“El 11º baile del Internado”
El 21 de Septiembre de ese año 24, la orquesta de Fresedo fue convocada para animar el décimo primer baile del Internado –que fue el último que se realizó- y tuvo lugar en el teatro Victoria, donde el cotizado director dio a conocer su tango “El once”, cuyo subtitulo era “A divertirse”. Fresedo nos evocó así aquel acontecimiento:
-“Yo estaba actuando en el Florida Dancing –que hasta hacía poco se había denominado “Abdullah”- Me habían contratado para el 11ª baile del Internado y se había convenido que yo debía componer un tango alusivo a esa celebración.
Con todas las cosas que tenía, se me pasó completamente lo pactado y faltando siete días, ni siquiera había comenzado el tango.
Entonces, estábamos tocando en el cabaret y le dije a los muchachos de la orquesta: “Me van a acompañar en La Mayor, y yo arranco y ustedes me siguen y les voy diciendo el tono. Y así salió el tango “El once”, como una improvisación, con el acompañamiento de la orquesta.
Después lo escribí, lo publiqué y pudo salir a tiempo en cuatro o cinco días.
La imprenta, que estaba en Bartolomé Mitre y Riobamba, lo tuvo listo en dos días.
El 21 de Septiembre de ese año 24, la orquesta de Fresedo fue convocada para animar el décimo primer baile del Internado –que fue el último que se realizó- y tuvo lugar en el teatro Victoria, donde el cotizado director dio a conocer su tango “El once”, cuyo subtitulo era “A divertirse”. Fresedo nos evocó así aquel acontecimiento:
-“Yo estaba actuando en el Florida Dancing –que hasta hacía poco se había denominado “Abdullah”- Me habían contratado para el 11ª baile del Internado y se había convenido que yo debía componer un tango alusivo a esa celebración.
Con todas las cosas que tenía, se me pasó completamente lo pactado y faltando siete días, ni siquiera había comenzado el tango.
Entonces, estábamos tocando en el cabaret y le dije a los muchachos de la orquesta: “Me van a acompañar en La Mayor, y yo arranco y ustedes me siguen y les voy diciendo el tono. Y así salió el tango “El once”, como una improvisación, con el acompañamiento de la orquesta.
Después lo escribí, lo publiqué y pudo salir a tiempo en cuatro o cinco días.
La imprenta, que estaba en Bartolomé Mitre y Riobamba, lo tuvo listo en dos días.

La letra de Emilio le fue agregada después”.
En 1924 llegó al país el Príncipe Humberto de Saboya, ante quien actuó Osvaldo Fresedo con su orquesta, en el mes de agosto; ante sus felicitaciones, el maestro Fresedo agradeció con humildad: “Su Alteza, gracias. Hacemos lo que podemos”.
Digamos que desde 1923 a 1927 Fresedo fue el niño mimado en bailes, festivales y recepciones en casa de la aristocracia porteña, entre ellas las de Ortíz Basualdo, Santamarina Uribelarrea, Alvear, Olazábal, Unzué, Pearson y otras.
En 1925 actuó con su orquesta en el Palacio Errazuris ante Eduardo de Windsor, Príncipe de Gales.
Ese mismo año 25 registró el último disco de su primera etapa en Victor, con los tangos “Aladino” de Hermes Rómulo Peressini y “Viejo rincón”, de Cayol y de los Hoyos, placa Nº 79593.
Durante esa estadía en este sello el maestro Fresedo tuvo la posibilidad de secundar a la cancionista Ada Falcón en dos placas acústicas también del año 25, con los tangos “Oro y seda” de O. Fresedo y A. Canale, “Pobre chica” de O. y E. Fresedo en la primera y “Casquivana” de Ferreri y F. Martinelli Massa junto a “Risas de cabaret” de J. M. Rizzuti en la segunda, discos Nº 79592 y Nº 79622 respectivamente, grabados el 15 de julio y 14 de diciembre de 1925.
Siempre en 1925, el maestro Fresedo ingresó al elenco de los artistas de Odeón, inaugurando la serie como director con los tangos “Entrá nomás”, de Juan Rezzano y Francisco Bastardi y de su cosecha “Perdón viejita”, con letra de J. A. Saldías, placa Nº5001, con sus correspondientes matrices 3299 y 3302.
Acompañando a Gardel en Odeón
También en 1925 tuvo el halago de haber acompañado con su orquesta al Máximo Cantor en un disco 78 rpm de 25cms realizado por el sistema acústico que llevó el Nº18201, con los tangos “Fea” de H. Petorossi y Alfredo Navarrine, en la faz A (matriz 3288) y en el reverso “Perdón viejita” de O. Fresedo y José Antonio Saldías (matriz 3289/1), trabajo concretado en Buenos Aires.
