. En el caso del primero fue un pedido de Pichuco a Cadícamo para que le pusiera versos a Los dopados, un antiguo tango de Juan Carlos Cobián. Lo estrenó Troilo allí con la voz de Fiorentino.
En cuanto a Sur -para mí, el himno porteño-, Edmundo Rivero que concretó el milagro, al cantarlo con la orquesta de Troilo y grabarlo más tarde, recordaba así aquella noche mágica.
-Cuando estrenamos Sur en el Tibidabo pareció que hasta las muchachas dejaban de respirar, había quedado el lugar en un trance casi religioso. Manzi era un hombre que, con su sola personalidad, era capaz de hiptnotizar a toda la milonga. Pero de allí en adelante ni siquiera iba a necesitar estar presente: quedaba su tango Sur, ese que yo no puedo cantar sin volver a sentir la misma emoción de aquella primera vez...
Aldo Queirolo escribió los versos del tango Corrientes bajo cero, al que le puso música Roberto Chanel y grabaría Osvaldo Pugliese con el cantor Alfredo Belusi, En el estribillo evoca así:
¡Querida calle Corrientes!
Esta noche estás de fiesta,
tenés un kilo de
orquestas
dando un concierto
triunfal.
En el “Marzoto”: De Angelis,
en el “Ruca”: Juan
D´Arienzo
y Pugliese echando el
resto
en el café “El
Nacional”.
El bandoneón de
Pichuco
se ondula en el
“Tibidabo”,
mi corazón embargado
se encurdela de
emoción.
Y vuelvo al tema del título después de darme un garbeo virtual por aquella calle Corrientes donde reinaba el tango y las grandes figuras del género ocupaban mesas cercanas al escenario. El Tibidabo funcionó entre los años 1942 y 1955 en que fue demolido. Y el conjunto que reunió a músicos importantes para grabar un elepé, utilizó el nombre de aquel cabaret como marca.
Los sellos grabadores utilizaron mucho a este tipo de conjuntos que desde el Quinteto Pirincho no paró de vender discos, aunque jamás actuaran en público. Y así pasaron el Cuarteto Palais de Glace, Los porteñitos, Cuarteto Guardia vieja, Quinteto real, Cuarteto Los ases, Cuarteto San Telmo, Quinteto Añoranzas, Cuarteto del Centenario, Octeto Marabú, Quinteto Guardia nueva y tantos otros, en los que formaban músicos conocidos y acreditados.
El caso es que el Octeto Tibidabo, en realidad era un septeto, pero el hombre de la idea, Mario Kaminsky, pensó que sonaba mejor "Octeto" y así figura en los registros. Los integrantes del mismo eran: Leopoldo Federico y Osvaldo Marinero Montes en bandoneones; Enrique Mario Francini, Reynaldo Nichele y Mauricio Mise en violines; Enrique Marchetto en contrabajo y Atilio Stampone al piano.
Éste último fue también el director del conjunto y el LP se grabó en TONODISC de Uruguay. A Stampone el nombre le traía hermosos recuerdos. Había debutado con 15 años en la orquesta de Roberto Dimas y allí lo escucharía asombrado Pedro Maffia. Habla Maffia con el padre de Atilio y le pide que lo deje trabajar con su orquesta en el cabaret Tibidabo en 1942, y el hombre le da el visto bueno con la condición que cuando termine lo meta en el tranvía 16, derechito a casa...
El disco se grabó en 1966 y prácticamente los temas son del repertorio de Aníbal Troilo y recuerdan un poco el swing de la primera orquesta de Pichuco, lo que, con el paso del tiempo aumenta la nostalgia de aquella belle epôque del tango.
Gracias. André Vagnon
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