El título de este tango deja abierta una ventana de posibilidades sobre lo que ha sucedido o sucederá a continuación. Realmente se trata de una hermosa creación de ese gran poeta que tantas páginas inolvidables sembró en la canción porteña. Homero Manzi, que también vivió la hora del crepúsculo en las vicisitudes del amor, desparramó la chatarrería sentimental en muchos de sus exitosos tangos.
Con Hugo Gutiérrez (cantor, violinista, autor) compondría el tango que hoy recuerdo en mi página y también otros que tendrían trascendencia y popularidad como Tapera, Torrente, Fruta amarga y el valsecito Llorarás llorarás. Es cierto que en el ambiente se comentó mucho sobre la posibilidad de que realmente los temas no eran de Gutiérrez, sino que los compraba, pero esto nunca se pudo comprobar.
La pluma inigualable de Homero manejando la sabiduría de lo tardío, narra el final del amor y el fundamento melancólico de nuestra existencia. En un puñado de palabras conviven: la epifanía de lo vivido, el violento claroscuro, el asalto constante de lo efímero, el repentino final y el naufragio sentimental y vital. Con su fluencia lírica nos sitúa dentro de los sueños quebrados del amor.
Luego...
Irremediablemente
Tus ojos tan ausentes
Llorando sin dolor.
Y después...
La noche enorme en el cristal
Y tu fatiga de vivir,
Y mi deseo de luchar.
Luego...
Tu piel como de nieve
Y en una ausencia leve
Tu pálido final.
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