La probable integración de la típica de Fresedo para tan trascendente capítulo de su carrera artística, es la consignada seguidamente:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
La opinión del maestro Fresedo con referencia a su labor con Gardel, fue la siguiente:
“A mí me hubiera gustado hacerle otra cosa en el acompañamiento, pero Carlitos estaba acostumbrado a cantar con las guitarras y con los tangos cantados salía disparando. Entonces yo quería refrenarlo un poquito y sólo podía hacer ritmo. En ese tiempo no se podía acompañar de otra forma”.
En 1924 llegó al país el Príncipe Humberto de Saboya, ante quien actuó Osvaldo Fresedo con su orquesta, en el mes de agosto; ante sus felicitaciones, el maestro Fresedo agradeció con humildad: “Su Alteza, gracias. Hacemos lo que podemos”.
Digamos que desde 1923 a 1927 Fresedo fue el niño mimado en bailes, festivales y recepciones en casa de la aristocracia porteña, entre ellas las de Ortíz Basualdo, Santamarina Uribelarrea, Alvear, Olazábal, Unzué, Pearson y otras.
En 1925 actuó con su orquesta en el Palacio Errazuris ante Eduardo de Windsor, Príncipe de Gales.
Ese mismo año 25 registró el último disco de su primera etapa en Victor, con los tangos “Aladino” de Hermes Rómulo Peressini y “Viejo rincón”, de Cayol y de los Hoyos, placa Nº 79593.
Durante esa estadía en este sello el maestro Fresedo tuvo la posibilidad de secundar a la cancionista Ada Falcón en dos placas acústicas también del año 25, con los tangos “Oro y seda” de O. Fresedo y A. Canale, “Pobre chica” de O. y E. Fresedo en la primera y “Casquivana” de Ferreri y F. Martinelli Massa junto a “Risas de cabaret” de J. M. Rizzuti en la segunda, discos Nº 79592 y Nº 79622 respectivamente, grabados el 15 de julio y 14 de diciembre de 1925.
Siempre en 1925, el maestro Fresedo ingresó al elenco de los artistas de Odeón, inaugurando la serie como director con los tangos “Entrá nomás”, de Juan Rezzano y Francisco Bastardi y de su cosecha “Perdón viejita”, con letra de J. A. Saldías, placa Nº5001, con sus correspondientes matrices 3299 y 3302.
Acompañando a Gardel en Odeón
También en 1925 tuvo el halago de haber acompañado con su orquesta al Máximo Cantor en un disco 78 rpm de 25cms realizado por el sistema acústico que llevó el Nº18201, con los tangos “Fea” de H. Petorossi y Alfredo Navarrine, en la faz A (matriz 3288) y en el reverso “Perdón viejita” de O. Fresedo y José Antonio Saldías (matriz 3289/1), trabajo concretado en Buenos Aires.
La probable integración de la típica de Fresedo para tan trascendente capítulo de su carrera artística, es la consignada seguidamente:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
La opinión del maestro Fresedo con referencia a su labor con Gardel, fue la siguiente:
“A mí me hubiera gustado hacerle otra cosa en el acompañamiento, pero Carlitos estaba acostumbrado a cantar con las guitarras y con los tangos cantados salía disparando. Entonces yo quería refrenarlo un poquito y sólo podía hacer ritmo. En ese tiempo no se podía acompañar de otra forma”.
Cuando en 1925 por desacuerdos en la renovación del contrato en Victor, Fresedo pasó a revistar en el elenco Odeón, la grabadora citada en su primer término creó la “Orquesta Típica Victor" para cubrir el vacío y competir con el suceso de Firpo en el sello rival.
Esta vez la Victor cuidó muy bien que el nombre del director no transcendiera a fin de que sus pretensiones remunerativos no crecieran a la par de su popularidad.
Consecuencia de su creación fue también al alejamiento del violinista Manlio Francia, quien pasó a desempeñarse en ella y en los diversos conjuntos Víctor con nombres distintos, pero similar integración.
El puesto de Manlio Francia en las filas de Fresedo lo cubrió el “tano” Adolfo Muzzi.
La orquesta de Fresedo en un escenario teatral
En el curso de este año 1925 de tanta actividad para el maestro Fresedo, su orquesta apareció en escena en el teatro Nacional, del empresario Pascual Carcavallo, durante la representación teatral del sainete de José Antonio Saldías titulado “La muchacha de Montmartre”, en la que dio a conocer su tango “Muchachita de Montmartre” con letra del mismo Saldías.
En 1926 retornó en la temporada veraniega a sus clásicas presentaciones en los refinados clubes marplatenses, realizando luego los bailes de Carnaval de dicho año en el teatro San Martín de la calle Esmeralda, donde el público conoció su tango “Pinturita”.
Fresedo y su “cadena” de orquestas típicas
-“Yo por el año 26 estaba tocando en lo que antes había sido el “Abdullah Club” y al tomarlo Lombart pasó a denominarse “Florida Dancing”.
Lombart enseguida me llamó para que tocase allí con mi orquesta. El administrador de este local era el Sr. Eduardo Calvo, quien se hizo muy amigo mío. Tanto, que se le había puesto hacer una obra conmigo.
Un día me dio la letra y yo, como para sacármelo de encima, le hice la música; fue el tango “Arrabalero”, que al final resultó siendo famoso.
Esta vez la Victor cuidó muy bien que el nombre del director no transcendiera a fin de que sus pretensiones remunerativos no crecieran a la par de su popularidad.
Consecuencia de su creación fue también al alejamiento del violinista Manlio Francia, quien pasó a desempeñarse en ella y en los diversos conjuntos Víctor con nombres distintos, pero similar integración.
El puesto de Manlio Francia en las filas de Fresedo lo cubrió el “tano” Adolfo Muzzi.
La orquesta de Fresedo en un escenario teatral
En el curso de este año 1925 de tanta actividad para el maestro Fresedo, su orquesta apareció en escena en el teatro Nacional, del empresario Pascual Carcavallo, durante la representación teatral del sainete de José Antonio Saldías titulado “La muchacha de Montmartre”, en la que dio a conocer su tango “Muchachita de Montmartre” con letra del mismo Saldías.
En 1926 retornó en la temporada veraniega a sus clásicas presentaciones en los refinados clubes marplatenses, realizando luego los bailes de Carnaval de dicho año en el teatro San Martín de la calle Esmeralda, donde el público conoció su tango “Pinturita”.
Fresedo y su “cadena” de orquestas típicas
-“Yo por el año 26 estaba tocando en lo que antes había sido el “Abdullah Club” y al tomarlo Lombart pasó a denominarse “Florida Dancing”.
Lombart enseguida me llamó para que tocase allí con mi orquesta. El administrador de este local era el Sr. Eduardo Calvo, quien se hizo muy amigo mío. Tanto, que se le había puesto hacer una obra conmigo.
Un día me dio la letra y yo, como para sacármelo de encima, le hice la música; fue el tango “Arrabalero”, que al final resultó siendo famoso.
Como tenía tanta amistad con este hombre, me permitía que en la sección “soirée”, de 20:30 a 24hs le mandase un cambio.
Además, Calvo que quería hacer negocios en común; me propuso la compra de un cine y terminó finalmente “enchufándome” un bar, al que lo llamamos “Bar Fresedo”, que estaba enfrente al teatro “Politeama”.
En consecuencia, hice una orquesta paralela para que tocara allí, con Miguel Caló y yo en bandoneones, José María Rizzuti en piano y Adolfo Muzzi en violín.
La orquesta efectiva quedaba en el Florida Dancing”
“Ta-Ba-Rís”, “Casino Pigall”, “Bar Fresedo”, “Cine Fénix”, de Flores
Durante el año 27, Fresedo volvió a desplegar una intensa labor artística acorde al prestigio alcanzado como director y compositor.
La orquesta que podría llamarse titular actuó por entonces en el cabaret “Ta-Ba-Rís”, el antiguo “Royal Pigall”, que también supo del éxito del maestro Fresedo.
Desde el conocido local nocturno, ubicado en Sarmiento al 800, las actuaciones del autor de “Sollozos” eran transmitidas directamente por LR9 Radio Fénix.
La formación de la orquesta en estas audiciones, era la señalada a continuación:
Bandoneones: Osvaldo Fresedo y Alberto Rodríguez
Violines: Adolfo Muzzi y Jean Koller
Piano: José María Rizzuti
Contrabajo: Humberto Costanzo
Al mismo tiempo, otra orquesta con su nombre, cuyo encargado era el pianista Nicolás Vaccaro, se desempeñaba en el “Casino Pigall” de Maipú entre Corrientes y Sarmiento, con estos elementos:
Bandoneones: Francisco y José Della Rocca y Pascual Storti
Violines: Ateo D’Apiaggi y José Lorito –en ocasiones Samy Friedenthal-.
Piano: Nicolás Vaccaro
Contrabajo: Ángel Corletto –alternando a veces Hugo Baralis (padre)-.
-“En este desprendimiento de la orquesta Fresedo, estaba este chico Pascual Storti, que traje de Córdoba”, rememora el maestro Vaccaro en la entrevista que en 1967 concediera al autor.
Y prosigue el maestro Fresedo relatándonos pormenores interesantes de este tramo tan fecundo de su trayectoria musical:
-“Posteriormente, una noche se me apareció el Sr. Muscio, uno de los empresarios del teatro Nacional, manifestándome que iba a inaugurar un cine, el “Fénix” de Flores y que deseaba que llevara mi orquesta para esa oportunidad.
Yo me disculpé, aclarando que otros compromisos me impedían aceptar.
Pero él volvió a la carga:
-“Bueno, hágame una orquesta; mire, Fresedo, lo que yo necesito es que usted vaya al cine y en el intervalo toque un tango –por lo común no hay más tiempo- y después, cuando comienza la película usted se va y sigue la orquesta.
-“En esas condiciones “agarré”; y me habían hablado que estaba Carlos Di Sarli y lo mandé a llamar para que viniera a mi orquesta”.
El violinista José Pécora, gran amigo del pianista, ya había actuado haciendo “cambios” en la orquesta de Fresedo (c.1926), y él recomendó a Di Sarli para entrar a la agrupación.
El nacimiento de la orquesta Di Sarli
-“De bandoneones puse a unos muchachos Bianchi, Américo y Emilio, que eran hermanos; de violín estuvo José Pécora, de cantor Juan Carlos Thorry y de contrabajo Ángel Corletto.
Posteriormente hubo sucesivas modificaciones:
Bandoneones: César Ginzo y Tito Landó
Violines: alternaron José Lorito, José Pécora y David Abramsky.
Piano: Carlos Di Sarli
Contrabajo: Luis Bernstein, luego Abraham Krauss.
-Yo operaba de esta forma: tenía el auto estacionado en el “Bar Fresedo” –Rivadavia y Alberti-, tocaba allí algunas piezas y luego, llevando un bandoneón, subía al coche y partía rápidamente hacia el cine “Fénix” de Flores.
Llegaba al cine cuando se prendían las luces del intervalo y tocaba con la orquesta, por lo general un tango.
Cuando se apagaban las luces para dar comienzo a la película, dejaba mi bandoneón allí y desaparecía, siguiendo la orquesta sin mí.
Ascendía entonces al coche que me esperaba frente al cine y partía a toda velocidad de regreso al “Bar Fresedo",
Por el “Bar Fresedo” habrían pasado Alfonso Lacueva en piano, Luis Minervini y José Della Rocca en bandoneones, José Lorito y Juan Cruz Mateo en violines y el bajista Carmelo Mutarelli.
Se ha dicho a veces que Di Sarli habría grabado integrando la orquesta de Fresedo; esta fue la respuesta del director: “No, nunca grabó conmigo”.
-“Cuando Di Sarli empezó en mi orquesta en el cine “Fénix” de Flores, le hice todo el repertorio, las instrumentaciones y le di copia de todo, y se debutó allí como “Orquesta Fresedo”.
Al poco tiempo, volvieron a solicitar mi orquesta para inaugurar el cine Paramount, que estaba siendo refaccionado.
Me hizo el mismo “cuento” del caso anterior, “que yo tendría que tocar en el intervalo un tango y después seguía la orquesta”.
“El que mucho abarca, poco aprieta”, pensé, y le contesté que dado el compromiso que tenia con el Sr. Muscio, me resultaba imposible aceptar otra obligación, pero ante su insistencia le pedí que me dejara pensar una semana y le daría mi contestación.
Cuando pasada la semana volvió por mi respuesta, le pasé el ofrecimiento a Di Sarli, quien después de un mes, al concluir la remodelación de la sala, debutó allí.
Y de ahí salió la orquesta de Di Sarli”.
En un reportaje que Geno Díaz, escritor y humorista hiciera al maestro Fresedo, la versión de Don Osvaldo es algo distinta:
-“Yo seguía con mis giras nocturnas en auto de sala en sala –dice el músico- Y apareció un cuarto ofrecimiento. Fue un empresario del Paramount que quería mi orquesta para su sala. Yo no podía sostener cuatro orquestas, así que me negué. Pero el empresario, Hábilmente convenció a los músicos del Fénix. Todas mis orquestas tocaban los mismos arreglos y a ese señor le gustaba mi estilo. Y los muchachos se fueron al Paramount. La cosa no me dejó ningún rencor y con Di Sarli tuvimos siempre una amistad muy firme y de mutuo respeto. Él escribió su tango “Milonguero viejo” y lo subtituló “Fresedo”. Yo le retribuía el gesto grabándole la pieza, lo mismo que el hermoso “Bahía Blanca”, que es un poema musical. Di Sarli fue un hombre de una gran conducta. No era capaz de ninguna claudicación en sus convicciones musicales ni políticas. Fue un señor”.
OSCAR ZUCCHI